Manuscrito Encontrado en Zaragoza de Jan Potocki
La verdad es que uno no sabe que es más peculiar, si el propio Jan Potocki, su libro o los avatares de su publicación.
Jan Potocki fue, desde luego, una rara avis. Noble polaco que realizo varios viajes por el norte de África, Extremo Oriente y el sur de Europa y que parece huir de los clichés nacionalistas de su país. Simpatiza claramente con el Islam, posee unas ideas más que escépticas en materia religiosa, es masón, ilustrado, seguidor inicial de la Revolución Francesa y, finalmente, pro-ruso. Su peculiar suicidio en 1815 es la guinda que faltaba para este pastel.
En cuanto a la publicación de su “Manuscrito encontrado en Zaragoza”, la obra fue terminada el mismo año de su muerte y sólo vio la luz por partes, mutilada y de una forma tan dispersa que se convirtió casi en leyenda y fue saqueada sin contemplaciones por otros autores, especialmente franceses (a pesar de su nacionalidad, Potocki escribió el libro en esta lengua). No sería hasta 1989 que apareciese por primera vez una edición completa de la novela (en España, por ejemplo, existen algunas ediciones incompletas previas a esta fecha, como la de Alianza).
En cuanto a la novela en si, el “Manuscrito encontrado en Zaragoza” es un libro de una cierta complejidad. En cierta forma, se trata de la obra de una vida y su grosor (casi mil páginas en la edición de bolsillo de Valdemar) puede echar para atrás a más de uno.
La historia es aparentemente sencilla, Alfonso Van Worden, noble belga de mediados del siglo XVIII, llega a España para incorporarse a su ejercito. En el viaje debe de cruzar Sierra Morena donde se topa con todo tipo de aventuras y personajes entre los que se encuentran moros y judíos que aún siguen practicando su religión, gitanos, el judío errante, cabalistas, bandoleros, aparecidos, endemoniados, la inquisición, penitentes, geómetras despistados y jóvenes voluptuosas.
El libro sigue la moda de la novela gótica al estilo de Radcliffe y Hoffmann con especial hincapié en la ambientación exótica (España, Italia, África). Dado que dos terceras partes de ella transcurren en nuestro país, Potocki parece seguir con total precisión todos los tópicos decimonónicos sobre España (sólo hay que ver la lista de encuentros que tiene Van Worden). Sin embargo, una lectura más atenta nos indica que todo está teñido de un claro aire de ironía y cachondeo.
El polaco conocía bien la realidad española y utiliza la parafernalia romántica existente sobre nuestro país a modo de guasa y sin tomársela nunca en serio. De hecho, esa es otra de las virtudes de la novela, su fino sentido del humor que la diferencia totalmente de sus coetáneas góticas tremendamente serias y trascendentes.
Por otro lado, da también la sensación de tratarse de un libro que nunca estuvo destinado a la publicación. Para la época, muchos de sus fragmentos hubiesen sido prohibidos por la censura de cualquier país. Potocki (que se casó dos veces y enfermó de sífilis) tiene unas ideas bastante avanzadas sobre el tema sexual, sus personajes sólo pueden calificarse como libertinos y no dudan en aprovechar cualquier oportunidad para encamarse sin mayores problemas, de dos en dos o de tres en tres, da un poco lo mismo.
Parte del eje de la historia es la seducción que sufre un mojigato Van Worden por parte de dos bellas y jovencísimas hermanas moriscas que, obviamente, triunfan. Y esta es la tónica habitual del libro.
Más complicado aún lo hubiera tenido con la forma que es tratado el tema de la religión. Cierto es que otro de los nudos de la historia son los intentos infructuosos de los diferentes personajes por hacer abjurar a Van Worden del catolicismo pero no lo es menos que judíos y musulmanes son tratados de una forma absolutamente aséptica, sus religiones no son presentadas de una forma negativa ni antipática lo que, desde luego, resulta bastante llamativo. Sin olvidar que en el discurso del geómetra Velázquez sobre la religión y en la historia del judío errante se ponen en duda muchas de las supuestas verdades históricas del cristianismo siguiendo claramente el espíritu de la Ilustración.
Por último, no deja de llamar la atención el papel que juegan las mujeres en la novela. Nos encontramos con personajes fuertes, audaces e independientes que juegan un papel importante en la historia y que no se dejan manejar fácilmente por los hombres. Paradigma de este recurso es la figura de la judía Rebeca que consigue enamorar al geómetra gracias a sus dotes intelectuales y no por su belleza física.
Problemas de censura aparte, la estructura del “Manuscrito..” es otro de sus principales atractivos. Partiendo del “Decamerón”, de “Las Mil y Una Noches” y de los “Cuentos de Canterbury”, la novela se estructura a base de una serie de cuentos o historias entrelazadas unas con otras de una forma laberíntica.
El esquema es, básicamente, el siguiente: aparece un personaje y rápidamente empieza a contar su vida, narración que suele verse interrumpida y que puede alargarse apareciendo y desapareciendo por todo el libro intercalada por otras similares. Por supuesto, como parte de esta historia puede aparecer otra que también se narrará y que puede contener otra y así hasta el infinito.
La idea, sino original, es bastante atractiva y Potocki sabe aprovecharla al máximo para llenarnos de historias entretenidísimas y cuajadas de suspense. Además, cuando las cosas parece que se van a salir de madre, el propio autor se deja llevar por la ironía y hace que sus propios personajes se rían de esta técnica y pidan un esquema para saber por donde se andan.
Quizás lo único criticable en el libro de Potocki sea su propia desmesura, su tamaño inmanejable y sus grandes irregularidades, historias fantásticas se mezclan con otras sentimentales, unas son mejores que otras, más largas o más cortas, más interesantes o pertinentes para el avanzar de la trama. Trama que, al final, se desinfla un tanto, el gran misterio que envuelve toda la novela es brillantemente inverosímil pero, a la larga, un tanto intrascendente, una mera excusa para que el noble polaco nos endose todas las ideas que brotan de su fértil imaginación.
Resulta una pena que entre Hoffmann y Radcliffe, Potocki al final elija Radcliffe y que, por tanto, las historias iniciales (las más fantásticas y terroríficas mientras que en la segunda parte prima la aventura sentimental) de tinte sobrenatural acaben teniendo una explicación lógica aunque inverosímil. Esto podría colocar al libro fuera del ámbito del fantástico sino fuera por que la parte de la trama que engarza todas las historias y les da su explicación final es realmente disparatada, alucinante y, obviamente, muy poco realista y que prefiero no desvelar en aras de los posibles lectores del libro.
Por último, un detalle que me ha llamado la atención. Dije anteriormente que el libro parecía haber sido escrito por el mero placer de escribir (de hecho, es narración pura sin casi ninguna ideología detrás) y para el consumo personal de Potocki y esta idea se acentúa si pensamos que podría existir una lectura masónica del “Manuscrito...”. La historia de Van Worden, en realidad, puede ser vista como un rito de iniciación de algún tipo. El protagonista recibe un secreto de tipo mágico y tiene que soportar todo tipo de pruebas sin desvelarlo, al final triunfa y alcanza una recompensa sustanciosa e inimaginable. Visto así podría entenderse como una metáfora de la masonería a la que, como ya he mencionado, Potocki pertenecía pero, me temo, la veracidad de esta suposición se la llevó el polaco a su tumba.
5 Comments:
terminé hace relativamente poco esta novela, y la verdad es que a veces resultaba bastante confuso seguir la historia a través de tantos saltos entre personajes.
Sin embargo, la lectura atrapa bastante, no sólo por seguir las decenas de historias que se van desplegando, si no también por el fino humor con que se plantean muchas situaciones bastante peliagudas para la época, aunque hoy nos parezcan de lo más normal
A mi, mas que confuso lo que me pasaba es que a veces me preguntaba que narices tenian que ver todas esas historias con el meollo del libro, al final descubres que muy poco pero en el interin te lo has pasado bomba asi que le podemos perdonar a Potocki su jeta.
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Si llegas al final descubres asombrado que todo, absolutamente todo, tiene coherencia y todos los personajes se cruzan y relacionan. Sólo queda una historia aislada. El resto de las historias se apoyan unas en otras, todos los personajes tienen relaciones entre sí, aunque muchas veces no sean conscientes de ello. Lo fantástico deja paso a lo maravilloso, aunque constituye fnalmente una ucronía, una reescritura fantástica de la historia universal, igual que al final se da la clave para releer todas las pequeñas historias aparentemente aisladas como parte de una única historia.
SOBERBIA.
Debió ser triste que Potocky no viera nunca publicada de forma íntegra esta su gran novela.
Entiendo que Potocki se suicidó con una bala de plata el mismo día en que acabó de escribir la novela. Por eso es que no pudo verla publicada.
Isabel
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