NUEVATLANTIDA
Revista esotérica, libre e
independiente.
Conocimiento oculto.
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"La Tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la Tierra.
El hombre no ha tejido la red de la vida, es sólo una hebra de ella. Todo lo
que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre en la Tierra,
ocurrirá a los hijos de la Tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están
relacionadas como la sangre que
une a una familia".
Jefe Seattle, SWAMISH
Alternativa
Extraterrestre II
NACIMIENTO
Con vivo recuerdo llega a mi
memoria aquella mañana, que tanta satisfacción me produjo. Me tocó vivir la
experiencia más simple y grandiosa de la creación en forma de protagonista.
Acompañaba a Manor hacia un edificio más grande de lo normal. En aquel lugar
y en su entrada, antes de franquear la puerta de color que se encontraba en
el centro exacto de la antesala, fuimos requeridos por un niño que nos
introdujo a una pequeña sala lateral en la que nos lavaron las manos y los
pies, dándonos posteriormente una túnica sin ceñir que ajustamos a nuestros
cuerpos. Todo aquello me parecía enigmático, y mucho más que me lavaran no
sólo las manos sino los pies, pero una vez más mi maestro me dijo:
‑La polaridad negativa del
hombre radica en sus pies. Aquello que asciende a las alturas engrandece, y
lo que disminuye en sentido contrario se hace pequeño. Este principio era
conocido por vuestros antiguos y previamente a cualquier ceremonia, lavaban
sus manos y sus pies. Las manos son el polo captador positivo de la energía,
y los pies el negativo. Por este motivo Jesús‑Cristo lavó los pies a los
Apóstoles en la Última Cena, no como un signo de reconocimiento solamente
sino para purificar el cuerpo ante la comunión.
‑ ¿Por qué me has traído aquí?,
¿qué vamos a hacer?
‑Hoy es un día de fiesta para
nosotros, un niño está por nacer en estos momentos y asistirás como
protagonista al nacimiento para que vivas la sensación de esta experiencia y
quede grabada en tu espíritu
Quiero recordar ahora que he
mencionado las fiestas, que a mi pregunta sobre este particular, obtuve como
respuesta ésta sencilla: ‑"Cada día es una fiesta para nosotros. Vosotros
celebráis y conmemoráis en vuestros festejos a los muertos, mientras que
nosotros amamos la vida y la celebramos a cada instante".
‑ ¿Por qué de protagonista?
Siempre he pensado que el protagonista de un nacimiento es el niño, el
padre, y más que éste, la madre.
‑En nuestros nacimientos
querido Juan, somos todos y cada uno protagonistas. Como te he dicho
anteriormente, se trata de nuestra continuidad armónica y asistimos al mismo
para potenciar con nuestra animosidad, la vida que un día encarnará los
valores que ahora deseamos transmitir en forma participativa y real.
Las experiencias que debes
vivir en nuestra compañía, te darán la medida exacta de la transmisión
sensitiva que deseamos fecunde en tu espíritu, y no en el razonamiento
lógico que sólo llena parcelas limitadas de tu entidad.
Es muy frecuente ver en vuestra
sociedad, distintas ideas que circulan por doquier, haciendo adeptos un día
y adversarios al día siguiente. Y esto es porque asistís simplemente a los
efectos externos de las cosas que satisfacen sólo a vuestro razonamiento. El
hombre debería seguir lo que su espíritu siente y no lo que otros elaboran
para él. Se debe sentir y luego discernir, antes de realizar con cordura.
‑ ¿El nacimiento es para
vosotros un acto vital?...
‑La concepción de una vida es
un acto total v absolutamente responsable cargado de motivaciones
espirituales, y no el resultado de un juego erótico como resulta ser en la
mayoría de los casos de vuestra sociedad.
¿Qué opináis del aborto?
‑Es un planteamiento aberrante
que prefiero desechar simplemente porque no es natural amar a la muerte o
amar a lo que sólo busca apagar el latido de la naturaleza. Deseo que a tu
regreso, repares en lo siguiente: cuando una mujer concibe en sus entrañas
una vida, su naturaleza se divide y se delega en la vida del niño de tal
forma, que la madre presta su cuerpo y su corazón en un sólo latido de
existencia; pero no sabéis que también el alma se comparte con el niño
concebido y éste ama, piensa, sufre, razona y se motiva, por este alma. Con
frecuencia vemos que desde los más altos peldaños, defendéis el aborto
cínicamente sin pensar en sus consecuencias. Si teóricamente una mujer
pudiera abortar cien veces, se volvería amorfa y carente de alma; es decir,
sin razón, sin voluntad, sin sentimientos..., exactamente como un animal,
puesto que en cada muerte de lo concebido, se muere a su vez una centésima
parte de su alma.
‑Pero una mujer no puede
abortar cien veces...
‑Efectivamente no puede hacerlo
cien veces, pero debes contabilizarlo en otro orden progresivo, y a través
de la degeneración genética que la raza produciría en el tiempo.
‑Pero tu sabes muy bien que la
sexualidad puede producir hijos que no se desean, por miles de
circunstancias no precisamente egoístas.
‑ ¡Qué poco os conocéis!,
ciertamente la sexualidad es necesaria porque se debe renovar la vitalidad
que se crea constantemente, y no seríais culpables por la sexualidad misma,
sino por degenerarla, poniéndola al servicio de vuestro egoísmo. Algunos
científicos vuestros han establecido calendarios propicios para regular la
fecundidad, y esto no es negativo.
‑Conocemos estos métodos, pero
son poco seguros.
‑No Juan, no son inseguros los
métodos, sino las personas. Educaros primero, y luego asimilar el método. El
cuerpo posee una mente instintiva capaz de crear un orden perfecto hasta en
la fecundidad.
‑Pienso que os reiteráis
excesivamente en la naturaleza, parece como si todo lo resolvierais en esta
consulta constante. ¿Cómo es posible?
‑Vosotros no sois como afirman
los científicos, el resultado de un montón de combinaciones físicas y
químicas. Cada una de vuestras células está absolutamente programada para
asumir un papel conforme a unos estímulos exteriores y otros interiores, que
hacen al cuerpo armónicamente funcional. Estos estímulos externos provienen
de la fuerza que mueve billones de universos y trillones de galaxias. ¿Crees
que una fuerza de tal naturaleza, puede dejar algo al azar? ¿No crees que
tiene los recursos necesarios para enseñar perfectamente un código de vida y
de armonía? Los estímulos interiores a su vez, son absolutamente
desconocidos para vosotros, puesto que no queréis penetrar en la motivación
primaria del hombre, que tiene su origen en el principio hermético de la
Divinidad por expresar su identidad potencial.
Tomó una pequeña pausa y con
animosidad de penetración interior, añadió:
‑Los más profundos
pensamientos, las más grandes definiciones y lo más potente, se pueden
contener en un solo latido o un simple gesto de amor. Debes acostumbrarte a
mirar lo pequeño, y verás cuán grande se hace en el tiempo de tus
descubrimientos.
Por fin penetramos a otra sala
en la que junto a una camilla amplia, se encontraban otras personas, cinco
exactamente, que sonreían a nuestra llegada y que se apartaron delicadamente
para dejarnos acercar al lecho sobre el cual se encontraba reposada, una
bella mujer de cabellos negros y rasgos especialmente maternales, si es que
puede valer esta definición. Yo esperaba encontrar una mujer jadeante y
llena de dolores, pero simplemente estaba sonriendo y por su rostro asomaban
lágrimas de felicidad. Su esposo, mejor dicho su compañero (puesto que no
existe el matrimonio como lo entendemos nosotros), tomó su mano derecha y
parecía infundirla todo el contacto y animosidad de su corazón expectante.
Todos los presentes juntamos nuestras manos a partir de las dos de la madre,
y nos centramos en ella para observar como la pequeñísima cabeza salía de su
madriguera materna, seguida de todo su cuerpo, sin que nadie le ayudara en
su maniobra. La madre no dejaba de sonreír, y no acusaba ningún dolor. Me
quedé perplejo ante la felicidad del nacimiento, y miré al niño chiquitín
que gateaba desde el principio para acercarse al pecho de su madre. En ese
momento, un médico rompió el círculo humano y se puso a atender
convenientemente al nacido y a la madre, conforme a la técnica que él
parecía dominar con soltura. La madre entrega posteriormente el niño al
padre, que pone su mano derecha sobre su frente y se lo entrega al inmediato
siguiente, y así hasta retornar a la madre después de pasar por todos. Acto
seguido me es entregado a mí, y en ese momento siento el latido de toda la
naturaleza vibrar en el respiro de aquel insignificante ser que me acerca a
la sublime sensación de tener a Dios entre mis manos. Recuerdo ahora, como
todo mi cuerpo y toda mi alma, gritaban silenciosamente de alegría dándome a
la vida que tenía entre mis manos. Quise darle todo y me sentí en él, hasta
que las lágrimas irrumpieron inconsolantes. Su madre me miró con ternura y
me dijo:
‑Juan, hermano mío, los ojos de
mi hijo mirarán entre las estrellas a tu espíritu, que ahora le acoge feliz
y le reconoce como hermano por siempre. Le llamaremos Juan para recordarte
en él.
Salimos de la sala y enfilamos
el sendero blanco, con una experiencia que no sólo dejó huella en mi
corazón, sino que ha motivado intensamente la comprensión de otros porqués
hasta ahora intrascendentes para mí. Era siempre inevitable abstenerse de
preguntar y me dirigí a mi maestro como tantas veces:
‑Lo que más me ha impresionado
es que la madre no se quejó en ningún momento.
‑No tenía que hacerlo, pues no
sentía ningún dolor. E1 dolor sólo está latente en vuestras mujeres, por ser
fundamental en la ascensión evolutiva que acerca al bien y a la perfección
por medio del sufrimiento. Dicho está: "Parirás con dolor...", y esto por la
dualidad que forma vuestro devenir. Nosotros sólo ascendemos en la polaridad
del bien por el bien, y no conocemos el mal ni el dolor, puesto que no es
operante en nuestra naturaleza ya experimentada y concienciada.
‑ ¿Cómo es posible que el niño
gateara al nacer?
‑Es el primer reflejo de
autosuficiencia que nuestra raza produce en su evolución. Es una señal
importante que denota autonomía, autodiscernimiento e impulso de vida.
‑ ¿Por qué pusimos la mano en
el niño?
‑En nosotros estaba potenciada
y delegada la esencialidad del cosmos a través de las siete ideas
primordiales, que se canalizaban en nuestras manos hacia el niño. Además, el
primer alimento que el nacido recibe a su alumbramiento, es el testigo de
nuestra vivencia y de nuestro ánimo de continuidad.
‑En vuestra ciudad no he visto
malformaciones en las personas...
‑Lo normal es que no se den
tales anomalías en la evolución ordenada de todo cuanto existe. Vosotros
ahora, recogéis los frutos de una ruptura de valores que a través de miles
de años ha degenerado el árbol genético y moral que sólo podía dar el fruto
de vuestra desarmonía.
Seguido por mi maestro, me
acerco al lago que rodea la ciudad, donde se reflejan las infinitas formas
de los rayos del Sol ardiente. Parecía un espejo lleno de colores, como si
cada rayo se multiplicara en miles de aspectos luminosos que producían más y
más resplandor sobre el agua y en la vegetación que rodeaba al lago. Me dejé
caer en el suelo, y todo mi cuerpo parecía buscar inconscientemente la
tierra para fundirse con ella en un eterno y sincero abrazo de
participación, pero un extraño pudor me obligaba a ponerme en pie y me
esforzaba por parecer normal en este estado tan raro. Manor como adivinando
mi pensamiento, me dijo:
‑Tu cuerpo no es más que el
resultado y la traducción de la naturaleza, y como ser material has de
sentir el abrazo de ella; por tanto, no debes avergonzarte por poseer y ser
poseído por lo que te identifica y se asemeja a ti.
Haciendo una flexión, Manor se
arrodilla sobre la tierra sembrada de vegetación, y pone sus palmas sobre la
misma mientras sus ojos parecen taladrar la corteza que pisamos y nos
sostiene.
‑ ¡Abraza la tierra Juan!,
¡siéntela vivir y palpitar!, ¡ámala en esta comunión!... ¡ámala Juan!
Totalmente liberado me dejo
caer sobre la misma, que siento tira de mí con gran fuerza, y todo mi cuerpo
se mueve acunado con un sentimiento de participación indescriptible. Parecía
que mis brazos se habían alargado hasta la montaña, y que la montaña la
sentía al borde de mis dedos. Los pies me parecían húmedos del agua del lago
que se juntaba con mi sangre. Un gran mareo me adormeció para sentir
impetuosamente 1a fuerza dinámica de un universo que bullía en mi interior.
Es inenarrable la potencia que sentí en mí mismo, pensé por un momento ser
Dios pues todo estaba pleno en mí y era sólo yo el que se conjugaba en
primera persona. Ahora sentía la energía impulsora de los vientos y de los
mares, la violencia de la tormenta, la calma del atardecer y el ímpetu de
los volcanes. Parecía que todo y yo, oramos una sola cosa y que nada podría
hacerme regresar a mi consciencia o realidad.
Me senté junto a mi hermano y
me pregunté cómo no se puede amar a la naturaleza. Sólo tiene el pecado de
darnos mil por uno y producir miel y leche, alimentando nuestro paso y dando
sentido a cada sueño que elaboramos y vivimos.
Ahora en las ocasiones en que
la fatiga física y moral ha alejado mis pasos del bullicioso mundo que nos
envuelve, y mi frente se ha erguido al paso de mi cuerpo entre los árboles y
las rocas de los montes, he llamado a cada duende de este maravilloso orden
natural. Todo me ha alimentado y enseñado su saber, y pleno de esta
sensibilidad he encarnado el dolor de la Tierra herida por el hombre, y he
recibido de sus finos labios, la enseñanza inmaterial e irrazonable de sus
demandas amorosas. He comprometido mi espíritu en un futuro de justa
valoración y restitución hacia la naturaleza; y ella y yo, nos hemos amado y
sentido uno en este compromiso transformador. Ahora sé muy bien, que será
ella la que tutelará cada una de mis células y cada una de mis potencias,
por obligarse y obligarme en este compromiso futuro.
Manor proseguía:
‑Si el hombre arriara la
naturaleza sacaría de sus secretos, el saber necesario para erradicar la
enfermedad y escalar el bienestar de su vida. ¿Te has preguntado, cuántas
reacciones físicas y biológicas se dan simplemente bajo tus pies?, sólo para
explicarlas necesitarías miles de libros, y sin embargo creéis haber llegado
al summun de la sapiencia y la tratáis como elemento de segundo orden.
‑No es que no la amemos, es que
no tenemos tiempo para sentir estas cosas que ahora puedo vivir contigo.
‑ ¿Cuántas veces has visto al
Sol o a la Luna con prisa?, ¿acaso el hombre es más que el Sol? Sólo en el
equilibrio del tiempo y del espacio se puede saborear el encanto de la vida.
‑ ¿Que es la vida para
vosotros?
‑La vida es la expresión máxima
de la existencia; todo instante está lleno de motivaciones, realidades y
esperanzas. Aprovechamos enérgicamente cada momento, y ya desde el
nacimiento, nos proyectarnos en las funciones del jardinero, médico,
biólogo, o cualquier otra profesión. Queremos escalar todas las columnas del
conocimiento. Amamos entrar en el fondo de las naturalezas muertas, y en el
dinamismo de las cosas vivas. Cada página es un aprendizaje que deseamos
guardar como experiencias eternas en nuestro espíritu, las cuales delegamos
en la continuidad de nuestra raza, que es a su vez nuestro soporte físico y
psíquico para nuestro retorno. No entendemos cómo puede haber seres que se
quiten la vida.
Mis ojos se posaron sobre las
aguas del lago, y pregunté a cada pliegue de sus movimientos sobre el
sentido de la vida. Y de cada pliegue y de cada rincón, salió una bella
respuesta que anegó mis razones creando un sentimiento de plenitud y de
vida. Todas las contestaciones que el hombre necesita conocer, están
impresas en los millones de vidas que alimentan y que fortifican su ánimo y
su vida misma.
‑Te contaré una bella leyenda
que nuestros antepasados transmiten y que habla del nacimiento del hombre:
"Se dice que en el tiempo remoto, sólo existía Tierra; Dios hizo la luz para
poder ver esta Tierra y una vez contemplada, sembró muchas semillas sobre
ella regándolas posteriormente hasta que comenzó a germinar y a asomar el
hombre sujeto por los pies al suelo. Y era tan perfecta la semilla, que
pidió a su sembrador libertad para multiplicarse por medio de la siembra,
Dios se compadeció y mandó a unos bellos jardineros, que cortaron suavemente
los tallos y raíces que le sujetaban a la Tierra...".
En nuestra información
instintiva está viva esta dependencia terrena, y procuramos en todo momento
dinamizarnos y vivir intensamente, hasta que el tiempo y la Tierra misma nos
atrapan de nuevo en la vejez, por pertenecerla y ser imposible escapar de su
abrazo final. Está dicho:"E1 polvo al polvo...".
‑Es una leyenda llena de
sentido y de reflexión, sin duda tu pueblo ha vivido siempre muy unido a
esta realidad de dependencia.
‑Como te he dicho querido hijo,
nuestro cuerpo es el espejo de la naturaleza a la vez que la expresión o
semejanza del cosmos que nos contiene. Si miras tus células, verás los
planetas; los centros nerviosos serán los Soles; los tejidos serán las
galaxias y los músculos y nervios, las líneas de dinamismo y magnetismo:
"Todo lo que es arriba, es abajo", decía el antiguo escrito, y es realmente
cierto que sólo observándose en sí mismo, se puede acercar el hombre a la
comprensión del universo y del cosmos. Vuestros biólogos deberán reconocer
que en el hombre se dan todas y cada una de las sustancias naturales que os
rodean y por tanto mirando en vosotros mismos veréis la enorme realidad que
os forma y sostiene.
Yo dudaba de todas estas
afirmaciones y aunque comprendía bien y aceptaba lo de la naturaleza
contenida en nosotros mismos, no veía la relación del cosmos y el universo;
pero una vez más el maestro me atajó en el pensamiento y me dijo
severamente:
‑Nunca o muy pocas veces
ejercitáis esta potencia maravillosa de la imaginación, es más, cuando los
niños en su infancia comienzan a hacerlo, los castigáis por creerlo malo o
innecesario. No te das cuenta que mi imaginación es tanto como mi garantía
de eternidad y de futuro.
‑No te entiendo bien, ¿por qué
de futuro y de eternidad?
‑Haz un pequeño esfuerzo y
comprende lo que ahora te voy a decir, porque es parte de una verdad
liberadora que el hombre debería vivir. Puedo imaginarme que viviré 100.000
años, ¿quién puede impedirme creer que al final de este tiempo, yo
reencarnaré de nuevo?, ¿quién?...
‑Nadie, la imaginación es una
potencia en nosotros que goza de libertad auténtica.
‑Es cierto, pero ahora te
pregunto: ¿Acaso puedo yo imaginar algo que no sea realizable por Dios, o
que no tenga sentido en su naturaleza?, si así fuera; es decir, si soy capaz
de crear un principio que no esté previsto en la Divinidad, yo sería más que
Ella.
‑Supongo que todo está previsto
y programado para que sólo podamos imaginar aquello que tiene sentido o
realidad en Dios.
‑Ciertamente Juan, puesto que
en caso contrario crearíamos otro principio antagónico y opuesto a la Unidad
Existencial. Luego, si yo imagino que al final del tiempo viviré, es un
futuro perfectamente realizable al condicionarlo y proyectarlo en el tiempo.
‑Bueno, pero lo que imaginamos
y la realidad misma, son absolutamente diferentes; no necesariamente se
tiene que dar aquello que he imaginado previamente.
‑ ¿Qué realidad es distinta que
esa imaginación?, ¿la realidad relativa a ese momento de reflexión?..., pero
no tienes en cuenta las realidades que yo sumaré en el tiempo que me he
proyectado.
‑Ahora sí que no entiendo nada.
‑Cuando tú estás comiendo un
plato de sopa, ¿qué momento es más real?, ¿el de la primera cucharada, o la
que hace el número diez?, ¿no te das cuenta que el acto de "imaginar comer
sopa", el tiempo tardado y el devenir del acto en sí, es sólo una auténtica
realidad, y que ésta está repleta de otras pequeñas realidades, otros
pequeños tiempos y otras pequeñas imaginaciones? E1 hombre tiende a separar
la imaginación de sí mismo y esto es un error, porque tiene la función de
continuidad y creatividad constante. No os dais cuenta que es la herramienta
más grande que tenéis para vuestra proyección. ¿Qué hubieran hecho vuestros
sabios sin esta herramienta?..., entonces, ¿por qué condenáis a los que dan
sentido a esta realidad en su interior?
Yo no salía de mi asombro, pero
me parecía demasiado seguir hablando de tantas cosas grandes y pensé que en
adelante tendría en cuenta este sentido de la imaginación. Manor no
obstante, quería impulsarme este conocimiento e insistió:
‑Cuando tu cuerpo y tu ánimo
reposen en la noche después de la jornada, reza intensamente con la
imaginación a tu Dios. Hazlo grande y píntalo de millones de colores,
traspasa las formas, dibújate un libro y abre sus páginas repletas de
secretos. Habla a tu alrededor de aquello que tu imaginación dibuja en tu
interior, es muy probable que los semejantes no te comprendan, pero tú
vivirás en la libertad de crear y edificar constantemente.
Cuando regreses a tu
civilización hablarás sin parar, de este principio y dirás a la gente que
imagine el amor, la paz, la justicia y el bienestar; que los invade
enérgicamente para que su alma se llene de esperanza y su vida adquiera un
nuevo sentido de espera y de progreso. Cuando tú dices que has visto un
universo verde ¿quién puede negártelo?, ¿por qué no puede existir? Si el
hombre penetra en la realidad que le envuelve y le contiene, asistirá a la
proyección de una película de ciencia‑ficción inimaginable.
¿De qué color son el amor, la
justicia y la paz?...
‑No tienen color.
‑No Juan tienen color, sólo
depende del pintor y del lienzo donde lo pinte. Muéstrame tus ojos y yo veré
en ellos el color de tus sentimientos; es precisamente en este lienzo, donde
los sentimientos adquieren color y son percibidos por el sentido del
observador con perfecta nitidez interior. ¿De qué color es la tristeza?, ¿no
lo sabes verdad?, pero lo sé mirando a los ojos tristes de un niño;
comprendes e identificas su estado.
¡Imagina, Juan!, ¡Imaginad cada
cosa nueva y bella!, ¡pintadla en vuestro interior, dadle forma con vuestras
manos y con vuestra naturaleza!, ¡Encontrad a Dios en esta potencia
maravillosa de la imaginación!
‑Debo reconocer que tienes
razón, no la usamos con frecuencia si no es para preveer desastres,
negatividad y dolor, en mil formas y modos.
‑Es precisamente esta
negatividad que imagináis, la que os lleva a la situación que habéis
fabricado previamente. Fíjate si es resolutiva y operativa la imaginación
que inevitablemente os lleva a los efectos que habéis edificado en vuestro
interior. Revisa la creatividad de la raza; comprueba la de los artistas y
creadores que sólo buscan lo grotesco, lo ambicioso, lo absurdo y lo
violento; son incapaces de imaginar la paz, el amor, la justicia.... Revisa
el pensamiento de los militares, de los tiranos, de los insaciables. ¿Qué
crees tú que pueden imaginar estos seres?
‑Supongo que aquello con lo que
sueñan.
‑Sí Juan, sí, sólo con ello; y
por tal motivo vuestro futuro deviene al camino que construís.
Todo este día era escalar y
edificar nuevos conceptos. La presencia de mi maestro en cada inquietud y en
cada demanda era constante. Sólo debía vivir para escucharle y aprender. Me
habló durante mucho tiempo de la imaginación y de su función específica,
pero no podría describir los conceptos, que sólo tienen sentido en la
participación interior y en la convivencia absoluta de la fuerza creante
viva en tu alma.
Es curioso, después del tiempo
sólo pido tener preguntas que hacerme, y recuerdo las palabras de Manor, que
me aseguraban con firmeza:
‑Recuerda bien Juan, que la
medida de tu sabiduría, no se dará por el número de respuestas que sepas
darte; sino por el número y calidad de las cuestiones que tu evolución pueda
plantearte.
Yo no entendía muy bien aquella
afirmación y el me explicaba sus palabras:
‑Las respuestas están en el
espacio, en el tiempo, en los libros, en las experiencias y en las
vivencias, pero las preguntas sólo pueden nacer y crearse de tu inquietud.
La pregunta del pájaro no es
igual que la tuya, ni la del viento, ni la de tu prójimo. Sólo en tu
evolución y en tu motivación, podrás preguntar y preguntar, hasta el final
del tiempo y del espacio. La última pregunta se la harás al mismo Dios vivo
y entero.
Tenías razón Manor, ahora desde
mi reflexión sólo puedo reconocer aquella enseñanza, pues la tristeza me
invade el día que ninguna cuestión ha llamado a mi inquietud. Hoy quiero
saber una cosa, mañana otra y así cada día me mido en esta inquietud que
sólo me anuncia mi vida y mi paso.
LAS ENERGÍAS
Lo más curioso de entre la mole
de edificaciones y casitas que formaban la ciudad, eran sus siete torres. Mi
vista se posó sobre cada una de ellas y pude observar que de sus cimas
salían colores semejantes a los del arco iris, los cuales confluían en el
centro exacto de la ciudad, formando en dicho punto un rubí en forma de
corazón de profundo color rojo inmaterial y vaporoso. Ese corazón era el
pulsador y catalizador de las frecuencias y ritmo del pueblo. Ante esta
perspectiva, comencé a preguntar:
‑Manor, me gustaría que me
explicases la función exacta de estas torres y sus colores, que me parece se
forman en su interior y en su entorno.
‑Lo que ahora te voy a
describir, trata de encerrar el principio motivador de la existencia.
Nosotros somos el resultado de siete emanaciones coordinadas por una
Superior Inteligencia, que ha instrumentalizado dichas fuerzas en función de
nuestra vida. Y es precisamente a través de estas potencias, que nosotros
recibimos el alimento psico‑espiritual y material para nuestro devenir. Su
funcionamiento a grandes rasgos es el siguiente: La Suprema Inteligencia
residente en un emanador central de naturaleza ideal, ingrávida y sutil,
delega su sustancialidad en otra escala que la sostiene más elemental y
contenedora no obstante de su principio creador. Nuestro Sol, es un receptor
de estas energías ya transformadas, para que en su interior sean psiquizadas
y canalizadas a la naturaleza, que las recibe en millones de matices y
expresiones. Nuestras torres son receptoras de estas energías vitales que
repercuten en nosotros y en nuestra naturaleza bio‑física, psíquica y
espiritual, que a semejanza de un computador, las recibe como alimento o
maná preciso para nuestra existencia.
Todas las alteraciones del alma
psíquica y espiritual, son registradas instantáneamente por los paneles
centrales que controlan constantemente nuestra salud y nuestro paso
correcto.
Los cristales receptores de las
torres son instalados en un estado de pureza absoluta y fueron entregados
por los patrones o seres patronímicos de nuestra existencia a los antiguos
habitantes, con un programa bien preciso e inalterable.
La energía psíquica (como ellos
la llamaban), no era una energía que yo pudiera identificar y le pregunté
sobre la misma, obteniendo esta respuesta:
‑No es como vosotros pensáis.
Vuestros eruditos hablan de la "psiqui" como un elemento segregado y
adicionado al pensamiento o a la vitalidad interior del individuo; pero tal
afirmación se escapa rotundamente de la verdadera naturaleza de esta energía
que está segregada por el Sol, con objeto de incidir en los circuitos
orgánicos e inorgánicos de los seres haciéndolos productivos y operantes. Es
el Sol quien coordina la vitalidad total del planeta a través de sus
energías diferenciadas, siendo una de las más importantes ésta psíquica que
se traduce en el maná o alimento de vuestra alma y vuestro cuerpo.
Se detuvo durante un buen rato
y prosiguió explicándome las características e incidencias de esta energía
psíquica, pero su complejidad y naturaleza hacen imposible explicarlo con la
simple palabra o con la descriptiva necesaria que mi pobre intelecto carece.
Me hablaba de las torres y de su funcionamiento:
‑Los colores que puedes ver son
exactamente la resultante visual de estas fuerzas coordinadoras y
generadoras, que sólo son percibidas por aquellos que están directamente
influenciados por este sistema.
‑ ¿Debo entender que un extraño
a la ciudad no podría percibir estos colores?
‑No sólo no podría ver las
líneas luminosas, sino nada de lo que tus ojos contemplan; seguramente para
ese extraño toda la ciudad se tornaría en una estepa árida y no
identificable.
En vuestra civilización y en
torno a vosotros, existen millones de dinamismos motivadores que sois
incapaces de captar, porque sólo podéis percibir aquello que vibra en
vuestra frecuencia. No obstante con la mayor arrogancia, aseguráis que no
existe vida, al no percibirla por vuestros sentidos. ¿Existe o no mi
pensamiento?, ¿puedes tú acaso verlo?, ¿puedes sentirlo?, ¿puedes
contenerlo?..., sin embargo no sólo existe, sino que es absolutamente
operante y definitivo.
Cuando vuestros científicos
envían un satélite explorador a otro planeta, afirman que no existe vida ni
inteligencia al no reflejarse en los aparatos, previamente programados para
observar sólo una forma particular de vida y no todas.
Memoriza el impacto de los
infrarrojos, del rayo láser, de los rayos X, en fin, cualquiera de los
hallazgos en el tiempo. Ante estos descubrimientos, cualquier persona que
hablara de estas hipótesis estaba necesariamente condenada a la hoguera. E1
hombre debe liberar sus sentidos si quiere conquistar 1a verdadera
naturaleza de la poliédrica existencia universal.
De las declaraciones de mi
maestro se podía pensar que eran seres sin libertad, sujetos a estas
energías tiranas que ataban su voluntad, pero mi hermano me dijo con una
sonrisa en sus labios:
‑Tal supuesto se daría según
vuestra lógica, si se tiene en cuenta que sois libres de practicar el bien o
el mal. Pero en nuestra civilización conocemos el mal y todo lo que lo
produce, y procuramos experimentar y evolucionar en un solo signo y sentido.
La supuesta represión de las torres no es tal sino que por el contrario, son
nuestras muletas o motivos que nos empujan sin limitación en la escala de
los valores absolutos.
Durante mucho tiempo me planteé
la vida en un paraíso, donde todo se hacía y se programaba en un solo signo
de evolución. Tal planteamiento sería dispar para cada individuo. Si yo no
me he satisfecho del robo, vivir en un mundo donde no existe tal delito,
sería un tormento. Si no me he satisfecho del odio, de la crítica, o de la
mentira; si me gusta con exceso el vicio de la droga, del alcohol o las
mujeres, mi vida en ese supuesto paraíso sería un suplicio. Pero si por el
contrario mi cuerpo y mi alma sólo se resisten y piden a gritos, paz,
justicia y amor, aspirar a esta vida sería la mayor esperanza e ilusión.
La forma de vida de estos seres
podría llegar a ser monótona y le pregunté a Manor:
‑Con esta forma de vida, no
tendréis necesidad de represión o de castigo...
‑Lógico, puesto que al no
producirse el mal, no tiene sentido el castigo y por tal motivo no existirán
elementos castigadores o represivos.
Nuestros códigos informativos a
nivel espiritual y biológico sólo producen y empujan al bien por el bien. De
la misma forma este empuje radica latente en todos los elementos
existenciales del cosmos, que son creados con solución de continuidad y por
tanto, nuestro futuro se ve condicionado por este empuje. En vuestro caso y
en vuestra particular civilización, el empuje evolutivo hacia el bien es de
una débil naturaleza e influenciable por cualquier elemento perturbador.
‑Si dices que hay elementos
perturbadores o de signo contrario, ¿éstos no tienen impreso el empuje de la
evolución?
‑No es cierto Juan, los unos y
los otros devienen al mismo fin, pero con lógicas diferentes y con
programaciones complementarias.
‑ ¿Cuál es el elemento
contrario en nuestra dimensión y en nuestro mundo?, ¿acaso el Diablo?...
‑No es el Diablo como tú
afirmas, puesto que Él sólo tiene la función de motivaros y de empujaros al
bien por medio de las pruebas que os impone y de las tentaciones que os
ofrece. Vuestro verdadero problema está en el mal que constantemente
producís y que engordáis, hasta formar un tirano que os domina y os
instrumentaliza en los fines más perversos.
Los asesinos que condenáis no
son culpables más que de dejarse atrapar e instrumentalizar por este mal que
gravita sobre vuestras cabezas.
‑Tú me dices que no tenéis
políticos, ni ejércitos, ni policías, pero supongo que tendréis alguna forma
de orden social o coordinador de vuestras tareas.
‑Efectivamente la tenemos, pero
de una naturaleza propia a nuestra metodología.
Me acercó enseguida a una sala
espaciosa que se encontraba en el centro de una casa con un sólo piso, su
techumbre era muy rudimentaria. En su interior se veían unos grandes
paneles, repletos de colores y rayas luminosas alineadas con un orden
extraño y que intermitentemente se encendían y se apagaban, siguiendo un
compás oculto en el interior de una máquina que colgaba de dichos paneles y
que era a su vez manejada por un hombre alto, que constantemente ponía sus
manos sobre una pantalla llena de luz, con sus ojos fijos en el tablero.
‑Lo que estás viendo es
simplemente una computadora que recoge los estímulos psico‑físicos y
biológicos de todos los seres coordinados por nuestro sistema. Todas las
carencias o excesos producidos por dichos entes tanto individual como
colectivamente, son captados y registrados en los paneles y estimulados
energéticamente por el operador.
El hombre que atendía la
máquina, volvió la cara y pude apreciar una tez aceitunada, con cejas
pequeñas y ojos de intenso color azul. Su pelo, rubio de fuego, caía sobre
sus hombros, revestidos de túnica amarilla, y que me dijo:
‑ ¿Ves estos colores azules en
el lado superior de esta pantalla?, están denunciando una carencia de
dinamismo vegetal en una determinada zona de la ciudad, que habrá que
equilibrar con nuestra labor de reposición.
Un hermano salió de una sala
contigua y presuroso se encaminó a ordenar los elementos y los hombres
precisos en la tarea de reposición con los medios más rudimentarios y las
herramientas más tradicionales que pudiéramos imaginar.
Por un lado la computadora, y
por otro, las herramientas y las pautas tan sencillas de estos seres.... Yo
no podía explicarme este dispar y anárquico proceder, pero una vez más mi
hermano me decía:
‑No terminas de entender la
simbiosis de lo nuevo y lo viejo en nuestra civilización. Ahora verás cómo
en el extremo de la ciudad, otros hermanos se acercan a manipular la
vegetación de dicho lugar consiguiendo así dos efectos: primero, nutrir la
naturaleza vegetal residente en el hombre por medio del contacto físico, y
segundo; percibir y manipular los elementos naturales, que sensibilizan
nuestro lenguaje con la tierra que habitamos.
‑Entonces, ¿esta máquina
establece y programa la cantidad de alimentos que necesitáis, las cosechas
que debéis de realizar y cuanto os es necesario en vuestras vidas?
‑No sólo eso Juan, sino que
capta los estados más elevados de las constantes psíquicas y físicas de cada
individuo; los accidentes metereológicos, condicionando su intensidad y
frecuencia; los más complicados y sofisticados cálculos provisorios
necesarios en nuestro futuro, así como el estado general del pueblo. Mide la
intensidad dinámica del centro emisor central de la Tierra y las frecuencias
sísmicas de la corteza planetaria. Recoge también datos espaciales y
extragalácticos que inciden de diversas maneras en nuestro orden y
evolución.
‑Es realmente maravilloso
poseer una máquina así de completa. Si fuera posible trasladarla a mi
sociedad, la vida sería maravillosa.
‑Si el hombre aprendiera y
asimilara los ritmos latentes en la naturaleza física y psíquica de este
planeta; si observara el devenir del universo que le envuelve, comprobaría
que todo está coordinado por una macro‑computadora similar a ésta que tú
ahora has visto. Si analizaras simplemente el cuerpo humano, observarías el
mismo ejemplo de coordinación y de mandato.
‑Pero todo lo que me dices y he
observado no deja de ser un tópico.
‑ ¿Te imaginas el trauma que
causarías a cualquier antiguo guerrero romano o a cualquier contemporáneo,
si les explicases los procesos simples de la electricidad?, ¿te imaginas su
asombro si les enseñaras solamente una sumadora eléctrica, o una cámara de
rayos X?
Movido por el interés de
asimilar más y mejor de su orden social y de sus vivencias, pregunté a Manor
que caminaba junto a mí serenamente:
‑ ¿Dónde está vuestra iglesia?,
no he visto ninguna en el tiempo que permanezco junto a vosotros.
Esta pregunta debió causar un
impacto terrible en mi hermano, porque comenzó a reírse como un niño
pequeño. Yo me quedé un poco pensativo; sin duda, algo de mi comentario
habría llevado cierto divertimento.
¡Juan...Juan!, ¿qué es, para
ti una iglesia?, ¿acaso la simbiosis de los espíritus que operan en una
misma dirección y con una meta y esperanza?, te pregunto a mi vez: ¿Necesita
el espíritu de edificios grandes o simples?, ¿necesita de templos?
‑Tienes razón, el espíritu no
necesita de tales edificios.
‑‑No querido Juan los necesita,
y no de piedra cono habéis hecho en vuestra civilización, sino de carne y
hueso. Jesús dijo: "Derribaré el templo y lo edificaré en tres días". ¿Acaso
no se refería a su cuerpo resucitado el tercer día?
Habéis fabricado un Dios que se
acerca más a una pobre naturaleza humana, que a la realidad de su potencia.
¿Habéis preguntado a vuestros
niños cómo entienden ellos a Dios?, seguramente os avergonzaríais al
comprobar que hablan de un Dios injusto, vengativo, tirano e intolerante. En
definitiva más semejante a un hombre próximo, que a la realidad. Tratáis por
todos los medios de contenerle en los libros, en los ritos y en la lógica
que luego adquieren los niños, con una debilidad manifiesta y que les lleva
a la larga a rechazarlo como Divino y Sobrenatural. ¿Quién puede contener a
Dios? E1 no necesita de ritos pasivos y estúpidos, sino de consciencias
operantes y reconocedoras de su verdadero poder creativo y omnipotente.
‑Tu imagen de Dios es un poco
irreverente
‑La vuestra es diabólica.
Habéis convertido a Dios en un ser débil, tolerante, que se sienta como una
ramera entre los políticos, los tiranos y los asesinos. Vuestros ministros
de la ley divina son los más culpables por haberlo dibujado y utilizado a
sus fines egoístas.
Escucha la paradoja de vuestra
religión: "En el tiempo pasado, fueron vuestros enviados para hacer
prosélitos entre los salvajes, procurando que éstos abandonasen sus ritos,
como la danza al fuego o la adoración al Sol". Pero vosotros les habéis
impuesto otros más extraños y complicados. Ellos se preguntaban qué
diferencia podría existir entre danzar en torno al fuego y observar a uno de
vuestros vicarios dar vueltas a un altar, con un incensario en sus manos.
Pero ante esa duda, les habéis escarnecido y perseguido hasta después de la
misma muerte.
Hemos visto a vuestros
sacerdotes y a vuestros obispos, sentarse a la misma mesa de políticos y
Jefes de Estado que tienen como método y norma el asesinato y la represión
más diabólica. Hemos visto recorrer y visitar las guaridas de los
especuladores y crear imperios económicos, capaces de desafiar a los más
potentes de la Tierra. ¿Cómo pensáis que es Dios?, ¿Tú crees que puede ser,
tan débil y tolerante?...
Por vez primera y única, vi a
Manor realmente enfadado con estas imágenes, pues sentía en su ánimo un
coraje inmenso al denunciar a la clase tuteladora y gobernante de nuestra
sociedad. Yo le decía que no era tan trágico el estado de las cosas y que
juzgaba excesivamente duro a esa clase dirigente, pues sin duda, existen
personas y seres capaces de sentir la justicia y practicarla. No todo es tan
inhumano en nuestra sociedad. Manor con la mirada taladrante de sus ojos me
decía aún con más energía:
‑ ¡Claro Juan, claro!, hemos
recorrido país por país, orden por orden, sistema por sistema y en todos
ellos hemos visto la justicia reflejada en los tratados y en los discursos,
pero también hemos visto al otro lado de esta imagen, niños que se mueren de
hambre a millones. Guerras y tiranías que atormentan a los pueblos.
Perseguidos por la falsa justicia, escarnecidos por la inmoralidad; en fin,
no existe ángulo sobre la Tierra en donde no reine el desequilibrio, y sus
consecuencias se sientan impetuosamente en toda clase de tormentos. ¿Cómo es
posible esto, si todas vuestras instituciones y dirigentes son buenos?,
¿acaso ocasionamos nosotros vuestro mal? ¿A quién tengo que disculpar, ante
la imagen de un niño tiritando de frío y muerto de hambre?, ¿a quién debo
tolerar? ¿Quién puede tirar la primera piedra? ¿Dónde están los justos? ....
Mis palabras no son duras, más bien lo son vuestros hechos. Recuerda al
Maestro dirigiéndose a la clase sacerdotal de aquel pueblo sordo; ¿no era É1
mucho más duro que yo? ¿Cuántas cruces habéis preparado para los valientes
que han podido y querido alzar su voz contra la injusticia? ¿A cuántos
habéis condenado por haberos ofrecido y entregado sólo amor?
No pude contestar a estas
preguntas, pues denunciaban un estado de cosas y una forma de vida a la que
ya nos hemos acostumbrado por desidia y por el propio reconocimiento
instintivo de nuestra animalidad e incapacidad de vivir ordenadamente.
Mi corazón voló hacia el Amor
de los Amores, encarnado en el padre de muchos hermanos míos, que también
visitó la cárcel de nuestra incomprensión. No sé si mis palabras valdrán de
algo, pero debes saber que en mi corazón existe la misma fuerza que tú me
has donado por tu boca, y esa fuerza ha dado testimonio de tu inocencia.
Algún día se hará Justicia y se te restituirán las lágrimas que tu corazón
vertió en el enclaustramiento de la persecución moral y física, a la que te
viste sometido por la intolerancia y el rencor de lo humano. Sea este
párrafo un lapsus de incoherencia para el lector, pero también una certeza
para los que saben a quién y cómo me dirijo.
Después de todos estos diálogos
y vivencias debo afirmar, que no están tan lejanos los días de un nuevo
orden. Seguramente ya están en marcha los procesos que harán posible esta
computadora y estas energías, que llenarán nuestras vidas de paz y progreso
justo.
LA ALQUIMIA
Aquel atardecer, acompañaba a
Manor un hombre más alto que él, de mayor edad, con barba blanca y aspecto
paternal. Ambos se acercaron a mi presencia y me invitaron a seguirles a una
habitación, que habitualmente este nuevo amigo empleaba para reposar. En
este aposento lo primero que resaltaba eran los múltiples frascos,
alambiques y otros elementos de laboratorio, combinados con utensilios muy
rudimentarios como atriles, sobre los que reposaban viejos libros y varios
paneles con dibujos astrales o solares. En un lado de la habitación ardía un
fuego alimentado por leña seca, y en otro ángulo pude situar un telescopio o
algo semejante, que salía por un amplio ventanal.
El acompañante de Manor, cuyo
nombre sonaba más o menos como "Lerón", tomó un frasco o recipiente con agua
y vertió en su interior un polvillo azul. Luego me miró invitándome a sentar
y me habló solemnemente:
‑Bien querido Juan, una de las
experiencias que debes vivir junto a nosotros se asemeja mucho a la alquimia
antigua que vuestros conocimientos históricos sitúan en la Edad Media de
vuestro tiempo.
Tomó después el frasco y lo
puso encima de un mechero de llama viva. De nuevo tomó asiento y volvió a
hablar en el mismo tono:
‑La alquimia es como sin duda
sabes, el arte de mutar y no exclusivamente los metales, como parecen
afirmar los eruditos, sino más bien la facultad que reside en el espíritu
capaz de transmutar los estados más diversos de la energía materializada o
materializante. Esté en el estado dinámico, o potencialmente estático.
El espíritu es el elemento
primordial, y atrae sobre sí el dinamismo o la energía necesaria para mutar.
Pero no basta sólo esto, se tiene que dar una objetividad real y adaptarse a
una cordura o método justo. E1 simple hecho de mutar el odio en amor y el
mal en bien, es precisamente alquimia en uno de los grados más elevados.
Esto es en síntesis la alquimia.
‑ ¿Qué es la piedra filosofal
tan buscada a lo largo del tiempo?
‑Es una superconcentración de
energía que satisface todas y cada una de las demandas psico‑físicas y
espirituales creadas en torno al objeto o sujeto a mutar.
‑ ¿Dónde se encuentra esta
piedra filosofal?
‑No existe en estado natural,
se forma de la objetividad o voluntad del sujeto o del objeto a tratar.
Siempre es el espíritu el que
atrae sobre sí esta energía, y es la inteligencia la que elabora el proceso
objetivo.
‑ ¿Quieres decir que no hay un
método fijo para cada caso?
‑Si hubiera un método fijo la
alquimia se contendría y limitaría como es forma acostumbrada en vuestra
lógica, al abarcar cada cosa con connotaciones férreas, matando así la
propia naturaleza de los elementos cambiantes y evolucionantes. La alquimia
no tiene normas fijas, cada incógnita lleva consigo nuevos "porqués" que
educan al alquimista y le proyectan en su investigación. No obstante cada
conocimiento ya asimilado, hace en sí cierta metodología que aplicamos
indistintamente en cada proceso. Por ejemplo: las operaciones que hacemos
ahora, combinar, los elementos primarios o naturales (agua, tierra o polvo,
aire y fuego), que nos permiten poseer el elemento básico‑receptor de la
energía que atraigamos hacia él.
¿Te gustaría tener en tus manos
un color?
‑ ¿Cómo un color?, el color no
tiene volumen ni forma en sí mismo, no es un objeto, es una cualidad o
atributo del objeto.
‑Se puede no sólo tocar un
color perfectamente aislado, sino sonar un pensamiento, o gustar una música.
El hombre debería ver en cada elemento un sinfín de estados cambiantes que
impresionan, no sólo una parcela de nuestra identidad, sino todos y cada uno
de los sensores que la naturaleza a través de millones de años ha puesto en
nuestros cuerpos perfeccionados. Y no sólo esto de naturaleza física, el
hombre debe desarrollar la intuición del espíritu que le acercará a
dimensiones nuevas de conocimiento.
Lerón tomo el recipiente con el
líquido resultante del proceso efectuado y lo puso sobre la mesa delante de
la cual nos encontrábamos Manor y yo. Lo introdujo a su vez en una
maquinilla semejante a un molinete, en cuya base parecía tener una ranura,
por donde precisamente comenzó a salir una especie de humo amarillento, para
convertirse por momentos en algo más denso y gelatinoso que sin obedecer a
las leyes de la gravedad permanecía a media altura de nuestros ojos y aunque
parecía una materia más o menos viscosa, no terminaba de definirse en sus
contornos y en su estado.
‑El estado antigravitatorio que
puedes observar Juan, se lo da precisamente su naturaleza inmaterial.
‑ ¿Cómo es posible que sea
inmaterial, si a mis ojos parece una sustancia capaz de ser, torada y por
tanto debería estar sometida a las leyes físicas?
‑Precisamente tú la has
definido como una cualidad aplicable a un objeto, y no un objeto. Es decir,
no aislable con naturaleza propia, de ahí su estado de imponderabilidad.
Ante la maravilla de mis
sentidos, tomó Lerón la sustancia entre sus manos y ocurrió lo más divertido
de toda mi vida. Aquel elemento era capaz de traspasar las manos y los
dedos, permaneciendo en el sitio exacto de su manifestación.
¡Cógela con tus manos, Juan!
La así con mis manos, bueno,
sería mejor decir, lo intenté, puesto que la sustancia se resbalaba de entre
mis dedos para permanecer en el mismo sitio, siempre como algo irreal y
fantasmal. Lo realmente importante de aquella experiencia, fue el sentido de
proporción volumétrica de un color que comprobé y que forma parte de mi
espíritu.
A pesar de cualquier esfuerzo,
no podré jamás transmitir con el lenguaje racional aquel sentimiento. Esa
sensación de volumen y de materialidad de lo inmaterial, me ha hecho acercar
a determinadas obras pictóricas en las que en alguna medida su artista se
acercaba a esa sensación interior capaz de plasmar los estados
cuatridimensionales que su alma sentía al momento de la realización y que al
preciso instante de ser contempladas, despiertan en ti una sensación de
llamada sensible que pone en juego lo abstracto y lo absoluto que cada
sujeto posee.
Poco después nos levantamos de
la mesa y nos sentamos alrededor del fuego para mirar detenidamente una
bandeja de metal con una bolita de cristal, pero sujeta por una varilla
también de metal, que se basaba en dicha bandeja y en cuya cúspide brillaba
el cristal poliédrico. Tomó Lerón el agua o líquido resultante del primer
experimento y lo vertió sobre la bandeja, disponiéndose a hablarme.
Impulsivamente salió de mis labios otra pregunta:
‑ ¿Por qué siempre empleas el
líquido?
¿Podrías ver sin tus ojos? Tus
ojos y los objetos que ves a través de ellos están motivados en un mismo
paralelismo, y por tanto son apreciados por tus sentidos; es decir, que
están vibrando a la misma frecuencia y así son posibles las relaciones y
manipulaciones entre ellos.
Si tú analizaras tu cuerpo,
verías que la composición sustancial del mismo no es otra cosa que agua. La
definición exacta del hombre debería ser: "agua fecundada por la Luz". De
ahí que en el agua estén plasmados los caminos o vías de acceso alquímico a
semejanza de tus ojos y las cosas que son poseídas por su visión. El sendero
del agua y la Luz del que habló el Maestro de los Maestros Jesu‑Cristo, es
el renacer, por tanto, bastará teóricamente activar estos componentes, para
descubrir otros conceptos o límites, pero mientras el agua es de naturaleza
física y manipulable por nuestros sentidos; es decir gobernada por nuestra
lógica, la Luz no obedece a estos planteamientos, puesto que se refiere a la
Luz del espíritu no sujeta a nuestra razón.
Delante de la bandeja que
contenía el extraño mecanismo, puse toda mi atención en el cristal
poliédrico que tornaba de color a cada instante, moviéndose onduladamente en
todas las direcciones.
‑Lo que ahora estás viendo
Juan, es un cristal psiquizado en la cuarta dimensión, para captar estímulos
psíquicos y plasmarlos a realidades tridimensionales. En estos momentos la
sensibilidad del cristal es tan elevada, que dibuja gráficamente con
colores, los impulsos de nuestras conciencias pensantes y dinámicas. Con
estos movimientos traduce materialmente un ritmo lógico que impresionaría
cualquier medio, como un aparato parecido a vuestros electro‑cardiogramas.
‑Estoy observando que los
elementos psiquizados están presentes en toda vuestra técnica o ciencia,
como si dirigieran vuestra vida.
‑Si observaras atentamente los
cerebros, verías este proceso plasmado en su funcionamiento, puesto que
están programados matemáticamente para captar determinados fluidos de
diversas naturalezas y psiquizarlos ordenando y volviendo funcional el
cuerpo con su sistema nervioso y sensitivo.
Lo importante de esta
experiencia querido Juan, es la comprensión de la inter‑relación existente
entre las formas expresivas materiales y las causas esenciales que las
motivan. Debes de encontrar la vía de unión entre estas realidades y
entonces podrás penetrar en el verdadero sentido de la justicia.
‑ ¿Qué es exactamente la
justicia para vosotros, Lerón?
‑Repetidamente verás en torno a
nosotros, los signos de esta virtud. No medida en los planteamientos
vuestros que llaman justicia al castigo o quizá en un sentido más elevado, a
la distribución de las cosas. Para nosotros esta virtud es la emanación de
la Suprema Ley latente en cada elemento existencial, que impulsa
equidistante a cada cosa a su justo sitio y precisamente por respeto a esta
Ley nuestras vidas sólo buscan descubrirla en cada manifestación, pues de su
descubrimiento nace la verdadera Sabiduría, productora de orden, progreso y
evolución.
Para nosotros la justicia es
una meta total, mientras que para vosotros es un medio de represión, castigo
y egoísmo. ¿Puedes dictar tú leyes a las plantas? Existe una Ley producida
por la justicia, a la que el hombre no puede contener ni recortar por ser
vital en la existencia. No obstante habéis ignorado ésta superior, para
someteros a la necedad de vuestras disposiciones.
E1 clima y las palabras de mis
hermanos crearon el carisma especial y trascendente, que pudo hacerme sentir
precisamente la simbiosis de estos conceptos no tanto teóricos, como
realidades perfectamente registradas en mi conciencia.
La dependencia hacia el cristal
oscilante fue en tal momento absorbente, que pensaba estar totalmente
hipnotizado, como si mi alma hubiera salido de mi cuerpo y se encarnara en
la varilla de sustentación del cristal. Llegó a existir una compenetración
total entre el movimiento mecánico, las formas y colores reflectantes del
cristal y la esencialidad de los presentes que se encontraba encarnada en
este punto de oscilación y reflejo. En ese momento fue cuando viví el
sentido del dinamismo o movimiento motivado por tu conciencia y pude
entender la inter‑relación de lo de arriba con lo de abajo, lo interno con
lo externo. En aquellos precisos instantes se daba alquimia a través de
nuestras conciencias y al retornar al estado total de vigilia, no pude por
menos de preguntar:
‑Yo siempre pensé que los
alquimistas transmutaban el oro y los metales, nunca imaginé todas estas
cosas maravillosas.
‑Si vieras la frecuencia,
veneración y carisma del oro, te llevarían a comprender que su naturaleza lo
sitúa en uno de los pasos dimensionales y por tanto en un estado muy
influenciable por el espíritu. Parece existir una relación entre el espíritu
y este metal y la verás plasmada en la ofrenda de los ídolos, en la
Adoración de los Reyes Magos, en el Arca de la Alianza y en tantas y tantas
manifestaciones diversas relacionadas con la adoración.
Si la alquimia se realizara
sobre el plano de la naturaleza vegetal, tu espíritu se proyectaría en la
imagen siempre carismática de la rosa, y así mismo ocurrirá con otras formas
afines al espíritu. Los antiguos alquimistas no ignoraban estas afinidades y
precisamente operaban en este campo que tanta influencia recibe del elemento
sensitivo y anímico. Nosotros hemos intentado en todo momento hacerte sentir
todos estos vínculos de unión y afinidad, que a lo largo de tu vida podrán
hacerte valorar el mundo de la verdad y del campo positivo.
Luego de este tiempo en mis
actuales realidades, recuerdo haber estado hablando con mis hermanos sobre
la historia de la alquimia y sus fundamentos. Sé que una realidad
sustancial, está impresa en el espíritu y evoco este sentimiento al momento
de la tristeza y del egoísmo para transmutarlos en paz y amor por saberme
informado inconscientemente de esta enseñanza que al momento justo opera el
milagro diario.
A mi regreso de la ciudad, tuve
ocasión de frecuentar determinados grupos y personas que decían haber
practicado o practicaban alquimia, pero unos basaban su trabajo en una
fórmula más o menos sofisticada e hermética que no indicaba nada en sí misma
por ser impersonal y carente de frutos; y los otros, actuaban por caciquismo
que dirigía su pensamiento hacia un fin ambiguo y genérico. Yo no trato ni
traté entonces de enfrentarme a ellos, éste no es mi trabajo, pero seguiré
hablando de lo que mi corazón siente cuando me visita y posee el fuego del
espíritu. En ese instante todas las fórmulas sobran. Basta un "¡Levántate y
anda!", basta un "¡No está muerta, sólo dormida!" y basta un "¿Quién me ha
tocado?", porque ésta es la alquimia del Espíritu Creante, mientras que la
otra es una técnica elaborada, poseída y racionalizada, que puede o no
atraer hacia sí la motivación del elemento o fuerza invocada, pero que no
condicionará jamás ésta, para atender a la lógica que en ese momento elabora
el sujeto poseedor de la fórmula.
Me enfrenté con personas que
aseguraban tener la técnica mental más avanzada, capaz de mutar esto o
aquello. Con otros que manifestaban interpretar la sabiduría hermética y
tradicional de determinadas órdenes iniciáticas, pero al escucharlos sólo
ellos se denunciaban en su impotencia al querer racionalizar lo abstracto y
condicionar lo inmaterial. La naturaleza de la fuerza mutante no se sujeta a
estas barreras condicionantes, siempre se conjuga en primera persona y debe
ser servida con la ética que ella demanda; es decir, con libertad espontánea
e intuición. Es necesario saberse instrumento y no instrumentalizar; es
necesario servir y no servirse; es necesario dejar libre el impulso mutante
y no condicionarle, sometiéndole a nuestro pequeño razonamiento. Algunos al
afirmar todas estas cosas, decían que mi punto de vista olvidaba nuestro
plano o nuestra razón; es decir, nuestras posibilidades, pero yo les decía y
les digo: "A cada uno lo suyo" y "lo de cada uno, para todos". Un hijo no
puede renunciar de su padre, lo mismo que yo no puedo renunciar al valor del
espíritu. También yo le condicioné, pero mi sangre se alimenta de esta linfa
y mi ánimo sólo busca acercarse al estado que sólo produce el placer de la
contemplación y participación. No puedo ceder mi libertad al método o al
razonamiento, pues nací en el signo del impulso, acunado por el fuego que
devora cada sistema o elemento. Me confieso mutante y el cambio es mi
elemento donde me muevo y respiro.
Antes de despedirme, Lerón se
puso solemne y me dijo:
‑El principio de la alquimia
hijo mío está en la cuna del Olimpo, donde el fuego de la mutación tiene su
expresión más concéntrica y estática. Es un espíritu juguetón y dinámico y
se expresa y respira en el continuo cambio de los estados y de los
elementos. Nació para mutar y mutando morirá en el seno de su propia
esencia; para con su muerte, mutar a su vez en otro estado renovante y
cambiarte. Es un espíritu que posee al elemento o sujeto y lo utiliza en su
voluntad para manifestarse. Visita la imaginación de los audaces, duerme con
el sueño de los valientes y acuna los sentimientos del que sufre. Este
carisma Juan, sólo busca ser servido con la sencillez del alma entregada y
enamorada.
Durante el tiempo pasado,
existieron seres que encarnaron este principio mutante, y trascendieron a su
tiempo y a su gente, todos ellos bebieron en la fuente del conocimiento y
ahora han renovado su ánimo mutante en el último paso de esta humanidad que
se presenta ante la última prueba de la justicia renovadora. Ellos viven en
torno a ti, pero sólo en su espíritu está la certeza de ser los mismos y
nadie puede robarles la seguridad de su esencialidad.
Podría estar escribiendo mucho
más sobre las impresiones que recibí de esta experiencia, pero entraría
excesivamente en el campo de lo subjetivo y no es esa mi intención. No
obstante sé muy bien que existe un puente de unión entre lo alto y lo bajo,
entre el bien y el mal, entre lo poderoso y lo humilde; en definitiva, entre
una polaridad y otra. Y esta realidad forma parte de mi naturaleza, sabiendo
que puedo mutar y mutarme por este conocimiento que no podría racionalizar,
pues es un estigma que me acompaña y me pertenece por aristocracia e
intuición espiritual.
Un día soñé que penetraba en
una nube de color rosa y allí se me dio un kilo de elemento absoluto y
abstracto, que me enseñó una nueva dimensión; la cuarta, que faltaba a mi
identidad, y a través de esta puerta, he visitado cada sentido nuevo de
imaginación limitada.
Fundación Nuevatlantida
Del Libro: "Alternativa
Extraterrestre"
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