Cecilia Fiel ESPECIAL PARA CLARIN
Imaginemos: Buenos Aires, años 20, tertulias, grandes
escritores —Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Horacio Quiroga, Raúl
Scalabrini Ortiz, Alfonsina Storni— y una joven que daba sus primeros
pasos en las letras. Bien acompañada: qué decir, si no, de quien publica
su primer libro prologado por Borges. El libro fue La calle de la tarde (1925) y ella, Norah Lange. A cien años de su nacimiento, se están reeditando sus Obras Completas —que incluyen El cuarto de vidrio, una obra hasta ahora inédita— y estudiosos de varias universidades acaban de homenajearla con unas Jornadas.
Compañera de vida de Oliverio Girondo y amor juvenil de Borges —Edwin
Williamson, biógrafo del escritor, habla de la "fascinación por una
chica de 17 años llamada Norah Lange" que sentía Borges hacia 1924—,
para algunos fue la "dama de la vanguardia del 20", la única presencia
femenina en las reuniones del grupo de los martinfierristas. Después de
su primer libro, Lange publica sus poemas en las grandes revistas de la
época. Primero en Martín Fierro. Segunda Epoca y luego en Proa. Segunda Epoca.
¿1905 o 1906? Lange nació el 23 de octubre de 1905 pero declaraba que su
año de nacimiento era 1906 y de acuerdo con esa decisión se llevó
adelante la Jornada de Homenaje el miércoles pasado en el Malba. La
organizaban el Instituto Interdisciplinario de Género de la UBA, el
Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria de la Universidad
Nacional de Rosario y Malba Literatura. Allí estuvieron, entre otros,
Silvia Molloy, Delfina Muschietti, Raúl Antelo, María Elena Legaz,
Adriana Mancini, Adriana Astutti, Beatriz de Nóbile, Susana Lange y Nora
Domínguez.
¿Cuál es la importancia de Norah Lange? Según Muschietti —docente de
Letras en la UBA—, "Lange ha quebrado el canon que sofocaba a la mujer
escritora de comienzos de siglo. Ella ha roto con el canon de exclusión
estética que estaba sellado desde que Borges escribió una reseña a la
obra de Nydia Lamarque donde dice que a las muchachas les está destinado
el sentimiento y a los muchachos el verso pensativo. "Digamos:
Lange es la contracara de Storni; Alfonsina abre las puertas para la
vanguardia en poesía, Lange hace lo mismo pero en la prosa."
Para Nora Domínguez —investigadora del Instituto Interdisciplinario de
Género de la UBA—, la importancia de Lange radica en "la sostenida ambición experimental
de sus búsquedas estéticas". Domínguez destaca: "Fue extravagante,
desmedidamente visible unas veces y diluida otras veces bajo el rol de
'musa de la vanguardia'."
Hasta el momento la única obra que había contado con una recepción merecida fue Cuadernos de Infancia,
que marca su pasaje de la poesía a la prosa. Sin embargo, Adriana
Astutti —responsable de la publicación de sus Obras Completas— entiende
que "a Lange el reconocimiento de escritores nunca le faltó; César Aira,
Elvio Gandolfo, Arturo Carrera dijeron que ella es una de las grandes
de la literatura argentina. La crítica empieza a considerarla de manera
más constante a partir de los 80, con lecturas en el horizonte de los
estudios de género o en el de las vanguardias, como las de Francine
Masiello, Molloy, Beatriz Sarlo o Nora Domínguez, entre otros".
Domínguez resume: "Su escritura sufrió los vaivenes contradictorios de una crítica literaria que no acertó en los términos justos para valorar su proyecto literario." Quizás ahora esté llegando el tiempo del desquite.
Buenos Aires, 1905-1972. Escritora
"Un atributo particularmente insólito de Norah Lange —cuenta Edwin Williamson en su biografía "Borges. Una vida"— era su melena roja. Norah creció como el marimacho de la familia, destacándose por sus fugas y sus bromas pesadas."
Hija de una familia acomodada, en 1925 publica su primer libro de poesía, "La calle de la tarde", y en 1927 su primera novela, "Voz de vida".
En 1933 publica su segunda novela, "45 días y 30 marineros". Escribe su última novela, "Los dos retratos", en el momento en que Girando —con quien se casa en 1943— saca "En la masmédula" (1956). Dos años después, recibe el Gran Premio de Honor y Medalla de Oro otorgado por SADE. Deja sin publicar "El cuarto de vidrio", interrumpido por su muerte en 1972.
Así escribía
"(...) Cerré la ventana y sentí que algo permaneció encerrado dentro del cuarto. Abrí la ventana, pero no quiso salir; tal vez no pudo salir. La cerré, volví a abrirla de par en par. Fue inútil. Todo seguía igual. No quería salir. Se quedaba dentro, sin moverse. (...) Cerré la ventana, impacientemente, sin ninguna benevolencia, con esa crueldad transitoria e incomprensible, pero muy verdadera, que suele sobrevenir cuando nada nos vigila. Y eso que encerré adentro se pasó toda la noche mirándome." De "Antes que mueran".