“… El londinense Samuel Pepys (1633-1703) no inventó el diario
íntimo, pero sí descubrió la fórmula por la que el examen de conciencia
cotidiano se reveló como un género literario capaz de captar la vida en
toda su variedad e intensidad. Curiosamente, Pepys no pretendía hacer
literatura: su diario, redactado en un sistema de escritura cifrada, no
fue transcrito y publicado hasta 1825, casi un siglo y cuarto después de
la muerte del diarista. No está escrito, por tanto, con la mente puesta
en un posible lector. Tampoco hay en él ninguna clase de justificación o
autoapología. Es, sencillamente, uno de esos milagros inexplicables que
la literatura produce de vez en cuando, uno de esos escasos monumentos
singulares, al lado de los cuales cualquier otra obra escrita en el
mismo molde se nos presenta como una mera imitación. Pepys evita los
análisis, los juicios de valor y los esquemas maniqueos: se limita a
anotar lo que ve, lo que oye, lo que le pasa. Es posible que los
diaristas contemporáneos deban a Pepys cierto prurito de desfachatez,
cierta tendencia más o menos disimulada al exhibicionismo o al impudor.
Durante ocho años y medio el comerciante inglés Samuel Pepys fue un
insólito testigo de sí mismo y del siglo xvii. Dejó de escribir cuando
su vista se debilitó, pues hubiera perdido la franqueza al dictarle a un
secretario. De acuerdo con Stevenson, el candoroso Pepys fascina no
sólo debido a su irrefrenable apetito por la vida, sino porque confiesa
sus errores y debilidades como si nadie pudiera leerlo. Pocas veces el
intrincado tejido de un hombre aparece en forma tan plena. Pepys es un
escritor culto que no se pretende artista; se retrata sin saber cómo
quedará su semblante. Su testimonio fue publicado 160 años después de su
muerte y perdura como una refrescante muestra de una prosa que, sin
llegar al autoescarnio, ignora todo sentido de la respetabilidad. Pepys
es el dispar cronista de su conciencia. El 31 de diciembre de 1665
termina el año de la peste que se volvería inolvidable en la crónica de
Daniel Defoe; Londres está sumido en la ruina y la miseria; mientras
tanto, el jovial Samuel Pepys escribe: "Nunca he vivido con más alegría
(y además, nunca he ganado tanto) como en estos tiempos de plaga". No
habla un cínico; habla un testigo humanamente irresponsable.
El Diario recoge las anotaciones comprendidas entre el 1 de enero de
1660, cuando Samuel Pepys lo inició siendo un modesto oficinista, hasta
el 31 de mayo de 1669, cuando lo tuvo que dejar, convertido en un muy
respetado y opulento alto cargo de la Armada con aspiraciones de
convertirse en parlamentario. En el período reseñado, y gracias a su
posición profesional y a ser vecino de Londres, pudo observar
movimientos políticos tan importantes en la historia de Inglaterra como
la Restauración monárquica de Carlos II; fenómenos sociales y culturales
como la fundación de la Royal Society, la reapertura de los teatros
tras la época puritana, incidentes militares como la segunda de las
guerras con Holanda (1665-1667) y célebres catástrofes públicas como la
gran plaga (1665) y el incendio de Londres (1666).
Hoy en día ya sabemos que a través de varias vías podemos tener acceso
a los textos originales de obras como ésta que, por supuesto, están ya
libres de derecho de autor, sin embargo, hay una iniciativa en la red
que publica los diarios cronológicamente tal y como fueron publicados,
pero en formato de blog: Pepys Diary …”
Es extracto y compendio de otras reseñas:
http://www.pepysdiary.com/
http://es.wikipedia.org/wiki/Samuel_Pepys
http://www.sant-cugat.net/laborda/2004Pepys.pdf
http://www.librosmalditos.com/files/pepys.php
http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=1894
http://www.letraslibres.com/index.php?art=7334
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