LA MORDAZA
/ LOS FORAJIDOS DE LA GLOBALIZACIÓN
La crisis del crédito es el último capítulo de la triste historia del capitalismo contemporáneo, una historia caracterizada por la arrogancia y la ingenuidad de los principales protagonistas. Quien la ha escrito la ha hecho mientras el mundo entero estaba concentrado en la amenaza de AL QAEDA. Parece absurdo que un sistema económico tan poderoso como para generar revoluciones y guerras fraticidas, que ha inspirado a muchas generaciones y ha dado vida a una de las más poderosas ideologías de los tiempos modernos, se esté desintegrando ante nuestros ojos por las mentiras de sus gobernantes y la ligereza de sus jefes. Los señores del universo son, en realidad, unos ingenuos, gente que en nombre del beneficio fácil ha minado la economía mundial, y por tanto ha destruido el sistema que les da vida, sin siquiera darse cuenta de ello. También llos políticos son unos ingenuos; nos han hecho creer que AL QAEDA estaba en condiciones de destrozar nuestro mundo para perseguir sus políticas ocultas, cuando, en realidad, quien lo amenazaba prosperaba en su interior.
De todos modos, las finanzas que nos han llevado a la crisis del crédito tampoco pueden ser definidas como capitalismo. Marx nos lo haría notar; más bien es una mezcla de prestidigitadores políticos, jugadores de Monopoly y estafadores. El verdadero capitalismo, el auténtico, el capitalismo de la revolución industrial y de principios del siglo XX, era un adversario digno de respeto, que explotaba pero no robaba ni estafaba. Era también un rival inteligente y astuto. Y ésta es la diferencia fundamental con el pasado, hoy los nuevos ricos de la globalización son ladrones o tontos-
Pero también nosotros, los ciudadanos de la aldea global sobre los que recaen las con secuencias trágicas de esta crisis, h, dejado que los políticos nos convencieran de endeudarnos más allá de toda medida para coronar todos nuestros sueños de consumo: la casa, el coche, las vacaciones, etc. Y este frene sí despilfarrador nos ha hecho creer que e
éramos
ricos y poderosos cuando en realidad, las altas finanzas consumían
nuestras cuentas corrientes haciéndolas cada vez más pobres.
Hemos alabado a quien nos vendía estas y otras fantasías, de
las cuales, la primera es el miedo al terrorismo del fundamentalismo
islámico. ¿Cómo olvidar los índices de popularidad de Bush, Blair,
Aznar y Berlusconi cuando incitaban al mundo a bombardear Bagdad? Atemorizados
ante la idea de perder nuestro “lugar bajo el sol”, hemos dejado
que la política del miedo sustituyera a la verdadera y que gobernar
se convirtiera en una actividad mediática. No nos asombremos, pues,
si hoy somos llamados a pagar las consecuencias