Esquina de la Memoria
Norah Lange, la escritora de Villa Ortúzar
A 35 años de su muerte recordamos a la
destacada vecina, quien vivió en Tronador y La Pampa. La mansión que
ocupaba fue un importante centro literario frecuentado por figuras de la
talla de Jorge Luis Borges, Xul Solar y Oliverio Girondo, con quien
contrajo matrimonio en 1943. Aquí, una semblanza de esta singular autora
literaria.
La
pequeña de rojos cabellos enrulados, parada en el umbral de su casa de Tronador
1746, miraba casi con recelo la vecindad de ese barrio que ella no entendió
bien cómo se llamaba: Villa Mazzini (hoy Villa Ortúzar). Había nacido en esa
casa el 23 de octubre de 1905. Se llamaba Norah y era la cuarta de seis
hermanos: Irma, Haydée, Chichina, Ruth y Juan
Carlos, todos ellos hijos del matrimonio conformado por el ingeniero
noruego Gunardo Anfin Lange y Berta Erfjord, de ascendencia
irlandesa-noruega, en la ciudad de La Plata durante un baile que se dio para
ingenieros escandinavos. Se casaron el 26 de junio de 1896.
La
novia tenía 18 años y el consorte 40. Era jefe de la Sección Topográfica del Museo
de La Plata, asistente de la Comisión de Límites entre Argentina y Chile,
integrante de la Comisión de Estudios para la Irrigación del Río Negro y del
Río Colorado, aparte de ejercer como profesor de topografía y cartografía de la
Universidad de La Plata. Poco después se le encargó el estudio de la
navegabilidad del Río Pilcomayo. Se trataba de una difícil gestión, en la que
habían fracasado varios exploradores. Lange, después de vivir curiosas
aventuras y enfrentar dificultades, consiguió el objetivo en una extensión de
650 kilómetros desde el Río Paraná hasta Bolivia. Obtuvo la ciudadanía
argentina y en su país el rey le había concedido la Cruz de Sant Olaf por su
actuación en la caballería del Reino. En nuestro país se lo bautizó como el
“Livingston del Pilcomayo”.
Ya
en los albores del siglo XX la familia Lange se instaló en una barriada de
Belgrano, en una zona que en aquel momento llevaba el nombre de Villa Mazzini.
Ocupó una casa vasta y señorial en la calle Tronador 1746. Contaba con nueve
habitaciones y un jardín de casi mil metros cuadrados, con añosos árboles y
frondosa vegetación. Tenía una gran verja de hierro que guardaba la privacidad
de la casa y desde allí podían divisarse dos ventanas con enredaderas y una
sólida puerta. La tapa de la primera edición de Cuadernos de Infancia,
de Norah Lange, lleva un dibujo de la casa realizado por su hermana Irma.
Jorge
Luis Borges, al prologar el libro de Norah, comentó: “Esa quinta que no
demarcaré con mentirosa precisión topográfica y de la que me basta señalar que
está en la hondura de la tarde, junto a esas calles grandes con las cuales es
piadoso el último sol y en que el apagado ladrillo de la altas aceras es un
trasunto del poniente cuya luz es como una fiesta pobre sobre los terrenos
finales”. Muchos lectores manifiestan que Leopoldo Marechal, en su libro
Adán Buenos Ayres, también se refiere a la casa de la calle Tronador y a
su familia, que en la ficción lleva el nombre de Amudsen. Era la única
propiedad con teléfono y bajo el comedor y el salón tenía dos sótanos, con
puertas de ingreso disimuladas bajo la alfombra.
Largo
regreso a casa
Estamos
en 1905, bajo la presidencia de José Figueroa Alcorta, cuando el 23 de
octubre nació la cuarta hija del matrimonio, la sexta después de dos varones
fallecidos: Alejandro, que sólo vivió seis meses, y Oscar, que
murió a los dos años. Es muy posible que Norah se haya asomado al jardín de la
casa de Tronador y La Pampa la noche del 19 de mayo de 1910, asombrada ante el
paso del cometa Halley. A fines de ese año o a principios de 1911 la familia
Lange viajó a Mendoza. El padre había sido designado para hacerse cargo de la
Colonia Alvear. Norah tenía entonces cinco años. Durante la permanencia en
Mendoza falleció Gunardo. Corría el año 1915. Una plaza de la Colonia Alvear
lleva su nombre.
Encabezada
por la madre, Berta, la familia retornó a Buenos Aires a la casa que aguardaba
en la calle Tronador. Pocos días después del regreso, la madre se ocuparía de
organizar la vida sin su esposo Gunardo. Fueron pasando los años y los hijos
comenzaron el tiempo escolar. Norah recordará esos momentos y sobre todo a sus
compañeras. Norah no es triste, pero sí miedosa. Cuando llegaron a la casa de
la calle Tronador inició un extraño ritual. En el patio vio tres baldosas
viejas. Ella misma habla de esa liturgia: “Recuerdo que de buen o mal humor,
obligada a cruzar el patio cuando anochecía, temiendo todas las sombras que
querían asaltarme; vigilando desde lejos la gran higuera del fondo que
sospechaba siempre poblada de hombres, nunca pude abstenerme de dar el pequeño
paso que unía a las dos primeras, el paso alargado que apenas me permitía tocar
a las tres”.
La
madre convirtió a la casa en un centro mundano literario en el que al placer
del encuentro y la tertulia se unía la atracción de las cinco hermanas Lange,
hermosas adolescentes de innegable aspecto escandinavo. La piel blanquísima y
los cabellos rubios o rojizos -como el de Norah- dieron entusiasmo extra a la
grey literaria porteña. La tertulia se realizaba los sábados: se leían poemas,
se conversaba acerca de temas culturales, se llevaban a cabo entretenimientos
de salón y hasta se bailaba el tango. La mayoría de los concurrentes eran
jóvenes y solteros y eso permitió que se iniciaran varios romances. Uno de
ellos el de Oliverio Girondo, fino poeta, con Norah Lange, la codiciada
perla de la casa.
El
primer paso de este encuentro romántico fue la cena ofrecida por la revista Martín Fierro -donde colaboraban
firmas que luego se fueron haciendo famosas- en homenaje a don Ricardo Güiraldes.
Norah comentó: “Avizoré por primera y emocionada vez los ojos miradores de
Oliverio”. Así se inició una relación que los convirtió en la pareja central de
la vida literaria argentina, que se unió formalmente en matrimonio en 1943 y
que se prolongó hasta la muerte de Oliverio Girando en 1967. Xul Solar (seudónimo de Alejandro Schulz Solari) frecuentaba las reuniones en la
casa de Tronador. En la biografía de Norah Lange, la escritora María Esther
de Miguel asegura haber escuchado que Xul Solar habría competido con Jorge
Luis Borges en el cortejo de Haydée, otra de las bellas hermanas Lange. La
misma Norah habla de Xul en el brindis ofrecido en 1949, al cumplir 25 años de
existencia la revista Martín Fierro.
Norah recuerda a Xul Solar “deambulando de un grupo a otro, traduciendo a 32
idiomas esmerados infiernos a gusto del consumidor”.
La
regia casa de Tronador al 1700 también fue escenario del romance de Jorge Luis
Borges con Concepción Guerrero, vecina de Villa Urquiza, quienes se
reunían allí con el beneplácito de Berta, la madre de los Lange. Recordamos que El Barrio, en una de sus
ediciones, incluyó una nota especial sobre esta relación amorosa de Borges con
la niña de “las trencitas negras”.
Su
obra literaria
Norah
imprimió la fuerza espiritual necesaria y publicó en 1925 su primer libro de
poemas, titulado La calle de la tarde, versos donde se atisba la
indudable impresión que le causó el barrio donde estaba instalada su casa,
Villa Mazzini. Le siguieron luego Los días y las noches (1926) y El
rumbo de la noche (1930). Sin duda, el mejor de ellos es el primero. En
prosa los dos primeros libros, la novela epistolar Voz de la vida y 45
días y 30 marineros, no pueden ser más distintos. El primero narra un
triángulo evanescente, muy probablemente basado en el interés que tenía Borges
en ella y ella en Girondo. La recreación de su infancia está en las obras Cuadernos
de infancia (1937) y de Antes que mueran (1944). Publica luego Personas
en la sala, en el que se describe la fantasía adolescente y los conflictos
discretamente callados por los personajes, reunidos en una sala a la que se
accede por la ambigua frontera entre el sueño y la realidad. Además están sus Discursos, recopilados por
primera vez en 1942 y luego ampliados con el título de Estimados congéneres.
El estilo oral de Norah Lange es absolutamente distinto del que empleó para
escribir.
Norah
Lange falleció en Buenos Aires el 6 de agosto de 1972. Por el modo lúcido en
que captó no sólo a sus familiares, animales y vecinos, sino al paso del tiempo
y los desgarros, Lange se instaló con tranquilidad en el plano clásico. Aquel
que habitan Katherine Mansfield, Mark Twain, Emily Brönte,
Truman Capote y Edith Wharton. La casa editora Beatriz Viterbo,
con excelente criterio, publicó, al cumplirse 100 años de su nacimiento, la Obra
Completa de esta escritora. El primer tomo reúne sus libros de poesía y de
prosa. El segundo la novela inédita El cuarto de vidrio, edición en la
que se puede comprobar la excelencia de una de las escritoras más singulares y
quizá menos apreciada de la literatura nacional.
BIBLIOGRAFIA
Gandolfo,
Elvio E. Una pelirroja clásica. Página web.
Miguel,
María Esther de. Nora Lange. Una biografía. Buenos Aires, Editorial
Planeta.
Molloy,
Silvia. Prólogo al primer tomo de las Obras Completas de Norah
Lange.
Buenos
Aires, Beatriz Viterbo Editora.
Fe de errata
En
estas mismas páginas de la edición Nº 99, correspondiente al mes de junio de
2007, en la nota sobre el señor Enrique Mayochi, donde dice “y no
podemos olvidar a Roberto Bolton” debe leerse “y no podemos olvidar a Roberto
Burton Meis”.
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