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Pusharo, un sitio rupestre extraordinario en la selva
amazónica de Madre de Dios, Perú (1)
Rainer Hostnig
rrhostnig@speedy.com.pe SIARB. Cusco, Perú
Raúl Carreño Collatupa
raulcarreno@ayar.org.pe Grupo AYAR,Cusco, Perú
Introducción
Los
petroglifos de Pusharo constituyen un testimonio cultural
sobresaliente de los pueblos amazónicos que habitaban la selva de
los actuales departamentos de Cusco y Madre de Dios hace muchos
siglos atrás. La gran concentración de signos grabados en un panel
de dimensiones monumentales convierte a estos petroglifos en una de
las manifestaciones de arte rupestre más importantes de la amazonía
peruana. A pesar de que el sitio es conocido desde hace más de
ochenta años, recién fue reconocido en el 2003 como patrimonio
arqueológico por el Instituto Nacional de Cultura del Perú.
Para muchos exploradores, buscadores de tesoros y
seguidores de la corriente esotérica y mística, la zona de Pusharo y
los grabados rupestres estarían relacionados con el legendario
Paititi (2), por lo que desde hace varias décadas recibe la visita,
sea ilegal o autorizada mediante un permiso especial de
la
Jefatura del Parque Nacional del Manu, de grupos
extranjeros o nacionales, entre los que figuran aventureros y
buscadores de tesoros, productores de cine, escritores,
expedicionarios y también miembros de una hermandad
mística-religiosa llamada Rahma, que afirman haber entrado en
contacto con extraterrestres frente a la pared de los petroglifos,
probablemente bajo el efecto de plantas alucinógenos como la
ayahuasca.
Los
miembros de la comunidad nativa de Palotoa Teparo consideran a
Pusharo como territorio de sus ancestros e interactuaban con los
petroglifos todavía hasta hace pocos años atrás en el marco de sus
rituales vinculados a acontecimientos de caza colectiva de animales
silvestres. El artículo resume los avances en el estudio de los
petroglifos de Pusharo que requieren ser continuados, profundizados
y ampliados a zonas contiguas a Pusharo donde podrían existir otros
sectores con grabados actualmente cubiertos por la vegetación.
Ubicación y
acceso
Pusharo
está ubicado en la cuenca media del río Palotoa, distrito y
provincia de Manu, departamento de Madre de Dios, suroriente del
Perú, a una altura de 529 m.s.n.m., dentro del Parque Nacional del
Manu, integrante del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas
por el Estado (SINANPE), bajo la jurisdicción y tutela del Instituto
Nacional de Recursos Naturales (INRENA). Según la nueva zonificación
del Plan Maestro del PNM actualizado (INRENA/Pro-Manu, 2004),
Pusharo forma parte de la Zona
Histórico-Cultural del PNM, que abarca 18252.68 has
y se encuentra localizada en el sureste del área
protegida.
El
acceso desde el Cusco es por la carretera de penetración a la selva.
Pasando por el pueblo andino de Paucartambo y los centros poblados
amazónicos de Pillcopata y Salvación, se llega, tras un recorrido de
unas 7 horas en vehículo particular, al km. 250, en el que se
encuentran el embarcadero de Santa Cruz y un Puesto de Vigilancia
del PNM, en el que deben registrarse los visitantes, autorizados por
la
Jefatura del PNM en el Cusco para visitar a
Pusharo. El viaje prosigue en "peque peque" (bote de madera con
motor de dos tiempos), siguiendo primero, río abajo, el Alto Madre
de Dios, hasta cerca del poblado y misión dominica de Shintuya;
luego se surca el río Palotoa hasta el Tambo Palotoa, en la margen
izquierda, donde se puede pernoctar, previa coordinación y pago al
representante de la comunidad encargado del albergue. Si el caudal
lo permite, se puede llegar el mismo día hasta el refugio Pusharo,
ya en el PNM, y surcar o caminar al día siguiente hasta el pongo
donde se encuentran los petroglifos. En estiaje, el viaje en bote
termina en el Tambo o, río arriba, en la desembocadura del
tributario llamado Avaroa (lugar también conocido como Rinconadero),
donde existe un conjunto de casas pertenecientes a un grupo familiar
matsiguenka llamado "Japón". Desde aquí el trayecto por tierra
demanda tres horas de camino a pie hasta Pusharo, siguiendo el lecho
del río Palotoa.
Sobre el
nombre Pusharo
En la
bibliografía consultada, el sitio figura bajo los nombres de
Shinkibenia o Pantiacolla (Cenitagoya, 1921), Pantiacolla (Kauffmann
Doig, 1983), Palotoa, Pucharo o Pusharo. En el caso de Pantiacolla,
el topónimo corresponde a la cadena montañosa que flanquea el río
Palotoa hasta su desembocadura en el río Alto Madre de Dios, pero
algunos autores utilizaron también este nombre en alusión al río
Pantiacolla cuyo nombre oficial es Palotoa o Porotoa. Hacia los años
ochenta surge en la bibliografía y se impone finalmente el nombre de
Pusharo, topónimo empleado por los matsiguenkas, y que actualmente,
gracias a la Resolución
Directoral 015 del INC-Lima del 2003, es el nombre
oficial del sitio.
El
río Palotoa, clima y zonas de vida
El río
Palotoa 3) nace en la cordillera de Piñi Piñi, a aproximadamente
1,000 m.s.n.m.; transcurre de noroeste a este y, al romper el último
contrafuerte andino forma el pongo de Meganto para luego desembocar
en el río Alto Madre de Dios, en las proximidades de Shintuya.
|
Fig. 4 El río Palotoa
cerca del pongo de
Meganto |
El río,
flanqueado por terrazas bajas y medias, corre por un lecho de grava
que en varios tramos presenta fuertes pendientes y numerosos
rápidos, algunos de los cuales dificultan la navegación. En tiempo
de verano, sus aguas son limpias y transparentes; en época de
lluvias, el río se vuelve torrentoso y arrastra árboles
desarraigados que originan palizadas. En el tramo entre la comunidad
de Palotoa-Teparo y Pusharo, el cauce del río llega a bifurcarse,
formando en ocasiones dos y más brazos secundarios (anastomosis
fluvial). En la actualidad, en tiempo de crecida, el caudal del río
puede hacer desaparecer las playas y sumergir parcialmente los
petroglifos del panel principal.
Por su
ubicación cerca del llano amazónico, el clima es cálido y húmedo,
con una temperatura promedio anual de 17°C a 22.5°C y
precipitaciones de 2000 a 4000 mm/año. Se distinguen dos estaciones:
una seca, de mayo a septiembre, con pocas lluvias y temperaturas
menores, y otra lluviosa, de octubre a abril, con las temperaturas
más altas del año e incremento de lluvias y
evapotranspiración.
Las
Zonas de Vida que corresponden al área de Pusharo son: Bosque muy
húmedo Subtropical transicional a Bosque pluvial Subtropical
(bmh-S/bp-S) y Bosque pluvial Subtropical (bp-S).
Declaración de Pusharo como
Patrimonio Cultural de la
Nación
Según
publicación en El Peruano del jueves 23 de enero del 2003,
la
Dirección Nacional del Instituto Nacional de
Cultura, mediante Resolución Directoral Nacional Nº 015/INC, declaró
a los petroglifos de Pusharo como Patrimonio Cultural de
la
Nación 4). Desde entonces han pasado tres años sin
que las dependencias del Instituto Nacional de Cultura hayan logrado
cumplir con el encargo del dispositivo legal de elaborar los planos
de delimitación con su respectiva ficha técnica y memoria
descriptiva y de inscribir además a Pusharo como Patrimonio Cultural
de la
Nación en los Registros Públicos y en el Sistema de
Información Nacional de Bienes de Propiedad Estatal (SINABIP);
tampoco existen disposiciones, mecanismos administrativos ni
recursos financieros apropiados para garantizar la conservación del
sitio ante una futura afluencia de visitantes. Esto es preocupante
ya que los petroglifos, como se sabe, constituyen un bien no
renovable, único, frágil e irreparable.
LOS PETROGLIFOS DE
PUSHARO
El descubrimiento
Los
petroglifos de Pusharo parecen haber sido encontrados por primera
vez en 1909, durante una "correría de indios" por un cauchero, quien
los describió como letras góticas esculpidas. (Cenitagoya,
1943:138-140). Doce años más tarde, el 14 de agosto del 1921, el
misionero dominico Vicente de Cenitagoya, acompañado por el fraile
de su congregación Jesús Broca y el sacerdote José Rodríguez así
como por tres guías matsiguenkas, llegó a Pusharo desde la misión
ubicada en la boca del río Manu y realizó los primeros dibujos de
algunos petroglifos. Registró el lugar bajo el nombre de Río
Shinkibenia. Desafortunadamente perdió luego sus apuntes y tuvo que
reelaborarlos de su memoria para un artículo que publicó veintidós
años más tarde. Llegó a la conclusión de que se trataba de una
escritura oriental y gótica y de escenas del Viejo y Nuevo
Testamentos, como el hecho de la creación, el primer pecado,
la
Virgen con su hijo, el arrepentimiento y la promesa
de redención. (Cenitagoya, 1943:142-145)
Sobre esta peculiar interpretación
de los petroglifos, Kim Macquarrie y André Bärtschi (1998:276), en
la segunda edición de su obra sobre el Parque Nacional del Manu,
comentan que "....Satisfechos con sus resultados, los misioneros
partieron, sin llegar nunca a darse cuenta de que acababan de
participar en un auténtico test de Rorschach ? un tipo de examen
psicológico estándar, en el que se pide al paciente que describa lo
que ve en una serie de manchas de tinta?. Las figuras que se
observan, no son inherentes a las manchas, sino que representan
imágenes que existían previamente en la mente del paciente". La
interpretación disparatada de los petroglifos por parte del
religioso dominico no es un caso aislado y encuentra su parangón en
las elucidaciones y elucubraciones absurdas que sobre ellos se han
publicado en artículos periodísticos y libros de corte
sensacionalista en las últimas décadas.
Pusharo y los buscadores del
Paititi
Desde
1921 pasaron casi cincuenta años sin que se produjeran reportes de
visitas a Pusharo. En julio de 1969, llegó al sitio el médico
arequipeño Carlos Neuenschwander Landa, frenético buscador del
legendario Paititi, quien, al verse impedido de aterrizar con el
helicóptero a su disposición en la meseta de Pantiacolla, optó por
la visita a Pusharo, junto con Santiago Yábar Calvo, empresario
turístico del Cusco, los hermanos Corisepa, indígenas huachipaeris
de Shintuya, y el taxidermista Celestino Kalinowski, entre
otros.
Un
año más tarde, en 1970, el Padre dominico Adolfo Torralba fotografió
el panel de petroglifos para el archivo de los Misioneros Dominicos.
El misionero español Joaquín Barriales, de la mima congregación,
investigador aficionado del arte rupestre (quien en 1982 publicara
el trabajo del alemán Christian Bües sobre los petroglifos de la
cuenca del Alto y Bajo Urubamba, en la región amazónica del Cusco),
hizo dibujos a partir de las fotografías de Torralba y los incluyó
en la publicación referida. (Barriales, 1982: 48).
En
1975, los aventureros Nicole y Herbert Cartagena (pareja
franco-peruana) llegaron a Pusharo y en su libro "Sobre la pista de
los incas" lo describieron como un nuevo descubrimiento realizado
por ellos. En 1978, el cusqueño Fernando Aparicio Bueno, quien
recibió una distinción de parte de la empresa Rolex, por sus méritos
en la búsqueda del Paititi, visita el sitio y Carlos Neuenschwander
continúa pasando por Pusharo en varias de sus múltiples expediciones
durante los años setenta y ochenta.
Gregory Deyermenjian, junto con gente local, un
guardaparque, tres matsiguenkas de Palotoa-Teparo y guiado por
Santiago Yábar Calvo, visitó Pusharo en octubre de 1991 durante su
expedición en búsqueda del Paititi, patrocinada por el Instituto
Nacional de Cultura del Cusco. En otras expediciones visita el
complejo arqueológico inca de Mameria, al parecer descubierto por el
explorador peruano Ludwig Essenwanger, y publica en la página web http://correo.hispavista.com/Redirect/rupestreweb2.tripod.com/www.paititi.com
una relación de sus viajes y algunas fotografías de los restos
arquitectónicos y artefactos encontrados.
En las últimas tres décadas, muchos
otros exploradores, buscadores de tesoros y aventureros han visitado
a Pusharo, buscando pistas para el descubrimiento del Paititi. Los
relatos de sus odiseas por la selva del Manu y sus descripciones de
los vestigios arqueológicos hallados (por muy problemáticas y
criticables que la mayoría de éstas incursiones sean, desde el punto
de vista del respeto a la vida de los indígenas en aislamiento
voluntario y de la protección del patrimonio arqueológico de la
zona), mientras no se realicen estudios científicos serios
?debidamente autorizados por la entidad competente? sobre las
evidencias arqueológicas en el Parque Nacional y sus alrededores,
seguirán constituyendo la única fuente de información para los que
buscan datos sobre vestigios de la presencia humana de épocas
precolombinas en esta parte de la selva amazónica.
En
diferentes páginas web se puede encontrar parte de esta información
dispersa y divulgada en diversos idiomas, como los emocionantes
relatos de Gregory Deyermenjian sobre sus múltiples expediciones al
interior del Manu y el resumen de un interesante artículo suyo sobre
los petroglifos de Pusharo, publicado en la Revista Athenas
Review en el año 2000. El periodista peruano Jorge Riveros Cayo
sintetizó los principales descubrimientos de Deyermenjian en un
reportaje aparecido en la revista de arquitectura ARKINKA, en
octubre del 2000, acompañado de varias fotografías a color sobre
restos arqueológicos y algunos ceramios y artefactos de cobre y
tumbaga de facción inca, hallados en el interior del PNM.
Exploraciones de carácter
científico
Uno de
los primeros arqueólogos que visitó a Pusharo fue el peruano
Federico Kauffmann Doig, en 1970, quien publicó una fotografía y un
corto párrafo en su libro "Manual de la Arqueología
Peruana" (edición de 1983), con un primer calco de
los petroglifos a manera de bosquejo.
Diez años más tarde, entre 1980 y
1981, ingresó al lugar la expedición veneciana del Centro Studi
Ricerche Ligabue, bajo la dirección del arqueólogo italiano
Giancarlo Ligabue. Se tiene conocimiento (comunicación personal del
Dr. Kauffmann Doig) de que el equipo calcó y documentó por primera
vez de manera rigurosa todos los grabados del sitio principal,
desconociéndose, lamentablemente, el resultado de esta labor
pionera. En el mismo año, 1981, el alemán Hans Ferstl realizó su
investigación antropológica sobre los matsiguenkas, recopilando
información sobre sus mitos y su relación con los petroglifos (Baer
et al., 1983).
En 1996, la
entonces estudiante de antropología de la UNSAAC, Patricia M. Vega
Centeno A., recibe apoyo económico de la ONG peruana Pro-Naturaleza
para realizar una documentación pormenorizada de los petroglifos de
Pusharo y Queros en el marco de sus prácticas pre profesionales. A
pesar de presentar algunos errores de descripción y análisis, tiene
el mérito de constituir el primer trabajo conocido que aporta calcos
a escala de los petroglifos de la parte visible del panel principal
de Pusharo, ejecutados mediante la técnica de frottage 5). En
ellos, sin embargo, no aparecen los dos grandes soles de la parte
superior del panel ni los grabados erosionados existentes en la base
de la pared rocosa.
En
1999, el Proyecto Especial PLAN COPESCO de Cusco, por encargo de
Pro-Manu (Proyecto de un convenio bilateral peruano-europeo) y con
financiamiento de la Comisión
Europea, realiza una prospección de Pusharo para
incluirlo en un circuito turístico manejado por los matsiguenkas de
Palotoa-Teparo. El equipo contratado por esta institución
paraestatal, sobre la base de un registro fotográfico del panel de
petroglifos del sitio principal (sector A), elaboró el primer mapa
digitalizado de los grabados (ver Figs. 23 a 27). No mencionan en su
informe los petroglifos de los sectores B y C de Pusharo.
Del
vasto material documental producido por investigadores particulares
o instituciones nacionales y extranjeras en forma de películas,
fotografías y calcos sobre los petroglifos de Pusharo, sólo una
mínima parte se encuentra publicada en artículos y libros
científicos o de corte popular. En el medio peruano sólo están
disponibles en bibliotecas a cargo de instituciones gubernamentales
(INRENA) y privadas (Pro-Naturaleza) los resultados de los dos
registros mencionados en los acápites anteriores. El INRENA, a pesar
de haber autorizado en varias ocasiones el ingreso a la zona de
Pusharo de personas registradas como camarógrafos, escritores o
antropólogos, no cuenta con los informes de las visitas y tampoco
con los resultados publicados sobre los estudios realizados.
Los
petroglifos
En las
publicaciones consultadas sobre Pusharo, con excepción del
mencionado artículo de Deyermenjian, sólo se encuentran
descripciones de los petroglifos descubiertos por Cenitagoya en
1921. En los viajes de prospección a la zona de Pusharo realizados
entre los años 2000 y 2005 pudimos localizar y estudiar otros dos
sectores con grabados, los que, para fines descriptivos, hemos
codificado con las letras B y C, reservando la letra A para el
sector principal. Los tres sectores se encuentran en el tramo final
del Pongo de Meganto. El sector o subsitio B, que se describe más
adelante, fue encontrado por Santiago Yábar y Neuenschwander (1983)
en una de sus visitas a Pusharo y revisitado por Deyermenjian en
1991 (2000:75).
Sector A
El
Sector A corresponde al sitio principal y se encuentra en la margen
derecha del río Palotoa, en la base de un escarpe rocoso de unos 25
m de altura. La orientación de la pared es N330°. Las
características geológicas y mineralógicas del soporte se consignan
en el capítulo sobre la Geología de
Pusharo.
La
medición del panel de petroglifos realizada en febrero del 2005
arrojó un largo de 24.7 m, un alto promedio de 2 m (medidos desde la
base actual) y un alto máximo de 4.3 m, en el lugar donde se
encuentra la figura aislada de un sol radiado.
En los
primeros 12 m, medidos desde la izquierda, hay iconos aislados,
mientras que en los restantes 12.7 m la concentración de los
grabados es extremamente densa, cubriendo la pared por completo
hasta la altura arriba indicada.
Ferstl (1986) describe la técnica de ejecución empleada
como de percusión o picado profundo, posiblemente realizado con
hachas o martillos líticos con posterior acabado hecho
restregamiento con una piedra y arena húmeda. Esta observación es
válida para la mayoría de los grabados del panel. Sin embargo, en la
parte superior de la banda grabada, sin embargo, se encuentran
también petroglifos con surcos de poca profundidad y sin acabados,
posiblemente de mayor antigüedad que los otros.
El
perfil de los surcos es en forma de "U", con los bordes redondeados.
El ancho y la profundidad de los surcos varían de pocos milímetros
hasta 3 y 4 cm. Algunos grabados resaltan por la profundidad de los
surcos y tienen la apariencia de bajorrelieves. (Fig.14) Los
petroglifos del sector A de Pusharo se caracterizan por su estilo
eminentemente geométrico y abstracto 6). Los pocos motivos
clasificables como figurativos son principalmente antropomorfos en
forma de cabezas o máscaras humanas (motivos "figurativos
abstractos"), serpientes, huellas de felinos y representaciones del
astro sol. Algunos motivos peculiares compuestos de dos elementos
?una figura en forma de T, contorneada o simple con un apéndice
complejo o sencillo que se desprende de la parte superior?, podrían
interpretarse especulativamente como abstracciones de cabezas
antropomorfas o zoomorfas (jaguar?) adornadas con penachos de plumas
(Figs. 15 y 16). Usaremos tentativamente para estos motivos el
término "figurativos geometrizados".
Las
figuras más llamativas y las que saltan primero a la vista, son
diferentes tipos de representaciones cefaliformes o máscaras
provistas de rasgos faciales, aisladas o entrelazadas con simples o
complejos motivos de forma geométrica. El tipo más frecuente es de
forma acorazonada que, por ser el motivo más representativo del
sitio, se ha convertido en el emblema de Pusharo. Tres de estas
máscaras o cabezas están contorneadas con líneas que salen de la
hendidura en la parte superior de la cabeza y terminan en el mentón.
Puede tratarse de la representación del cabello (Figs. 19 y 20, Fig.
28ar, as, au). De una de las cabezas-máscara se desprenden
líneaturas onduladas que terminan en un gancho: posiblemente sea la
estilización de un adorno plumario (Fig. 28ar). Las demás cabezas o
figuras mascariformes son más sencillas (Fig. 17) o más abstractas
como las que presentan ojos en forma de espiral (Fig. 19 y Fig.
28at, abajo) o aquellas donde la línea o el surco de contorno de la
cara termina en dos espirales a manera de ojos (Fig. 18 y Fig. 28ap,
at), otros formados por un simple hoyuelo redondo (Fig. 28aq, as,
au). La boca está generalmente indicada por una raya horizontal y,
ocasionalmente, por un hoyuelo: la nariz, por una raya vertical, por
un hoyuelo o está ausente. Un motivo comparable con la figura de un
reloj de arena, ha sido provisto de rasgos faciales (ojos y boca)
convirtiéndolo así en una figura antropomorfa estilizada con dos
cabezas o rostros contrapuestos. (Fig. 28av)
Los dos motivos solares no se ven a
primera vista por lo erosionado de los surcos y la pátina que los
cubre y por estar uno de ellos a considerable altura (4.5 m). Son
representaciones de soles radiantes, uno con rayos en forma de
líneas rectas (Fig. 35) y el otro en forma de triángulos (Fig.
28ai). El sol más alto tiene forma de una espiral que termina en un
pequeño hoyuelo en el centro de la figura, mientras que el sol de
rayos triangulares está formado por tres círculos
concéntricos.
En el
calco digitalizado a partir de fotografías aparece la figura de un
camélido (Fig. 25) y la de dos posibles antropomorfos con brazos y
torso trazados en el estilo de stick figures (Fig. 26). En el
primer caso se trata de un claro error de lectura de las
fotografías, puesto que en la prospección del sitio realizada en
febrero del 2005 no se ha podido distinguir ninguna figura de un
cuadrúpedo con estas características. En el caso de las figuras tipo
"palito" de apariencia humana ligadas a motivos geométricos, por las
analogías con figuras muy similares en un bloque rocoso situado a
orillas del río Pangoa fotografiadas por el Padre dominico Andrés
Ferrero (1947: 210) en los años 40, pensamos que efectivamente
podría tratarse de la representación, bastante abstracta, de seres
humanos.
Otra de
las características más marcadas de los petroglifos de Pusharo es el
alto grado de entrelazamiento de las figuras en el panel del sector
A, un factor que dificulta o impide en muchos casos la separación de
figuras para fines clasificatorios y comparativos. Aunque esta
organización espacial de las representaciones es relativamente
frecuente en los grabados rupestres de la amazonía peruana (los
ejemplos más cercanos son los grabados rupestres de Pangoa,
Ocobamba, Río Yavero y Quebrada Honda, en las Provincias de
La
Convención y Calca; ver Barriales, 1982), en
Pusharo la articulación de las representaciones mediante líneas
"conectoras" como elemento estilístico es particularmente
impresionante por la monumentalidad del panel y la enorme cantidad
de figuras entrelazadas. Si observamos el calco del panel en las
Figs. 23 a 27, notamos, sin embargo, que el tratamiento pictórico no
ha sido uniforme: mientras que en la parte izquierda los elementos
se encuentran organizados de manera separada y aislados por espacios
de roca sin grabados, a medida que la vista avanza hacia la derecha
y hacia el centro del panel, notamos que aumenta el número de íconos
y el grado de enlazamiento para luego formar un conjunto enmarañado
de figuras y líneas vinculadas entre si. Los vacíos que aparecen en
el calco entre los signos entrelazados de la parte central en
realidad no existen, siendo más bien un reflejo de las grandes
dificultades que se presentan en un estudio cuando se digitalizan
fotografías tomadas a distancia y en las que ya no son visibles
determinados detalles y tampoco los grabados erosionados de escasa
profundidad que abundan en la parte baja del panel.
Cabe
resaltar que no se ha podido observar superposiciones, lo que
permite especular que los grabados de la banda horizontal descamada
de la roca probablemente hayan sido hechos en un tiempo
relativamente corto y por los miembros de un mismo grupo étnico. El
soporte rocoso, ?roca arenisca y no granítica como erróneamente
aparece en la bibliografía sobre Pusharo desde la primera referencia
de Cenitagoya?, aparte de la delgada capa superficial de alteración
silícica, no presenta mayor resistencia a la percusión y pudo haber
sido trabajada fácilmente con instrumentos sencillos de piedras
afiladas de dureza mayor, como las que abundan en las orillas del
río Palotoa.
Aunque
en el panel aparecen varios grabados de manera separada, por sus
características formales y tipológicas, es posible aislar algunos
íconos del conjunto entrelazado y clasificarlos de acuerdo a las
categorías convencionales, el intentar establecer un corpus
cuantificable de representaciones nos parece un esfuerzo inútil y
cuestionable, tanto por el alto grado de subjetividad que implica la
tarea de querer identificar y delimitar los íconos, como por la
mutilación inevitable de signos y símbolos no reconocibles por
nosotros y con ello de las ideas que estos posiblemente representen.
Las grandes diferencias en el cómputo de los íconos, ?210
registrados por Patricia Vega Centeno (1996) y "275 símbolos
enigmáticos" identificados por el arqueólogo Julinho Zapata del
Convenio Pro-Manu/Plan Copesco (2000)?, son una clara muestra de
estos muy poco útiles intentos "cuantificatorios", que más bien
contribuyen a confundir o distorsionar la percepción del
conjunto.
Aún no
estamos en condiciones de compartir con los lectores una
clasificación tipológica que tome en cuenta la particularidad de la
organización espacial de los petroglifos, por lo que nos limitamos a
presentar a continuación un listado de motivos o elementos
reconocibles, aislados o que forman parte de un conjunto de signos
entrelazados de poca complejidad. Reconocemos que se tiene que
profundizar mucho más el aspecto del análisis morfológico y de las
asociaciones de elementos, lo que pueda ayudar quizás en la
descodificación de algunos de los signos ahora ininteligibles.
Motivos
geométricos
- Círculo simple
- Círculo simple con aspa en el interior (Fig.
28ah)
- Círculo simple con punto central unido a línea (Fig.
28m)
- Círculo simple unido a línea ondulada (Fig.
28n)
- Círculo simple unido a línea curva
- Círculo doble concéntrico (Fig. 28ae)
- Círculo concéntrico unido a línea
- Estructura subcircular grande con división interna a
manera de rombos con puntos céntricos (Fig. 28af)
- Estructura circular grande, compartimentada mediante
líneas diagonales, onduladas y en zigzag (Fig.
28ag)
- Cruz simple
- Cruz simple con elemento envolvente cruciforme completo
(framed cross)
- Estructura cuadrangular concéntrica con punto central,
asociada a estructura parcialmente envolvente (Fig.
28v)
- Estructura rectangular con punto central
- Espiral simple (Fig. 28p)
- Espiral simple terminando en gancho (Fig.
28q)
- Espiral doble invertida (Fig. 28h)
- Espiral doble unida a línea (Fig. 28d)
- Dos espirales unidas por rectilínea, invertidas y opuestas
(Fig. 28a)
- Dos espirales simples unidas mediante línea ondulada (Fig.
28g,i-k,x)
- Espiral doble opuesta con línea de contorno (back to back)
(Fig. 28b)
- Dos espirales simples unidas por línea recta (Fig.
28d)
- Espiral rectangular conformada por dos líneas paralelas
(Fig. 28r)
- Espiral rectangular terminada en línea ondulada (Fig.
28s)
- Espiral conectada a línea quebrada
- Espiral rectilínea trapezoidal con media vuelta adicional
(Fig. 28t)
- Elemento en forma de "S"
- Elemento en forma de "X"
- Línea sinuosa simple
- Línea sinuosa a cuyo extremo se encuentran adosados un
círculo y una espiral (Fig. 28y)
- Línea quebrada simple (Fig. 28ac)
- Líneas concéntricas en forma de "U"
invertida
- Líneas onduladas paralelas (Fig. 28ak)
- Líneas serpentiformes (también clasificables como
serpientes)
- Línea meándrica simple
- Puntos aislados
- Rejilla
- Rombos simples
- Triángulo simple
- Estructura en forma de reloj de arena (Fig. 28ad,
av)
Signos de elementos
repetitivos:
- Serie de rombos conectados y alineados verticalmente (Fig.
28aa)
- Puntos agrupados
- Línea meándrica doble
- Estructura compuesta por cuadrículas en serie, alineadas
horizontalmente (Fig. 28aj)
- El signo más frecuente entre los grafismos geométricos es
la espiral en sus diferentes variaciones, seguido por la línea
curva y sinuosa conectada con otro elemento geométrico o
biomorfo.
Motivos
antropomorfos
- Rostros antropomorfos o máscaras en forma de corazón con
ojos puntiformes o espiralados y boca en forma de raya horizontal
(Fig. 28aq-au)
- Cabezas humanas con la línea de contorno terminada en
espirales a manera de ojos (Fig.28ap, at)
- Triángulos opuestos con doble contorno y con puntos
interiores ordenados a manera de un rostro humano (Fig.
28av)
- Figura biomorfa (stick figure) con cabeza y extremidades
superiores extendidas. La anatomía de la parte inferior del cuerpo
no está clara. Una línea larga que termina en un gancho ondulado
podría ser una cola (Fig. 28ao).
- Estructura cuadrangular con elemento en forma de figura
humana sin extremidades inferiores saliendo de la parte
superior
Motivos
zoomorfo
- Serpientes (Fig. 28al)
- Máscara o cabeza de felino (Fig. 28an)
- Tridígitos, quizás huellas de ave
- Agrupación de puntos a manera de huella de felino
(Fig.28am)
Motivos
astronómicos
- Sol en forma de espiral y rayos rectilíneos
- Sol formado por círculos concéntricos y rayos triangulares
(Fig. 28ai)
Motivos posiblemente
biomorfos
- Estructura compuesta por un elemento en forma de una "T"
contorneada (cabeza?) unido a un diseño vertical complejo (tocado
estilizado?)
En
1986 fue publicada la obra pionera sobre los petroglifos de
Sudamérica y del Caribe de Cornelius Dubelaar cuyo aporte principal
es la clasificación de los motivos rupestres en los llamados
pilot motifs o motivos-guía, característicos para la región
de la cuenca amazónica. Dubelaar, quien había conocido los
petroglifos de Pusharo, del río Queros y de la provincia de
La
Convención mediante fotografías, identificó entre
los grafismos de estos sitios varios que tienen una clara afinidad
con los pilot motifs por él establecidos. Son los petroglifos
en forma de círculos concéntricos, camélidos, huellas de pies
humanos, felinos, cabezas antropomorfas con volutas (curled
shoulder), dos barras opuestas terminando en ganchos o volutas
(back to back), cruces contorneadas (framed crosses),
dos círculos unidos por barra (ring and bar), líneas
zigzagueantes, espirales dobles, ranas y figuras antropomorfas de
simple delineado (match stick figures); en total, 11 de los
17 motivos panamazónicos (Dubelaar, 1986:119; Baer et al, 1983).
Dubelaar omite el motivo del sol radiado por no haber tenido
conocimiento de su existencia en el panel de Pusharo, con lo que el
número total aumenta a doce. De estos doce pilot motifs
registrados, Pusharo participa con cinco de ellos, específicamente
con el sol radiado, líneas en zig-zag en dos variantes, círculo
concéntrico, espiral doble y el motivo llamado back to back.
Si interpretamos una de las figuras como la posible representación
estilizada de la cabeza de un jaguar visto de frente y aceptamos que
los motivos en forma de "T" con los complejos apéndices en la parte
superior a manera de penachos podrían representar abstracciones de
máscaras o cabezas de felinos, el número de motivos-guía llega a
seis. Un argumento irrefutable para el origen amazónico de los
petroglifos de Pusharo.
Sector B
Hacia
la derecha del panel del sector A, un sendero apenas visible sube en
medio del bosque por una ladera empinada y continúa, a una altura de
unos 18 m encima del río, unos 60 m hasta llegar a una zanja
profunda al lado de la pared del acantilado. El pozo excavado por
huaqueros en búsqueda de tesoros, se encuentra directamente al pie
del panel de los petroglifos.
El
panel ubicado a 650 m.s.n.m tiene un largo de 4.8 m y un ancho o
alto visible de 1.3 m; su orientación es N280°. La técnica, estilo y
motivos de los petroglifos de este sector difieren de los del sector
A.
En este
panel pequeño se pueden distinguir 4 tipos de motivos, ordenados
según su frecuencia.
- Incisiones profundas o superficiales de trazos rectilíneos
cortos o largos, verticales u oblicuos, con surcos de perfil
triangular. Algunas tienen la forma de huellas de ave.
- Formas geométricas representando cuadriláteros sin
elementos interiores; cuadriláteros con líneas diagonales cruzadas
en el interior y cuadriláteros compartimentados;
- Líneas cruzadas, líneas rectas, simples o dobles, líneas
en zigzag
- Depresiones rectangulares de escasa profundidad.
- Máscara o cabeza humana como único motivo figurativo en el
panel de este sector.
- La
nariz ancha y prolongada que se junta con la boca, le otorga un
rasgo felínico. La diferencia morfológica entre esta cabeza o
figura mascariforme y las del sector A salta a la vista: contiene
más detalles faciales indicados mediante incisiones rectilíneas
horizontales, verticales y oblicuas lo que le confiere también un
aspecto más naturalista.
En
comparación con los petroglifos del sector A, en los grabados del
sector B están ausentes los relieves pronunciados o dobles bordes,
predominan las rectilíneas sobre las curvilíneas, se presentan
depresiones rectangulares (ausentes en el sector A) y en cuanto a
los surcos de los grabados prevalece el perfil en V.
Sector C
En la
margen izquierda del río Palotoa, frente al sitio principal, hay una
cueva en la pared del acantilado, donde el agua del río forma un
remanso. El ancho de la boca alcanza 16.5 m y la profundidad 9.4 m.
En la pared exterior de la cueva se puede observar un pequeño panel
de petroglifos.
Por la
humedad del sitio dificultando la identificación de los motivos. En
la visita de febrero del 2005, en la pared rocosa situada encima de
la cueva formada por los remolinos del río Palotoa, frente al sector
A, sólo se encontró un pequeño panel de 15 por 50 cm, orientado
hacia el sureste. Los pocos petroglifos de este sector que han
resistido a la arremetida del río, por encontrarse a mayor altura,
son de surcos delgados y poco profundos, diferentes a los de los
sectores A y B. No son accesibles, por encontrarse encima del agua.
La pared está cubierta por una capa de musgo y líquenes, su acceso
es peligroso, debido a lo resbaloso de la roca inclinada en la base,
todo lo cual entorpece la identificación de los motivos. En la parte
derecha del panel se distingue un motivo rectangular de 17 cm de
alto con otros elementos hacia la derecha, un signo escalonado a la
izquierda y otro no identificable.
En la
visita de febrero del 2005 ya no se pudo localizar una máscara
grabada en la parte izquierda de la roca, puesto que el agua ha
erosionado el soporte, cambiando drásticamente la fisonomía de la
roca arenisca en la parte inferior del escarpe.
Datación e
interpretación
Por sus
características morfo-climáticas, el lugar (sectores A y C) es
periódicamente inundado por el río, mientras que los remolinos
formados en época de crecida delante de los acantilados en ambas
márgenes han removido el suelo innumerables veces desde que se
hicieron los petroglifos; debido a esto es prácticamente imposible
encontrar sustratos que contengan evidencias de artefactos
arqueológicos, como fragmentos de cerámica, herramientas líticas,
materiales orgánicos como restos óseos, tejidos o carbón de fogones,
los que permitirían un fechado relativo de los grabados. Cualquier
especulación sobre su edad sería prematura, pero podría intentarse
más adelante sobre la base de los resultados que arrojen estudios
comparativos entre los petroglifos de Pusharo y de otros sitios
amazónicos, particularmente de La Convención, en Cusco,
y de Satipo, en Junín. Un análisis detenido de los grabados
permitiría determinar si es sostenible o no nuestra hipótesis según
la cual los petroglifos fueron hechos en un corto lapso de tiempo
por miembros de un mismo grupo étnico, sin adiciones rupestres
posteriores, con excepción de algunos fakes de reciente
producción.
Estamos
de acuerdo con el padre dominico Aza (1923) quien, poco después del
descubrimiento de los petroglifos de Pusharo, y en contradicción a
las especulaciones de Cenitagoya, había concluido que los grabados
son obra de un pueblo amazónico de la época preincaica. Deyermenjian
(2000) coincide con esta observación al mencionar que no existe
indicio alguno para sospechar una afiliación cultural inca de los
grabados. El hecho de haberse encontrado hachas de piedra de facción
incaica en la cuenca del río Palotoa, nos revela la existencia de
colonias inca en la zona durante la época expansiva del
Tahuantinsuyo (1450 a 1533), pero de ninguna manera se puede asociar
estos hallazgos con los grabados de Pusharo. Las especulaciones
"quechuacentristas" según las cuales los petroglifos estarían
organizados espacialmente de acuerdo a los tres niveles del mundo de
la cosmovisión andina (el hananpacha, el kaypacha y el ukuypacha),
no tienen ningún fundamento y corresponden a la percepción de
quienes tienen dificultades en poder concebir la existencia de
pueblos preincas y, sobre todo, amazónicos capaces de expresar sus
ideas y mitos en un lenguaje simbólico y abstracto mediante un
sistema de representación visual propio y una semántica
compleja.
Por el
alto grado de abstracción de los grafismos es de suponer que estos
fueron la obra de una sociedad amazónica culturalmente avanzada que
habitaba la zona hace quizás mil o dos mil años atrás. Será difícil
establecer la filiación cultural exacta de los autores y quedará
posiblemente por siempre la duda sobre si estos fueron los
antepasados de los matsiguenkas o miembros de una etnia diferente
que ha desaparecido dejando como única huella palpable de su paso
por el mundo esta extraordinaria obra rupestre en las orillas del
río Palotoa.
Mucho
se ha especulado sobre el posible significado de los grabados que
por su emplazamiento en medio de la selva han inspirado la fantasía
de los visitantes. Luego de haber sido interpretados como "letras
góticas" o escenificaciones de pasajes bíblicos por su descubridor
Cenitagoya, desde el inicio de las exploraciones al Manu en busca
del Paititi en los años 70, prevalecen en la literatura chicha
(incluyendo muchas páginas web) tenaces elucubraciones que
consideran los petroglifos como hitos que señalan el camino al lugar
de los tesoros incas. Algunos vieron en los grabados un mapa del
firmamento, mientras que para otros es un mapa terrestre indicando
ríos, montañas y otros accidentes geográficos, a manera de un
recordatorio de quienes se movilizaban entre la selva baja y la zona
altoandina. Para Neuenschwander (1983: 95) son el mensaje de epopeya
de una larga migración de un pueblo, desde los llanos hacia las
montañas, siendo los autores representantes de la cultura amazónica
del Paititi, y no faltan quienes ven en los petroglifos la evidencia
de contactos transatlánticos precolombinos.
En el
actual mundo globalizado, donde los paradigmas religiosos han
entrado en crisis en muchos lugares del planeta, hace tiempo que ha
comenzado una búsqueda de nuevos valores que den sentido a la
existencia humana. Parte de esta búsqueda se expresa en las
corrientes esotéricas-místicas que han identificado al Perú como un
país privilegiado en cuanto a la existencia de lugares mágicos y
cargados de energía. Los petroglifos de Pusharo se han convertido en
un destino obligatorio para algunos de estos grupos. Desde hace
varios años, los miembros de una agrupación llamada "La Hermandad
Blanca" o Rahma han visitado en distintas ocasiones
a Pusharo para realizar allí sus ritos de iniciación y lograr, según
ellos, el contacto con seres extraterrestres.
Pensamos que la interpretación que cercana a la realidad es
la que aboga por el origen chamánico de los grabados de Pusharo,
como ya lo observaron Vega Centeno (1996) y Deyermenjian (2000). En
este caso, y basándonos en los escritos de Reichel-Dolmatoff (1971,
1978) y Schultes & Hofmann (1992), los petroglifos serían
representaciones abstractas de la cosmología, del mundo mítico y
espiritual plasmadas en la roca por los "soñadores" del mundo
amazónico, poseedores de una percepción global y precisa del
universo que les es dada en el momento del trance chamánico
producido por plantas alucinógenas (Ayahuasca o el extracto de otras
plantas). En el caso de los matsiguenkas, el trance que producen
estas plantas posibilita según Baer (1994:134) el contacto de los
chamanes con los saanka?rite o espíritus protectores que habitan en
el bosque y cuando el chaman, en vez de tomar ayahuasca
(Banisteriopsis sp.) o tabaco, ingiere otros jugos vegetales, puede
lograr visiones donde aparece un jaguar poderoso, quien protege a
los matsiguenkas, pero cuya verdadera figura es humana (p.108).
Sobre
el efecto de la ingestión de Ayahuasca entre indígenas amazónicos y
en particular, entre los Tukano de la selva colombiana, el lector
interesado podrá encontrar una amplia información en los trabajos
arriba citados de Reichel-Dolmatoff y Schultes & Hofmann. Según
estos dos últimos autores, los participantes en las experiencias de
Ayahuasca logran ver todas las divinidades de la etnia, la creación
del universo, los primeros seres humanos y animales y hasta el
establecimiento del orden social (Schultes & Hofmann:121). Entre
las funciones de los rituales donde se emplea la Ayahuasca,
ellos mencionan la comunicación con los ancestros y la iniciación de
los adolescentes varones a la vida adulta. Es interesante señalar
que según Reichel-Dolmatoff (1978:8), la ingestión del brebaje a
base de Ayahuasca suele producir, en la primera etapa, entre otros
síntomas, la visión de objetos con doble o triple línea de contorno
(comparable con los de la Fig.28av) y secuencias
largas, similares a sueños donde aparecen felinos, reptiles y otras
imágenes. La segunda etapa está caracterizada por un proceso
alucinatorio profundo durante el cual se activan imágenes de formas
irregulares (diseños geométricos) y aparecen visiones de animales,
figuras humanas, monstruos y escenas mitológicas, como po ejemplo,
el espíritu del jaguar.
Es
posible que un motivo altamente esquematizado y repetitivo de
Pusharo (signo T con apéndice vertical a manera de penacho de
plumas), represente esta visión chamánica de un jaguar o la
transfiguración de un chamán en felino. Entre los Matsiguenkas de la
selva cusqueña y de Madre de Dios, el adorno cefálico en forma de
plumas de ara constituye según Baer (1994) un requisito
imprescindible del ritual chamánico. Vega Centeno, intrigada por un
motivo en la parte alta del panel, observó que "..La representación
de la figura abstracta de un jaguar se caracteriza por destacar en
el panel por su posición elevada, la cual de alguna manera está
relacionada con las pisadas o huellas de este animal grabados en
varios lugares de la escena...." (2003:68). La observación nos
parece acertada, aunque el concepto de "escena" no se apropiado para
describir los petroglifos de Pusharo.
Es
importante recalcar que el significado de los símbolos gráficos,
metáforas y alegorías, que hoy nos parecen impenetrables, era común
y entendible por los miembros contemporáneos de la etnia. El estudio
de los mitos puede, sin embargo, ayudar a descifrar algunos de los
símbolos. Por ejemplo, el motivo de las cabezas que aparecen
grabadas en diferentes formas y tamaños en el panel del sector A,
muy probablemente representen máscaras, pues era y sigue siendo
costumbre muy difundida entre los pueblos amazónicos el representar
a los seres extrahumanos de sus mitos mediante máscaras hechas de
diferentes materiales (calabaza, barro cocido, madera y corteza de
árbol). Para los piros, shipibo-conibos y matsiguenkas, estos seres
mitológicos son los dueños espirituales y protectores de los
recursos del bosque, particularmente de los animales de caza a los
que, como son peligrosos y feroces, hay que neutralizarlos mediante
las máscaras en las que estos se han transformado. (Baer, 1998, Vega
C. 2003:70, citando a Baer)
Baer
(1994) nos explica que para los Matsiguenkas y otras etnias
amazónicas son importantes determinados sectores de los ríos,
secciones peligrosas del mismo (rápidos) y lugares donde existen
formaciones rocosas. Estos lugares, y particularmente los bloques
grabados en las orillas de los ríos, son concebidos como residencias
de los espíritus o seres míticos, que vivieron anteriormente en el
territorio y que, al final de su vida terrestre, fueron encerrados
en las piedras.
Chaumeil (1979), en su trabajo sobre el chamanismo yagua
en la amazonía septentrional peruana, describe las visiones de un
informante chamán sobre la base de un dibujo hecho por éste, y
concluye que los chamanes yagua conciben el universo como mundos
superpuestos y que existen mitos para cada nivel cósmico, donde el
mundo superior aéreo es el mundo del sol y de la luna. Los dos soles
grabados encima del panel principal del sector A de Pusharo podrían
corresponder a esta percepción del cosmos.
Los
pocos datos etnográficos publicados sobre Pusharo se los debemos a
los investigadores Baer, Ferstl y Dubelaar (1983). En 1981, Ferstl
dio con ellos durante una excursión de caza con dos matsiguenkas por
el curso medio del río Palotoa, llamado Sinki?benia por los nativos.
Los autores manifiestan que según la creencia de los matsiguenkas,
estos petroglifos denominados por ellos sankena?rintsi, fueron
hechos por su héroe cultural Chaenka?vane. Los nativos visitaban el
lugar a intervalos irregulares, particularmente cuando iban a cazar
un tipo especial de mono que habita esta parte de su territorio
comunal. Durante sus visitas al lugar, ellos pintaban algunos
petroglifos que consideraban importantes (caras, huella de puma,
líneas sinuosas indicando ríos), con una pintura vegetal de color
azul-negro hecha en base a huito (Genipa americana), empleada
también (al igual que el achiote) para las pinturas faciales y
corporales. Preparaban la pintura antes de partir de caza y la
llevaban luego en una bolsa pequeña. Procuraban terminar con el
pintado de los petroglifos antes de que oscureciese, ya que temían
al lugar, pues, según ellos, es buscado en la noche por las almas de
los muertos causando sueños malos en quienes duermen allí. Los
sueños malos son considerados como omen malicioso por los
matsiguenkas quienes, además, creen que durante el sueño el alma
abandona el cuerpo provocando enfermedad, e incluso la muerte, si
fracasa en su intento de traer de regreso el alma.
En
1996, la ya mencionada antropóloga Vega Centeno (2003: 68) observó
una coloración rojiza en los petroglifos, relacionándola con el
empleo de achiote (Bixa orellana). En las visitas al sitio
realizadas entre 2001 y 2005, pudimos comprobar la presencia de
pigmentos de color amarillento en los surcos de varios grabados; es
posible que se trate de restos de pintura vegetal. Gerhard Baer
(1979: 109), al estudiar el chamanismo entre los matsiguenkas,
recopiló información según la cual a los saanka?riite (espíritus
buenos) les gusta las semillas de Bixa orellana, "que suministran
los glóbulos rojos y la tez del rostro " La costumbre debe haberse
perdido desde hace algunos años, puesto que los matsiguenkas que
habitan en Palotoa-Teparo ya no recuerdan esta práctica.
Valor histórico y simbólico de
Pusharo
Pusharo, como lugar arqueológico emplazado en un área
natural protegida, representa un patrimonio mixto, de carácter
cultural y natural, y encierra una gama de valores que, en su
conjunto, le confieren un significado particular al
sitio.
El
principal valor es, sin duda, de carácter histórico y simbólico. Los
petroglifos de Pusharo representan el legado cultural de pueblos
amazónicos desaparecidos y son un testimonio de su percepción del
cosmos y de su gran capacidad de abstracción. Es muy probable
-aunque falta ser verificado mediante investigaciones
antropológicas- que Pusharo sigue siendo utilizado como corredor
étnico de las culturas amazónicas y que indígenas del Manu se
comuniquen aún con sus paisanos del Bajo Urubamba y otros lugares
por la zona de Pusharo. Por conversaciones con habitantes de Palotoa
sabemos que sólo ocasionalmente salen matsiguenkas que habitan las
riberas del alto Palotoa en el interior del PNM, hacia la comunidad
de Palotoa-Teparo. El lugar, sin embargo, sigue teniendo un
significado importante y está cargado de historia para gran parte de
la población matsiguenka de Palotoa-Teparo, por representar la
tierra habitada por sus antepasados y por la presencia de vestigios
culturales que, de alguna manera, constituyen el nexo cultural y
espiritual entre la población actual y aquella que ocupaba este
territorio en tiempos precolombinos.
Otras manifestaciones
rupestres en la región
El artículo
completo con imagenes lo tienes disponible en la Web de Conciencia
Planetaria: www.concienciaplanetaria.es sección: Artículos
- Historia Antigua - Nº 29
Que lo
disfrutes
From: helio@heliocentro.net
EL MENSAJE Y EL
MENSAJERO
Haced una prueba curiosa.
Enviad un comunicado con determinada información y al pie del mismo
poned vuestra firma: (Pepe López, Juan Fernández, etc., etc. Luego
enviad el mismo comunicado pero poniendo al pie, la firma de un
extraterrestre; por ejemplo Asthar Sheran. Por supuesto, no
olvidaros que es de la séptima dimensión. Veréis como en este
segundo caso la respuesta ó la atención del comunicado es
absolutamente superior.
En la vida real, cuando
queremos influir sobre una persona o causar una determinada
impresión en un ambiente, solemos decir que somos amigos personales
de tal ó cual político, escritor u hombre de fama. Así se nos valora
más y se nos abren todas las puertas. El ego necesita emerger en
todas las situaciones. Es por eso que a lo largo de la Historia, el
que más o el que menos ha recibido mensajes de Dios, de Jesucristo,
de la Virgen, de un extraterrestre de ?un mogollón de años luz? o
incluso del propio Satanás. Cuando no estaban de moda los
extraterrestres, se aludía a los Mahatmas de la India ó a los
Maestros Ascendidos.
Nadie se fija en el mensaje y
si este es bueno ó es malo. LO QUE IMPORTA NO ES EL MENSAJE SINO
EL MENSAJERO.
En este mundillo de la
canalización se da de todo y a cuál más pintoresco:
Hay seres que llevan en
contacto con tal ó cual maestro ó extraterrestre por más de
veinticinco años y nunca le han visto. Otros venden cursillos para
contactar con el extraterrestre ó Maestro, que por supuesto sólo
está en la mente del listillo de turno. Existen los extraterrestres
parlanchines que se lían a enviar miles y miles de hojas con
comunicados curiosos, reiterando el que hay que amar y ser buenos,
sin aportar absolutamente nada nuevo. Luego están los
extraterrestres complacientes que salvan de la supuesta catástrofe a
unos pocos elegidos, entre los que se encuentran; claro está, mamá,
papá, el gato y el masseratti. Ni que decir tiene que el pobre
desgraciado africano; como tiene karma, pues no se salva. Luego
están los piques y la carrera contra el reloj de la jerarquía del
contacto. Yo estoy contactado con uno de cuarta, tú con uno de
quinta y el más acomplejado del grupo; pues necesitará uno de
séptima. Existe otro tipo de grupos que llevan saliendo al
avistamiento y a ser rescatados por los extraterrestres, más de mil
veces, y siempre les dicen: ?no estáis preparados, por lo que está
previsto otras dos mil salidas.
Existen otros tantos
comportamientos psicológicos en torno a este fenómeno, pero se trata
de ser breves y dar un decálogo, que quizás venga bien para ser
aplicado a los numerosos mensajes que pululan por la red. ¡Veamos!:
1.- Si el contacto recibido te
adula o te trabaja el ego, no es real y además te lleva a una
alteración de la personalidad.
2.- Si el contacto juzga a
otro presente o ausente, no es real y en todo caso sería de
entidades bajas.
3.- Si el contacto te cita
y no acuden, es mejor dejarlo y aceptar que todo ha salido de tu
subconsciente. Los extraterrestres, si son superiores, no mienten
jamás; si citan, acuden.
4.- Si el contacto divide,
jerarquiza o discrimina en cualquier forma, no es verdadero y hay
que replantearse el tema ó detectar que se está ante un cuadro
psicológico.
5.- Si el contacto habla
de cosas insulsas ó banales, ó dice que "hay que amar" ó "hay que
ser justos", etc., etc. para esto no necesitamos seres
extraterrenos; Estas recomendaciones ya figuran en todos los textos
sagrados.
6.- Si el contacto te inclina
a seguir a un maestro, a un dios ó a un arquetipo de la divinidad no
es justo puesto que los extraterrestres pasan de "nuestros dioses de
carne" y no priman a unos sobre otros. Su mensaje habla de
contenido; es decir "priman el mensaje no el mensajero".
7.- Si el contacto invita a
vivir en comunidad ó inclina los afectos ó interfiere en la libertad
de cada uno a vivir, a vestir, a sentir ó a determinar su forma
emocional ó psíquica de la vida; no es bueno. Ellos, como el ser
evolucionado de la Tierra sabe, no pueden alterar el libre arbitrio
de las personas.
8.- Si se busca el contacto
sin ton ni son, sin ton ni son se reciben las informaciones,
normalmente de uno mismo y no de los seres del espacio que no están
a nuestro servicio ni tienen que descolgar el teléfono cuando a
nosotros nos da la gana.
9.- Si el contacto es muy
largo y lleno de conceptos, ¡ojo!, casi todo es producto de tu
inconsciente puesto que el fenómeno telepático de contacto es un
impulso corto, a medio camino entre lo emocional y lo sensorial que
llega en forma de estímulo y luego es el cerebro el que elabora el
proceso lógico. Y es en este proceso de elaboración lógica donde
entran los parásitos mentales tuyos, tus prejuicios y tus
inclinaciones culturales y preconceptos.
10.- Si el contacto es
desinteresado, de altura, con informaciones trascendentes, no
serviles y que ayudan o tratan de ayudar a uno mismo y a los demás,
primero hay que discernirlo, segundo separar lo que es obvio y por
último darlo a conocer desinteresadamente.
Se podrían dar otras
recomendaciones pero creo que estas son absolutamente necesarias en
todos los procesos de contactismo ó incluso de espiritismo. Es
necesario saber que la prosopopesis ó las posibilidades de que en el
propio individuo se manifiesten otras personalidades ó bien se den
escisiones de la misma, es algo que toda persona puede reproducir
mediante simple hipnosis ó auto hipnosis como hiperestesia ó
ampliación paranormal de los sentidos y de la fenomenología
paranormal.
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