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Pagino 40 LA VANGUARDIA ESPAÑOLA JUEVES, 10 DE JULIO DE 1969 '* V • í- i A -. \Á Al margen ASONANTES Y NOVENTA Y OCHO He de seguir con el profesor y acadé-mico Antonio ltodríguez-Moñino y la se- gunda entrega del volumen «Abaco» desu dirección, allí donde asegura, sus mo- tivos tiene, que «los estudios de historialiteraria española están aún en la etapa primera». Deploraba en reciente oca-sión su colega Díaz-Pía ja que, de hoy mas, las ediciones de nuestros clásicos:las criticas y aún las vuigarizadoras, como en buena porción ios valiosos es-tudios sobre los mismos, surjan al mar- gen de nuestro mundillo cultural. Sue-len venir por mano de hispanistas ex- tranjeros (o españoles con docencia entierra ajena), mayormente de los me- dios universitarios norteamericanos. Yen la dirección de este movimiento no es pequeña —Diaz-Plaja aludía a ello—la parte de Moñino, profesor en Berke- ley y vicepresidente de la beneméritaHispanic Society of America. Pero el citado articulista apuntaba, también, alas causas de semejante situación las bien,surtidas bibliotecas de aquellas ri-cas universidades, el régimen de plena dedicación de su profesorado y la co-modidad dei año sabático que les per- mite llegarse a las fuentes, con el viáti-co de las pensiones prodigadas por tan- tas instituciones mecenales. Como aquí,vaya; más la fiorecilla esa del pluriem- pleo. V, encima, la cansera de aplicarsea rata de archivo, paleógrafo, amanuen- se, bibliógrafo, editor de textos: todo porsu orden, antes no se atreva a hilar co- mentarios y aventurar valoraciones cri-ticas en torno al objeto de desvelos ta- les. No extrañe, pues, qué esos estudiosnostrales dormiten en el estadio prime- rizo denunciado por el infatigable extre-meño con docencia en California. He de volver a su «Abaco», y en con-creto, traer para muestra otro estudio del mismo volumen: «Une conquéte duRomancero Nuevo», que firma el pa- risiense Damien Saunal, un muy señormío que nos hace caer en que —así el molieresco M. Jourdain— estábamoshablando en prosa sin saberlo. ¥ en algo tan encarnado con nuestro ser cualel romance. Ustedes y yo estábamos en que éste combina una serie de versos—generalmente octosílabos— dejando sueltos los impares y uniendo tos otroscon rima imperfecta o asonante. V no es exactamente así. Nuestro Damien se haechado entre pecho y espalda atracones de romances, desde los contenidos en el Cancionero General y los que formanel de Amberes, hasta los editados con tanta diligencia por Moñino, romancesviejos y menos viejos, artísticos o erudi- tos y no. El resultado es que los versosrimados en consonante no constituyen una rareza, ni mucho menos.Con un despliegue de cálculo digno de una computadora, el francés com-prueba que los romances con rima per- fecta constituyen una porción relevantede todo el acervo. V en la profusión de los que recurren al asonante, la cuotade versos consonantes alcanza propor- ciones que rayan en el 60 —en ocasio-nes, hasta el 80 y el 91— por ciento de la entera composición. Por derivacióndel viejo monorrimo, en unos; por eco de la cuaderna vía y el sucesivo imperiode los metros italianos, en los demás. La de veces que habré leído en lapoética de Juan Díaz Rengifo (1592) que el romance es «una Redondilla mul-tiplicada. En la cual no se guarda con- sonancia rigurosa», sin parar mientesen lo de ((rigurosa». V que uno, en sus mocedades, acopiara casi setecientas pá-gina» de lírica castellana, desde los orígenes, Incluidos no sé cuantos roman-ces, sin percatarse de la retahila de consonantes en éstos (infinitivos, parti-cipios pasados, etcétera). Lo que son las anteojeras escolares.Los apurados promedios de Damien Saunal valen para muy curiosas, y sin-tomáticas, comprobaciones de los flujos y reflujos del gusto. Asi, que desde losdías de Juan n de Castilla (antes, pues, de mediar el siglo XV) los romancestienden a la rima consonante, por las causas ya dichas. Con lo cual, las aso-nantes de los viejos se cargarán a cuen- ta de alteración popular, debida a latransmisión oral, si no a mal oído o menguada técnica de sus autores. Y eneso seguirán Nebrija, Juan del Enzina, Torres Naharro, Gil Vicente y demás,hasta lo recogido por el diligente Timo- neda casi al último cuarto del XVI.Y rimas perfectas y asonancias alternan en las recopilaciones de romances, abun-dantes en dicho siglo, con neto predomi- nio de aquéllas. Sin embargo, en las postrimerías deesa centuria se opera un cambio ace- lerado en favor de la asonancia. Un re-valorar el modo antiguo, que ya no es tenido por defecto de métrica sino porexcelencia del romance: «verso antiguo y sólo de nuestra nación española» diráLope, en su nueva edición de las «Ri- mas» (1609). Argote de Molina y Juande la Cueva ya estaban en eso; pero Lo- pe y Góngora serán los verdaderos res-tauradores y, a su ejemplo, a ello se atendrán cuantos compongan romances,hasta hoy. A dicho retorno contribuyó, sin duda, el cansancio de las «compos-turas italianas» y —en la madurez de arabas cabezas de aquella generación—el volver los ojos a los héroes naciona- les, a la historia medieval. Coincidiendocon la toma de conciencia —piensa Sau- nal— de los fracasos políticos y mili-tares de aquel tránsito de siglo que anuncian el ocaso de nuestro poderío.No es del siglo XIX la exclusiva de una generación del 98. — M. MADERA Y PLÁSTICO consulte a FONO • tel. 25T5T30 FRANCISCO CAMBO UN HOMBRE DE ESTADO, Y EL FONDO Y FOGMA DE LA POLÍTICA DE SU TIEMPO, VISTOS POR UN GRAN HISTORIADOR Y GRAN ESCRITOR (1) Jesús Pabón ha tardado dicisiéte años en dar a la luz publica la segundaparte de su «Cambó». El primer volumen había sido publicado en 1952 Y en 1969 aparece la segunda parte. Además de las múltiples actividades del granhistoriador, académico y catedrático, ese gran espacio de tiempo tendría ya de por sí una explicación, a la vista de la obra. Es un trabajo simplementeíormidable, en su aspecto ya de labor, de tarea, de ocupación mental y física. Si la primera parte del «Cambó» de Pabón (años 1876-1918). era un volu-men "de seiscientas páginas de gran formato, la segunda parte consta de dos volúmenes de semejante entidad material cada uno. En conjunto, pues,Jesús Pabón ha explicado a Francisco Cambó a lo largo de unas mil ocho- cientas páginas grandes Queda con esto dicho que la visión del personaje es exhaustiva. Con ello yase diría mucho: Don Francisco Cambó na sido, én diversos aspectos, uno de los tres o cuatro primeros estadistas del reinado personal de don Alfon-so XIII: etapa en la que, dígase lo que se quiera, abundaron los políticos de altura: pero, Cambó alcanzó en esto una de las máximas cotas, porque pose-yó en elevado grado una cualidad poco frecuente entré nosotros: fue un polí- tico «moderno». ' Pabón es un formidable historiador político y traza la biografía de unhombre que fue, ante todo y sobre todo, un político de cuerpo entero. Así, su visión del biografiado no se traza «desde dentro», es decir acudiendo a unaintimidad que Cambó celaba cuidadosamente; la biografía está vista «por líneas exteriores»: es decir encuadrando al personaje en su tiempo. Lo cual noexcluye, al contrario, las referencias personales psicológicas sobre todo: por- que todo ello juega en, la política. Esto es, justamente, uno de los aspectosadmirables del historiador Pabón: su atención al hombre, su constante con- ciencia de que es el hombre quien hace la política —y, por ende, la Histo-ria—, aunque se mueva entre condicionamientos económicos, geográficos, so- ciales y de toda índole. Pabón no olvida nunca la persona mayor, medianao pequeña. Y sus obras —ya desde la admirable Historia de la Revolución Portuguesa— son una inmensa, deliciosa galería de retratos de los prota-gonistas y comparsas del drama que relata. Esa cualidad llega a su punto culminante en el «Cambó»: trabajo que constituye, estoy convencido de ello,la obra máxima que nos, ha dado jesús Pabón hasta ahora. Pabón trabaja sobre un fondo de documentación impresionante. Los do-cumentos de la época, inéditos muchos de ellos, el Diario de Sesiones del Parlamento, entre cuyo inmenso acervo Pabón «se mueve» con sorprendentefacilidad; los periódicos y revistas, la enorme bibliografía... Pero, hay tam- bién algo inapreciable, algo que luego, ya no existirá —¡que no existe ya enparte: pensemos en Solervicens y Estelrich, por ejemplo!—: los recuerdos per- sonales de hombres que trataron largamente al biografiado Y los propios re-cuerdos personales del mismo historiador Todo esto queda «fijado» para el futuro: lo bastante cercano para ser aún recuerdo vivaz: lo bastante remotopara tener ya la perspectiva que permite la objetividad y la justicia del historiador. Junto a todo eso que aquí me limito a apuntar rápidamente, hay algo sin lo cual la? mil ochocientas grandes páginas de la obra paboniana no se-rian legibles.'íMe refiero al estilo. Jesús Pabón es de los historiadores para quienes la Hjstoria, es todavía uno de los géneros literarios. P3bón escribemuy bien. Escribir inuy bien en este caso, no es sólo la corrección en el es- tilo: es, también?, e-1 sgancho»: es decir, ienj^r el* interés del iector en constante,tensión; una ¡tensión que no sacia el apetito sino que Iq pids siempre- leer, más y más. Uno de los secretos de ese «mordiente» del historiador-escritor so-bre los lejctores de sus libros —y excelsamente.-en este «Cambo»—. es el uso, aque aludo antes, dei «retrato» de loijf personajes: cientos, quizá miles: ¡éseMarcelino Domingo, ese Layret, como ejemplos a vuela pluma! Y el uso de la anécdota. Nadie mejor que Pabón pare cumplir el precepto orsiano deelevar la anécdota a categoría: sistema que ilumina suoitamente una situa- ción haciéndola tan hondamente comprensible como clara: en su contextotemporal y en su sustancia permanente histórica. El efecto de toda esa sabia y ágil combinación de elementos —documen-tales, humanos, estadísticos, recuerdos, pareceres encontrados o concor- des ..;— es prodigioso: el lector, por lo pronto, insiste, lee y lee... De prontose da cuenta de que «está metido» en 1919, o en 1927, o en 1931. El ambiente ha sido creado: y en aquel ambiente, donde se rnueven centenares de figuras,hay una en primera fila: Don Francisco Cambó y Batlle. Y sin perder la di- gamos «distancia cronológica-afectiva» que le separa de la época, se hacecapaz de entender la época, de entender su política, sus hombres, sus cua- lidades y defectos. Lo cual constituye a mi juicio el éxito definitivo en unhistoriador que logra asi acercar a nuestro tiempo, un tiempo anterior que realmente parece pertenecer no sólo a otro tiempo sino a otro mundo. El procedimiento de Pabón es, pues, de una gran calidad literaria. Y es,a la vez, de una eficacia historiográfica en verdad definitiva. • « » Lo que voy a decir no es una digamos desviación uc juicio. O sea: que el «Cambó», de Pabón es una de las mejores historias del reinado de DonAlfonso XIII y de la República. Lo es debido a la fórmula biográfica que el autor emplea: el personaje y su circunstancia. Y como don FranciscoCambó fue uno de los políticos más destacado» dé su tiempo, los temas de su tiempo son estudiados con cuidadosa atención por el autor: y descritosde mano maestra. Por ejemplo —y es uno entre cien— la c^ebre «Sofina», las relaciones de Cambó con el gran capitalismo mundial, que había dedarle aquello en que todo político sueña: la independencia económica para poder hacer y dejar de hacer según las necesidades políticas, sin la presiónde las exigencias económicas personales. Por gran financiero que Cambó fuera, lo que de verdad era, era un político, un hombre de Estado. Y asíse daba en él una jerarquía de valores y de intereses contraria a la de los malos políticos, los falsos estadistas: en éstos, el poder político sirve paraasentar la fortuna personal; en aquéllos —como Cambó— la fortuna per- sonal es la base dé una libre actuación política. De ahí la Inmensa depre-sión que en Cambó se advierte, a raíz d« la instauración de la Dictadura: 1 1/2 Poblet-Montblanch-Salou 11/2 Guillerías-Bañolas-Montseny.. 11/2 Perpignan-Canet Plage 2 Andorra .....~.........._............ 21/2 Andorra 3 Andorra 21/2 Peñíscola-Poblet 21/2 Monasterio da Piedra .......... 31/2 Andorra ..„•»» 4 Andorra •••••.•••M....M.*....MW..» 4 Lourdes-Valle de Aran......... 4 Albacete-Mar Menor ............ 5 Andorra 5, Madrid-Escorial-Valle Caídos. 5 Pirineo Aragonés 6 Costa Azul 9 850 10 850 10 1.100 10 850 11 1.050 11 1.175 11 1.450 12 1.650 12 1.375 12 1.500 15 2.150 15 2.900 15 1.900 16 2.450 17 2.650 20 5.500 24 Tour de Suiza ..,- Navarra y Cantabria ............. Vacaciones Valle de Aran.... París-Tour .„..„Galicia .............^»......... Fátima y Lisboa....™..™...™... Baviera y Tirol.................... Roma-Florencia ................... Gran Circuito de Suiza,....,... Selva Negra-Castillos Rin«... París-Castillos Loire-Lourdes. Circuito del Benelux Vacaciones Valle de Aren.... Norte de España Sur da España Cuatro Suizas y Montblanch. Gran Circuito de Italia......... Gran Circuito de Austria Vacaciones Valle de Aran ... Gran Circuito Europeo.,...,.. Londres-Escocia Grecia e Italia Desconocida., Escandinavia 5.6003.950 3.700 5.400 5.9006.700 8.7507.700 9.300 10.250 8.975 10.950 5.000 7.9508.500 11.Í00 11.950 14.500 6.600 17.400 19.250 19.700 28.900 VIAJES BAIXAS.S.A. Grupo/A" Título 14 Vía Layetana, Í33 T.221 42 02 Paseo de Gracia, 45 T.221757? ¡no podía hacer política! Y entonces es cuando se entrega de lleno a lo que,en definitiva, me parece eran para él derivativos: la protección a la cultura, los viajes, la intensificada actuación financiera.He dicho que la historia de la «Sofina» en relación con la actuación de Cambó, queda formulada en el trabajo de Pabón. Pero, no sólo esto, porsupuesto: Marruecos, la crisis de los partidos políticos de la Restauración, la constante crisis del catalanismo —siempre dividido por el inoperante,funesto «tot o res» de la izquierda—, la muerte de Canalejas con la pér- dida dé uno de los puntales del sistema, como lo había sido para otro deellos la descalificación de Maura, estudiadas ambas en la primera parta del «Cambó» paboniano; las Juntas de Defensa, como indicio de la reapa-ción del militarismo político, el sindicalismo... En una palabra, he ahí lo que quiero decir aquí: la problemática política completa del reinado perso-nal de Don Alfonso, es estudiada de tal manera, tan en su sustancia y suí manifestaciones políticas, que el conjunto resulta un tratado sobre la his-toria política profunda de aquellos años. Y, no quiero dejar de citarlo: en el fondo, unas veces muy lejos, otras muy cerca, también con su tremendacarga humana y su circunstancia politica en verdad • dramática, el Rey, Don Alfonso XIII cuyo retrato también queda trazado con mano de maestro(historiada y escrita) a lo largo de esas mil y pico de páginas. Y lo qu« se ha dicho sobre los años de la Monarquía, quede dicho respecto a laRepública y sus personajes y personajillos: es todo un mundo el que se agita en un ambiente de inimaginable desorden mental y político, aún másque público y callejero. Y ese cuadro aparece tan agobiante, bajo la pluma de Pabón que el lector llega a preguntarse cómo el régimen del 31 daabril pudo llegar a vivir más de cinco años... En suma, estamos ante un libro capital para el conocimiento de unade las personalidades políticas más importantes de nuestra Edad Contem- poránea y, por ende, para la más acabada comprensión del período en queel hombre vivió y actuó. A medida que pasa el tiempo, es bien sabido, se decantan los valores auténticos separándose de los falsos valores: con loque aquéllos «quedan» en el recuerdo, mientras los segundos persisten tan solo en los archivos dé los eruditos. A medida que nos aproximamos al añodel centenario del nacimiento de Cambó (1876) su figura permanece, entre nosotros. Y no se puede objetar a ello, que esa persistencia es obra dequienes se dedican al estudio de su obra y, por tanto, cultivan su recuerdo. Cuando tantos se interesan por Cambó, es que el personaje lo merece.Y cuando da origen a un libro de la categoría del que Pabón ha escrito, se llega más que nunca a la conclusión de la grandeza del biografiado. El «Cambó» de Jesús Pabón se convertirá en una «mina» para co«mentaristas y articulistas en busca de temas político-históricos. Al principio, éstos, hacen la cita del libro. Más adelante, rebuscarán entre sus innú-meras líneas, seguros de encontrar ei dato, la anécdota o la historieta que permitirá hacer el artículo, y ya sin citar la procedencia... Al mismo tiempoque para el historiador serio, o para el público culto deseoso de conocer bien este país a través de su historia, el «Cambó» será fuente inagotablede orientación y enseñanza. Todo lo cual demostrará, en suma, la impor- tancia del libro. 'Si rae es permitido, eín un futuro próximo* espigaré en la abundantefuentéHfcarH destacar" algunos de los aspetfosrpélMkbs'de una época» de la que, en suma, todos procedemos. Y de las actuaciones de uno de sus másimportante» hojnbres de Estado. Me limito hoy a ese «acusé de recibo* que no quiero terminar, sin un acto de agradecimiento a Jesús PabónV porqueha dedicado a Cataluña, como esfera primera de acción, y a un catalán, una de las más importantes visiones de la primera parte del; siglo quehaya escrito ninguno de nuestros historiadores. Y que lo haya hecho, quiero repetirlo para terminar: sin olvidar que la Historia durante siglos, ha sidoconsiderada como uno de los géneros literarios. r S. NADAL (1). — «Cambó», parte segunda, dos volúmenes, por Jesús Pabón.Editorial Alpha, Barcelona, 1969. CARLOS SECO fí^ A1F0N5 k 1 Y LA CRISIS: DE LA RESTAURACIÓN ú... LA FIGURA DEL REY ALFONSO XH1 EN SU INTENTO PARA HACER POSIBLE LA UNIFICACIÓN DE LA «ESPAÑA OFICIAL» CON LA «ESPAÑA REAL» Otro éxito de Ediciones ARIEL en su colección HORAS DE ESPAÑA Ronda S. Pablo, 67Distribuido por IBER-AMER BARCELONA -15'