Recordando a Karl Popper
(Piers Norris Turner) La vida de una persona puede en ocasiones narrar la vida de todo un siglo. Es el caso de Sir Karl Popper (1902-1994), uno de los más destacados críticos del autoritarismo en el siglo XX, pero también el principal filósofo de las ciencias en un siglo de descubrimientos científicos sin paralelo. Sociedad abierta En 1989, la caída del Muro de Berlín renovó el interés en la mayor contribución de Popper a la filosofía política, La sociedad abierta y sus enemigos. Cuando La sociedad abierta apareció en Inglaterra en 1945, Popper era un oscuro filósofo científico austríaco que vivía en Nueva Zelanda. El libro había sido rechazado por una veintena de editoriales antes de que Friedrich von Hayek alentara a Routledge a publicarlo. Popper llamó al libro su "esfuerzo de guerra", un intento de criticar las ideas subyacentes en los dos horrores ideológicos del fascismo y el comunismo. Le preocupaba la idea de que gente bien intencionada pudiera verse atraída por lo que él consideraba como doctrinas peligrosamente equivocadas. Aunque se vio obligado a abandonar su Austria natal en los años 30 (debido a su origen judío), su libro, curiosamente, no tiene rastros de amargura ni de tristeza. No son memorias sino una andanada filosófica contra el pensamiento utópico. Popper desafió las peligrosas ideas que, al momento de escribir su libro, parecían a punto de absorber al mundo. No titubeó en señalar como causantes de aquellas peligrosas ideas a Marx, Hegel, e incluso al más grande de los filósofos, Platón. En una época en la que los intelectuales habían perdido la fe en la democracia, Popper hizo una animada defensa de los principios democráticos y formuló una visión atrayente de una sociedad basada en reformas democráticas. Popper era un falibilista, una persona que percibe un grave error y un peligro en cualquier teoría del conocimiento - o régimen- que asevere ofrecer una cierta verdad. En un sistema de este tipo, no habría incentivos para establecer estructuras sociales y políticas que promuevan el estudio o el libre intercambio de ideas, pues la verdad ya estaría al alcance. En nombre del progreso histórico, el régimen podría entonces justificar la represión de las libertades humanas e incluso atrocidades a gran escala. Por consiguiente, Popper luchó contra quienes decían conocer las leyes históricas del cambio, una falsa doctrina que Popper llamó historicismo. Las profecías historicistas significaban una amenaza para la sociedad abierta, y, ciertamente, tanto el nazismo como el totalitarismo al estilo soviético, produjeron horrores inimaginables. A pesar de articular con tanto éxito la amenaza inherente en el marxismo, el libro de Popper no trata de la Rusia soviética ni es considerado como una obra sobre la Guerra Fría. De hecho, Popper desarrolló sus ideas justo antes de la II Guerra Mundial, en un escenario geopolítico totalmente diferente. Sin embargo, poco después de ser publicado, La sociedad abierta fue denunciado por profesores de filosofía por su irreverente exposición de las tendencias autoritarias en Platón y Marx. Otros intelectuales fueron despectivos, lo que no es sorprendente pues muchos de ellos permanecieron ciegos durante un buen tiempo a las fallas del comunismo soviético e se indignaban ante cualquier comparación del marxismo con el fascismo. Sin embargo, La sociedad abierta siempre tuvo un extenso público y partidarios influyentes, tanto de derecha como de izquierda. Isaiah Berlin escribió en 1963 que en dicho libro se hallaba "la crítica más escrupulosa y formidable de las doctrinas filosóficas e históricas del marxismo jamás escrita". National Review ubicó a la obra en el sexto lugar entre las cien obras de no ficción más importantes del siglo pasado. George Soros, quien conoció por primera vez La sociedad abierta como alumno de Popper en la London School of Economics, creó el Open Society Institute para propagar las ideas de Popper, sobre todo en Europa oriental. De este modo, la filosofía política que Popper articuló por primera vez antes del comienzo de la Guerra Fría se está estudiando actualmente y poniendo en práctica en países que emergen detrás de la Cortina de Hierro. ¿Quién fue Karl Popper? Nacido en 1902, Popper alcanzó la mayoría de edad en Viena durante los turbulentos años que siguieron a la I Guerra Mundial. Terminó el colegio a los dieciséis años y comenzó a asistir a conferencias en la Universidad de Viena. Aunque fue marxista en su adolescencia, en 1919, la violencia callejera en Viena, alentada por la izquierda, que causó la muerte de varios manifestantes, provocó su rechazo. Ese mismo año estudió el psicoanálisis freudiano y trabajó por un tiempo con el psiquiatra Alfred Adler. Popper se interesó en la psicología de la enseñanza y decidió convertirse en maestro de escuela. En 1919, siguió de cerca la comprobación exitosa de Arthur Eddington de la teoría general de la relatividad de Albert Einstein. Notó cómo la actitud crítica de Einstein frente a su propia teoría (a pesar de su éxito) contrastaba fuertemente con la "actitud dogmática" que veía en Marx, Freud, Adler y sus seguidores. En 1922 se matriculó en la Universidad de Viena. Para poder sustentarse, se convirtió en aprendiz de un ebanista y se dedicó al trabajo social. Con el objetivo de convertirse en maestro de escuela, Popper volvió posteriormente a la universidad. En 1928, obtuvo un doctorado en filosofía y luego en 1929, su certificado de maestro. A partir de fines de los años 20, Popper comenzó a trabajar con miembros del famoso Círculo de Viena de positivistas lógicos, un grupo de prominentes intelectuales que intentaban articular la importancia de la ciencia para la filosofía. Poco después de haber publicado (en alemán) una obra clásica, pero apenas advertida en aquel momento, 1934, sobre las bases lógicas de la ciencia, Popper abandonó Austria, debido a la amenaza del antisemitismo nazi. Desde Nueva Zelandia, donde obtuvo una cátedra universitaria, regresó a Inglaterra después de la II Guerra Mundial como profesor de filosofía de las ciencias en la London School of Economics, donde permaneció hasta su retiro. Límites del conocimiento A Popper le preocupaban los límites del conocimiento y el tipo de estructuras que se necesitaban para promover el aumento del conocimiento, a pesar de aquellos límites. Tanto en ciencia como en política, Popper fue crítico del positivismo que dominó muchos campos de investigación a comienzos del siglo XX, pues dicha doctrina suponía que el conocimiento se limitaba a aquello que podía ser empíricamente verificado, por inducción. El positivismo declaraba que sólo tenían sentido los conceptos verificables. Pero Popper notó que la verificación de una teoría universal requería un resultado positivo en cada instancia posible, y la mayoría permanecería para siempre en un futuro inobservable, y como tal, nunca se lo conocería con certeza. Para Popper, los fundamentos infalibles del conocimiento - por ejemplo, la experiencia sensorial y la intuición- no están a nuestro alcance. Sobre este punto, Popper hizo la notable observación de que nuestras capacidades perceptivas y mentales se ven restringidas por la evolución a una comprensión particular y limitada del mundo que nos rodea. No somos dioses. Popper, junto a otros, también observó que ni siquiera se podía comprobar el principio mismo de verificación de los positivistas y que por lo tanto, no se lo podía considerar como algo significativo ¡de acuerdo a sus propias reglas! Sin embargo, de acuerdo a esta visión dominante de la ciencia, la positivista, tanto el marxismo (el socialismo "científico") como el freudianismo eran consideradas por sus proponentes como teorías científicas, que parecían capaces de interpretar todas las posibles circunstancias como una confirmación de sus teorías y, por lo tanto, mantenerse al margen de las críticas. Aunque estas verificaciones carecían de peso, tendían a producir convicciones de certeza. Popper, en contraste, argumentaba que lo que convertía a las teo- rías en científicas era su falsabilidad, o la posibilidad de ser refutadas. Sólo cuando una teoría puede estar equivocada se tiene la impresión de que sobrevive a las pruebas y las críticas. Popper, por lo tanto, trató de trazar las ideas filosóficas que distinguen a las ciencias naturales como la física de Einstein de las seudo ciencias - el socialismo "científico" marxista, el psicoanálisis- que él había rechazado. Por lo tanto, sus filosofías políticas y científicas están profundamente relacionadas a través de sus primeras experiencias con el marxismo y el psicoanálisis. Popper argumentaba que el progreso requiere una estructura crítica dentro de la cual se puedan comprobar las teorías en competencia. Popper encabezó su filosofía, llamada falsacionismo o racionalismo crítico con el lema: "Puedo estar equivocado y tú puedes estar en lo cierto, y haciendo un esfuerzo, podemos acercarnos a la verdad". En lugar de intentar vanamente verificar o justificar nuestras teorías, Popper aseveraba que debemos tratar de falsarlas, ya que basta una sola instancia negativa para refutar una teoría universal. Por consiguiente, lo que importa en el debate racional es que las diferentes posturas estén abiertas a la crítica, lo que se convierte en el motor del progreso, eliminando de la consideración las falsas teorías y dejando sólo las mejores teorías provisorias. Sin embargo, las "mejores" teorías tampoco se pueden verificar o justificar, pero como no se han falsado, son preferibles a las teorías falsadas. La racionalidad de mantener una postura concreta se daría por supuesta en la medida en que la teoría estuviera abierta a la crítica. Esto no sólo hace posible el progreso sino también el optimismo, lo que constituye para Popper un deber moral. La idea central de Popper, inspirada por Sócrates, es que nunca podemos estar seguros de nada, lo que tiene importantes consecuencias para el modo en el que abordamos la teoría del conocimiento y el debate crítico en general. Popper sostenía que esto debería hacernos más humildes y hacernos comprender nuestras limitaciones. Escribió lo siguiente: "No sabemos nada - ése es el primer punto- . Por lo tanto, deberíamos ser muy modestos - ése es el segundo- . Y no deberíamos asegurar que sabemos cuando no sabemos - ése es el tercero-". Ingeniería social gradual El temor es que cuando asumimos que tenemos ciertos conocimientos en nuestras manos, nos volvemos arrogantes. Con esta arrogancia se corre el peligro de que nos sintamos justificados de reprimir a aquellos que disienten. Cuando todo un gobierno está imbuido de esta arrogancia, aumenta el peligro. Ya que esta certeza es inalcanzable, y la arrogancia injustificada, Popper intentó mostrar cuál era el tipo de estructura política más adecuada para alcanzar una mejoría social una vez que hayamos aceptado los límites del conocimiento. Popper aplicó el racionalismo crítico en la política auspiciando una ingeniería social gradual en una sociedad abierta. No podemos estar seguros de haber alcanzado la verdad, pero con esfuerzo, deberíamos poder mejorar nuestra sociedad rectificando los problemas identificables. Para Popper, la filosofía y la política comienzan con un esfuerzo por resolver los problemas. Se logran mejorar las soluciones y las políticas a través de un proceso de conjetura creativa y una crítica intersubjetiva, un proceso para el cual debemos desarrollar argumentos y articular políticas de la manera más libre y clara posible. Para que este proceso funcione bien, debemos mantener instituciones libres y críticas y libertades individuales. También precisamos un sistema de gobierno que nos permita un cambio pacífico (es decir, una democracia), que en parte se vería favorecida porque permite una pluralidad de opiniones a ser consideradas en el mercado de las ideas. A pesar de las fuertes críticas de Popper al historicismo marxista y la tendencia hacia el totalitarismo, simpatizaba con el impulso moral de Marx. Escribió: "si existiera algo así como el socialismo combinado con la libertad individual, seguiría siendo socialista, pues no puede haber nada mejor que vivir una vida modesta, simple y libre en una sociedad equitativa. Me llevó un tiempo reconocer que esto no era sino un bello sueño; que el intento por lograr la igualdad pone en peligro la libertad; y que, si se pierde la libertad, ni siquiera habrá igualdad entre aquellos que no son libres". El legado de Popper Probablemente se recuerde a Popper como uno de los más grandes filósofos del siglo XX por sus contribuciones al pensamiento político y científico. Muchas de sus ideas se han convertido en parte del sentido común, razón por la cual tal vez no sea más famoso. A menudo oímos hablar de esfuerzos por "falsar" alguna teoría u otra sin referencia al hombre que introdujo la noción de que la ciencia está marcada por el método de la falsación, y la frase sociedad abierta forma parte del lenguaje diario. Actualmente, en parte a causa de Popper, casi todos los filósofos son "falibilistas" en uno u otro sentido, reconociendo el fracaso del positivismo. (A algunos estudiantes de filosofía Karl Popper no les llama la atención porque muchas de sus ideas parecen obvias.) La reticencia de la profesión filosófica para adoptar las ideas de Popper se debe en parte al hecho de que, bajo una apariencia superficial de sentido común, gran parte de su filosofía es contraintuitiva. La mayoría de los filósofos cree que se pueden proporcionar fundamentos positivos para un debate razonable y, por lo tanto, no consideran necesario el método conjetural y crítico de Popper. Argumentan que es posible la justificación, dentro de una medida razonable. Otros filósofos piensan que no es posible ningún debate racional, por lo que consideran que Popper es demasiado optimista. Su filosofía de la ciencia también ha sido atacada porque no representa la manera en la que se lleva a cabo la ciencia. Los críticos alegan que la inducción es una clave para el progreso científico y para la toma de decisiones racional sobre acciones futuras. Su teoría política no proporciona una visión global única y sistemática y Popper ha sido interpretado de muchos modos diferentes por escritores de perspectivas políticas divergentes, en parte por ser demasiado vago acerca de ciertos detalles. Aunque tal vez esto constituya uno de los méritos de su obra y esté totalmente de acuerdo con su tono antidogmático, es también parte de su fracaso para atraer una mayor cantidad de discípulos y de discusión. Popper criticó hábilmente a una gran cantidad de posturas filosóficas centrales. Se hizo de pocos amigos y menor cantidad aún de seguidores dentro de su profesión. Incluso tuvo ciertas desavenencias con muchos de sus mejores alumnos. Uno de sus colegas comentó con humor que el libro de Popper debería haberse llamado La sociedad abierta por uno de sus enemigos. Fueron pocos los discípulos de Popper que se convirtieron en profesores influyentes en las principales universidades, lo que ha dejado los estudios "popperianos" en manos de un pequeño número de filósofos serios. A pesar de estas críticas e inconvenientes, Popper continúa siendo popular entre los lectores de todo el mundo. Sus exhortaciones a la apertura mental y al libre intercambio de ideas continuará atrayendo la atención de futuros lectores. Popper dejó asimismo un legado de escritos y de trabajos inéditos, recopilados en la Hoover Institution, de la cual fue miembro. Sus obras, llenas de importantes conceptos, significan que Popper será uno de los pocos filósofos del siglo XX que se continuarán leyendo después de su vida. --------- Extraído del Artes y Letras de El Mercurio del Domingo 28 de Julio de 2002 |