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De: "Santiago Merino" <vozdeestrellas@concienciaplanetaria.es>
Título: Pusharo // Mensaje y Mensajero
Fecha: Sat, 23 Jan 2010 00:40:14 +0100
Para: <ummo@hispavista.com>
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CONCIENCIA PLANETARIA
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Pusharo, un sitio rupestre extraordinario en la selva amazónica de Madre de Dios, Perú (1)

 

Rainer Hostnig rrhostnig@speedy.com.pe SIARB. Cusco, Perú

Raúl Carreño Collatupa raulcarreno@ayar.org.pe Grupo AYAR,Cusco, Perú

 

Introducción

 

Los petroglifos de Pusharo constituyen un testimonio cultural sobresaliente de los pueblos amazónicos que habitaban la selva de los actuales departamentos de Cusco y Madre de Dios hace muchos siglos atrás. La gran concentración de signos grabados en un panel de dimensiones monumentales convierte a estos petroglifos en una de las manifestaciones de arte rupestre más importantes de la amazonía peruana. A pesar de que el sitio es conocido desde hace más de ochenta años, recién fue reconocido en el 2003 como patrimonio arqueológico por el Instituto Nacional de Cultura del Perú.


Para muchos exploradores, buscadores de tesoros y seguidores de la corriente esotérica y mística, la zona de Pusharo y los grabados rupestres estarían relacionados con el legendario Paititi (2), por lo que desde hace varias décadas recibe la visita, sea ilegal o autorizada mediante un permiso especial de la Jefatura del Parque Nacional del Manu, de grupos extranjeros o nacionales, entre los que figuran aventureros y buscadores de tesoros, productores de cine, escritores, expedicionarios y también miembros de una hermandad mística-religiosa llamada Rahma, que afirman haber entrado en contacto con extraterrestres frente a la pared de los petroglifos, probablemente bajo el efecto de plantas alucinógenos como la ayahuasca.


Los miembros de la comunidad nativa de Palotoa Teparo consideran a Pusharo como territorio de sus ancestros e interactuaban con los petroglifos todavía hasta hace pocos años atrás en el marco de sus rituales vinculados a acontecimientos de caza colectiva de animales silvestres. El artículo resume los avances en el estudio de los petroglifos de Pusharo que requieren ser continuados, profundizados y ampliados a zonas contiguas a Pusharo donde podrían existir otros sectores con grabados actualmente cubiertos por la vegetación.

 

Ubicación y acceso

 

Pusharo está ubicado en la cuenca media del río Palotoa, distrito y provincia de Manu, departamento de Madre de Dios, suroriente del Perú, a una altura de 529 m.s.n.m., dentro del Parque Nacional del Manu, integrante del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SINANPE), bajo la jurisdicción y tutela del Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA). Según la nueva zonificación del Plan Maestro del PNM actualizado (INRENA/Pro-Manu, 2004), Pusharo forma parte de la Zona Histórico-Cultural del PNM, que abarca 18252.68 has y se encuentra localizada en el sureste del área protegida.


El acceso desde el Cusco es por la carretera de penetración a la selva. Pasando por el pueblo andino de Paucartambo y los centros poblados amazónicos de Pillcopata y Salvación, se llega, tras un recorrido de unas 7 horas en vehículo particular, al km. 250, en el que se encuentran el embarcadero de Santa Cruz y un Puesto de Vigilancia del PNM, en el que deben registrarse los visitantes, autorizados por la Jefatura del PNM en el Cusco para visitar a Pusharo. El viaje prosigue en "peque peque" (bote de madera con motor de dos tiempos), siguiendo primero, río abajo, el Alto Madre de Dios, hasta cerca del poblado y misión dominica de Shintuya; luego se surca el río Palotoa hasta el Tambo Palotoa, en la margen izquierda, donde se puede pernoctar, previa coordinación y pago al representante de la comunidad encargado del albergue. Si el caudal lo permite, se puede llegar el mismo día hasta el refugio Pusharo, ya en el PNM, y surcar o caminar al día siguiente hasta el pongo donde se encuentran los petroglifos. En estiaje, el viaje en bote termina en el Tambo o, río arriba, en la desembocadura del tributario llamado Avaroa (lugar también conocido como Rinconadero), donde existe un conjunto de casas pertenecientes a un grupo familiar matsiguenka llamado "Japón". Desde aquí el trayecto por tierra demanda tres horas de camino a pie hasta Pusharo, siguiendo el lecho del río Palotoa.

 
Sobre el nombre Pusharo

 

En la bibliografía consultada, el sitio figura bajo los nombres de Shinkibenia o Pantiacolla (Cenitagoya, 1921), Pantiacolla (Kauffmann Doig, 1983), Palotoa, Pucharo o Pusharo. En el caso de Pantiacolla, el topónimo corresponde a la cadena montañosa que flanquea el río Palotoa hasta su desembocadura en el río Alto Madre de Dios, pero algunos autores utilizaron también este nombre en alusión al río Pantiacolla cuyo nombre oficial es Palotoa o Porotoa. Hacia los años ochenta surge en la bibliografía y se impone finalmente el nombre de Pusharo, topónimo empleado por los matsiguenkas, y que actualmente, gracias a la Resolución Directoral 015 del INC-Lima del 2003, es el nombre oficial del sitio.

El río Palotoa, clima y zonas de vida

El río Palotoa 3) nace en la cordillera de Piñi Piñi, a aproximadamente 1,000 m.s.n.m.; transcurre de noroeste a este y, al romper el último contrafuerte andino forma el pongo de Meganto para luego desembocar en el río Alto Madre de Dios, en las proximidades de Shintuya.

 

Fig. 4 El río Palotoa cerca del pongo de Meganto

El río, flanqueado por terrazas bajas y medias, corre por un lecho de grava que en varios tramos presenta fuertes pendientes y numerosos rápidos, algunos de los cuales dificultan la navegación. En tiempo de verano, sus aguas son limpias y transparentes; en época de lluvias, el río se vuelve torrentoso y arrastra árboles desarraigados que originan palizadas. En el tramo entre la comunidad de Palotoa-Teparo y Pusharo, el cauce del río llega a bifurcarse, formando en ocasiones dos y más brazos secundarios (anastomosis fluvial). En la actualidad, en tiempo de crecida, el caudal del río puede hacer desaparecer las playas y sumergir parcialmente los petroglifos del panel principal.

 

Por su ubicación cerca del llano amazónico, el clima es cálido y húmedo, con una temperatura promedio anual de 17°C a 22.5°C y precipitaciones de 2000 a 4000 mm/año. Se distinguen dos estaciones: una seca, de mayo a septiembre, con pocas lluvias y temperaturas menores, y otra lluviosa, de octubre a abril, con las temperaturas más altas del año e incremento de lluvias y evapotranspiración.

Las Zonas de Vida que corresponden al área de Pusharo son: Bosque muy húmedo Subtropical transicional a Bosque pluvial Subtropical (bmh-S/bp-S) y Bosque pluvial Subtropical (bp-S).

 

Declaración de Pusharo como Patrimonio Cultural de la Nación

 

Según publicación en El Peruano del jueves 23 de enero del 2003, la Dirección Nacional del Instituto Nacional de Cultura, mediante Resolución Directoral Nacional Nº 015/INC, declaró a los petroglifos de Pusharo como Patrimonio Cultural de la Nación 4). Desde entonces han pasado tres años sin que las dependencias del Instituto Nacional de Cultura hayan logrado cumplir con el encargo del dispositivo legal de elaborar los planos de delimitación con su respectiva ficha técnica y memoria descriptiva y de inscribir además a Pusharo como Patrimonio Cultural de la Nación en los Registros Públicos y en el Sistema de Información Nacional de Bienes de Propiedad Estatal (SINABIP); tampoco existen disposiciones, mecanismos administrativos ni recursos financieros apropiados para garantizar la conservación del sitio ante una futura afluencia de visitantes. Esto es preocupante ya que los petroglifos, como se sabe, constituyen un bien no renovable, único, frágil e irreparable.

 

LOS PETROGLIFOS DE PUSHARO

 

El descubrimiento

 

Los petroglifos de Pusharo parecen haber sido encontrados por primera vez en 1909, durante una "correría de indios" por un cauchero, quien los describió como letras góticas esculpidas. (Cenitagoya, 1943:138-140). Doce años más tarde, el 14 de agosto del 1921, el misionero dominico Vicente de Cenitagoya, acompañado por el fraile de su congregación Jesús Broca y el sacerdote José Rodríguez así como por tres guías matsiguenkas, llegó a Pusharo desde la misión ubicada en la boca del río Manu y realizó los primeros dibujos de algunos petroglifos. Registró el lugar bajo el nombre de Río Shinkibenia. Desafortunadamente perdió luego sus apuntes y tuvo que reelaborarlos de su memoria para un artículo que publicó veintidós años más tarde. Llegó a la conclusión de que se trataba de una escritura oriental y gótica y de escenas del Viejo y Nuevo Testamentos, como el hecho de la creación, el primer pecado, la Virgen con su hijo, el arrepentimiento y la promesa de redención. (Cenitagoya, 1943:142-145)

 
Sobre esta peculiar interpretación de los petroglifos, Kim Macquarrie y André Bärtschi (1998:276), en la segunda edición de su obra sobre el Parque Nacional del Manu, comentan que "....Satisfechos con sus resultados, los misioneros partieron, sin llegar nunca a darse cuenta de que acababan de participar en un auténtico test de Rorschach ? un tipo de examen psicológico estándar, en el que se pide al paciente que describa lo que ve en una serie de manchas de tinta?. Las figuras que se observan, no son inherentes a las manchas, sino que representan imágenes que existían previamente en la mente del paciente". La interpretación disparatada de los petroglifos por parte del religioso dominico no es un caso aislado y encuentra su parangón en las elucidaciones y elucubraciones absurdas que sobre ellos se han publicado en artículos periodísticos y libros de corte sensacionalista en las últimas décadas.

 

Pusharo y los buscadores del Paititi

 

Desde 1921 pasaron casi cincuenta años sin que se produjeran reportes de visitas a Pusharo. En julio de 1969, llegó al sitio el médico arequipeño Carlos Neuenschwander Landa, frenético buscador del legendario Paititi, quien, al verse impedido de aterrizar con el helicóptero a su disposición en la meseta de Pantiacolla, optó por la visita a Pusharo, junto con Santiago Yábar Calvo, empresario turístico del Cusco, los hermanos Corisepa, indígenas huachipaeris de Shintuya, y el taxidermista Celestino Kalinowski, entre otros.


Un año más tarde, en 1970, el Padre dominico Adolfo Torralba fotografió el panel de petroglifos para el archivo de los Misioneros Dominicos. El misionero español Joaquín Barriales, de la mima congregación, investigador aficionado del arte rupestre (quien en 1982 publicara el trabajo del alemán Christian Bües sobre los petroglifos de la cuenca del Alto y Bajo Urubamba, en la región amazónica del Cusco), hizo dibujos a partir de las fotografías de Torralba y los incluyó en la publicación referida. (Barriales, 1982: 48).


En 1975, los aventureros Nicole y Herbert Cartagena (pareja franco-peruana) llegaron a Pusharo y en su libro "Sobre la pista de los incas" lo describieron como un nuevo descubrimiento realizado por ellos. En 1978, el cusqueño Fernando Aparicio Bueno, quien recibió una distinción de parte de la empresa Rolex, por sus méritos en la búsqueda del Paititi, visita el sitio y Carlos Neuenschwander continúa pasando por Pusharo en varias de sus múltiples expediciones durante los años setenta y ochenta.


Gregory Deyermenjian, junto con gente local, un guardaparque, tres matsiguenkas de Palotoa-Teparo y guiado por Santiago Yábar Calvo, visitó Pusharo en octubre de 1991 durante su expedición en búsqueda del Paititi, patrocinada por el Instituto Nacional de Cultura del Cusco. En otras expediciones visita el complejo arqueológico inca de Mameria, al parecer descubierto por el explorador peruano Ludwig Essenwanger, y publica en la página web http://correo.hispavista.com/Redirect/rupestreweb2.tripod.com/www.paititi.com una relación de sus viajes y algunas fotografías de los restos arquitectónicos y artefactos encontrados.

 
En las últimas tres décadas, muchos otros exploradores, buscadores de tesoros y aventureros han visitado a Pusharo, buscando pistas para el descubrimiento del Paititi. Los relatos de sus odiseas por la selva del Manu y sus descripciones de los vestigios arqueológicos hallados (por muy problemáticas y criticables que la mayoría de éstas incursiones sean, desde el punto de vista del respeto a la vida de los indígenas en aislamiento voluntario y de la protección del patrimonio arqueológico de la zona), mientras no se realicen estudios científicos serios ?debidamente autorizados por la entidad competente? sobre las evidencias arqueológicas en el Parque Nacional y sus alrededores, seguirán constituyendo la única fuente de información para los que buscan datos sobre vestigios de la presencia humana de épocas precolombinas en esta parte de la selva amazónica.

En diferentes páginas web se puede encontrar parte de esta información dispersa y divulgada en diversos idiomas, como los emocionantes relatos de Gregory Deyermenjian sobre sus múltiples expediciones al interior del Manu y el resumen de un interesante artículo suyo sobre los petroglifos de Pusharo, publicado en la Revista Athenas Review en el año 2000. El periodista peruano Jorge Riveros Cayo sintetizó los principales descubrimientos de Deyermenjian en un reportaje aparecido en la revista de arquitectura ARKINKA, en octubre del 2000, acompañado de varias fotografías a color sobre restos arqueológicos y algunos ceramios y artefactos de cobre y tumbaga de facción inca, hallados en el interior del PNM.

 

Exploraciones de carácter científico

 

Uno de los primeros arqueólogos que visitó a Pusharo fue el peruano Federico Kauffmann Doig, en 1970, quien publicó una fotografía y un corto párrafo en su libro "Manual de la Arqueología Peruana" (edición de 1983), con un primer calco de los petroglifos a manera de bosquejo.

 
Diez años más tarde, entre 1980 y 1981, ingresó al lugar la expedición veneciana del Centro Studi Ricerche Ligabue, bajo la dirección del arqueólogo italiano Giancarlo Ligabue. Se tiene conocimiento (comunicación personal del Dr. Kauffmann Doig) de que el equipo calcó y documentó por primera vez de manera rigurosa todos los grabados del sitio principal, desconociéndose, lamentablemente, el resultado de esta labor pionera. En el mismo año, 1981, el alemán Hans Ferstl realizó su investigación antropológica sobre los matsiguenkas, recopilando información sobre sus mitos y su relación con los petroglifos (Baer et al., 1983).


En 1996, la entonces estudiante de antropología de la UNSAAC, Patricia M. Vega Centeno A., recibe apoyo económico de la ONG peruana Pro-Naturaleza para realizar una documentación pormenorizada de los petroglifos de Pusharo y Queros en el marco de sus prácticas pre profesionales. A pesar de presentar algunos errores de descripción y análisis, tiene el mérito de constituir el primer trabajo conocido que aporta calcos a escala de los petroglifos de la parte visible del panel principal de Pusharo, ejecutados mediante la técnica de frottage 5). En ellos, sin embargo, no aparecen los dos grandes soles de la parte superior del panel ni los grabados erosionados existentes en la base de la pared rocosa.

 

En 1999, el Proyecto Especial PLAN COPESCO de Cusco, por encargo de Pro-Manu (Proyecto de un convenio bilateral peruano-europeo) y con financiamiento de la Comisión Europea, realiza una prospección de Pusharo para incluirlo en un circuito turístico manejado por los matsiguenkas de Palotoa-Teparo. El equipo contratado por esta institución paraestatal, sobre la base de un registro fotográfico del panel de petroglifos del sitio principal (sector A), elaboró el primer mapa digitalizado de los grabados (ver Figs. 23 a 27). No mencionan en su informe los petroglifos de los sectores B y C de Pusharo.


Del vasto material documental producido por investigadores particulares o instituciones nacionales y extranjeras en forma de películas, fotografías y calcos sobre los petroglifos de Pusharo, sólo una mínima parte se encuentra publicada en artículos y libros científicos o de corte popular. En el medio peruano sólo están disponibles en bibliotecas a cargo de instituciones gubernamentales (INRENA) y privadas (Pro-Naturaleza) los resultados de los dos registros mencionados en los acápites anteriores. El INRENA, a pesar de haber autorizado en varias ocasiones el ingreso a la zona de Pusharo de personas registradas como camarógrafos, escritores o antropólogos, no cuenta con los informes de las visitas y tampoco con los resultados publicados sobre los estudios realizados.

Los petroglifos

En las publicaciones consultadas sobre Pusharo, con excepción del mencionado artículo de Deyermenjian, sólo se encuentran descripciones de los petroglifos descubiertos por Cenitagoya en 1921. En los viajes de prospección a la zona de Pusharo realizados entre los años 2000 y 2005 pudimos localizar y estudiar otros dos sectores con grabados, los que, para fines descriptivos, hemos codificado con las letras B y C, reservando la letra A para el sector principal. Los tres sectores se encuentran en el tramo final del Pongo de Meganto. El sector o subsitio B, que se describe más adelante, fue encontrado por Santiago Yábar y Neuenschwander (1983) en una de sus visitas a Pusharo y revisitado por Deyermenjian en 1991 (2000:75).

 

 

Sector A

 

El Sector A corresponde al sitio principal y se encuentra en la margen derecha del río Palotoa, en la base de un escarpe rocoso de unos 25 m de altura. La orientación de la pared es N330°. Las características geológicas y mineralógicas del soporte se consignan en el capítulo sobre la Geología de Pusharo.


La medición del panel de petroglifos realizada en febrero del 2005 arrojó un largo de 24.7 m, un alto promedio de 2 m (medidos desde la base actual) y un alto máximo de 4.3 m, en el lugar donde se encuentra la figura aislada de un sol radiado.

 

En los primeros 12 m, medidos desde la izquierda, hay iconos aislados, mientras que en los restantes 12.7 m la concentración de los grabados es extremamente densa, cubriendo la pared por completo hasta la altura arriba indicada.


Ferstl (1986) describe la técnica de ejecución empleada como de percusión o picado profundo, posiblemente realizado con hachas o martillos líticos con posterior acabado hecho restregamiento con una piedra y arena húmeda. Esta observación es válida para la mayoría de los grabados del panel. Sin embargo, en la parte superior de la banda grabada, sin embargo, se encuentran también petroglifos con surcos de poca profundidad y sin acabados, posiblemente de mayor antigüedad que los otros.


El perfil de los surcos es en forma de "U", con los bordes redondeados. El ancho y la profundidad de los surcos varían de pocos milímetros hasta 3 y 4 cm. Algunos grabados resaltan por la profundidad de los surcos y tienen la apariencia de bajorrelieves. (Fig.14)
Los petroglifos del sector A de Pusharo se caracterizan por su estilo eminentemente geométrico y abstracto 6). Los pocos motivos clasificables como figurativos son principalmente antropomorfos en forma de cabezas o máscaras humanas (motivos "figurativos abstractos"), serpientes, huellas de felinos y representaciones del astro sol. Algunos motivos peculiares compuestos de dos elementos ?una figura en forma de T, contorneada o simple con un apéndice complejo o sencillo que se desprende de la parte superior?, podrían interpretarse especulativamente como abstracciones de cabezas antropomorfas o zoomorfas (jaguar?) adornadas con penachos de plumas (Figs. 15 y 16). Usaremos tentativamente para estos motivos el término "figurativos geometrizados".

 

 

Las figuras más llamativas y las que saltan primero a la vista, son diferentes tipos de representaciones cefaliformes o máscaras provistas de rasgos faciales, aisladas o entrelazadas con simples o complejos motivos de forma geométrica. El tipo más frecuente es de forma acorazonada que, por ser el motivo más representativo del sitio, se ha convertido en el emblema de Pusharo. Tres de estas máscaras o cabezas están contorneadas con líneas que salen de la hendidura en la parte superior de la cabeza y terminan en el mentón. Puede tratarse de la representación del cabello (Figs. 19 y 20, Fig. 28ar, as, au). De una de las cabezas-máscara se desprenden líneaturas onduladas que terminan en un gancho: posiblemente sea la estilización de un adorno plumario (Fig. 28ar). Las demás cabezas o figuras mascariformes son más sencillas (Fig. 17) o más abstractas como las que presentan ojos en forma de espiral (Fig. 19 y Fig. 28at, abajo) o aquellas donde la línea o el surco de contorno de la cara termina en dos espirales a manera de ojos (Fig. 18 y Fig. 28ap, at), otros formados por un simple hoyuelo redondo (Fig. 28aq, as, au). La boca está generalmente indicada por una raya horizontal y, ocasionalmente, por un hoyuelo: la nariz, por una raya vertical, por un hoyuelo o está ausente. Un motivo comparable con la figura de un reloj de arena, ha sido provisto de rasgos faciales (ojos y boca) convirtiéndolo así en una figura antropomorfa estilizada con dos cabezas o rostros contrapuestos. (Fig. 28av)

 

Los dos motivos solares no se ven a primera vista por lo erosionado de los surcos y la pátina que los cubre y por estar uno de ellos a considerable altura (4.5 m). Son representaciones de soles radiantes, uno con rayos en forma de líneas rectas (Fig. 35) y el otro en forma de triángulos (Fig. 28ai). El sol más alto tiene forma de una espiral que termina en un pequeño hoyuelo en el centro de la figura, mientras que el sol de rayos triangulares está formado por tres círculos concéntricos.

En el calco digitalizado a partir de fotografías aparece la figura de un camélido (Fig. 25) y la de dos posibles antropomorfos con brazos y torso trazados en el estilo de stick figures (Fig. 26). En el primer caso se trata de un claro error de lectura de las fotografías, puesto que en la prospección del sitio realizada en febrero del 2005 no se ha podido distinguir ninguna figura de un cuadrúpedo con estas características. En el caso de las figuras tipo "palito" de apariencia humana ligadas a motivos geométricos, por las analogías con figuras muy similares en un bloque rocoso situado a orillas del río Pangoa fotografiadas por el Padre dominico Andrés Ferrero (1947: 210) en los años 40, pensamos que efectivamente podría tratarse de la representación, bastante abstracta, de seres humanos.

Otra de las características más marcadas de los petroglifos de Pusharo es el alto grado de entrelazamiento de las figuras en el panel del sector A, un factor que dificulta o impide en muchos casos la separación de figuras para fines clasificatorios y comparativos. Aunque esta organización espacial de las representaciones es relativamente frecuente en los grabados rupestres de la amazonía peruana (los ejemplos más cercanos son los grabados rupestres de Pangoa, Ocobamba, Río Yavero y Quebrada Honda, en las Provincias de La Convención y Calca; ver Barriales, 1982), en Pusharo la articulación de las representaciones mediante líneas "conectoras" como elemento estilístico es particularmente impresionante por la monumentalidad del panel y la enorme cantidad de figuras entrelazadas. Si observamos el calco del panel en las Figs. 23 a 27, notamos, sin embargo, que el tratamiento pictórico no ha sido uniforme: mientras que en la parte izquierda los elementos se encuentran organizados de manera separada y aislados por espacios de roca sin grabados, a medida que la vista avanza hacia la derecha y hacia el centro del panel, notamos que aumenta el número de íconos y el grado de enlazamiento para luego formar un conjunto enmarañado de figuras y líneas vinculadas entre si. Los vacíos que aparecen en el calco entre los signos entrelazados de la parte central en realidad no existen, siendo más bien un reflejo de las grandes dificultades que se presentan en un estudio cuando se digitalizan fotografías tomadas a distancia y en las que ya no son visibles determinados detalles y tampoco los grabados erosionados de escasa profundidad que abundan en la parte baja del panel.

Cabe resaltar que no se ha podido observar superposiciones, lo que permite especular que los grabados de la banda horizontal descamada de la roca probablemente hayan sido hechos en un tiempo relativamente corto y por los miembros de un mismo grupo étnico. El soporte rocoso, ?roca arenisca y no granítica como erróneamente aparece en la bibliografía sobre Pusharo desde la primera referencia de Cenitagoya?, aparte de la delgada capa superficial de alteración silícica, no presenta mayor resistencia a la percusión y pudo haber sido trabajada fácilmente con instrumentos sencillos de piedras afiladas de dureza mayor, como las que abundan en las orillas del río Palotoa.

 

 

Aunque en el panel aparecen varios grabados de manera separada, por sus características formales y tipológicas, es posible aislar algunos íconos del conjunto entrelazado y clasificarlos de acuerdo a las categorías convencionales, el intentar establecer un corpus cuantificable de representaciones nos parece un esfuerzo inútil y cuestionable, tanto por el alto grado de subjetividad que implica la tarea de querer identificar y delimitar los íconos, como por la mutilación inevitable de signos y símbolos no reconocibles por nosotros y con ello de las ideas que estos posiblemente representen. Las grandes diferencias en el cómputo de los íconos, ?210 registrados por Patricia Vega Centeno (1996) y "275 símbolos enigmáticos" identificados por el arqueólogo Julinho Zapata del Convenio Pro-Manu/Plan Copesco (2000)?, son una clara muestra de estos muy poco útiles intentos "cuantificatorios", que más bien contribuyen a confundir o distorsionar la percepción del conjunto.

Aún no estamos en condiciones de compartir con los lectores una clasificación tipológica que tome en cuenta la particularidad de la organización espacial de los petroglifos, por lo que nos limitamos a presentar a continuación un listado de motivos o elementos reconocibles, aislados o que forman parte de un conjunto de signos entrelazados de poca complejidad. Reconocemos que se tiene que profundizar mucho más el aspecto del análisis morfológico y de las asociaciones de elementos, lo que pueda ayudar quizás en la descodificación de algunos de los signos ahora ininteligibles.

 

Motivos geométricos

  • Círculo simple
  • Círculo simple con aspa en el interior (Fig. 28ah)
  • Círculo simple con punto central unido a línea (Fig. 28m)
  • Círculo simple unido a línea ondulada (Fig. 28n)
  • Círculo simple unido a línea curva
  • Círculo doble concéntrico (Fig. 28ae)
  • Círculo concéntrico unido a línea
  • Estructura subcircular grande con división interna a manera de rombos con puntos céntricos (Fig. 28af)
  • Estructura circular grande, compartimentada mediante líneas diagonales, onduladas y en zigzag (Fig. 28ag)
  • Cruz simple
  • Cruz simple con elemento envolvente cruciforme completo (framed cross)
  • Estructura cuadrangular concéntrica con punto central, asociada a estructura parcialmente envolvente (Fig. 28v)
  • Estructura rectangular con punto central
  • Espiral simple (Fig. 28p)
  • Espiral simple terminando en gancho (Fig. 28q)
  • Espiral doble invertida (Fig. 28h)
  • Espiral doble unida a línea (Fig. 28d)
  • Dos espirales unidas por rectilínea, invertidas y opuestas (Fig. 28a)
  • Dos espirales simples unidas mediante línea ondulada (Fig. 28g,i-k,x)
  • Espiral doble opuesta con línea de contorno (back to back) (Fig. 28b)
  • Dos espirales simples unidas por línea recta (Fig. 28d)
  • Espiral rectangular conformada por dos líneas paralelas (Fig. 28r)
  • Espiral rectangular terminada en línea ondulada (Fig. 28s)
  • Espiral conectada a línea quebrada
  • Espiral rectilínea trapezoidal con media vuelta adicional (Fig. 28t)
  • Elemento en forma de "S"
  • Elemento en forma de "X"
  • Línea sinuosa simple
  • Línea sinuosa a cuyo extremo se encuentran adosados un círculo y una espiral (Fig. 28y)
  • Línea quebrada simple (Fig. 28ac)
  • Líneas concéntricas en forma de "U" invertida
  • Líneas onduladas paralelas (Fig. 28ak)
  • Líneas serpentiformes (también clasificables como serpientes)
  • Línea meándrica simple
  • Puntos aislados
  • Rejilla
  • Rombos simples
  • Triángulo simple
  • Estructura en forma de reloj de arena (Fig. 28ad, av)

Signos de elementos repetitivos:

  • Serie de rombos conectados y alineados verticalmente (Fig. 28aa)
  • Puntos agrupados
  • Línea meándrica doble
  • Estructura compuesta por cuadrículas en serie, alineadas horizontalmente (Fig. 28aj)
  • El signo más frecuente entre los grafismos geométricos es la espiral en sus diferentes variaciones, seguido por la línea curva y sinuosa conectada con otro elemento geométrico o biomorfo.

Motivos antropomorfos

  • Rostros antropomorfos o máscaras en forma de corazón con ojos puntiformes o espiralados y boca en forma de raya horizontal (Fig. 28aq-au)
  • Cabezas humanas con la línea de contorno terminada en espirales a manera de ojos (Fig.28ap, at)
  • Triángulos opuestos con doble contorno y con puntos interiores ordenados a manera de un rostro humano (Fig. 28av)
  • Figura biomorfa (stick figure) con cabeza y extremidades superiores extendidas. La anatomía de la parte inferior del cuerpo no está clara. Una línea larga que termina en un gancho ondulado podría ser una cola (Fig. 28ao).
  • Estructura cuadrangular con elemento en forma de figura humana sin extremidades inferiores saliendo de la parte superior

Motivos zoomorfo

  • Serpientes (Fig. 28al)
  • Máscara o cabeza de felino (Fig. 28an)
  • Tridígitos, quizás huellas de ave
  • Agrupación de puntos a manera de huella de felino (Fig.28am)

Motivos astronómicos

  • Sol en forma de espiral y rayos rectilíneos
  • Sol formado por círculos concéntricos y rayos triangulares (Fig. 28ai)

Motivos posiblemente biomorfos

  • Estructura compuesta por un elemento en forma de una "T" contorneada (cabeza?) unido a un diseño vertical complejo (tocado estilizado?)


En 1986 fue publicada la obra pionera sobre los petroglifos de Sudamérica y del Caribe de Cornelius Dubelaar cuyo aporte principal es la clasificación de los motivos rupestres en los llamados pilot motifs o motivos-guía, característicos para la región de la cuenca amazónica. Dubelaar, quien había conocido los petroglifos de Pusharo, del río Queros y de la provincia de La Convención mediante fotografías, identificó entre los grafismos de estos sitios varios que tienen una clara afinidad con los pilot motifs por él establecidos. Son los petroglifos en forma de círculos concéntricos, camélidos, huellas de pies humanos, felinos, cabezas antropomorfas con volutas (curled shoulder), dos barras opuestas terminando en ganchos o volutas (back to back), cruces contorneadas (framed crosses), dos círculos unidos por barra (ring and bar), líneas zigzagueantes, espirales dobles, ranas y figuras antropomorfas de simple delineado (match stick figures); en total, 11 de los 17 motivos panamazónicos (Dubelaar, 1986:119; Baer et al, 1983). Dubelaar omite el motivo del sol radiado por no haber tenido conocimiento de su existencia en el panel de Pusharo, con lo que el número total aumenta a doce. De estos doce pilot motifs registrados, Pusharo participa con cinco de ellos, específicamente con el sol radiado, líneas en zig-zag en dos variantes, círculo concéntrico, espiral doble y el motivo llamado back to back. Si interpretamos una de las figuras como la posible representación estilizada de la cabeza de un jaguar visto de frente y aceptamos que los motivos en forma de "T" con los complejos apéndices en la parte superior a manera de penachos podrían representar abstracciones de máscaras o cabezas de felinos, el número de motivos-guía llega a seis. Un argumento irrefutable para el origen amazónico de los petroglifos de Pusharo.

 

Sector B

Hacia la derecha del panel del sector A, un sendero apenas visible sube en medio del bosque por una ladera empinada y continúa, a una altura de unos 18 m encima del río, unos 60 m hasta llegar a una zanja profunda al lado de la pared del acantilado. El pozo excavado por huaqueros en búsqueda de tesoros, se encuentra directamente al pie del panel de los petroglifos.

 

El panel ubicado a 650 m.s.n.m tiene un largo de 4.8 m y un ancho o alto visible de 1.3 m; su orientación es N280°. La técnica, estilo y motivos de los petroglifos de este sector difieren de los del sector A.

En este panel pequeño se pueden distinguir 4 tipos de motivos, ordenados según su frecuencia.

  • Incisiones profundas o superficiales de trazos rectilíneos cortos o largos, verticales u oblicuos, con surcos de perfil triangular. Algunas tienen la forma de huellas de ave.
  • Formas geométricas representando cuadriláteros sin elementos interiores; cuadriláteros con líneas diagonales cruzadas en el interior y cuadriláteros compartimentados;
  • Líneas cruzadas, líneas rectas, simples o dobles, líneas en zigzag
  • Depresiones rectangulares de escasa profundidad.
  • Máscara o cabeza humana como único motivo figurativo en el panel de este sector.
  • La nariz ancha y prolongada que se junta con la boca, le otorga un rasgo felínico. La diferencia morfológica entre esta cabeza o figura mascariforme y las del sector A salta a la vista: contiene más detalles faciales indicados mediante incisiones rectilíneas horizontales, verticales y oblicuas lo que le confiere también un aspecto más naturalista.

En comparación con los petroglifos del sector A, en los grabados del sector B están ausentes los relieves pronunciados o dobles bordes, predominan las rectilíneas sobre las curvilíneas, se presentan depresiones rectangulares (ausentes en el sector A) y en cuanto a los surcos de los grabados prevalece el perfil en V.

 

Sector C

En la margen izquierda del río Palotoa, frente al sitio principal, hay una cueva en la pared del acantilado, donde el agua del río forma un remanso. El ancho de la boca alcanza 16.5 m y la profundidad 9.4 m. En la pared exterior de la cueva se puede observar un pequeño panel de petroglifos.

Por la humedad del sitio dificultando la identificación de los motivos. En la visita de febrero del 2005, en la pared rocosa situada encima de la cueva formada por los remolinos del río Palotoa, frente al sector A, sólo se encontró un pequeño panel de 15 por 50 cm, orientado hacia el sureste. Los pocos petroglifos de este sector que han resistido a la arremetida del río, por encontrarse a mayor altura, son de surcos delgados y poco profundos, diferentes a los de los sectores A y B. No son accesibles, por encontrarse encima del agua. La pared está cubierta por una capa de musgo y líquenes, su acceso es peligroso, debido a lo resbaloso de la roca inclinada en la base, todo lo cual entorpece la identificación de los motivos. En la parte derecha del panel se distingue un motivo rectangular de 17 cm de alto con otros elementos hacia la derecha, un signo escalonado a la izquierda y otro no identificable.

En la visita de febrero del 2005 ya no se pudo localizar una máscara grabada en la parte izquierda de la roca, puesto que el agua ha erosionado el soporte, cambiando drásticamente la fisonomía de la roca arenisca en la parte inferior del escarpe.

 

Datación e interpretación

 

Por sus características morfo-climáticas, el lugar (sectores A y C) es periódicamente inundado por el río, mientras que los remolinos formados en época de crecida delante de los acantilados en ambas márgenes han removido el suelo innumerables veces desde que se hicieron los petroglifos; debido a esto es prácticamente imposible encontrar sustratos que contengan evidencias de artefactos arqueológicos, como fragmentos de cerámica, herramientas líticas, materiales orgánicos como restos óseos, tejidos o carbón de fogones, los que permitirían un fechado relativo de los grabados. Cualquier especulación sobre su edad sería prematura, pero podría intentarse más adelante sobre la base de los resultados que arrojen estudios comparativos entre los petroglifos de Pusharo y de otros sitios amazónicos, particularmente de La Convención, en Cusco, y de Satipo, en Junín. Un análisis detenido de los grabados permitiría determinar si es sostenible o no nuestra hipótesis según la cual los petroglifos fueron hechos en un corto lapso de tiempo por miembros de un mismo grupo étnico, sin adiciones rupestres posteriores, con excepción de algunos fakes de reciente producción.

Estamos de acuerdo con el padre dominico Aza (1923) quien, poco después del descubrimiento de los petroglifos de Pusharo, y en contradicción a las especulaciones de Cenitagoya, había concluido que los grabados son obra de un pueblo amazónico de la época preincaica. Deyermenjian (2000) coincide con esta observación al mencionar que no existe indicio alguno para sospechar una afiliación cultural inca de los grabados. El hecho de haberse encontrado hachas de piedra de facción incaica en la cuenca del río Palotoa, nos revela la existencia de colonias inca en la zona durante la época expansiva del Tahuantinsuyo (1450 a 1533), pero de ninguna manera se puede asociar estos hallazgos con los grabados de Pusharo. Las especulaciones "quechuacentristas" según las cuales los petroglifos estarían organizados espacialmente de acuerdo a los tres niveles del mundo de la cosmovisión andina (el hananpacha, el kaypacha y el ukuypacha), no tienen ningún fundamento y corresponden a la percepción de quienes tienen dificultades en poder concebir la existencia de pueblos preincas y, sobre todo, amazónicos capaces de expresar sus ideas y mitos en un lenguaje simbólico y abstracto mediante un sistema de representación visual propio y una semántica compleja.

Por el alto grado de abstracción de los grafismos es de suponer que estos fueron la obra de una sociedad amazónica culturalmente avanzada que habitaba la zona hace quizás mil o dos mil años atrás. Será difícil establecer la filiación cultural exacta de los autores y quedará posiblemente por siempre la duda sobre si estos fueron los antepasados de los matsiguenkas o miembros de una etnia diferente que ha desaparecido dejando como única huella palpable de su paso por el mundo esta extraordinaria obra rupestre en las orillas del río Palotoa.

Mucho se ha especulado sobre el posible significado de los grabados que por su emplazamiento en medio de la selva han inspirado la fantasía de los visitantes. Luego de haber sido interpretados como "letras góticas" o escenificaciones de pasajes bíblicos por su descubridor Cenitagoya, desde el inicio de las exploraciones al Manu en busca del Paititi en los años 70, prevalecen en la literatura chicha (incluyendo muchas páginas web) tenaces elucubraciones que consideran los petroglifos como hitos que señalan el camino al lugar de los tesoros incas. Algunos vieron en los grabados un mapa del firmamento, mientras que para otros es un mapa terrestre indicando ríos, montañas y otros accidentes geográficos, a manera de un recordatorio de quienes se movilizaban entre la selva baja y la zona altoandina. Para Neuenschwander (1983: 95) son el mensaje de epopeya de una larga migración de un pueblo, desde los llanos hacia las montañas, siendo los autores representantes de la cultura amazónica del Paititi, y no faltan quienes ven en los petroglifos la evidencia de contactos transatlánticos precolombinos.

En el actual mundo globalizado, donde los paradigmas religiosos han entrado en crisis en muchos lugares del planeta, hace tiempo que ha comenzado una búsqueda de nuevos valores que den sentido a la existencia humana. Parte de esta búsqueda se expresa en las corrientes esotéricas-místicas que han identificado al Perú como un país privilegiado en cuanto a la existencia de lugares mágicos y cargados de energía. Los petroglifos de Pusharo se han convertido en un destino obligatorio para algunos de estos grupos. Desde hace varios años, los miembros de una agrupación llamada "La Hermandad Blanca" o Rahma han visitado en distintas ocasiones a Pusharo para realizar allí sus ritos de iniciación y lograr, según ellos, el contacto con seres extraterrestres.

Pensamos que la interpretación que cercana a la realidad es la que aboga por el origen chamánico de los grabados de Pusharo, como ya lo observaron Vega Centeno (1996) y Deyermenjian (2000). En este caso, y basándonos en los escritos de Reichel-Dolmatoff (1971, 1978) y Schultes & Hofmann (1992), los petroglifos serían representaciones abstractas de la cosmología, del mundo mítico y espiritual plasmadas en la roca por los "soñadores" del mundo amazónico, poseedores de una percepción global y precisa del universo que les es dada en el momento del trance chamánico producido por plantas alucinógenas (Ayahuasca o el extracto de otras plantas). En el caso de los matsiguenkas, el trance que producen estas plantas posibilita según Baer (1994:134) el contacto de los chamanes con los saanka?rite o espíritus protectores que habitan en el bosque y cuando el chaman, en vez de tomar ayahuasca (Banisteriopsis sp.) o tabaco, ingiere otros jugos vegetales, puede lograr visiones donde aparece un jaguar poderoso, quien protege a los matsiguenkas, pero cuya verdadera figura es humana (p.108).

Sobre el efecto de la ingestión de Ayahuasca entre indígenas amazónicos y en particular, entre los Tukano de la selva colombiana, el lector interesado podrá encontrar una amplia información en los trabajos arriba citados de Reichel-Dolmatoff y Schultes & Hofmann. Según estos dos últimos autores, los participantes en las experiencias de Ayahuasca logran ver todas las divinidades de la etnia, la creación del universo, los primeros seres humanos y animales y hasta el establecimiento del orden social (Schultes & Hofmann:121). Entre las funciones de los rituales donde se emplea la Ayahuasca, ellos mencionan la comunicación con los ancestros y la iniciación de los adolescentes varones a la vida adulta. Es interesante señalar que según Reichel-Dolmatoff (1978:8), la ingestión del brebaje a base de Ayahuasca suele producir, en la primera etapa, entre otros síntomas, la visión de objetos con doble o triple línea de contorno (comparable con los de la Fig.28av) y secuencias largas, similares a sueños donde aparecen felinos, reptiles y otras imágenes. La segunda etapa está caracterizada por un proceso alucinatorio profundo durante el cual se activan imágenes de formas irregulares (diseños geométricos) y aparecen visiones de animales, figuras humanas, monstruos y escenas mitológicas, como po ejemplo, el espíritu del jaguar.

Es posible que un motivo altamente esquematizado y repetitivo de Pusharo (signo T con apéndice vertical a manera de penacho de plumas), represente esta visión chamánica de un jaguar o la transfiguración de un chamán en felino. Entre los Matsiguenkas de la selva cusqueña y de Madre de Dios, el adorno cefálico en forma de plumas de ara constituye según Baer (1994) un requisito imprescindible del ritual chamánico. Vega Centeno, intrigada por un motivo en la parte alta del panel, observó que "..La representación de la figura abstracta de un jaguar se caracteriza por destacar en el panel por su posición elevada, la cual de alguna manera está relacionada con las pisadas o huellas de este animal grabados en varios lugares de la escena...." (2003:68). La observación nos parece acertada, aunque el concepto de "escena" no se apropiado para describir los petroglifos de Pusharo.

Es importante recalcar que el significado de los símbolos gráficos, metáforas y alegorías, que hoy nos parecen impenetrables, era común y entendible por los miembros contemporáneos de la etnia. El estudio de los mitos puede, sin embargo, ayudar a descifrar algunos de los símbolos. Por ejemplo, el motivo de las cabezas que aparecen grabadas en diferentes formas y tamaños en el panel del sector A, muy probablemente representen máscaras, pues era y sigue siendo costumbre muy difundida entre los pueblos amazónicos el representar a los seres extrahumanos de sus mitos mediante máscaras hechas de diferentes materiales (calabaza, barro cocido, madera y corteza de árbol). Para los piros, shipibo-conibos y matsiguenkas, estos seres mitológicos son los dueños espirituales y protectores de los recursos del bosque, particularmente de los animales de caza a los que, como son peligrosos y feroces, hay que neutralizarlos mediante las máscaras en las que estos se han transformado. (Baer, 1998, Vega C. 2003:70, citando a Baer)

Baer (1994) nos explica que para los Matsiguenkas y otras etnias amazónicas son importantes determinados sectores de los ríos, secciones peligrosas del mismo (rápidos) y lugares donde existen formaciones rocosas. Estos lugares, y particularmente los bloques grabados en las orillas de los ríos, son concebidos como residencias de los espíritus o seres míticos, que vivieron anteriormente en el territorio y que, al final de su vida terrestre, fueron encerrados en las piedras.


Chaumeil (1979), en su trabajo sobre el chamanismo yagua en la amazonía septentrional peruana, describe las visiones de un informante chamán sobre la base de un dibujo hecho por éste, y concluye que los chamanes yagua conciben el universo como mundos superpuestos y que existen mitos para cada nivel cósmico, donde el mundo superior aéreo es el mundo del sol y de la luna. Los dos soles grabados encima del panel principal del sector A de Pusharo podrían corresponder a esta percepción del cosmos.

Los pocos datos etnográficos publicados sobre Pusharo se los debemos a los investigadores Baer, Ferstl y Dubelaar (1983). En 1981, Ferstl dio con ellos durante una excursión de caza con dos matsiguenkas por el curso medio del río Palotoa, llamado Sinki?benia por los nativos. Los autores manifiestan que según la creencia de los matsiguenkas, estos petroglifos denominados por ellos sankena?rintsi, fueron hechos por su héroe cultural Chaenka?vane. Los nativos visitaban el lugar a intervalos irregulares, particularmente cuando iban a cazar un tipo especial de mono que habita esta parte de su territorio comunal. Durante sus visitas al lugar, ellos pintaban algunos petroglifos que consideraban importantes (caras, huella de puma, líneas sinuosas indicando ríos), con una pintura vegetal de color azul-negro hecha en base a huito (Genipa americana), empleada también (al igual que el achiote) para las pinturas faciales y corporales. Preparaban la pintura antes de partir de caza y la llevaban luego en una bolsa pequeña. Procuraban terminar con el pintado de los petroglifos antes de que oscureciese, ya que temían al lugar, pues, según ellos, es buscado en la noche por las almas de los muertos causando sueños malos en quienes duermen allí. Los sueños malos son considerados como omen malicioso por los matsiguenkas quienes, además, creen que durante el sueño el alma abandona el cuerpo provocando enfermedad, e incluso la muerte, si fracasa en su intento de traer de regreso el alma.

En 1996, la ya mencionada antropóloga Vega Centeno (2003: 68) observó una coloración rojiza en los petroglifos, relacionándola con el empleo de achiote (Bixa orellana). En las visitas al sitio realizadas entre 2001 y 2005, pudimos comprobar la presencia de pigmentos de color amarillento en los surcos de varios grabados; es posible que se trate de restos de pintura vegetal. Gerhard Baer (1979: 109), al estudiar el chamanismo entre los matsiguenkas, recopiló información según la cual a los saanka?riite (espíritus buenos) les gusta las semillas de Bixa orellana, "que suministran los glóbulos rojos y la tez del rostro " La costumbre debe haberse perdido desde hace algunos años, puesto que los matsiguenkas que habitan en Palotoa-Teparo ya no recuerdan esta práctica.

 

Valor histórico y simbólico de Pusharo

 

Pusharo, como lugar arqueológico emplazado en un área natural protegida, representa un patrimonio mixto, de carácter cultural y natural, y encierra una gama de valores que, en su conjunto, le confieren un significado particular al sitio.


El principal valor es, sin duda, de carácter histórico y simbólico. Los petroglifos de Pusharo representan el legado cultural de pueblos amazónicos desaparecidos y son un testimonio de su percepción del cosmos y de su gran capacidad de abstracción. Es muy probable -aunque falta ser verificado mediante investigaciones antropológicas- que Pusharo sigue siendo utilizado como corredor étnico de las culturas amazónicas y que indígenas del Manu se comuniquen aún con sus paisanos del Bajo Urubamba y otros lugares por la zona de Pusharo. Por conversaciones con habitantes de Palotoa sabemos que sólo ocasionalmente salen matsiguenkas que habitan las riberas del alto Palotoa en el interior del PNM, hacia la comunidad de Palotoa-Teparo. El lugar, sin embargo, sigue teniendo un significado importante y está cargado de historia para gran parte de la población matsiguenka de Palotoa-Teparo, por representar la tierra habitada por sus antepasados y por la presencia de vestigios culturales que, de alguna manera, constituyen el nexo cultural y espiritual entre la población actual y aquella que ocupaba este territorio en tiempos precolombinos.


Otras manifestaciones rupestres en la región

 

El artículo completo con imagenes lo tienes disponible en la Web de Conciencia Planetaria: www.concienciaplanetaria.es  sección:  Artículos - Historia Antigua - Nº 29

Que lo disfrutes

 

 

 

From: helio@heliocentro.net

 

                                EL MENSAJE Y EL MENSAJERO

Haced una prueba curiosa. Enviad un comunicado con determinada información y al pie del mismo poned vuestra firma: (Pepe López, Juan Fernández, etc., etc. Luego enviad el mismo comunicado pero poniendo al pie, la firma de un extraterrestre; por ejemplo Asthar Sheran. Por supuesto, no olvidaros que es de la séptima dimensión. Veréis como en este segundo caso la respuesta ó la atención del comunicado es absolutamente superior.

En la vida real, cuando queremos influir sobre una persona o causar una determinada impresión en un ambiente, solemos decir que somos amigos personales de tal ó cual político, escritor u hombre de fama. Así se nos valora más y se nos abren todas las puertas. El ego necesita emerger en todas las situaciones. Es por eso que a lo largo de la Historia, el que más o el que menos ha recibido mensajes de Dios, de Jesucristo, de la Virgen, de un extraterrestre de ?un mogollón de años luz? o incluso del propio Satanás. Cuando no estaban de moda los extraterrestres, se aludía a los Mahatmas de la India ó a los Maestros Ascendidos.

 Nadie se fija en el mensaje y si este es bueno ó es malo. LO QUE IMPORTA NO ES EL MENSAJE SINO EL MENSAJERO.

 En este mundillo de la canalización se da de todo y a cuál más pintoresco:

 Hay seres que llevan en contacto con tal ó cual maestro ó extraterrestre por más de veinticinco años y nunca le han visto. Otros venden cursillos para contactar con el extraterrestre ó Maestro, que por supuesto sólo está en la mente del listillo de turno. Existen los extraterrestres parlanchines que se lían a enviar miles y miles de hojas con comunicados curiosos, reiterando el que hay que amar y ser buenos, sin aportar absolutamente nada nuevo. Luego están los extraterrestres complacientes que salvan de la supuesta catástrofe a unos pocos elegidos, entre los que se encuentran; claro está, mamá, papá, el gato y el masseratti. Ni que decir tiene que el pobre desgraciado africano; como tiene karma, pues no se salva. Luego están los piques y la carrera contra el reloj de la jerarquía del contacto. Yo estoy contactado con uno de cuarta, tú con uno de quinta y el más acomplejado del grupo; pues necesitará uno de séptima. Existe otro tipo de grupos que llevan saliendo al avistamiento y a ser rescatados por los extraterrestres, más de mil veces, y siempre les dicen: ?no estáis preparados, por lo que está previsto otras dos mil salidas.

Existen otros tantos comportamientos psicológicos en torno a este fenómeno, pero se trata de ser breves y dar un decálogo, que quizás venga bien para ser aplicado a los numerosos mensajes que pululan por la red. ¡Veamos!:

 1.- Si el contacto recibido te adula o te trabaja el ego, no es real y además te lleva a una alteración de la personalidad.

2.- Si el contacto juzga a otro presente o ausente, no es real y en todo caso sería de entidades bajas.

3.- Si el contacto te cita y no acuden, es mejor dejarlo y aceptar que todo ha salido de tu subconsciente. Los extraterrestres, si son superiores, no mienten jamás; si citan, acuden.

4.- Si el contacto divide, jerarquiza o discrimina en cualquier forma, no es verdadero y hay que replantearse el tema ó detectar que se está ante un cuadro psicológico.

 5.- Si el contacto habla de cosas insulsas ó banales, ó dice que "hay que amar" ó "hay que ser justos", etc., etc. para esto no necesitamos seres extraterrenos; Estas recomendaciones ya figuran en todos los textos sagrados.

 6.- Si el contacto te inclina a seguir a un maestro, a un dios ó a un arquetipo de la divinidad no es justo puesto que los extraterrestres pasan de "nuestros dioses de carne" y no priman a unos sobre otros. Su mensaje habla de contenido; es decir "priman el mensaje no el mensajero".

7.- Si el contacto invita a vivir en comunidad ó inclina los afectos ó interfiere en la libertad de cada uno a vivir, a vestir, a sentir ó a determinar su forma emocional ó psíquica de la vida; no es bueno. Ellos, como el ser evolucionado de la Tierra sabe, no pueden alterar el libre arbitrio de las personas.

 8.- Si se busca el contacto sin ton ni son, sin ton ni son se reciben las informaciones, normalmente de uno mismo y no de los seres del espacio que no están a nuestro servicio ni tienen que descolgar el teléfono cuando a nosotros nos da la gana.

9.- Si el contacto es muy largo y lleno de conceptos, ¡ojo!, casi todo es producto de tu inconsciente puesto que el fenómeno telepático de contacto es un impulso corto, a medio camino entre lo emocional y lo sensorial que llega en forma de estímulo y luego es el cerebro el que elabora el proceso lógico. Y es en este proceso de elaboración lógica donde entran los parásitos mentales tuyos, tus prejuicios y tus inclinaciones culturales y preconceptos.

10.- Si el contacto es desinteresado, de altura, con informaciones trascendentes, no serviles y que ayudan o tratan de ayudar a uno mismo y a los demás, primero hay que discernirlo, segundo separar lo que es obvio y por último darlo a conocer desinteresadamente.

 Se podrían dar otras recomendaciones pero creo que estas son absolutamente necesarias en todos los procesos de contactismo ó incluso de espiritismo. Es necesario saber que la prosopopesis ó las posibilidades de que en el propio individuo se manifiesten otras personalidades ó bien se den escisiones de la misma, es algo que toda persona puede reproducir mediante simple hipnosis ó auto hipnosis como hiperestesia ó ampliación paranormal de los sentidos y de la fenomenología paranormal.

Licerio Moreno

 http://www.heliocentro.net/esoterico.htm

 

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