Hoy he visto a Anne Sexton, y me
doy cuenta de que Anne Sexton existe. Me la he follado, me la he llevado de
copas; le he dado ternura, le he hablado como si me entendiera. Me ha dicho: “Para
mí la vida es difícil, ¿sabes?” Yo la escuché despacio, y después escupí sobre
ella. “Para mí la vida es infinitamente más difícil que para ti. Todos los
días, cuando me despierto y me enfrento a mis miedos. Cuando intento
encontrarle un sentido a todo lo que hago. Payasa”.
La vida es difícil para todos.
Pero siempre puedes jugar a ser
Anne Sexton y flipar con tu menstruación.
Hay dos tipos de personas: las
que viven dejándose la piel, y las que pierden su tiempo con excusas (fingiendo
que se dejan la piel).
Hoy he visto a Anne Sexton, y he
visto una humedad nueva en el techo de la habitación que uso como despacho. Así
que he decidido que me mudo, que me cambio de trabajo, que me cambio de piel y
de vida. Y todo es mentira, porque de trabajo no es tan fácil cambiar, y mañana
no lo hago. Claro que no lo hago. Pero no importa cuándo suceda, lo importante
es que lo he decidido.
Hoy he visto mi vida (la que no
vivo, la que podría ser, la que no existe). Mi vida.
Tengo 35 años.
Una debe saber cuándo se
equivoca, cuándo toma caminos sin retorno. He soñado que vendrías y viviríamos
juntas. He dejado de tocar la guitarra para pagar mi vida en Madrid y hacer
horas extra. He dejado de escribir. He hecho todo lo que se esperaba que fuera
lo correcto. He hipotecado mis manos, que ya no dan música y que, de seguir
así, ni siquiera te darán música a ti.
Ahora que sé que no vendrás y que
solo cuento conmigo misma; ahora que he descubierto que no solo no se resolverá
la humedad original que había en el piso, sino que he estado poniendo el culo
para que me la metas bien hasta que me duela (grandísimo hijo de puta, casero,
propietario inmobiliario, chapero de mierda); hasta que no pueda sentirme más
vendida y más puta y más estúpida. Ahora que soy consciente de que mi
condescendencia con el mundo solo sirve para detenernos y morirnos un poco cada
día, lentamente. Ahora que he descubierto la diferencia entre la paciencia, la
educación y la imbecilidad... ahora... me mudo, y me busco y me acojo y me
perdono. O trataré de hacerlo. Siempre trataré de hacerlo. Siempre (seas quien
seas, aunque ahora no me conozcas, pero un día te topes conmigo) seré esa
persona que lo intenta. Y que si tiene miedo, se aguanta.
Tengo 35 años. Se me va la vida.
La vida que yo esperaba. Y adoro los poemas de Anne Sexton.
2 comentarios:
A veces cuando leo tus textos siento tristeza, y amargura, y dolor, y cabreo, y enrgía, y cansancio, y vida... siempre... vida
Hermoso blog, primera vez por sus pasillos y me ha encantado. Muchas gracias. Un saludo cordial desde EEUU.
Publicar un comentario en la entrada