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De: Alias de MSNDANTE_ERNESTO  (Mensaje original) Enviado: 11/04/2005 8:03
 
El liberal Karl Popper
 
  • Para la filosofía popperiana de la ciencia se han de buscar experimentos cruciales que falsen las teorías. No verificar, sino falsar. La razón, para Popper, es muy sencilla: un científico puede localizar hechos que favorezcan sus teorías, a la vez que oculta lo que se opone a ella. El giro de la verificación a la falsación constituye una revolución científica. Popper la descubrió precisamente comparando el marxismo (y las teorías psicoanalíticas) con la actitud de Einstein ante el examen de la teoría de la relatividad. Según Popper, Einstein manifestó que habría recibido con gusto la refutación de su pensamiento porque las pruebas recién salvadas eran de lo más cruciales: la hacían más valiosa. Pero no hay conocimiento seguro, como lo muestra la caída de la física de Newton a causa de la teoría de la relatividad. La misma teoría einsteiniana se ha visto modificada por los descubrimientos posteriores, como el de la física cuántica. El perfeccionamiento de los instrumentos científicos puede traer el descubrimiento de otros elementos que modifiquen una teoría o la falsen. Y esto es válido para todo el conocimiento, pues para Popper el conocimiento científico es el prototipo del conocimiento humano. Es el método de conjeturas y refutaciones, o de ensayo y eliminación de error, en el que la verdad es un faro que nos guía y no una posesión. Y ésta es justamente la parte medular del Racionalismo Crítico, nombre impuesto por el mismo Popper a su filosofía.
 
  • Despite Popper’s strong criticisms of Marxism’s historicism and tendency toward totalitarianism, he was sympathetic to Marx’s moral impulse. He wrote:   if there could be such a thing as socialism combined with individual liberty, I would be a socialist still. For nothing could be better than living a modest, simple and free life in an egalitarian society. It took some time before I recognized this as no more than a beautiful dream; that freedom is more important than equality; that the attempt to realize equality endangers freedom; and that, if freedom is lost, there will not even be equality among the unfree.

 

Sir Karl Popper:

Psicoanálisis, ciencia

y pseudociencia

 

Phillip Johnson

 

Karl Popper provee el indispensable punto de partida para comprender la diferencia entre ciencia y pseudociencia. Popper pasó sus años de formación en la Viena de principios del siglo veinte, donde la vida intelectual estaba dominada por ideologías basadas en la ciencia, como el marxismo y las escuelas psicoanalíticas de Freud y Adler. Éstas eran ampliamente aceptadas como ramas legítimas de la ciencia natural, y atraían un gran cortejo de seguidores de entre los intelectuales, porque parecían tener un poder tan enorme de explicación. La aceptación del marxismo o del psicoanálisis tenía, como observó Popper,

el efecto de una conversión o revelación intelectual, que abría tus ojos a una nueva verdad oculta a los no todavía iniciados. Cuando eran así abiertos tus ojos veías ejemplos confirmadores en todas partes; el mundo estaba lleno de verificaciones de la teoría. Todo lo que sucedía siempre lo confirmaba. Así, su verdad se hacía manifiesta; y los incrédulos eran evidentemente personas que no querían ver la verdad manifiesta; que rehusaban verla, bien porque iba en contra de su interés de clase, o bien debido a sus represiones, que seguían <<no analizadas>> y que clamaban por ser tratadas. É Un marxista no podía abrir un diario sin encontrar en cada página una evidencia confirmadora de su interpretación de la historia; no sólo en las noticias, sino también en su presentación --que revelaba el prejuicio de clase del diario-- y especialmente, claro, en lo que el diario no decía. El análisis freudiano destacaba que sus teorías quedaban constantemente verificadas por sus <<observaciones clínicas>>.

Popper se dio cuenta de que una teoría que parece explicarlo todo en realidad no explica nada. Si los salarios disminuían era porque los capitalistas estaban explotando a los obreros, como Marx predecía que lo harían, y si los sueldos se elevaban era porque los capitalistas estaban intentando salvar un sistema podrido mediante unos sobornos, que era también lo que el marxismo predecía. Un psicoanalista podría explicar por qué un hombre cometería asesinato -- o, con la misma facilidad, por qué el mismo hombre sacrificaría su propia vida para salvar la de otro. Pero según Popper, una teoría con una capacidad explicativa genuina hace predicciones arriesgadas, que excluyen la mayor parte de posibles resultados. El éxito en la predicción es impactante sólo hasta donde el fracaso sea una verdadera posibilidad.

Popper quedó impresionado por el contraste entre la metodología de Marx o Freud por una parte, y de Albert Einstein por la otra. Einstein expuso casi temerariamente su Teoría General de la Relatividad a la falsación prediciendo el resultado de un osado experimento. Si el resultado hubiese sido diferente del predicho, la teoría habría quedado desacreditada. En contraste, los freudianos buscaban sólo ejemplos confirmadores, y hacían su teoría tan flexible que todo contaba como confirmación. Marx sí hizo predicciones específicas --acerca de las inevitables crisis del capitalismo, por ejemplo-- pero cuando los predichos acontecimientos no se materializaron, sus seguidores respondieron modificando la teoría, de modo que siguiese <<explicando>> todo lo que sucediese.

Popper emprendió responder no sólo a la cuestión específica de por qué el método científico de Einstein difería de la pseudociencia de Marx y de Freud, sino también a la cuestión más general de qué es <<ciencia>> y en qué difiere de la filosofía o de la religión. El modelo aceptado, descrito por vez primera por Francis Bacon, concebía la ciencia como un ejercicio de inducción. Se creía que los científicos formulaban teorías para explicar datos preexistentes, y que verificaban sus teorías acumulando evidencias adicionales confirmadoras. Pero los filósofos escépticos --especialmente David Hume-- habían puesto en tela de juicio que una serie de observaciones objetivas pudiesen realmente establecer la validez de una ley general. Un suceso puede seguir a otro una y otra vez en nuestra experiencia inevitablemente limitada, pero siempre hay la posibilidad de que adicionales observaciones revelarán excepciones de refuten la norma. No se trataba de una mera posibilidad teórica: los científicos se habían quedado aturdidos al ver el edificio aparentemente invulnerable de la física newtoniana cuando técnicas modernas hicieron posible hacer nuevas clases de observaciones.

La validez de la inducción como base para la ciencia no era sólo filosóficamente insegura, sino que era también inexacta, porque los científicos no trabajan como prescribe el modelo inductivo. En la práctica científica, la teoría normalmente precede al experimento o al proceso de recolección de datos, y no al revés. En palabras de Popper, <<la observación es siempre selectiva. Necesita un objeto escogido, una tarea definida, un interés, un punto de vista, un problema>>. Carentes de teoría, los científicos no sabrían cómo diseñar experimentos, ni dónde buscar los datos importantes.

La inspirada contribución de Popper fue descartar el modelo inductivo y describir la ciencia como comenzando en una conjetura imaginativa o incluso mitológica acerca del mundo. La conjetura puede ser falsa en todo o en parte, pero da un punto de partida para la investigación cuando se enuncia con una claridad suficiente para poder ser sometida a crítica. El progreso no se consigue investigando el mundo en busca de ejemplos confirmadores, que siempre se pueden encontrar, sino buscando la evidencia falsadora que revela la necesidad de una nueva y mejor explicación.

Popper expresó el punto esencial en un maravilloso aforismo: <<La perspectiva errónea de la ciencia se descubre por su avidez de ser verdadera.>> En algunos casos, esta avidez proviene del orgullo del descubridor, que defiende una teoría con todos los artificios a su disposición porque está en juego su reputación profesional. Para los marxistas y freudianos, su avidez provenía de la sensación de seguridad que habían conseguido al poseer una teoría que parecía dar sentido al mundo. Las personas basan sus carreras y sus vidas personales en teorías así, y se sienten personalmente amenazadas cuando la teoría es atacada. El temor lleva a estas personas a aceptar acríticamente cualquier artificio que preserve a la teoría de la falsación.

Popper propuso el criterio de la falsación como ensayo para distinguir la ciencia de otras actividades intelectuales, entre las que incluyó la pseudociencia y la metafísica. Estos términos han causado alguna confusión, porque en lenguaje ordinario identificamos <<ciencia>> como el estudio de un tipo determinado de materia, como la física o la biología, en contraste con (digamos) la historia o la literatura. La lógica de Popper implica que la posición científica de una teoría depende menos de su campo de estudio que de la actitud de sus seguidores hacia la crítica. Un físico o un biólogo pueden ser dogmáticos o evasivos, mientras que un historiador o un crítico literario pueden expresar las implicaciones de una tesis de una manera tan llana que se invita la presentación de ejemplos refutadores. La metodología científica existe allá donde las teorías son sujetas a una prueba empírica rigurosa, y está ausente allí donde la práctica es proteger una teoría en lugar de someterla a ensayo. ...

 
 

El ensayo de Popper, <<Science: Conjetures and Refutations>>, de la colección Conjectures and Refutations (1963), es la fuente principal para este capítulo. El librito de Bryan Magee, Popper (1973), da un lúcido sumario de la filosofía de Popper para el gran público.

 
 
 
 

 

Adiós a Popper

Ignacio Ruiz Velasco Nuño <STYLE> </STYLE>

El pasado 17 de septiembre [1994] fallecía sir Karl R. Popper, uno de los grandes filósofos del siglo XX. Adalid de la democracia, fundó su pensamiento en un innovador método científico: el falsacionismo. Presentamos un breve bosquejo de su personalidad e ideas.

 

Crítico acérrimo del marxismo cuando la moda intelectual dictaba ser marxista o filomarxista, este austriaco nacionalizado inglés honrado con el título de "Sir" y que acaba de fallecer el pasado 17 de septiembre en un hospital de Londres, fue uno de los mayores filósofos que ha dado nuestro siglo.

Karl R. Popper nació en Viena el 28 de julio de 1902. Sus padres, originariamente de fe judía, se bautizaron en la comunidad luterana antes de que nacieran sus hijos, deseando así asimilarse a la sociedad en que vivían. En cuanto a sus propias ideas religiosas, Popper expresamente evita mencionarlas "para no influir en los demás": sólo en el prefacio de su obra The Self and its Brain --escrita junto con Sir John C. Eccles, premio Nobel de medicina-- se dice claramente que puede ser considerado agnóstico.

Con grandes inquietudes intelectuales, se mueve con soltura en el rico ambiente cultural de la Viena de principios de siglo. Estudia con los grandes matemáticos y científicos del momento. Conoce y trabaja con el psicoanalista Adler. Y, sobre todo, entra en contacto con algunos de los neopositivistas del Círculo de Viena. En la colección de libros dirigida por los neopositivistas publica su primer obra, Logik der Forschung (1934), razón por la cual con frecuencia se le confundió con uno de ellos. Logik der Forschung le abre puertas en el mundo de la ciencia y a partir de ahí comienza a frecuentar a científicos de la talla de Einstein, Bohr, Schrodinger..., y a otros intelectuales como Hayek, Ayer, B. Russell y Wittgenstein.

A principios de 1937 emigra junto con su esposa a Nueva Zelanda a causa del conflicto judío provocado por Hitler. Permanece ahí hasta 1946, cuando se instala en Inglaterra como profesor de la London School of Economics and Political Science. El resto de su vida la vivió cerca de Oxford, interrumpido solamente por los viajes para dictar conferencias en las universidades más prestigiadas.

Como ya apunté en otra ocasión en esta misma revista, el pensamiento popperiano influye en prácticamente todas las esferas del conocimiento humano. A unas semanas de su fallecimiento se extrañan en nuestro medio los comentarios sobre su pensamiento. Alguno ha tratado un poco de su afán democrático y su pasión por la sociedad abierta, pero sin mencionar su rechazo del marxismo. ¿Se olvidará su enorme influjo incluso --según algunos-- como ideólogo del neoliberalismo tatcheriano?

Teoría para modificar teorías

Teórico de la democracia, se da a conocer en el ámbito de la política cuando publica, durante la Segunda Guerra Mundial, sus dos obras más importantes en este campo: The Open Society and Its Enemies y The Poverty of Historicism. La Sociedad Abierta es un largo y fascinante alegato contra los totalitarismos, en el que toma como prototipos a la República Platónica, el Estado Hege-liano y la Sociedad Socialista de Marx, a los que pasa por la navaja de su crítica con un estilo libre de formalismos y pleno en ironías, al que estaban poco acostumbrados los intelectuales de la época. La Miseria del Historicismo (en alusión al de La Miseria de la Filosofía, de Marx) es la base metodo-lógica de ese alegato y una crítica a todo historicismo futuro. La conclusión más significativa es la desmitificación y negación del pretendido carácter científico del marxismo, fundándola en un riguroso examen científico-metodológico: el falsacionismo o método de ensayo y eliminación de error.

Enmarcados en el empirismo neopositivista, los científicos buscan hechos que verifiquen sus teorías por medio del conocimiento inductivo. Pero para Popper la inducción no existe. Rechaza esta postura así como la cruzada antimetafísica del Círculo de Viena y lo critica donde más daño podía hacerle: en su base empirista. De hecho, algunos de los miembros del grupo vienés reconocieron la verdad en la crítica de Popper: las proposiciones no puede ser fiel reflejo de los hechos; de los hechos no se puede deducir nada, porque cada hecho da cuenta sólo de sí mismo. Unicamente si se admite la capacidad intelectual de la abstracción se puede entender y aceptar la inducción, el paso de los singulares al universal.

Por el contrario, para la filosofía popperiana de la ciencia se han de buscar experimentos cruciales que falsen las teorías. No verificar, sino falsar. La razón, para Popper, es muy sencilla: un científico puede localizar hechos que favorezcan sus teorías, a la vez que oculta lo que se opone a ella. El giro de la verificación a la falsación constituye una revolución científica. Popper la descubrió precisamente comparando el marxismo (y las teorías psicoanalíticas) con la actitud de Einstein ante el examen de la teoría de la relatividad. Según Popper, Einstein manifestó que habría recibido con gusto la refutación de su pensamiento porque las pruebas recién salvadas eran de lo más cruciales: la hacían más valiosa. Pero no hay conocimiento seguro, como lo muestra la caída de la física de Newton a causa de la teoría de la relatividad. La misma teoría einsteiniana se ha visto modificada por los descubrimientos posteriores, como el de la física cuántica. El perfeccionamiento de los instrumentos científicos puede traer el descubrimiento de otros elementos que modifiquen una teoría o la falsen. Y esto es válido para todo el conocimiento, pues para Popper el conocimiento científico es el prototipo del conocimiento humano. Es el método de conjeturas y refutaciones, o de ensayo y eliminación de error, en el que la verdad es un faro que nos guía y no una posesión. Y ésta es justamente la parte medular del Racionalismo Crítico, nombre impuesto por el mismo Popper a su filosofía.

¿Eliminar el mal sin buscar el bien?

En este método se funda la crítica al marxismo y --añadamos ahora-- la defensa del liberalismo: una sociedad será democrática en la medida en que busca refutaciones para sus teorías políticas. Las refutaciones nos permiten ir mejorando nuestra sociedad, porque nadie se considera oráculo de la verdad, sino propugnador de una conjetura que va siendo modificada por las opiniones de los demás y, sobre todo, las refutaciones de su contenido. Por eso, para Popper, los buenos gobernantes son aquellos que buscan eliminar la pobreza, los sufrimientos, las deficiencias sociales a través de instituciones democráticas, y no los que dicen poseer fórmulas mágicas que todo lo resolverán en un futuro que jamás llegará. Pero, ¿sólo eliminar el mal sin buscar el bien? ¿será posible?

La propuesta popperiana de una sociedad abierta a la crítica desea coadyuvar en la consecución de un mundo mejor, pero no pretende llegar al mejor mundo. Esta propuesta quizá sólo flaquea cuando no se busca establecer instituciones democráticas.

Sucede como con su idea de verdad: «la idea de verdad es absolutista (...) Nosotros somos buscadores de la verdad, pero no sus poseedores». La mezcla entre verdad y absolutismo devela una deliberada confusión entre ciencia experimental y política, actitud un tanto discutible, que de hecho se convierte en uno de los puntos más criticados del popperismo.

El pensamiento de Popper también encuentra su talón de Aquiles en las continuas confirmaciones que él busca para sus teorías, evitando las refutaciones. La debilidad de una verdad jamás alcanzada --ni siquiera la pequeña verdad de que yo existo, vivo y me muevo--, deja al popperismo pendiente de un hilo. Pero su propio método, cuando reconoce estas debilidades, se constituye en un sólido instrumento tanto para las ciencias experimentales como para las sociales.

Popper nos ha dejado físicamente pero también nos ha heredado muchas buenas ideas (no todas). Honor a quien honor merece. Adiós Sir Karl R. Popper.

http://www.istmoenlinea.com.mx/articulos/21509.html

 

 



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De: Alias de MSNDANTE_ERNESTO Enviado: 11/04/2005 8:04
HOOVER INSTITUTION
 

Piers Norris Turner

Remembering Karl Popper

A reflection on the life of former Hoover fellow Karl Popper, one of the past century’s greatest thinkers.

photo: Karl Popper Karl Popper  
One person’s life can sometimes tell the story of an entire century. Such is the case with Sir Karl Popper (1902–1994), one of the foremost critics of authoritarianism in the twentieth century, yet also arguably the premier philosopher of science during a century of unparalleled scientific discovery.

THE OPEN SOCIETY AND ITS ENEMIES

In 1989, the fall of the Berlin Wall brought renewed interest in Popper’s major contribution to political philosophy, The Open Society and Its Enemies. When The Open Society appeared in England in 1945, Popper was an obscure Austrian philosopher of science living in New Zealand. The book had been rejected by some twenty publishers before Friedrich von Hayek encouraged Routledge to publish it. Popper called the book his "war effort," an attempt to criticize the ideas underlying the twin ideological horrors of fascism and communism. He was concerned that well-meaning people could be induced into believing what he saw as dangerously erroneous doctrines. Although compelled to leave his native Austria in the 1930s (because of his Jewish ancestry), his book is remarkably free from personal bitterness or sadness. It is not a memoir but a philosophical broadside against utopian thinking. Popper challenged the dangerous ideas that, at the time he wrote, seemed poised to engulf the world. He did not shrink from tracing the sources of those dangerous ideas to Marx, to Hegel, and even to that greatest of all philosophers, Plato. At a time when many intellectuals had lost faith in democracy, Popper offered a spirited defense of democratic principles and outlined a compelling vision of a society grounded in democratic reforms.

Popper was a fallibilist, one who perceives great error and danger in any theory of knowledge—or regime—that claimed to offer certain truth. In such a system, there would be no incentive to establish social and political structures that promote learning or the free exchange of ideas; truth is already at hand. In the name of historical progress, the regime may then justify the squelching of human freedoms and even atrocities on a grand scale. Consequently, Popper fought against those who claimed to know the historical laws of change, a false doctrine Popper called historicism. Historicist prophecies were a threat to the open society, and, indeed, both nazism and Soviet-style totalitarianism alike produced unimaginable horrors.

Despite its success in articulating the inherent threat of Marxism, Popper’s book is not about Soviet Russia or conceived of as a Cold War tome. In fact, Popper developed his ideas just before World War II, in a radically different geopolitical landscape. Yet, soon after it appeared, The Open Society was denounced by philosophy professors for its irreverent exposition of the authoritarian tendencies in Plato and Marx. Other intellectuals were dismissive, not surprisingly since many were for too long blind to the failures of Soviet communism and indignant at any comparison of Marxism with fascism. Nevertheless, Popper’s Open Society has always had a wide readership and influential champions on both the left and the right. Isaiah Berlin wrote in 1963 that Popper’s Open Society contained "the most scrupulous and formidable criticism of the philosophical and historical doctrines of Marxism by any living writer." National Review recently ranked the book number six on its list of the hundred most important nonfiction works of the century. George Soros, who first encountered The Open Society as Popper’s student at the London School of Economics, founded the Open Society Institute to propagate Popper’s ideas, particularly in Eastern Europe. Thus the political philosophy Popper first articulated before the start of the Cold War is now being studied and put into practice in countries newly emerging from behind the Iron Curtain.

WHO WAS KARL POPPER?

Born in 1902, Popper came of age in Vienna in the turbulent aftermath of World War I. He left school at age sixteen and began auditing lectures at the University of Vienna. Although a Marxist as a teenager, he was repelled in 1919 by the leftist-inspired street violence of postwar Vienna that resulted in the deaths of demonstrators. That same year, he studied Freud’s psychoanalysis and worked for a time with psychiatrist Alfred Adler. Popper became interested in the psychology of learning and decided he wanted to become a schoolteacher. In 1919, Popper began closely following Arthur Eddington’s successful test of Albert Einstein’s general theory of relativity. He noted how Einstein’s critical attitude toward his own theory (despite its success) was in stark contrast to the "dogmatic attitude" he found among Marx, Freud, Adler, and their followers.

In 1922 he matriculated at the University of Vienna. To support himself, he apprenticed himself to a cabinetmaker and took up social work. Pursuing his goal of becoming a schoolteacher, Popper subsequently returned to the university. In 1928, he earned a Ph.D. in philosophy and, in 1929, a teacher’s certificate. Beginning in the late 1920s, Popper began interacting with members of the famous Vienna Circle of logical positivists, a group of prominent intellectuals trying to articulate the importance of science for philosophy. Shortly after publishing (in German) a then little-noticed but classic work on the logical foundations of science in 1934, Popper left Austria under the threat of Nazi anti-Semitism. From New Zealand, where he had obtained a university teaching post, he returned to England after World War II as professor of philosophy of science at the London School of Economics, where he remained until his retirement.

THE LIMITS OF KNOWLEDGE

Popper was concerned with the limits of knowledge and the sorts of structures needed to promote the growth of knowledge despite those limits. In both science and politics, Popper was critical of the positivism that dominated many fields of inquiry early in the twentieth century, for it assumed that knowledge was limited to that which could be empirically verified, by induction. Positivism claimed that meaningful statements are those that are verifiable. But Popper noted that verification of a universal theory would require a positive result in every possible instance, most of which would forever remain in the unobserved future, and as such can never be known for certain. For Popper, infallible foundations of knowledge—for instance, sense experience and intuition—are unavailable. On this point, Popper made the salient observation that our perceptual and mental capacities are restricted by evolution to a particular, limited understanding of the world around us. We are not gods. Popper and others also noted that the positivists’ verification principle itself could not be verified and therefore did not count as meaningful according to its own standard!

Yet in accordance with this dominant positivistic view of science, both Marxism ("scientific" socialism) and Freudianism were purported to be scientific theories by their proponents, who seemed able to interpret every possible circumstance as confirmation of their theories and thus insulate themselves from criticism. Although these verifications carried little weight, they tended to produce convictions of certainty. In contrast, Popper argued that what made theories scientific was their falsifiability, or their possibility of being refuted. Only when a theory could be wrong is it impressive that it survives testing and criticism. Popper therefore sought to delineate the philosophical underpinnings that distinguish natural sciences such as Einstein’s physics from the pseudosciences—Marxian "scientific" socialism, psychoanalysis—he had come to reject. His political and scientific philosophies are thus deeply connected through his early experiences with Marxism and psychoanalysis.

Popper argued that progress requires a critical structure within which competing theories can be tested. Popper captured his philosophy, called falsificationism or critical rationalism, with the motto "I may be wrong and you may be right, and by an effort, we may get nearer to the truth." Instead of attempting futilely to verify or justify our theories, Popper claimed we should try to falsify them since we need only a single negative instance to refute a universal theory. Consequently, what matters in rational debate is that different positions are open to criticism, which becomes the engine of progress by removing from consideration false theories, leaving only the provisionally best theories behind. The "best" theories could still not be verified or justified, but since they had not been falsified either, they would be preferable to falsified theories. The rationality of holding a particular position would be granted to the extent to which the theory is open to criticism. This makes possible not only progress but also optimism, which is for Popper a moral duty.

Popper’s central insight, inspired by Socrates, is that we can never know anything for certain, which has important consequences for the way we approach the theory of knowledge and critical debate in general. Popper argued that this ought to humble us and cause us to understand our limitations. He wrote, "We know nothing—that is the first point. Therefore we should be very modest—that is the second. That we should not claim to know when we do not know—that is the third."

PIECEMEAL SOCIAL ENGINEERING

The fear is that, when we assume we have certain knowledge in our hands, we become arrogant. With this arrogance comes the danger that we will feel justified in repressing those who disagree. When an entire government is infused with this arrogance, the threat is magnified. Since this certainty is unachievable, and the arrogance unjustified, Popper tried to show what sort of political structure would best allow for social improvement once we accept the limits of knowledge.

Popper applied critical rationalism in politics by advocating piecemeal social engineering in an open society. We cannot be sure we have attained truth, but with effort, we should be able to improve our society by rectifying identifiable problems. For Popper, philosophy and politics begin with an effort to solve problems. Improved solutions and policies are achieved through a process of creative conjecture and intersubjective criticism, a process that requires us to develop arguments and articulate policies as boldly and clearly as possible. For this process to work well, we need to maintain free and critical institutions and individual liberties. We also need a system of government amenable to peaceful change (i.e., democracy), which would be favored, in part, because it allows for a plurality of views to be considered in the marketplace of ideas.

photo: Karl Popper The papers of Friedrich von Hayek and Karl Popper, both former Hoover fellows, are housed in the Hoover Institution Archives. Two of the twentieth century’s best-known thinkers, they were friends for half a century. The personal and intellectual exchanges in these postcards and letters document their remarkable relationship. Both were native Austrians who spent their academic careers in the English-speaking world. Hayek helped Popper publish his early work in England and found him a position at the London School of Economics, where Hayek was also a professor. Comrades in arms against authoritarianism, their works were similar in many respects, Hayek even writing to Popper of "our" philosophy.

Despite Popper’s strong criticisms of Marxism’s historicism and tendency toward totalitarianism, he was sympathetic to Marx’s moral impulse. He wrote,

if there could be such a thing as socialism combined with individual liberty, I would be a socialist still. For nothing could be better than living a modest, simple and free life in an egalitarian society. It took some time before I recognized this as no more than a beautiful dream; that freedom is more important than equality; that the attempt to realize equality endangers freedom; and that, if freedom is lost, there will not even be equality among the unfree.

POPPER’S LEGACY

Popper is likely to be remembered as one of the greatest philosophers of the twentieth century for his contributions to both political and scientific thought. Many of his insights have become part of common sense, which is perhaps one reason he is not better known. We often hear of efforts to "falsify" some theory or another without any reference to the man who introduced the notion that science is marked by the method of falsification, and the phrase open society is part of everyday parlance. Today, partly because of Popper, nearly all philosophers are fallibilists in some sense or other, recognizing the failure of positivism. (Some philosophy students are unimpressed with Popper because many of his ideas seem so obvious.)

The reluctance of the philosophical profession to adopt Popper’s ideas stems at least in part from the fact that, beneath the surface appearance of common sense, much of his philosophy is counterintuitive. Most philosophers believe positive foundations can be provided for reasonable debate and therefore see no need for Popper’s conjectural, criticism-driven method. They argue that justification, as far as could reasonably be required, is possible. Other philosophers believe that no rational debate is possible at all and so think Popper too optimistic. His philosophy of science also has been attacked as failing to represent how science is done. Critics argue that induction is a key to scientific progress and rational decision making about future action. His political theory does not provide a single, systematic worldview, and Popper has been interpreted differently by writers from divergent political perspectives, partly because he is sketchy about some details. Although this may be seen as one of his work’s merits, and entirely consistent with his antidogmatic tone, it also partly accounts for his failure to attract more disciples and discussion.

Popper skillfully criticized a great number of mainstream philosophical positions. He made few friends and fewer converts within the profession. He even had fallings-out with many of his own best students. One of his colleagues remarked jokingly that Popper’s book should have been called The Open Society by One of Its Enemies. Few of Popper’s followers became influential professors at major universities, which has left Popperian studies in the hands of a small number of serious philosophers. Despite these criticisms and setbacks, Popper continues to be popular among general readers the world over. His calls for open-mindedness and the free exchange of ideas will continue to capture the attention of future readers. Popper also left a legacy of papers and unpublished work, housed at the Hoover Institution, where he had been a fellow. His works, filled with important insights, mean that Popper will be one of the few twentieth-century philosophers to be read well beyond his lifetime.


Special to the Hoover Digest. The author would like to thank Thomas H. Henriksen, Abigail Norris, Jeremy Shearmur, and David Turner for their beneficial comments.


Piers Norris Turner is a research assistant at the Hoover Institution.

 

http://www.hooverdigest.org/001/turner.html

 


Respuesta
Recomendar  Mensaje 3 de 6 en la discusión 
De: Alias de MSNDANTE_ERNESTO Enviado: 11/04/2005 8:29
Saludos
 
He estado leyendo sus comentarios sobre el marxismo, y me parece que hay que hacer una aclaración:
 
al hablar de marxismo se entra en juicios de valor, esto ya escapa de la ciencia. Lo único que se puede decir desde el punto de vista científico y epistemológico sobre el marxismo es que no es ciencia.
El Marxismo por muy 'noble' que suene sigue el mismo método de la iglesia, parte de una ley universal [así como la religión parte de la idea de la existencia de un dios] para luego ordenar todo.
Popper destruyó todos estos errores metodológicos.
 
Si se quiere hablar de marxismo [socialismo], es decir sobre juicios de valor, entramos a valorar otras cuestiones... por ejemplo: la libertad individual... y conceptos que ya no son científicos.
 
Con el debido respeto que todos se merecen, sus comentarios sobre capitalismo [y economía] están algo confundidos.
 
Lo opuesto al fascismo [Hitler], comunismo [URSS, fidel castro] y cualquier otro tipo de totalitarismo es el liberalismo.
Y todo eso ya es una discusión de política...
 
 
saludos
 

Respuesta
Recomendar  Mensaje 4 de 6 en la discusión 
De: Alias de MSNluisbabboni Enviado: 13/09/2005 4:52
Dante Ernesto y Popper:
"un científico puede localizar hechos que favorezcan sus teorías, a la vez que oculta lo que se opone a ella"...
Una vez Bilardo mostró algunos videos para demostrar que Ruggeri corría rápido.

Respuesta
Recomendar  Mensaje 5 de 6 en la discusión 
De: Alias de MSNNëKяσ Enviado: 03/03/2006 13:28
Ladran Sancho, señal que cabalgamos

Respuesta
Recomendar  Mensaje 6 de 6 en la discusión 
De: Alias de MSNAlias-Elías Enviado: 13/03/2006 0:01
seré breve: sólo llamar la atención sobre el hecho de que Marx descubrió que vivimos colgados de una falacia.

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