domingo, 6 de mayo de 2012

Sobre la poesía de Anne Sexton

Hoy he visto a Anne Sexton, como cualquier gafa-pasta que se haya acercado a la sección de cultura de El País. Esa mujer odiosa, insoportable, soberbia. Pagada de sí misma, repugnante cuando se auto-recita (“La menstruación en los cuarenta”; algo que se titula así lo puedes escribir, pero no lo puedes recitar). Esa persona brillante e insustituible. Que no quiso ayuda; que no pudo obtener ayuda. Esa enferma.

Hoy he visto a Anne Sexton, y me doy cuenta de que Anne Sexton existe. Me la he follado, me la he llevado de copas; le he dado ternura, le he hablado como si me entendiera. Me ha dicho: “Para mí la vida es difícil, ¿sabes?” Yo la escuché despacio, y después escupí sobre ella. “Para mí la vida es infinitamente más difícil que para ti. Todos los días, cuando me despierto y me enfrento a mis miedos. Cuando intento encontrarle un sentido a todo lo que hago. Payasa”.
La vida es difícil para todos.
Pero siempre puedes jugar a ser Anne Sexton y flipar con tu menstruación.

Hay dos tipos de personas: las que viven dejándose la piel, y las que pierden su tiempo con excusas (fingiendo que se dejan la piel).

Hoy he visto a Anne Sexton, y he visto una humedad nueva en el techo de la habitación que uso como despacho. Así que he decidido que me mudo, que me cambio de trabajo, que me cambio de piel y de vida. Y todo es mentira, porque de trabajo no es tan fácil cambiar, y mañana no lo hago. Claro que no lo hago. Pero no importa cuándo suceda, lo importante es que lo he decidido.
Hoy he visto mi vida (la que no vivo, la que podría ser, la que no existe). Mi vida.
Tengo 35 años.
Una debe saber cuándo se equivoca, cuándo toma caminos sin retorno. He soñado que vendrías y viviríamos juntas. He dejado de tocar la guitarra para pagar mi vida en Madrid y hacer horas extra. He dejado de escribir. He hecho todo lo que se esperaba que fuera lo correcto. He hipotecado mis manos, que ya no dan música y que, de seguir así, ni siquiera te darán música a ti.
Ahora que sé que no vendrás y que solo cuento conmigo misma; ahora que he descubierto que no solo no se resolverá la humedad original que había en el piso, sino que he estado poniendo el culo para que me la metas bien hasta que me duela (grandísimo hijo de puta, casero, propietario inmobiliario, chapero de mierda); hasta que no pueda sentirme más vendida y más puta y más estúpida. Ahora que soy consciente de que mi condescendencia con el mundo solo sirve para detenernos y morirnos un poco cada día, lentamente. Ahora que he descubierto la diferencia entre la paciencia, la educación y la imbecilidad... ahora... me mudo, y me busco y me acojo y me perdono. O trataré de hacerlo. Siempre trataré de hacerlo. Siempre (seas quien seas, aunque ahora no me conozcas, pero un día te topes conmigo) seré esa persona que lo intenta. Y que si tiene miedo, se aguanta.

Tengo 35 años. Se me va la vida. La vida que yo esperaba. Y adoro los poemas de Anne Sexton.

2 comentarios:

Rafael dijo...

A veces cuando leo tus textos siento tristeza, y amargura, y dolor, y cabreo, y enrgía, y cansancio, y vida... siempre... vida

Noris Marcia dijo...

Hermoso blog, primera vez por sus pasillos y me ha encantado. Muchas gracias. Un saludo cordial desde EEUU.