VISITA A NUESTROS PATROCINADORES |
| ||||
|
¿Cómo son los
tripulantes de los ovnis? Son muchos los casos de testigos de aterrizaje de
estas naves que aseguran haberlos visto y haber tenido contacto con ellos.
¿Vienen tales naves de otros planetas, de otras galaxias o de
algún lugar desconocido de nuestro propio mundo? ¿Vienen de otras dimensión o
vienen del futuro? Personalmente me inclino hacia la hipótesis de que proceden
de un mundo hermano, del interior del planeta. La Tierra puede ser hueca, puede
existir otro mundo dentro de éste, poblado por razas muy avanzadas,
representantes de las cuales nos visitarían desde tiempo inmemorial, viniendo
hasta nosotros por dos grandes aberturas polares y por pasos de comunicación
particularmente existentes en el fondo de mares y lagos.
Vengan de donde vengan, es un hecho que no estamos solos, que
desde siempre somos visitados por entes de otros mundos.
Por los testimonios obtenidos, Jacques Vallée los clasifica
así:
A)
Seres de altura gigantescas.
B)
Hombres completamente normales.
C)
Seres alados.
D)
Monstruos de diversos tipos.
E)
Enanos (a este grupo pertenece la mayoría).
Los enanos son así subdivididos por
Vallée:
A)
Seres negros y peludos, idénticos a los gnomos de las leyendas
medievales, de ojillos brillantes y voces cavernosas y cascadas.
B)
Seres que responden a la descripción de los silfos de la Edad media o de
los elfos de la fe en el llamado pueblo oculto, de cabeza voluminosa, tez humana
y voz argentina.
La descripción de los famosos yetis, los
abominables hombres de las nieves o de los bosques corresponde también a algunos
seres que se han visto descender de esas naves.
¿Se trata de especies o razas distintas o más bien tales
variedades de seres son producto de una avanzada técnica genética?
Todos estos entes han sido vistos con aparatos respiratorios y
sin ellos. En ocasiones, se han visto reunidos a seres pertenecientes a tipos
distintos, de entre los citados.
Se considera como la más seria y completa la
clasificación hecha por el investigador brasileño Jader U. Pereira, secretario
general del grupo de Estudios de los ovnis, de Porto Alegre.
Sobre la base de 333 casos recogidos, según
testigos de aterrizaje de ovnis, conservó para su estudio 230; los otros 103
quedaron rechazados por diferentes razone: fuentes no seguras, insuficiencia de
datos, etc.
Pereira divide a nuestros visitantes en 12 tipos,
subdivididos en algunas variantes.
Los testimonios dan datos sobre la talla de los ocupantes de
las naves en 197 casos.
123 (62%) medían entre 70 cm y 1,60 m.
42 (22%) eran de altura normal (1,65 a 1,88 m).
En los extremos figura un ser de 15 cm y tres gigantes de 4 a
5 m.
No se dan siempre detalles de cabeza y cara porque los
visitantes suelen llevar escafandra.
En 77 casos se cita la piel: blanca o “normal” en 28 casos;
oscura, gris, amarilla o negra en 28 casos. 5 la vieron roja, purpúrea o
azulada, y 7 la vieron de color verde. Hay 7 casos de humanoides totalmente
peludos.
La cabellera es rubia y larga en la mayor parte de los casos
(se menciona el cabello en 71 casos). Se citan calvos en 10 casos.
Cara normal en 22 casos. En 7, los tripulantes tienen barbilla
puntiaguda.
En 5 casos se habla de “rasgos bellos”; en 2, de
“inexpresivos”. En ocasiones se citan “caras de elefante”, “caras de gato”,
“caras de sapo”.
12 testimonios citan ojos “normales”; 20, grandes y redondos;
3, de color rojo brillante; 5, fosforescentes. A veces, se indica “ojos
oblicuos”. Y en 7 casos, se dice que los visitantes sólo tenían un ojo, situado
en el centro de la frente.
A veces, grandes orejas, semejantes a las de un murciélago.
Sin nariz ni orejas, según dos testigos. Los labios, en ocasiones, tan delgados
que apenas si son perceptibles.
Con frecuencia, se describen con tórax asimétrico, manos
provistas de garras y peludas, piernas trasparentes, pies planos.
Existen otras clasificaciones, como las del doctor James
McCampbell, Peter Kolosimo, Michel Carrouges, etc.
Juan José Benítez, basándose en sus investigaciones, opina que
el 80% de los seres que nos visitan son como nosotros.
Hay, en efecto, dentro del gran número registrado de contactos
directos con los pretendidos extraterrestres, mucos casos en que los ocupantes
de las naves parecen tener una perfecta apariencia humana y otros en que seres
humanoides aparecen acompañados por lo que parecen ser individuos de nuestra
humanidad. ¿Secuestrados? ¿Pasados voluntariamente a ese otro mundo?
Pero sigamos con el tema del posible cruce sexual entre dos
mundos.
En los rollos de Lamech, se ha podido descifrar que, cuando un
día Lamech (el padre de Noé) llegó a su casa, se quedó muy sorprendido al
encontrarse con un niño cuya fisonomía y aspecto no tenían nada en común con su
familia. Se enfrentó duramente a su esposa, Bat-Enoch, negando ser padre de
aquel muchacho. Pero ella juró que era hijo de él y no de otro hombre ni de un
“hijo del cielo” (¿intraterrestre?).
Lamech fue a consultar a su padre, Matusalén. Éste, a su vez,
decidió tomar consejo del sabio Enoch. Le expuso que en su familia había
aparecido un niño cuyos rasgos no parecían humanos, sino que más bien podía
pensarse, por sus ojos, su piel, su pelo... que era un “hijo del cielo”.
Enoch escucha atentamente e informa a Matusalén que la Tierra
y la humanidad están sentenciadas, que toda “carne” será aniquilada, por estar
sucia y corrupta. Pero que ese muchacho de sospechoso origen está destinado a
ser el progenitor de los supervivientes al gran juicio universal, y que por ello
debe ordenar a su hijo Lamech que se quede con él y le dé el nombre de Noé.
Enoch había de desaparecer un tiempo después en un flamígero
carro celeste (¿ovni?).
En el primer libro del Mahabharata se narra la historia de una
mujersoltera llamada Kunti, que mantiene relaciones íntimas con el dios del Sol,
con quien tiene un hijo cuya piel brillaba, según parece, como el propio Sol.
Kunti, que temía caer en desgracia, colocó al niño en una cesta y le abandonó a
la corriente de un río (historia semejante a la de Moisés). Adhirata, un hombre
bueno, perteneciente a la casta suta, encontró la cesta y se ocupó de la crianza
y educación del pequeño.
Hay una leyenda algonquina según la cual un cazador vio bajar
del cielo un día una especie de cesta, en la que había doce doncellas
extraordinariamente hermosas, a una de las cuales logró capturar y con la que se
unió, teniendo de ella un hijo.
Hay otra leyenda que cuenta lo que pudo ser la unión sexual
entre un varón de otro mundo (¿intraterrestre? ¿extraterrestre?) y una mujer
humana. El fruto de esta unión fue un niño que se llamó Robin Goodfellow. Fue en
tiempos de Ricardo Corazón de León. Se atribuyó la paternidad a Oberón, el “rey
de las hadas”, que se enamoró de una campesina. Se dice que Robin creció, junto
a su madre, llegando a ser un hombre robusto y atractivo, de rostro sonriente.
Aquellos que le conocieron contaban que había algo especial en él que le
distinguía: cierto brillo en la mirada, cierta mueca en los labios que parecían
indicar “especiales conocimientos”. Dicen que fue un irresistible amante.
El erudito irlandés Einard Gusmond escribió, según transcribe
en la “Saga de Hrolf” el historiador danés Torfeo, del siglo XVII, y según cita
también Jacques Vallée, que estaba convencido de la existencia de esos
misteriosos visitantes, habitantes de un mundo misterioso; que eran seres
materiales, que tenían hijos y que habían dado casos de uniones físicas entre
algunas de sus mujeres con varones humanos.
“Las hadas (término con el que se ha identificado en otras
épocas a visitantes que no eran de este mundo) son notables por su disposición
amorosa –dice William Grant Steward en “The Popular Spuperstitions and Festive
Amusements of the Highlanders of Scotland” (1851)-, ya no se muestran reacias a
establecer uniones y conexiones con gente que no puede decirse con propiedad que
pertenezca a su propia especie.”
En las informaciones que pudo obtener el investigador Walter
Yveling Evans Wentz se indica que los seres del mundo oculto del sexo masculino
pueden establecer relación sexual con nuestras mujeres. ¿Es esto igualmente
válido en el caso inverso?
Pero vamos a realidades concretas y actuales.
Entre los contactos del tercer tipo con nuestros visitantes,
hay algunos sensacionales. Se trata precisamente de actos sexuales entre seres
de diferentes mundos.
El caso de Antonio Villas Boas, de 23 años de edad, dueño de
un terreno y labrador, cerca de San Francisco de Sales, estado de Minas Gerais
(Brasil), tuvo lugar el 15 de octubre de 1957. Villas Boas era un hombre
apuesto, de piel oscura, mitad portugués y mitad indígena, con escasa
educación.
En la noche del 5 de ese mes estaba en su habitación, que
compartía con su hermano Joao. Hacía mucho calor y abrió los postigos de la
ventana. Vio entonces, en medio del patio, un reflejo plateado, fluorescente,
que iluminaba todo el lugar. Era una luz muy blanca que él no veía de donde
procedía, aunque al parecer emanaba desde algún lugar alto, como si los faros de
un coche la proyectaran hacia abajo.
Nada más sucedió hasta la noche del día 14 del mismo mes. Eran
entre las 9,30 y las 10. ambos hermanos estaban en el campo, trabajando con el
tractor. “Vimos de repente una luz muy brillante, tanto que lastimaba los ojos.
Se mantuvo inmóvil en el extremo norte del campo.”
Cada vez que Antonio intentó dirigirse hacia el objeto
brillante, éste se desplazó a enorme velocidad hacia el otro extremo del campo,
deteniéndose nuevamente. De vez en cuando, emitía rayos en todas las
direcciones. Hasta que la luz se desvaneció súbitamente.
Al día siguiente, Antonio estaba solo con su tractor, en el
mismo sitio. A la una de la madrugada, apareció en el cielo un objeto brillante,
que se aproximó. Era un objeto en forma de huevo, que bajaba a enorme velocidad.
Se detuvo repentinamente y después descendió hasta unos 50 m sobre su cabeza,
iluminando el tractor y todo el suelo en su derredor como si hubiese sido pleno
día. Finalmente, tomó tierra. Antonio quiso escapar corriendo, pero se sintió
atrapado por los brazos. Eran cinco seres en total los que habían descendido, al
parecer hombres normales, de su misma estatura, salvo uno que no le llegaba a la
barbilla. Parecían fuertes. Vestían unos trajes tipo “overall” muy ajustados y
una especie de casco. Se entendían entre sí emitiendo unos extrañísimos sonidos
que recordaban a los ladridos y gruñidos de los perros.
Le hicieron subir una escalerilla y se encontró en una
habitación cuadrada, iluminada por luz fluorescente. De allí le hicieron pasar a
otra pieza mucho mayor, de forma semioval, donde vio una mesa y varias sillas
giratorias sin respaldo, todas de metal blanco. Le desnudaron. Con una especie
de esponja, derramaron un líquido sobre todo su cuerpo. Tenía frío, porque la
noche era fresca y el interior de la nave era notablemente más frío que el
exterior. Luego le pasaron a una habitación más pequeña, donde le tomaron
muestras de sangre. La estancia estaba vacía, salvo un gran sofá, que presentaba
una extraña giba en el centro. Era blando y parecía hecho con una especie de
espuma de caucho, cubierta con una sustancia suave, gris y espesa. Por unas
aberturas empezó a penetrar un humo espeso.
Tras un larguísimo intervalo, a solas, se abrió una puerta y
entró una “mujer”, totalmente desnuda, que avanzó hacia él. Era hermosa, aunque
distinta a nuestras mujeres. Bastante más baja que él, su cuerpo era esbelto,
con senos altos y separados, cintura fina, caderas anchas y largos muslos. Las
manos eran largas y finas y los pies pequeños.
Su cabello era rubio, casi blanco, lacio y le llegaba hasta la
mitad del cuello. Estaba partido, con raya en medio y las puntas se curvaban
hacia dentro. Tenía los ojos grandes, rasgados y oblicuos y la nariz recta, no
demasiado grande. El rostro era ancho, con pómulos altos y salientes. En mentón
puntiagudo y los labios tan delgados que apenas eran visibles. Las orejas,
pequeñas.
Se le aproximó en silencio y le abrazó, profiriendo aquellos
gruñidos o ladridos que parecían constituir el lenguaje de su especie. No le
besó, sino que le dio un ligero mordisco en la barbilla.
Antonio Villas Boas se sintió excitado y, olvidándose de su
extraña situación respondió a las caricias y llegó de modo natural al acto
sexual.
Se abrió la puerta poco después y uno de los “hombres” la
llamó. Antes de salir de la estancia, las hembra se volvió a Antonio, luego le
señaló a él y, finalmente, sonriendo, apuntó con el índice al cielo, en
dirección sur.
Tras ello, nuestro protagonista fue acompañado por uno de sus
captores hasta la escalerilla y depositado de nuevo en tierra. El ser que le
acompañó se señaló igualmente a sí mismo, indicó después el suelo y finalmente
levantó la mano señalando al sur. Después, la nave ascendió a una tremenda
velocidad, tomando dicha dirección. Villas Boas había permanecido en su interior
4 horas y 15 minutos.
¿Cuál era el origen y el destino de la máquina? ¿Alguna
constelación del Sur? ¿O tal vez la inmensa boca del Polo Sur que, según más de
uno pensamos, nos comunica con la otra Tierra?
El investigador Fabio Zerpa, que estudia este caso, interpreta
que si una raza extranjera está decidida a un contacto con nosotros y una
posible colonización de nuestro mundo, una de sus primeras acciones sería la de
saber su ambas razas pueden mezclarse y que lo ideal para esto sería elegir un
sujeto masculino, precisamente, y cruzarlo con un sujeto femenino propio, con un
periodo de ovulación previamente conocido. De haber utilizado un sujeto humano
de sexo femenino, hubiera habido grandes posibilidades de falta de concepción o
de producción de un aborto, debido a la considerable tensión nerviosa habida al
alejar a la mujer de su ambiente familiar y llevarla a un lugar desconocido,
ante extraños, para someterla literalmente a una violación.
Sin embargo, parece haberse dado el caso inverso, y ello, que
yo sepa en dos ocasiones: Cordelia Donovan, una maestra de escuela de
California, afirmó haber sido raptada en 1966 por un hombre que vestía un abrigo
largo, blanco. Conducía un Cadillac de color negro. Aplicó un gas somnífero a la
mujer y ésta despertó dentro de una nave misteriosa donde fue violada por un
hombre “espacial”.
El otro caso conocido es el de Marlene Travers, una mujer
residente en Melbourne (Australia), que el 21 de noviembre de 1966 cuando tenía
24 años, dijo a un periodista del “New York Chronicle” haber estado cautiva en
un platillo volante y haber sido allí violada y embarazada por un habitante de
otro mundo.
En la noche del 11 de agosto de aquel año, se hallaba
visitando a unos amigos. Estos mencionaron haber visto varios ovnis la noche
anterior, pero ella no les creyó y tomó la cosa en broma. Después de cenar, bajó
sola hasta un pequeño cruce de caminos para comprar cigarrillos. De pronto, oyó
un zumbido extraño y vio aparecer en el cielo una luz. Pensó que se trataba de
un avión... pero el ruido aumentó de intensidad hasta que vio aterrizar una
misteriosa nave sobre un campo, a menos de diez metros. “Era un disco plateado,
de unos 15 m de diámetro por 3 de altura, que parecía brillar con luz propia.”.
Se abrió una puerta corrediza y por ella salió un hombre alto y guapo, vestido
con una especie de túnica amplia de color verde metálico. La miró “con unos ojos
que parecían despedir rayos”. Ella quiso correr, quiso gritar. Pero se sentía
petrificada. El ocupante de la nave no pronunció palabra pero sí emitió un
quejido muy agudo. Ella, comprendió lo que él quería decirle, por telepatía.
Después la tocó y ella se sintió obligada a obedecer.
Entraron en la nave, pasaron junto a un tablero de
instrumentos y llegaron a una pieza “disparatadamente amueblada”. Allí, el
ocupante del ovni hizo saber a Marlene que había sido elegida para dar a luz un
niño procreado por un hombre de su mundo. Tuvo lugar el acto sexual. Después, el
hombre la acompañó al exterior. Parece que ella tropezó en algo como un
interruptor, produciéndose un destello que le quemó los tobillos.
Perdió luego la conciencia y, al despertar, se halló tendida
en el campo. Regresó a la casa de sus amigos, que habían estado buscándola sin
resultado. Su ausencia había durado varias horas. Fueron al lugar del aterrizaje
de la nave y encontraron una extensa marca en el suelo. Un médico que la
reconoció comprobó que tenía quemaduras en las piernas y tobillos. Examinada por
otro doctor, éste halló que estaba embarazada.
Frank Edwards, que se ocupó de éste caso, ignora lo que pudo
suceder con el hijo.
¿Secuestran esos seres a individuos de nuestra especie para
practicar experiencias sexuales? No olvidemos tantos casos de abducidos como se
han dado, en los que la persona asegura haber sido objeto de manipulaciones. Ni
tantos niños como, a lo largo de los años, y en todas partes, han sido
misteriosamente raptados. Ni olvidemos que son ¡dos millones de personas! Las
que, de modo inexplicable, desaparecen cada año.
Hay muchos rumores sobre criaturas nacidas en Inglaterra,
Estados Unidos, México, América del Sur y Australia, con sangre terráquea y...
de otro mundo. ¿Están realizando nuestros visitantes esos experimentos
biológicos para crear una raza híbrida que domine finalmente la Tierra?
John Keel, en su libro “Extrañas Criaturas del Tiempo y del
Espacio”, habla de que los tripulantes de los ovnis puedan emplear la ayuda
sexual de lo terráqueos para procrear y obtener nuevas especies, y dice que hay
muchos sorprendentes incidentes que parecen sugerir que tales experimentos se
están produciendo realmente.
| ||||
|
Reservados
todos los derechos. Prohibida la reproducción parcial o total.
Fotomontajes, textos e imágenes procedentes del archivo del Grupo
Editorial Bitácora, Publicaciones Electrónicas. Envíenos un e-mail y
solicite autorización. |