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Esta Historia fue descrita en un Libro de un americano que investigo este caso y que fue entrevistado por Jeff Rense y que logicamente el Status Quo no lo dejo conocer en pleno o completo detalle, ya que las amenazas tanto de los militares Brasilenos titeres de los americanos que les ordenaron silenciar estos casos ocurridos amenazaron a todo el mundo que pudieron - incluso a los doctores que atendieron estos casos.
Lo mismo ocurrio con los doctores que atendieron a los alienigenos que cayeron en Varginha y tan solo uno de ellos logro hablar en secreto con el Dr Roger Leir - y relatarle que es alienigeno que atendia se comunico mentalmente con el mientras lo atendia y ese hecho no lo dejo dormir durante muchas noches como le dijo al Dr Leir, doctor que ha extraido mas de 14 implantes de personas raptadas en EEUU - incluso una mujer que trabajaba en un alto puesto de Seguridad en una base de EEUU - lo que irrita terriblemente a todos los sacerdotes del Status Quo o del Planeta de los Simios y escepticos - ya que con ello el Dr Roger Leir ha logrado comprobar ante el mundo cientifico que los implantes que examinados tienen una estructura metalica que solo se encuentra en los meteoritos ha probado que 'algo externo que no deja cicatrices' ha podido ser insertado dentro de diferentes cuerpos humanos SIN CREAR RECHAZO DEL ORGANISMO HUMANO - cosa que deberia haber ocurrido y ademas NO DEJAR HUELLAS O CICATRICES DE PENETRACION - y esto simplemente los vuelve locos a todos aquellos adoradores del Status Quo.
Asi no me queda mas que darte Grandes Felicitaciones por el Ariculo entregado e invesrigado a fondo - muy buen inicio de este ano Crucial para la Humanidad 2010.
Desde Sydney - Australia - Un Gran Abrazo a tu Trabajo por la Verdad - Adolfo Araya January 2010
Un presente de año nuevo para todos vosotros, con exclusividad:
Entrevista con la médica Wellaide Cecim Carvalho, que trató de más de 80 víctimas del fenómeno chupa-chupa
Médica Wellaide Cecim que atendió las víctimas del chupa-chupa en la Amazônia en la década de 70
MILITARES DE La FAB INTENTARON CALLARME
Una señora moderna y corajosa, independiente y generosa, decidida y destemida. Esos son sólo algunos adjetivos que se usaría para definir la médica psiquiatra Wellaide Cecim Carvalho, que fue entrevistada en Belén, Estado del Pará (Brasil). Pero tal vez la introducción no sea muy apropiada a causa de sólo una palabra: señora. Wellaide, a pesar de tener un invejáble currículo, es una persona de espíritu absolutamente joven. Comenzó la facultad de medicina a los 16 años y a completó a los 21, entre los primeros colocados. Tuvo incontables funciones en su vida profesional y fue nada menos del que secretaria municipal de Salud en Belén y subsecretária estadual de Salud en el Pará.
Wellaide acumula aún muchos otros títulos y hoy trabaja simultáneamente en diversas instituciones médicas de la capital paraense y noutras ciudades. Vive en un ritmo frenético – ha cinco teléfonos celulares – y reserva pouquíssimo tiempo para sí y para el ocio. Aun así, no descuida de sus funciones familiares, ni de su pasión, automóviles veloces. “Mi sueño de adolescente era ser engeñeira mecánica”, dije al desembarcar de un vehículo japonés conversíble y posante, en la puerta del hotel donde hube el encuentro.
En medio de tanta correría, ella halló tiempo – inmediatamente al llegar de su trabajo de fin semana en Paragominas (más de 300 km de Belén) – para conceder una larga entrevista al equipo del canal The History Channel, de los Estados Unidos. Y en la misma noche, atendió a A. J. Gevaerd, editor de la Revista UFO brasileña, por otras cinco horas, describiendo detalladamente sus fantásticas experiencias en la Isla de Collares, cuando allá sirvió al salir de la facultad de medicina, como médica-jefe de la Unidad Sanitaria de la localidad.
Era su primer empleo y la doctora Wellaide encontró por el frente un escenario indescritíble, jamás imaginado por ella o aún por muchos otros profesionales de mayor edad. Al desembarcar en la isla, los fenómenos que quedaron conocidos como chupa-chupa pasaron a acontecer – y no pararon más. Ella atendió a nada menos del que 80 víctimas de los ataques, vivía en un pavor cada día mayor de ser también atacada y acabó, felizmente sin violencia, teniendo varias experiencias personales y muy próximas con los agresores. Su entrevista, concedida por primera vez a la una publicación ufológica, es un nuevo marco de la Ufologia Brasileña, comparable a la concedida en 1997 por el coronel Uyrangê Hollanda, y mostrará dos cosas. Primero, la gravedad de los hechos que ocurrieron en el Pará, que el Gobierno lucha hasta hoy para esconder. Y segundo, la inmensa generosidade de una médica recién formada en ayudar la población a soportar su sufrimiento.
Quién es Wellaide Cecim Carvalho, la mujer que espantó el Brasil al declarar haber sufrido presión de los militares para negar los ataques del chupa-chupa en la Amazônia? Soy amazonense, nacida en la ciudad de Nueva Olinda del Norte y fui para la ciudad de Santarém con 12 años. Estudié en colegios norteamericanos, a pesar de hasta hoy no hablar una palabra en inglés, y llegué a la capital del Pará muy joven, directo para hacer el vestibular de medicina, pues en el Amazonas no existía facultad de esa área. Pasé a los 16 años en la Universidad Federal del Pará (UFPA), cuando aún no tenía título de elector, ni carné de identidad. Fui aprobada en octavo lugar y descubrí que no podía hacer la matrícula, porque no tenía ningún documento, y fui mandada de vuelta para casa.
A los 16 años?! Y lo que usted hizo al saber que no podía hacer su matrícula en la universidad? Bien, cuando llegué en casa y conté a mis familiares lo que había acontecido, mi padre fue conversar con el coordinador del curso y saber porque yo no podría estudiar, ya que había sido aprobada, y en octavo lugar. Él habló que era por el hecho de yo ser más pequeño de edad y no tener la documentación necesaria. No fue fácil, pero con la ayuda de un juez de Belén, conseguimos realizar la matrícula y yo completé el curso sin repetir un semestre.
Como fue su contacto con el curso de medicina? Era aún lo que usted quería? Yo tenía mucha gana de ser engeñeira mecánica, pues me gusta mucho de automóvil. Pero, por orientación de mi padre, opté por la medicina, enamorándome por la psiquiatria inmediatamente el tercer año del curso. Yo me formé en 1976, faltando un mes y medio para completar 21 años. Luego tras la colación de grado, yo ya había sido nombrada directora de la Unidad Sanitaria de Collares, porque en aquella época la Secretaría Estadual de Salud siempre buscaba los 10 primeros alumnos del curso de medicina para ocupar cargos de responsabilidad en el sector. Yo estaba en ese grupo y ocupaba el primer lugar entre las mujeres. Fui entonces nombrada responsable por la unidad en 10 de diciembre de 1976, dos días tras mi formatura.
Cual fue su primera impresión al tomar conocimiento de como era la Isla de Collares? Llegué allá de una manera medio trágica, pues la marea estaba baja y la balsa no podía atravesar el río que separa la isla del continente [Río Guajará-Mirim]. Yo estaba acompañada de un amigo de la familia, natural del local, en un fusca verde que conservé aún por mucho tiempo y en el cual tuve una experiencia terrible. No consiguiendo atravesar el río, tuvimos que utilizar una canoa. Cerca de llegar al otro lado, bien en la hora de descender, la canoa volcó y yo casi me ahogué, porque no sabía nadar. Quién me ayudó fue ese mi amigo. Al lleguemos cerca de la orilla de la isla, percibimos que era un manguezal y quedamos atolados en la lama hasta por encima de la rodilla. Eso hizo con que yo tuviera impinge, que duró cerca de seis meses. Entonces, yo ya llegué naufragando a mi local de trabajo...
Cual fue la especialidade que usted tuvo que ejercer en la Unidad Sanitaria de Collares? Clínica general o psiquiatria? Yo era médica sanitarista, porque la salud pública es la única especialidade que engloba todos los programas de atención y asistencia a la salud, como pediatria, clínica general, médica, ginecología, dermatologia y pneumologia. Ese fue mi primer empleo. Antes de él, nunca siquiera tenía oído hablar de Collares. No conocía nada de aquella región.
Como hasta hoy la Isla de Collares es una localidad muy pequeña, me gustaría saber como era en aquella época? La isla toda tenía aproximadamente 6 mil habitantes y en la sede del municipio existían 2 mil personas [Hay números controversos sobre la cantidad de habitantes de Collares en la época, llegando a 12 mil personas. No hay datos oficiales del Gobierno del Pará en cuanto a eso, en 1977]. Sólo que de la beirada de la isla hasta Vila de Collares, en el lado opuesto, había una carretera muy precaria de suelo batido. Y ya que mi fusca verde no consiguió atravesar el río, tuvimos que coger un autobús allá, cuando fui presentada al alcalde en la época, Alfredo Ribeiro Bastos. Él me llevó para conocer la unidad sanitaria, que era un establecimiento bien básico. En su composición técnica tenía una enfermera de nivel superior, una odontóloga y 12 técnicos en enfermería. Yo estaba acumulando las funciones de médica y directora de la institución. La vila era muy pequeña y tenía luz eléctrica proveniente de óleo diesel, que era mantenida sólo de las 18h00 a la 21h00. A partir de ese horario, teníamos que andar con lamparina, vela o lampión.
Debería ser un desafío para usted. Cuáles eran los casos que usted veía con más frecuencia en el puesto de salud? Generalmente, eran accidentes con arraias, muy comunes en la isla. Por ese motivo, me hice especialista en esos animales y sus ataques. Las playas en torno a Collares son infestadas por esos bichos, causando muchas heridas a la personas. Atendí gente que había sido alcanzada hasta 80 veces por ellos.
Además de los accidentes con las arraias había otros problemas de salud en la isla? Sí, teníamos también mucha poliparasitose, causada por la ingestón de peces crudos, y algunos casos de desnutrición, tal vez por el hecho de las personas no sepan alimentarse de manera correcta. Casi toda la alimentación era oriunda del mar o de los ríos de la región, y las personas comían mucha harina de mandioca. Pero, a pesar de eso, no había casos de anemia. Otras enfermedades que teníamos eran las dermatológicas, como escabiose, conocida popularmente como sarna, impinges y reumatismo. Muchas personas en Collares presentaban problemas de enxaqueca y presión arterial elevada. Finalmente, el cuadro clínico de los habitantes de la isla era normal y comparable al de otra pequeña ciudad del interior de la Amazônia.
Y casos de observación y ataques por supuestos seres extraterrestres, usted atendió la muchas víctimas? No, antes de la llamada onda chupa-chupa, casi nadie comentaba esas cosas o buscaba auxílio en la Unidad Sanitaria de Collares. Lo que ocurría, generalmente a la noche, era yo haber que atender mujeres embarazadas en la zona rural, porque la mayoría de ellas me gustaba tener sus hijos en su propia casa, algunas en las redes, en el suelo, otras en la silla. Cansé de hacer eso durante la madrugada. Parece que los niños sólo les gusta nacer de noche... Yo salía en ese horario, muchas veces sola, cargando un lampión por la carretera de tierra y nadie nunca me contó historia de nada, ni visagem, ataque o de assombración. Aquel era un pueblo pacato y extremadamente católico, pero sin llegar al fanatismo. Sólo que, unos seis meses después que llegué a la isla, ya en julio o agosto de 1977, comenzaron a aparecer los casos.
Como fue su primer caso? Aconteció en el segundo semestre de 1977, el mes de julio. La primera víctima fue una chica joven que vivía en la zona rural. Ella fue llevada a la Unidad Sanitaria de Collares extremadamente apática y con una gran flaqueza muscular. No conseguía hablar u oír cualquier cosa, además de no haber reflexo alguno. Llegó cargada al hospital y pensé que hubiera sido acometida por alguna enfermedad, como malária o hepatite. Pregunté a sus familiares lo que había acontecido y si ella tenía alguna enfermedad pregressa grave, y me hablaron que no. Dijeron que ella fuera atacada por una “luz” cuando estaba acostada en la red en la varanda de su casa. Que luz podría ser aquella, me pregunté.
Como el caso aconteció y de que manera la familia reaccionó al ver la luz atacar la chica? Todos quedaron apavorados, pero no tuvieron tiempo siquiera de ayudarla. Eso aconteció de madrugada. Estaba casi amaneciendo, debían ser 05h00, cuando los familiares llegaron a la unidad de salud y los operarios de plantón fueron llamarme en casa. A finales de la tarde de aquel día en que a recibí, cuando volvió a hablar, fui preguntar directamente a ella lo que había acontecido, pues hasta entonces sólo tenía informaciones de la familia. Yo creía que los parientes de la chica estaban enlouquecidos. Pregunté hasta se habían bebido y se habían hecho alguna fiesta, cosa común en aquella región – pero no pregunté se estaban drogados, porque en aquella época no se usaba droga como hoy. Todos me dijeron que no habían bebido cosa alguna y ni hicieron cualquier fiesta. Quedé espantada. Fue cuando la víctima me describió lo que se pasó. Ella dije que estaba acostada en la red cuando sintió algo pesado, intensamente pesado, encima de ella. Describió que, al abrir los ojos, vio un feixe de luz groso que la quemaba y a la vez a paralizaba. Cuando intentó pedir socorro a los familiares, que estaban prójimos, no consiguió más mover la boca y ningún músculo, ni la mano o la pierna – la única cosa que ella mantuvo fueron los ojos abiertos.
Cuánto tiempo después los parientes comenzaron a percibir lo que realmente estaba aconteciendo? No tardó mucho, pues ellos estaban durmiendo en redes alrededor de esa chica. Describieron que inmediatamente en el inicio del ataque sintieron un calor próximo e intenso. Ella repitió exactamente lo que los familiares hablaron. Sólo que me relató la sintomatologia del hecho y ellos, sólo lo que habían visto. En la ocasión, la chica estaba completamente consciente, pero no tenía ninguno de los reflexos funcionando. Ella estaba inapetente, pero lúcida, tanto que sus ojos se mantenían abiertos, pero con pocos movimientos. Una cosa que yo percibí es que, a pesar de ser día, cuando yo la examinaba, la pupila de ella se presentaba dilatada. Ora, por la lógica médica, ella tendría que estar en miose, con la pupila contraída o disminuida por la presencia de la luz.
De toda la familia, sólo ella fue atacada? En aquel momento, sí. Pero todos presenciaram el ataque. Vuelcan que un feixe de luz tenía incidido sobre la red en que ella dormía y, cuando despertaron, percibieron que del local emanava un fuerte calor. En cuanto vuelcan los rayos encima de la moça, corrieron apavorados para ver del que se trataba. Ella consiguió por la última vez gritar, pues después entró en un estado de catatonia. El feixe incidiu sobre el lado derecho de su tórax, que llamamos en la medicina de hemitórax. Cuando fui examinarla, me dijeron para no tocar, pues estaba quemada. Abrí su ropa y vi que en su pecho había una extensa quemadura negra, que iba del cuello hasta el diafragma. Ella no tenía fiebre. Pregunté a cuántos días había acontecido aquello y los familiares dijeron que hacía poco tiempo, menos de una hora. Ay yo hablé: “Pero no puede! Esa herida no puede haber acontecido a tan poco tiempo. Esa es una quemadura de 4 a 5 días”. La piel ya estaba necrosada y eso sólo acontece como mínimo tras 96 horas.
Además de la quemadura había puntos o mismo perfuraciones en el cuerpo de la víctima? Sí, encontré en el lado derecho del cuello dos orifícios paralelos elevados y de memoria avermelhada, semejante las picaduras de insectos. Eran palpábles y visibles.
Lo que usted halló de aquello que estaba presenciando por primera vez? Bien, aquello me impresionó mucho, pero no estaba creyendo en la historia de aquella familia, principalmente porque ninguna quemadura podía tener aquella característica en sólo una hora. Era una historia surreal. A finales de la tarde, tras tomar algunas medicaciones energéticas, la chica comenzó a mejorar.
Cual el tratamiento que usted dio a ella? La única cosa que yo hice durante el día todo fue intentar aumentar la energía de la víctima, para que saliera de aquel estado de inapetência. Usé seringas con altas dosis de compleja B. Cuando volvió a hablar, ella dije que el local quemado dolía terriblemente. Verifiqué que no era una quemadura causada por cualquier substancia química, efecto térmico o radiación, porque las heridas provenientes de esos elementos son totalmente diferentes, bien avermellados. Los de ella estaban en estado de necrose, o sea, como si ya estuviera en proceso de cicatrización. Por curiosidad, pasé una pomada anestésica encima de la quemadura, tipo Xilocaína, para que aliviara un poco su dolor, ya que Dipirona injetáble no hacía cualquier efecto. Con una pinza cirúrgica, estiré la piel del área quemada, que se separó del cuerpo entera. Nunca vi ningún caso parecido en todos los años que trabajo como médica...
Usted volvió a ver esa chica otras veces o acompañó el caso de ella? Sí, así como todos los casos que atendí. Yo insistía en visitar las personas, ver como estaban. Fue en cuanto descubrí que, en la región del cuerpo de ella atacada por esa luz, no crecían más pêlos, aún después de meses del ocurrido. Pero el problema no estaba en todo su cuerpo, sólo en la región acometida por la alopecia [Pérdida irreversblel de los pêlos]. La luz no sólo quemaba, pero destruía el folículo piloso, la raíz del cabello, en la primera capa de la piel, la epiderme. Entonces, no era simplemente una quemadura superficial, pero algo que llegaba a alcanzar capas profundas de la piel. Además de eso, las víctimas vivían adoentadas y muchas no consiguieron siquiera recuperar su salud. En cuanto a la chica que atendí, pelo que sé, ella no volvió a ser atacada, pero quedó muy deprimida y débil tras el hecho, como se hubiera perdido su resistencia imunológica.
Doctora, cuando salía la piel necrosada de la quemadura, cuánto tiempo era necesario para que el local se recuperara? La piel quedaba como que en carne viva. En la realidad, ella ya estaba en proceso cicatricial inmediato. Cuando usted estiraba aquello, quedaba rojo y ardiendo durante días, como se hubiera quitado la cáscara de una herida. Las víctimas, por su propia cuenta, pasaban de todo en las heridas: manteiga, grasa de cacao, sebo de carneiro, además de óleo de copaíba. Algunas substancias aliviaban un poco el dolor, ya que los analgésicos no hacían efecto, ni mismo Dipirona injetáble. Yo usaba generalmente Xilocaína para abrandar el dolor de los pacientes, que tardaban en media de 15 a 30 días para estar curados. Después del hecho, la piel quedaba con aspecto blanco, sin pigmentación.
Por favor, describa como eran las perfuraciones que usted encontró en las víctimas. Esas tardaban meses para desaparecer, porque eran no sólo visibles pero palpábles. Aún tras cicatrizada la quemadura, quedaban dos furos en la altura del cuello de las personas. Yo pasaba la mano y sentía. Todo el mundo veía. En la realidad, las perfuraciones no cicatrizabam porque no eran heridas, pero sí orifícios, que después cerraban y quedaban planes. De ahí nada más se veía.
Con que frecuencia los casos de personas quemadas por esas luces eran registrados? Inicialmente, recibíamos una ocorrência cada tres días. Después, los casos pasaron a ser diarios – a veces, atendíamos de tres a cuatro personas un único día. En poco más de un mes, ya habíamos atendido más de 40 víctimas. Era una cosa creciente y las personas comenzaron a abandonar la isla. El esvaziamento de Collares llegó a 60-70% y la población local quedó reducida a unos 2 mil habitantes. En Vila de Collares, en el centro de la isla, no restaron más del que unos 800 habitantes. Muchos huyeron de miedo, pues los ataques no más se concentraban en el periodo nocturno, como antes. Ellos pasaron a acontecer a la tarde, también. La situación era tan terrible que nadie más pescaba o cazaba. Todo cerró: escuelas, fórum, cartório y hasta la comisaría. La ciudad entera paró.
Donde los ataques eran más frecuentes, en la zona rural, dentro de la isla o en el litoral? Generalmente en el interior de la isla, más hasta del que en las playas. Los ataques comenzaron a hacerse frecuentes e intensos, especialmente en la zona rural y cerca de las florestas. Había una región llamada Santo Antonio de las Mucuras, lugar de donde vinieron a la Unidad Sanitaria de Colares muchas personas atacadas por la luz vampira. Según el testimonio de las víctimas, los objetos descendían y quedaban bajo la copa de los árboles. Tal vez fuera esa la manera de ellos se camuflarem.
El chupa-chupa en retrato hablado
Las autoridades no tomaron ninguna providencia delante del que ocurría? A principio, no, por más que los habitantes comenzaran a cobrar providencias. De cualquier forma, yo aún continuaba creyendo que aquello era algún tipo de alucinación visual, delirios colectivos simultáneos y automutilación. Creía que eran las propias víctimas que de alguna forma hacían aquello, pero no entendía lo por quê. La situación llegaba a “dar un nó” en mi cabeza y yo me preguntaba frecuentemente como es que alguien podía mutilarse con el mismo tipo de delirio, con una misma alucinación visual y sinestésica. Lo que más me intrigava era el hecho de los casos sean idénticos, aunque ocurrieran en lugares muy distantes entre sí. La diferencia en el horario de los ataques era muy pequeña e impossibilitaba una acción combinada de las personas, sin contar que las víctimas siquiera se conocían. Eso no existe en literatura alguna, ni aún en la psiquiatria. Nadie alucina así. No puedo tener una alucinación así, igual a su, yo estando aquí y usted allá en Mato Grosso del Sur, por ejemplo. Eso es imposible!
Cual fue su opinión sobre esos hechos, en aquella época, y como usted lidou con su conclusión de que no podrían ser alucinaciones? En la verdad, yo no tenía una opinión concreta sobre los casos, pero pensaba que podrían ser algún tipo de alucinación visual quedada con autoflagelación. Realmente, no sabía lo que eran los ataques y tenía muchas dudas. Tardé bastante para percibir que no podrían ser delirios, hasta a causa de mi ceticismo y yo ser una médica recién formada. Si eso aconteciera ahora, jamás habría tardado tanto tiempo para comprender los hechos y no perdería la oportunidad de cuchara datos importantes, que hoy enriquecerían mucho la investigación de los ufólogos. Mi imaturidade y, tal vez, falta de humildade profesional, por ser nueva en la profesión, atrapallaram mucha cosa.
Y usted decidió permanecer en la Isla de Collares mismo sabiendo que la situación empeoraba cada día y usted podría ser atacada? Sí, decidí. Pero no fue fácil. Como todo el mundo iba aunque, yo también pensé en dejar la región, pero el alcalde Bastos y el padre Alfredo de Lá Ó me convencieron a quedar. Las personas quedaron en pánico y no sabían lo que realmente estaba aconteciendo, ni nosotros, de la unidad de salud. Cuando percibí, estaba trabajando sólo con tres secretarias, pues la odontóloga, la enfermera y muchos de los técnicos habían ido aunque. Quedamos solas. Fue cuando yo junté mis cosas para dejar la isla y dije al alcalde que iba aunque. Él fue corriendo buscar el padre, un texano e hijo de una libanesa con español [Que había sido xerife en Tejas y también era ufólogo y médico otorrinolaringologista], y ambos me hicieron ver que yo necesitaba quedar. El alcalde dije que todos podían huir, pero que él, el padre y yo tendríamos que tener el profissionalismo y permanecer. Intenté hasta retrucar y acuerdo que respondí a él: “Pero hasta el delegado fue aunque!” El señor Bastos entonces dije: “Pero el delegado no trata de personas y ni tiene su estudio”. Aquello fue como una bofetada en mi cara. Yo salí de dentro de mi fusca verde, con todo mi equipaje, y dije: “Voy a quedar!” Y quedé hasta la cosa empeorar mucho.
Usted tenía plena conciencia del riesgo que estaba corriendo al permanecer... Sí, sabía de todos los riesgos. Pero el alcalde hizo un trato conmigo: él colocaría personas vigilando mi casa durante la noche, para yo poder dormir y tener condiciones, el día siguiente, de dar asistencia a la víctimas. Él distribuía, tanto en la sede del municipio, cuánto en la zona rural – que era constituida de ocho localidades –, pistolas, latas, pedazos de palo, fuegos de artifício y botellas térmicas con café bien fuerte, para que la población no durmiera y soltara fuegos cada 10 minutos. Los habitantes que quedaban tendrían que batir latas a la noche entera para ahuyentar las luces.
Y el método del alcalde funcionaba? Funcionó por algún tiempo, pero los ataques continuaban. Descender los objectos no descendían, pero continuaban la vitimar las personas del alto. Después, ni soltar fuegos, ni café fuerte, ni nada impedía los ataques, que volvieron al normal y con fuerza total. Los acontecimientos tuvieron inicio en julio de 1977 y los cerca de 40 casos a que me referí fueron registrados principalmente a la noche y en la madrugada, especialmente en la zona rural. Fue a partir del mes de octubre de aquel año que las ocorrências comenzaron a ser también a finales de la tarde e inicio de la noche. Y ya no alcanzaban sólo la zona rural, pero llegaban hasta la sede del municipio. El mes siguiente, los casos acontecían durante toda a la tarde, principalmente a partir de las 16h00. En esta fase del fenómeno chupa-chupa, yo pasé a creer que “ellos”, lo que quiere que fueran los pilotos de aquellas máquinas, estaban tomados de mucho desesperación, a punto de hacer de todo para llegar a la víctimas. No sé por qué, no creo que ellos estuvieran allí con intuito de maldad pura y simple. Ellos necesitaban de alguna cosa que aquella gente tenía...
Cuando usted dice “ellos”, a quién exactamente usted está refiriéndose? “Ellos” quiere decir los seres extraterrestres, que se cree estén por detrás de los ataques. Hoy yo me refiero a ellos así. En mi opinión, en aquella época había una esquadrilla de naves perdida en la Amazônia y necesitando desesperadamente de combustible u otra cosa para volver a su local de origen. Quién somos nosotros, simple mortales, para saber cual combustible ellos usaban? El nuestro viene del alcohol y del petróleo, pero y lo de ellos, será que no venía de los seres humanos? Pienso que estaban retirando la energía vital de las personas y transformándola en algo. Comencé a percibir eso a partir de los primeros 40 casos que atendí. Intenté elucidar mis dudas y dar una respuesta a la población, porque todos me cobraban mucho una posición.
Por usted ser una de las personas más instruidas de toda la isla, ciertamente... Sí, por eso. Las personas me preguntaban lo que era aquello y yo comencé a parar de pensar cómo médica y pasé la raciocinar como ser humano. Quería sepa por qué las víctimas enflaquecían tanto y tan rápidamente después de los ataques. Presentaban diarréia, gritaban y tenían dolores articules que duraban meses. Muchas quedaban apáticas, temerosas, depresivas e irritabas. Poco hablaban, pero yo, al visitarlas en sus casas, preguntaba siempre se sentían mejor. Muchas veces respondían de forma monosilábica. “Más o menos. Nunca más gocé salud, doctora. No sé lo que yo tengo”, decían unos. “Es como si una cosa tuviera me chupado”, afirmaban otros.
Era visible el estado de salud precaria de las víctimas aún meses tras los ataques? Ellas nunca mejoraban? Sí, visible. Parecía que alguien o algo había extraído la energía vital de ellas, que por eso generalmente quedaban enfermas. Fue cuando comencé a buscar en los archivos de la Unidad Sanitaria de Pegar datos sobre los exámenes de sangre y de orina pregressos de las personas que habían sido atacadas, pues muchas de ellas regularmente hacían check-up en el puesto, ya que vivían en una región donde la incidência de enfermedades era grande. Por suerte, había un gran archivo de varios años antes de mi actuación allá, conteniendo datos de los pacientes.
Lo que usted tenía en mente? Mi idea era comparar esas informaciones con las actuales y verificar lo que había cambiado. Descubrí una cosa increíble: 100% de aquellos que habían hecho exámenes laboratoriales antes de los ataques fueron acometidos por una súbita anemia, en la cual el número de hemácias en su sangre había reducido para casi 50%. También descubrí que la coloración de las células sanguíneas de los pacientes había cambiado.
Ese era un padrón constante en las personas que fueron atacadas? Sí. Por ejemplo, un paciente que había hecho un examen el mes de marzo de 1977, que acusó 4.600 millones de hemácias y una tasa de 12,5 g∕dL de hemoglobina, presentó después del ataque sólo 3 millones de hemácias y 9 g∕dL de hemoglobina. Mucha gente llegó a tener variaciones aún más marcantes, de perder hasta 50% de las hemácias. Ora, era imposible eso acontecer en tantas personas a la vez, y sólo en aquella región. De las 80 personas que atendí en total, cerca de 80% presentaban anemia grave [Los valores normales para la concentración de hemoglobina sanguínea definidos por la Organización Mundial de Salud (OMS) es de 13 g∕dL para hombres, 12 g ∕dL para mujeres y 11 g ∕dL para gestantes y niños entre seis meses y seis años. Abajo de esos datos, el individuo es considerado anêmico].
Daniel Rebisso Giese, biomédico y uno de los primeros ufólogos del Brasil a estudiar el chupa-chupa
Y en cuanto a los ataques en sí, como ellos acontecían, según la descripción de las incontables víctimas que usted atendió? Oí muchos relatos, casi todos idénticos. Primero, no era un rayo de luz que venía del cielo, pero sí de un objecto que descendía cerca de la copa de los árboles y quedaba camuflado entre ellas. Él brillaba, hacía una confusión muy alta y todos eran cilíndricos – ninguna víctima me describió artefactos como discóides. Por eso, yo no entiendo el nombre dado a la expedición militar hecha en la región, Operación Prato, que presume que los objetos tenían este formato de disco. El escritor Daniel Rebisso, autor de Vampiros Extraterrestres en la Amazônia [Edición particular, 1991], los describió como siendo metálicos y prateados, con diversas luces en la parte superior e inferior. Ellos quedaban parados encima de los árboles y cuando se desplazaban no lo hacían de manera retilínea. Ese hecho hasta yo presenciei: ellos se movían de forma elíptica.
Los casos eran muy semejantes entre sí? Sí, ellos no tenían discordancias, todos eran iguales. Vea bien: ellos no eran parecidos, pero sí iguales. Cuando una persona me buscaba en la unidad de salud con una gran quemadura en el hemitórax, tanto en el lado derecho o izquierdo, yo ya buscaba los orifícios en el cuello, pues sabía que iría a encontrarlos. Me refería a ellos como semejantes a la marcas hechas por presas de vampiros.
Algún caso de los que llegaron a su conocimiento huyó del padrón ya descrito de ataques y consecutiva quemadura? El único caso que huyó un poco del padrón de quemadura en el tórax y perfuraciones en el cuello se dio con una paciente que quedó tomando cuenta de la casa para cuidar de sus hijos en el terreiro. Al ser atacada, levantó las manos para protegerse, sufrió las quemaduras allí, en las manos. En el más, las personas tenían todas los mismos síntomas después de los ataques. No tenían fiebre, pero presentaban una caída en su resistencia imunológica, pues quedaban muy enfermas, sin apetite o disposición para hacer sus tareas rotineiras. Percibí hasta que comenzaron a tener el raciocínio más lento. Usando una palabra popular de la Amazônia, quedaron “lesos”.
Vamos a volver un poco en nuestra conversación. Yo me gustaría saber como es que las personas atacadas llegaban a la unidad sanitaria? Ellas nunca llegaban sós, estaban siempre amparadas o cargadas por parientes, amigos, compadres, comadres o vecinos, porque no conseguían andar. Esas personas, en general, testificaron lo que había acontecido a la víctimas, pero salían ilesas. Cosa curiosa es que, cuando los ataques ocurrían, los atacados nunca estaban solos... A veces eran parejas enamorando o personas que aún insistían en ir la fiestas. Después, con la repetición de los casos, acabaron todas las festividades y todo paró. Y mire que eso es cosa difícil aquí en el Pará, donde el pueblo es mismo muy festeiro y animado...
Usted tiene informaciones de casos en que más de una persona fue alcanzada simultáneamente? Eso a menudo acontecía. Con una pareja de novios, por ejemplo, los dos generalmente eran atacados juntos. En un grupo grande, muchos eran picados. Los que se safavam volvían después para ayudar los compañeros. Más para frente, las personas pararon de salir y ni aún los pescadores se atrevían a continuar sus actividades, pues varios de ellos fueron atacados en pleno mar – ni durante el día había pesca después de octubre de 1977. Nadie más osaba salir de casa, pues con el transcurrir del tiempo las luces comenzaron a quedar más audaciosas, haciendo víctimas en plena luz del día y en las calles de Vila de Collares.
Usted atendió sólo unas 80 personas atacadas. Me las cuántas víctimas en total usted estima que el chupa-chupa hizo? Creo que el número de personas atacadas fue muy grande, pero muchas no tenían acceso fácil a la sede del municipio, viviendo en la zona rural de Collares, y nunca buscaron ayuda médica. Por eso, no entran en estadísticas. En aquella época, eran necesarias varias horas de barco para atravesar el Túnel de la Laura, región que separa el litoral de la isla. Muchas personas venían cargadas en redes, otras tenían hasta miedo de traerlas y sean atacadas en el camino. Yo también tenía receio de ir a verlas en sus residencias, y recibía constantemente la noticia de que más y más habitantes estaban siendo atacados por la luz. Incluso los operarios de la unidad no querían llevar medicamentos a la regiones más alejadas, con miedo.
Había padrón en el sexo o edad de las víctimas? Bien, eran atacados más hombres del que mujeres, más adultos jóvenes del que personas ancianas. Pocos casos de niños fueron registrados, y ninguno con menores de 10 años. No atendí nadie tan joven o anciano con edad avanzada. Era cómo se hubiera un respeto por tales franjas etárias. La paciente más anciana que atendí, y que inclusive fue la óbito, tenía 72 años. Ella fue atacada dentro de su cocina, que no tenía ventana, protegida del Sol o lluvia sólo por una cortina de plástico. Eso aconteció entre 17h00 y 18h00.
Vamos a tratar de ese caso inmediatamente adelante. Ahora, por favor, describa se había algún padrón físico entre las víctimas. Es interesante destacar que todas las víctimas eran flacas y ninguna tenía sobrepeso o era obeso. Además de eso, todos eran pardos o caboclos. No atendí ninguna persona blanca o rubia, aún porque existía sólo una media docena de ellas en la isla toda, eso contando aún con la técnica de laboratorio de la Unidad Sanitaria de Collares y yo. La gran mayoría de las víctimas era compuesta por agricultores, pescadores y amas de casa, casados y que no usaban alcohol. Sé de eso porque insistí en preguntar a todos las circunstancias de sus vidas, ya que en el inicio de los casos yo creía que eran alucinaciones y podrían ser provocadas por bebida alcoólica. Estaba engañada...
Hube alguna incidência de ataques dentro de las mismas familias, o sea, integrantes del mismo grupo familiar eran atacados? No. Acontecieron varios casos en que primero era atacado el marido y, tras cuatro a seis semanas, la esposa o los hijos. Pero no simultánea o inmediatamente. Yo hasta creía que algunos hechos podrían ser peleas de pareja, pero no conseguí probar un único caso. Finalmente, yo usaba todos los argumentos la mano para justificar mi incredulidade. Aplicaba todas las teorías posibles, menos que fuera “cosa de otro mundo” o extraordinaria.
Era posible identificar cuando el chupa-chupa estaba cerca de la ciudad, a través de sonidos? Todos sabíamos cuando ellos estaban a camino, pues hacían un acúfeno parecido con lo de besouros. Cuando las personas escuchaban ese sonido, iban a buscar inmediatamente un local para esconderse. Menos mal que los objectos no eran silenciosos, pues se fueran habrían atacado muy más personas. Esos artefactos, siempre de formato cilíndrico, llegaron a un extremo de audácia al pasar a emitir sus rayos de luz a través de las frestas de las casas de madera y paja de la isla, que generalmente no tenían forramento. Las luces de hecho penetraban por las frestas con extrema habilidad y pontaria. Para protegerse, las personas cubrían esos espacios con papeles, periódicos o revistas, tapaban incluso el agujero de la fechadura, lo que resolvió un poco la situación.
Parte final de la entrevista con la médica Wellaide Cecim Carvalho, que trató de más de 80 víctimas del chupa-chupa
NO CEDÍ Las PRESIONES DE Los MILITARES
Wellaide vivió en la piel las presiones de los militares de la Aeronáutica en sus actividades de investigación del fenómeno en Collares
Usted verá a continuación, en la última etapa del espacio Dossiê Amazônia, la parte final de la entrevista con una de los personajes más marcantes de toda la Operación Prato, la médica psiquiatra Wellaide Cecim Carvalho, que con sólo 21 años ya era responsable por la Unidad Sanitaria de Collares y prestó socorro de más de 80 víctimas de ataques del chupa-chupa. Wellaide vivió en la piel las presiones de los militares de la Aeronáutica en sus actividades de investigación del fenómeno en Collares. En la segunda parte de su asombrosa entrevista, concedida al editor A. J. Gevaerd, la médica describe en detalles sus impresionantes contactos inmediatos con UFOs en la región y el pavor de los habitantes, que necesitaban defenderse del desconocido. Su testimonio trae informaciones preciosas para la Comunidad Ufológica Brasileña, que hasta hoy desconoce muchos desdobramentos de los acontecimientos en la Amazônia.
Hace tiempos la Revista UFO presenta a los lectores el desenrolar de los hechos ocurridos en la Región Amazónica, en especial en el litoral fluvial del Pará, registrados en las décadas de 70 y 80. Para quien acompaña el trabajo de la publicación, particularmente el espacio Dossiê Amazônia, el testimonio de Wellaide ciertamente es el más arrebatador. Sus revelaciones irán a enriquecer, y mucho, la visión que los ufólogos tienen de ese periodo tan marcante para la historia de la Ufologia Brasileña. Con la presentación de los textos de esta edición, damos por concluido – de momento – el Dossiê Amazônia, la menos que hayamos nuevos datos a presentar. En las últimas 4 ediciones, en este mismo espacio, UFO veiculou entrevistas y reportajes con personas que tuvieron sus vidas marcadas por los acontecimientos conectados al chupa-chupa. Y lo hizo por considerar que tales fenómenos necesitan ser detallados y explicados con claridad y objetividade a la población brasileña. Vamos, entonces, al fascinante testimonio de Wellaide.
Los rayos de luz eran emitidos de los objetos voaldores siempre linearmente o hacían curvas para alcanzar las personas? Se mantenían linearmente, nunca hacían curvas. A veces, eran emanados de forma oblíqua, pero siempre rectos y nunca en la horizontal. Percibí eso porque, para haber una mejor comunicación con los pacientes, yo diseñaba en un papel lo que ellos me describían, pidiendo que verificaran se estaba representando correctamente los casos. Los habitantes relataban que las luces generalmente entraban por las ventanas y puertas – quienes no las tenía corría inmediatamente para providenciar todo nuevo –, incluso por las telhas, que eran colocadas una sobre las otras para reforzar la protección.
Usted cree que las personas atacadas fueron escogidas por alguna razón específica, tal vez por haber o no alguna determinada enfermedad? O los ataques se dieron al acaso? Cual era el padrón de las víctimas? Quitando las características de la franja etária y de la estructura física de las víctimas, no noté ninguna predileción por parte de ellos. Bien, eran atacados más hombres del que mujeres, más adultos jóvenes del que personas ancianas. Pocos casos de niños fueron registrados, y ninguno con menores de 10 años. No atendí nadie tan joven o anciano con edad avanzada. Todas las víctimas eran flacas y ninguna tenía sobrepeso o era obeso. Además de eso, todos eran pardos o caboclos. No atendí ninguna persona blanca o rubia, aún porque existía sólo una media docena de ellas en la isla toda. La gran mayoría de las víctimas era compuesta por agricultores, pescadores y amas de casa, casados y que no usaban alcohol. Aún las dos personas que fueron la óbito [La doctora Wellaide admitió que puede haber más casos de muerte, que no son de su conocimiento] nada de especial tenían en común, excepto problemas cardíacos. O sea, no murieron en función de la agresión que sufrieron, pero sí porque no resistieron a sus consecuencias.
Muchos de los pacientes que usted atendió en Collares llegaron a fallecer? No, sólo tres casos, todas mujeres. El primero aconteció en un hospital de Belén. Esa señora llegó cargada a la Unidad Sanitaria de Collares y recibió la medicación energética necesaria, al tiempo que controlábamos su presión. Ella era un poco anciana, tenía 72 años, presentaba problemas cardíacos e hipertensión. Esperé 36 horas y no vi resultados en el tratamiento. No tuvimos siquiera una reacción de la paciente. De ahí resolví conversar con el alcalde para llevar aquella señora al Hospital de los Servidores del Estado, en Belén. Tuvimos dificultad hasta para colocarla en el coche, pues estaba con espasmo muscular [Contracción exagerada y permanente de un músculo]. Pero ella fue acostada en el banco traseiro del automóvil, con las piernas para fuera de la ventana. Estaba casi cadavérica, de la misma manera como quedan los animales que eran atacados, completamente secos y enrijecidos. En cuanto llegó al hospital, murió.
Lo que aconteció tras ese primero óbito? Pedí para los familiares de la fallecida acompañen todos los procedimientos y exijan que fuera hecha necrópsia. Ellos pidieron, pero no fueron atendidos. Era época de represión y la dictadura militar estaba efectiva, con el Acto Constitucional n° 5 en vigor. En un periodo como aquel, la gente no podía pedir mucha cosa... Cuando los parientes de la fallecida retornaron, pedí a ellos la copia de la declaración de óbito y constaté que estaba escrito que la causa de la muerte fue dada como desconocida.
Y los demás óbitos? El segundo caso fue de una paciente más joven, en torno a los 44 años, pero que también tenía hipertensíon. Ella fue atacada en su casa por una luz que entró por la ventana. La víctima tuvo las mismas características de la primera y la causa de la muerte tampoco fue esclarecida. Esos dos hechos acontecieron el mes de octubre. Ya el tercero fue en noviembre o diciembre. La mujer fue llevada mi casa por la comadre de ella. Estaba en un estado deploráble y hablaba con dificultad. Fue atacada de la misma forma que las otras, sin embargo murió seis años después del contacto con la luz. Fue acometida de manchas rojas en la piel [Núcleos eritematosos sistêmicos] e insuficiência renal.
Hube implicación de otra institución de salud paraense con las muertes, sea en el tratamiento de las víctimas o análisis de sus cadáveres? Bien, además del Hospital de los Servidores del Estado, las víctimas podrían haber sido llevadas al Instituto Médico Legal Renato Llaves, que debería proceder a la autopsia de los cadáveres. Sólo que, como no teníamos óbito en vía pública, y sí dentro del Hospital de los Servidores, no hube amparo legal en la hora de las exigencias y las necrópsias no fueron hechas. La ley era esa: sólo se hacía autopsia de gente que moría en vía pública. Y la declaración de óbito de la segunda víctima fue de la misma forma que la primera y por el mismo hospital, sin haber sido llevada al IML: causa desconocida.
Más una frustración, no? Pero tuvo el caso de una víctima que usted acompañó personalmente al hospital... Fue el último caso. Yo llevé la víctima hasta el hospital, la dejé allá y retorné a Collares. Yo había prometido al alcalde que retornaría, que no quedaría en Belén. Ese era el miedo de él. En esa ocasión, conecté para la Secretaría Estadual de Salud Pública (SESPA) y pedí que los operarios atendieran mis llamamientos, hechos a través de ofícios a aquella institución, pidiendo ayuda, supervisión, explicación y apoyo. Nadie de la SESPA me respondía, sea por temor, pues ningún equipo quería ir a la isla, los técnicos tenían miedo de ser atacados o por receio de desafiar la dictadura militar, queriendo exponer, envolverse o tener que concordar con algo que en aquella época no permitían que fuera conocido. Y así, la SESPA quedó de fuera del fenómeno chupa-chupa.
Cual fue la consecuencia de aquellas muertes entre la población, más pánico del que antes? Sí, ellas provocaron más pánico en todos. Tanto que muchas personas huyeron de la isla después de los dos primeros casos. Los que quedaron, comenzaron a presionar el alcalde para que accionara la Secretaría de Salud Pública y las Fuerzas Armadas a tomar providencias, y fue lo que él hizo: llamó los militares de la Aeronáutica.
Hube casos de animales sean atacados y sus propietarios no? Sí, hube, pero también otros en que sus dueños también eran víctimas. Con certeza, los bichos eran vitimados con mayor frecuencia que los seres humanos. Generalmente, encontrábamos muertos los animales que tenían más pêlos o penas. Al amanecer, ellos presentaban crisis compulsivas y morían. Cuando no habían sido atacados recientemente, aparecían quemados, secos y esturricados, con ojos abiertos y arregalados, como se fueran colocados vivos dentro de un horno. Los locales en vuelta de las escenas de los ataques tenían odor de pêlo quemado. Nadie tenía coraje de comerlos, aunque tuviéramos hambre y nada para alimentarnos. Nadie siquiera intentó, pues estábamos apavorados. Fue a partir de ahí que comenzamos a pescar siri...
Usted tuvo conocimiento de algún caso en que animales y seres humanos fueron atacados simultáneamente? Que yo sepa, no. Vea, por ejemplo, el caso de aquella señora cardíaca de 72 años que mencioné. Ella estaba dando comida a sus animales cuando fue atacada, más ellos no sufrieron nada.
Y los objectos que atacaban humanos eran los mismos que vitimavam los animales? Sí, eran los mismos. Creo que mucha gente no vio eso acontecer, aún porque los ataques acontecían más a la noche. Los habitantes escuchaban una confusión extraña y algunos pensaban que eran personas queriendo robar sus animales, pues había falta de comida en la región. Cuando corrían para el patio, para ahuyentar el supuesto ladrón, no encontraban nadie. Veían sólo la luz emanada del chupa-chupa y volvían rápidamente para dentro de casa. A veces hasta intentaban pedir socorro.
Cuáles especies de animales eran más atacadas durante la onda chupa-chupa? Generalmente eran patos, galinhas, cerdos y vacas, además de perros que iban a la dirección de la luz para ver lo que estaba aconteciendo. La forma de la muerte era siempre la misma: el día siguiente, todos estaban secos y con los ojos arregalados. Estimo que un número muy mayor de animales fue atacado, muy más que personas. Esa tal vez sea una información que los ufólogos no sabían, hasta porque nunca creí que fuera interesante.
De hecho, eran desconocidos los ataques a animales durante la onda chupa-chupa. Esa información es muy importante y da una dimensión mayor del que fue el fenómeno. Ahora, partiendo para sus contactos personales, cuando fue su primero avistamento de un objeto voador en Collares (PA)? Fue en octubre de 1977. En esa época, la Aeronáutica ya estaba con dos puestos de observación allá, un montado en la playa que queda frente a Vila de Collares y, otro, a 50 m de mi casa, en el campo de fútbol. Ellos cercaron la ciudad con sus equipamientos de observación. Entonces, a partir de las 16h00, todos nosotros ya quedábamos atentos. Yo iba a atender algunas personas y volvía rapidito para casa, pues los ataques comenzaban cada vez más cedo.
Que tipo de equipamientos los militares tenían en aquella época? Eran muchos? Muchos y de altíssima tecnología. Esa historia que ellos no tenían tecnología era pura mentira [Conforme relatado por algunos integrantes de la Operación Prato]. El radar de los militares era muy potente, apitava frenéticamente siempre que “ellos” estaban aproximándose. Tenía noche que yo iba bisbillotar toda vez que el radar disparaba, porque, después que vi el disco volador por primera vez y percibí que los seres no querían nada conmigo, yo quedé audaciosa. Tenía un teniente capixaba que me arrasaba cada vez que hacía eso. Él decía: “Vuelva para su casa y deje de ser irresponsáble, porque su seguridad es responsabilidad nuestra”. Y yo, por ser rebelde, hablaba: “No soy soldado, ni cabo y no tengo que obedecer a sus órdenes”.
Cuente como fue su primera observación. Cierto día, fui llamada a la 16h00 para atender un niño que había quebrado la clavícula, exactamente el hijo más nuevo de la única paciente que tuvo las manos quemadas para protegerse de la luz que aterraba las personas. Entonces, fui con las tres secretarias de la unidad hasta la casa de ella. Eran más o menos unas 17h00, cuando terminé de hacer todos los curativos e imobilizar el local de la herida. Pensé que podría haber hecho eso en sólo 20 minutos, pero acabé tardando una hora. El niño estaba muy nervioso y gritaba mucho. Cuando terminé la atención, la familia llevó el chico inmediatamente para casa y yo cerré la unidad con las tres secretarias – la Loló, una señora de 88 años llena de heridas de arraias, Jucemar y un muchacho de 16 años. En ese horario no había más nadie en la calle y nosotros andábamos a pasos rápidos. Cuando llegamos en el frente de la casa del presidente del Sindicato de los Pescadores, cuyo apelido era Compadre Caneco, oí una confusión de algo cayendo – su casa era vecina a mi. Miré para bajo y vi mi acompañante Jucemar desmayada, caída en el suelo.
Cuando eso aconteció vosotros ya estaban casi llegando en su casa... Sí, faltaban pocos metros. Entonces, la Loló comenzó a empujarme, a batir en mi brazo y a apuntar el dedo para cima, queriendo mostrarme algo. Ella no miraba, sólo mostraba algo, pero yo estaba ocupada dando atención a la dueña Jucemar. Mientras eso, el pueblo gritaba en las ventanas de las casas para que saliéramos de allá. Pero yo no podía correr, no sé porque. Era una mezcla de tres sentimientos distinguidos: curiosidad, éxtasis y espanto. Y si aconteciera algo allí conmigo, sería la prueba definitiva de que la población no era delirante, histérica o alucinada.
Lo que se pasó enseguida? Yo miré para cima y vi algo cilíndrico, con la apariencia de metal y una belleza suprema. No era plata o inox y tenía uno brillo que nunca vi, con luces en la parte inferior y superior, azul, rosa y amarilla, una de cada color. Puedo comparar groseramente los colores de aquel objecto con las del arco-iris. Y el metal tal vez sea como un inox clase A, extremadamente polido y bien tratado, pero no era bien el tipo que conocemos. Nunca más vi material semejante. El objecto debía haber aproximadamente unos 4 m de diâmetro, estaba super bajo y era gigantesco. Vivo en un edificio de 13 pisos y el artefacto estaba a una altura de un edificio de 10.
Una de los centenares de fotos de UFOs en la Amazônia de esa época
Como era el movimiento de aquel objeto? Él iba en dirección a la bahía, volvía nuevamente y pasaba sobre mi cabeza. En ese momento, yo creía que podría caer sobre mí. Ahí él pasaba de vuelta, tranquilamente. Su movimiento era elíptico, siempre yendo en dirección a la bahía. Aquello no era una luz y sí algo metálico, aún porque, a pesar de estar atardeciendo, el día estaba claro y el cielo sin nubes. Yo veía el artefacto con claridad.
Usted consiguió ver se había alguna cosa dentro de aquel objeto? Sí. Cuando él comenzó a bajar, pude ver algo en la parte del frente, como se fuera una janelita transparente. Enxerguei seas dentro del artefacto, sólo de la cintura para cima, y ellos tenían un formato humanóide. Lo que me llamó la atención fueron sus largos y volumosos cabellos amarillos. Todo aquello que hablan en los gibis es mentira, ellos presentan formas humanas! Eran dos silluetas de criaturas parecidas con humanos. No tenían color verde como algunos atribuyen a los extraterrestres, y sí color de gente. La parte del frente del artefacto era transparente y tenía una ventana panorâmica. Dio para ver nítidamente la sillueta de las criaturas cuando descendieron y llegaron a la altura de un edificio de cinco pisos. Yo los vi del tórax para cima, por eso no los identifiqué como mujeres u hombres. Sólo sé que no tenían la misma altura – uno era un poco más alto que el otro.
Usted tenía alguna idea del que podría ser aquello que estaba viendo? Claro, porque usted sólo cree en el que sus ojos ven. Tal objeto quedó casi 15 minutos bajo mi cabeza y yo no sabía lo que “ellos” iban a hacer conmigo. Quedé allí parada. Hasta pensé en correr, pero se hubiera hecho como la Loló hizo, huir de miedo, ellos podrían atacar la Jucimar, que estaba desmayada. Además del más, yo quería ver y saber lo que realmente era aquello. Necesitaba continuar viendo para creer de un golpe por todas que la población no estaba loca. Muchos habitantes gritaban pidiendo para que yo saliera de allá, pero no me movía. Esos pocos minutos duraron una eternidad, pero fue una de las cosas más lindas que ya vi.
Cual fue la actitud de los militares de la Aeronáutica cuando vuelcan eso acontecer con usted y sus acompañantes? Ellos corrieron para la playa donde estaban instalados los radares, equipamientos y las máquinas de alto alcance que trajeron para la isla. Un equipo de militares fue para el campo de fútbol, donde estaba instalada otra base de observación. Pero los objectos sólo iban y volvían para la bahía. Todo aquello duró poco tiempo, pero aún así los militares se movieron. Los radares apitavam frenéticamente, mientras los soldados fotografiaban todo. Entonces, después, el artefacto fue en dirección a la bahía y sumió...
Después de ese hecho usted se sintió presionada por los militares? Después que los oficiales vuelcan que ya no podían más esconder los hechos y que era verdad que “ellos” existían, comenzaron a hacer propuestas peores para mí, para que yo dijera que eran esquadrillas de rusos estudiando la población brasileña. Eso porque ya no podían más hablar que eran sólo delirios de los habitantes. La población entera de la isla ya estaba viendo todo a ojo desnudo y durante el día. No recibí esa orden directamente del coronel Uyrangê Hollanda, pero sí de sus subordinados. Él, Hollanda, nunca venía me hable cualquier cosa, creo que por receo.
Como era su contacto con los militares a esta altura de los acontecimientos? Era de hostilidad. Las primeras personas que ellos visitaron fueron el alcalde, yo y el padre. Todos los militares tenían la misma propuesta: hacer con que el alcalde me convenciera a obedecerlos y que el padre, por también ser médico, persuadiera la población a creer que todos estaban teniendo una histeria colectiva. Los tenientes de la Aeronáutica pidieron para que yo aplicara en las víctimas los tranqüilizantes Idsedin [Que hoy es conocido como Psicosedin], Diazepam y Benzodiazepam. Me pidieron para que convenciera las testigos de que estaban teniendo alucinaciones. Ellos llegaron a darme cajas de esos remedios, pero yo no los ministrei a la personas. Y aún les dije: “Pero como haría eso? Entonces soy histérica también, así como vosotros! Porque yo los vi y todos vosotros corristeis para fotografiar el UFO cuando estaba sobre mí. Por qué vosotros no toman también el remedio?”
Ellos la amenazaban? De que forma? Sí. Ellos me hablaron: “Si la señora continuar creyendo en el que la población habla, va a sufrir severas puniciones. Será punida por su institución y por las Fuerzas Armadas”. Percibí que corrí el riesgo de ser prendida, castigada y transferida, además de tener mi registro cassado por el Consejo de Medicina del Pará. Los militares sabían que mi palabra en la comunidad era muy importante, incluso más del que a de el alcalde y del padre. Llegaron a afirmar que se yo dijera a los habitantes que todo aquello era alucinación, ellos irían a creer. Y era justamente eso que querían! “Sabemos que usted es muy querida por el pueblo y la única en la isla que tiene nivel superior, además del padre. Convenza sus pacientes de que están teniendo alucinações, delirios y visiones”, pedían.
Cuando los militares le dieron los medicamentos que querían que usted ministrasse a la personas, hablaron como se fuera una orden? Bueno, como una orden yo no sé, pero tengo certeza de que no fue un mero pedido. Ellos me solicitaron aquello con mucha convicción. Y dijeron: “Nosotros trajimos esos medicamentos. Entregue una cartela cada una de las personas que diga haber sido atacada por esta tal luz. Usted quedará responsable por la administración de los remedios”. Hasta aquella época yo ya había atendido más de 50 casos y dije que no iba receitar medicación para nadie. Primero, porque aquellas eran drogas y sólo pueden ser indicadas para pacientes que hayan necesidad y, aun así, con receta de memoria azul. El Benzodiazepam, por ejemplo, es un medicamento de tarja negra indicado para el alivio sintomático de la ansiedad, agitación y tensión debido a estados psiconeuróticos y disturbios pasajeros, causados por situación estressante. Puede también ser útil como coadjuvante en el tratamiento de ciertos disturbios psíquicos y orgánicos. Pero como no quise medicar nadie con esas drogas, los militares comenzaron a tratarme con hostilidad.
El coronel Uyrangê Hollanda estaba junto de los tenientes que llevaron los remedios? No, generalmente eran sus comandados que venían a la Unidad Sanitaria de Collares. El Hollanda se mantenía siempre polidamente la distancia, me cumprimentaba, pero nunca se aproximaba de mí para darme ninguna orden. Aún porque, creo que en el fondo él sabía que todo aquello que estaba dándose en la isla era verdad. Tal vez él fuera lo más íntegro de todos los militares, pero recibía órdenes de sus superiores y tenía que las cumplís. Los militares usaban fardas oficiales de la Aeronáutica, pero no tenían ninguna identificación. Presentaban un acento de la región Sur del país, no siendo paraenses. Muchos hasta se identificaban como biólogos y geólogos, sólo que uno de ellos, lo que dirigía un jipe, era sargento y no tenía nivel superior.
Los militares que la buscaban en el puesto de salud eran siempre los mismos? No, pero normalmente venían entre 3 y 4 soldados conversar conmigo. Nunca venían solos. El número total de ellos en la Isla de Collares era de 33 o 34 personas, entre oficiales y soldados. Generalmente, siempre había alguien vigilándome. Cierta vez un militar, refiriéndose a mi avistamento, me dije que “aquello no fue nada, debe haber sido algún accidente aéreo, sólo eso”. Entonces hablé: “Como así, accidente? Entonces, para vosotros aquello fue accidente? Si no fuera para explicar a la población lo que realmente aconteció, lo que vosotros vinisteis hacer aquí? Botar esos medicamentos garganta abajo en las personas?” Ellos estuvieron allá en la unidad entre los meses de octubre a diciembre de 1977.
Los militares tenían una actitud grosera o rude con la población? Sí, mucho. Aquella señora que fue quemada en la mano, por ejemplo, estaba siendo atendida en la casa del alcalde cuando ellos llegaron, abrieron la puerta y gritaron: “Pare con sus ataques histéricos, vaya para su casa cuidar de su familia”. El alcalde quedaba muy dividido en esas ocasiones, pues creo que tenía miedo de enfrentarlos. Él me decía: “Doctora, no discuta con ellos porque se sean aunque será peor para nosotros”. Yo contestaba y hablaba: “Pero no puedo dopar una población entera...”
Usted guarda algún sentimiento ruim de aquella época, en relación a los militares? Sí, tengo mágoa de la tirania de aquellos soldados. En aquella época, a pesar de ser médica y haber estudiado tanto tiempo, estaba formando mi personalidad. Lo que ocurrió hizo con que, hasta hoy, yo no me gusten militares. Era una mujer, profesional y joven, estaba intentando proteger una población por cuál era responsable y cuyo trabajo era pagada – muy bien pagada, por señal. Ganaba una verdadera fortuna para una recién-formada. Comparativamente, sería el equivalente a unos R$ 35 mil hoy día. Entonces, tenía más del que obligación de cuidar de aquella población.
La presión que usted recibía de los militares era siempre la misma, constante? Cuando el radar tocaba, yo salía sin vela o lampión en la mano para que nadie me identificara e iba a ver lo que estaba aconteciendo. Pero siempre había unos dos o tres militares observándome, para llevarme de vuelta para casa. Yo no dejaba que ellos me tocaran, pero siempre quedaba brava y acababan llevándome detenida para la comisaría. Yo me acuerdo hasta de un golpe en que les dije: “Como vosotros vais prenderme, si ni tiene prisión especial aquí en la isla?” Uno de ellos entonces retrucou: “Nosotros pedimos una celda cualquiera y colocamos en el frente una placa escrito ‘celda especial’ para usted”.
El Hollanda llegó personalmente a hacer alguna propuesta o presión para usted no revelar lo que estaba aconteciendo en la región? No, nunca. Él siempre fue muy gentil conmigo, pero sus órdenes partían siempre del comandante, es obvio. Y cuando tenía que hablar algo para mí, mandaba alguien. Él nunca venía personalmente. Yo identificaba los enviados por las listras y estrellas bordadas en los uniformes, pues ninguno tenía identificación de nombre. Como ya fui estagiária de medicina en la Aeronáutica, sabía cual era cada patente.
Como usted describiría el comandante de la Operación Prato, coronel Uyrangê Hollanda? Él era una persona introspectiva, tímida y callada. Un militar reservado que no trataba su equipo con hostilidad y nunca levantaba la voz. Nunca oí un grito de él, ni en los momentos de agonía en medio la tantas apariciones. Hollanda siempre se mantenía la distancia, pero me observaba mucho. Inclusive, sabía que los militares me vigilaban con binóculos y acompañaban todos mis pasos. Y yo sabía que todas las órdenes partían de él. Cuando nos encontrábamos, él sólo me cumprimentava y preguntaba: “Ha atendido muchos pacientes, doctora?” Nada más del que eso.
Usted llegó a ver algún militar extranjero participando de alguna actividad en la Isla de Collares? No, ninguno. Todos los que conocí eran capixabas, mineros, goianos, pernambucanos y unos pouquíssimos paranaenses. Eran siempre militares de la Aeronáutica, sin ropa de camuflagem. Ellos usaban el uniforme oficial mismo, calza azul y blusa blanca. Pero causaba estranheza no usen en el pecho su nombre de guerra, porque son obligados a eso. Todas a veces que yo preguntaba el nombre de un militar, ellos decían: “Me llame sólo de teniente”. Nunca hablaban nada de personal además de eso. Para tenerse una idea, yo sólo fui saber el nombre del capitán Hollanda después que tenía partido de Collares, en 1978...
En aquella época, cuando usted no estaba más en Collares, aún acontecían ataques? Ocurrían esparsamente, una vez cada 30 días. En ese periodo, la Aeronáutica ya había sido retirada del local y enviado un informe a la Secretaría Estadual, para que yo fuera transferida inmediatamente por insubordinación y rebeldía. Si eso aconteciera hoy, con certeza, estaría presa, porque sería más rebelde aún. Ahora tengo más discernimento del que antiguamente.
Usted llegó a ser transferida para otra unidad, lejos de los acontecimientos de Collares? Era para yo ser transferida para la ciudad de Juruti, en la divisa del Pará con el Amazonas, en marzo de 1978, para ejercer el cargo de directora de la Secretaría Estadual de Salud. Todo estaba pronto, faltaba sólo aprobar a portaría estadual, pero yo no quería ir. Fui entonces conversar con el secretario de Salud del Pará, el doctor Manoel Ayres, y decir que no iba a salir dali. “Entonces la señora va a tener que ser dimitida por insubordinación”, él me dije. Salí de su oficina y volví para casa. Dos días después, fui recibida por el gobernador del Estado, Aluízio Llaves, que escuchó todo pero no prometió nada. Poco tiempo después, el mismo secretario me llamó nuevamente, dije que yo no iría más para Juruti y que él iba a cancelar a portaría de transferencia para tal localidad. Pero, aún así, yo no retornaría a la Collares. Él quería que yo fuera chefiar una unidad en el interior del Maranhão.
Algunas de las víctimas del temido chupa
Las autoridades paraenses sabían la gravedad de los acontecimientos y no hicieron nada? Sabían sí, porque la prensa local divulgaba. Las personas que huían de Collares pasaban las informaciones a los periodistas, tanto que el reportero Carlos Mendes [Vea entrevista en UFO 115] publicó materiales detalladas sobre el asunto en el periódico en que trabajaba. Mendes es una de las personas más valientes y corajosas que yo conozco, y merece ese título. Él tiene muy a revelar sobre ese asunto.
Como usted se siente hablando sobre los ataques del chupa-chupa? Esa debe ser mi centésima entrevista sobre el asunto, y tal vez la última, porque eso nunca me ayudó, sólo me atrapalló. Doy esas informaciones como la ressalva que pido a la personas que las reciben, que sólo divulguen aquello que es verdad y no usen la Ufologia para actos escusos, lo que sólo hace desmoralizar los investigadores. Yo no soy ufóloga y tengo plena certeza de que jamás seré, hasta por falta de tiempo, pero tengo plena convicción de que no somos los únicos seres inteligentes en medio de millones de galáxias. Tras leer mucho sobre Ufologia, percibí lo cuánto fui equivocada cuando tomé algunas actitudes, en 1977.
Absolutamente, Wellaide. Sus acciones reflejaron la situación de aquella época y no hay nada de errado en ellas. Usted dio enormes contribuciones. Por hablar en eso, describa las otras observaciones que usted tuvo en aquella región. Bien, mi segunda experiencia con aquellos objectos voladores no identificados se dio en el campo de fútbol, cuando “ellos” intentaron hacer – según los ufólogos dicen – contacto de tercer grado. O sea, querían comunicarse con nosotros. Hasta entonces yo ni sabía lo que era eso. Pero, aquel día, parecía que querían pousar y mantener contacto.
Como se dio ese hecho? La Aeronáutica aún permanecía en el área y el radar de ella acusó algo extraño en el cielo, alrededor de las 18h00, entre los días 15 y 25 de noviembre de 1977. Salí corriendo y fui para la carretera principal que da acceso a la isla. Allí ya había un aglomerado de personas, inclusive dentro del agua, queriendo acertar el objecto con piedras y estilingue. Pero los militares intentaban impedir que los habitantes hicieran eso, porque creían que el objecto pretendía pousar. Estaba difícil, pues unas 200 personas corrían para la carretera para evitar que la nave descendiera. Muchos creían que la población sería massacrada. Los militares querían que el objecto pousasse, pero los populares no.
El objecto era lo aunque usted vio antes? Era otro bien grande, unas tres o cuatro veces mayor que el primero, tanto en anchura como en altura. Por eso que yo creo que aquel primero debería ser alguna aeronave pequeña, y esa sería la nave-madre. Las dos tenían las mismas características metálicas, formato y colores. Sólo que yo no pude ver silluetas de seres, porque tenía tanta gente gritando, batiendo latas, jugando piedras y cohetes que aquello volcó una confusión. Los habitantes no obedecían a los militares e intenté convencerlos a no continuar aquella bagunza, pues era peligroso. “Ellos” podrían revidar. Entonces, a partir de eso, la Aeronáutica no tuvo cómo esconder más nada.
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Adolfo Araya - Australia