- Entre la corrupció mental que és
pitjor que l'econòmica i que estem dirigits per uns ignorants, d’entrada sembla
proposta interessant. Hi han opinions que valen la pena llegir, per a avui us
deixo les de Rafael Sánchez Ferlosio i Emilio Lledó. Per a mi ho
són.
Estamos dirigidos por
ignorantes
Es el
más extraordinario y lúcido de los escritores españoles. Su obra es una
exploración por el lado más inesperado de las cosas, con una prosa inflamable
que atraviesa la piel de las ideas. Sus libros son una bastardía de ensayo,
pensamiento, hallazgos y erudiciones inabarcables. Aquí reflexiona, después de
mucho silencia, sobre tantos de sus demonios
Entrevista
de ANTONIO LUCAS a RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO para EL MUNDO -
27/02/2011
Hasta
llegar a encontrarnos con Rafael Sánchez Ferlosio fue necesario un largo espacio y un ancho tiempo. Una
mínima correspondencia no respondida, un saber aguardar sin fatiga. Y, al final,
unas consignas muy precisas dictadas del otro lado del teléfono con voz de ogro
reforzado con un ruido de vientos respiratorios, de sólidas
soledades.
- Si
usted viene a hablar de literatura es mejor que no nos veamos… Podemos charlar
de otras cosas.
Ferlosio,
a los 84 años (nació en Roma en 1927), es el escritor de mayor agudeza crítica
de este tiempo de significación incierta. Su campo de intereses lo delimitan los
asuntos públicos: la guerra, la política internacional, las religiones, el
concepto de patria, la
Historia. Es un pensador en permanente combustión que se manifiesta
con poderes de prosista extraordinario. Un hombre que libera y disparata con
lucidez su propia vida como inquilino de una selva complejísima de saberes y
rechazos, de humores y horas desveladas. Tiene modales de lobo moderno que no
busca refugio en lo indiscutible.
- ¿Lobo,
moderno? No sé. Yo tengo mucho de anticuado. Soy un filósofo de
campanario.
- Me
refiero a esa capacidad lobuna de estar al acecho no sólo de la idea, sino de
cómo dice el lenguaje las ideas…
- Mmmm…
Puede estar acertado en eso del lenguaje…
Da en
cada frase un golpe de Estado implacable con ese aliento profético del que odia
las alabanzas y las profecías. Del que rechaza el grosero «yoyeo» que reduce a
tantos autores a contratistas de sí mismos. Se mantiene alerta bajo una
explosividad de pensamientos que le viajan veloces por dentro de la
cabeza.
Para dar
con la guarida hay que atravesar el portal. Llegar hasta una cancela acristalada
y, a la izquierda, pulsar un timbre que ya no suena. Una voz se arranca de muy
adentro: “Vaaaaaaaaaaa”. Rafael Sánchez Ferlosio abre con un ronroneo de
cautelas y, quizá, de arrepentimientos. Ferlosio vestido de sí mismo. El viejo
jersey de pico. La camisa descompuesta. La corbata de nudo volcado. Las
babuchas. Todos los condimentos de la leyenda. Esa elegancia alcanzada desde las
más altas cotas del desastre. Y entre las manos, un trapo de secar
vasos.
- Pase,
pase. Al fondo… Disculpe, porque está todo algo desordenado… Cuidado con la
bicicleta… Siéntese. Ya le advertí que no hablaremos de literatura. Está claro,
¿no?… ¿Quiere una cerveza?
Y con
dos cervezas trazamos una tentativa de hoja de ruta para una conversación que
huye de cualquier forma de voluptuosidad, de egotismo, de ese estar cargado de
razón que impulsa a algunos hombres lóbregos. Rafael Sánchez Ferlosio ha
violentado el tiempo con una escritura que nace del pensar escribiendo. Dos
libros de ficción -El Jarama y
Alfanhuí- lo instalaron en los años 50 en la cumbre de un canon que persiste
y del que se siente ferozmente ajeno. Se marchó de las buenas letras en los 60 y
sin despedirse. Entró en un silencio editorial de dos décadas del que saldría
con el armisticio de varios ensayos y tras una navegación obsesiva por los
pliegues de la gramática. Odia la literatura. Es, como él dice, un
«ex-critor».
- Yo no
leo nada de literatura moderna. Y tampoco alterno nada.
En esta
covacha guarda la munición de sus obsesiones. Unos cuantos volúmenes que van de
Adorno a los Estudios de Historia Social. También la Biblia portestante que manejaba su padre,
el escritor Rafael Sánchez Mazas: «Era un hombre muy elegante, mire qué forma de
subrayar el libro», exclama. Hay cientos de cuadernos en armarios y cajas de
mudanza, recortes de periódicos y revistas como Psichologies, de donde salen los asuntos
que dan cuerda a su nuevo libro, sobre el carácter de feminidad e hiperfeminidad
en este siglo XXI. Y por aquí arrancamos:
- ¿De
dónde viene ese interés por la imagen actual de lo femenino?
- El
principal argumento de lo que estoy preparando es cómo las revistas femeninas
han acogido ese invento que ha traído de América, entre otros, el profesor de
Psiquiatría Rojas Marcos: eso de la inteligencia emocional. Algo que supone una
absoluta inmoralidad. No es más que una forma de autoayuda. Pero resulta que la
gente más atenta a esas cosas es la que menos se autoayuda. Son los que se dejan
dirigir por un mentor, un guía espiritual…
-
Aquellos que establecen modelos de conducta artificiales.
- Todo
eso se ha expandido desde una revista que se llama Psichologies. Estas publicaciones
propician la existencia de personas dependientes, colgadas de sus páginas. Les
dicen quiénes son, cómo son, hacen cuestionarios… Un horror. Dicen cosas como:
«Aprende a canalizar la energía universal». Las infelices que leen esas revistas
se encuentran cosas así y se lo creen. Y se fuerzan a ser como esos modelos que
les exponen. No se cultiva sólo la feminidad, sino la
hiperfeminidad.
- ¿No
hay algo de exhibicionismo de la intimidad?
- Pero
es que la intimidad es un concepto inventado. Esas revistas crean personalidades
totalmente ficticias, que no responden a ningún ser concreto. Es una trampa.
Mire lo que dice este otro recorte: «Creemos comer alimentos, pero comemos
emociones». ¿Cómo se puede decir que comemos emociones? Eso es como lo de la
magdalena de Proust.
Critica. La
cultura es un mecanismo de control social desde que los romanos inventaron lo de
‘pan i circo’
- Así
son los nuevos modelos de cultura de masas…
- Pero
es que la cultura es un mecanismo de control social desde que los romanos
inventaron lo de pan y circo. Aquí en
España los toros es lo que más nos ha cundido en eso que llamo los «espectáculos
de estadio»; o de anfiteatro, en este caso. Tengo un escrito muy largo contra
los toros. ¿Cuándo la moralidad o inmoralidad ha sido un criterio
cultural?
Ferlosio
toma una tijera de palmo y medio y se repasa la uña del dedo índice de la
derecha. Esta manicura de urgencia no rompe el ritmo de liebre que ha adquirido
la conversación. Entre respuesta y pregunta deja pasar unos segundos. El rostro
es entonces de lechuza inapresable. La cabellera disparada, las cejas en punta
como de haber soportado muchas descargas de un pensamiento que va a 220 voltios.
Jamás hay una conclusión extraída de un lugar común. Todo suena inédito porque
viene adobado de saberes remotos, de argumentos que tienen su origen en una
erudición dispersa y entra directamente en conflicto contra el
todo.
- En sus
textos y su vida se manifiesta el rastro de una libertad bien
asumida.
-
¿Libertad? La libertad no existe. Es uno mismo el que se da la ley. Libre quiere
decir muy poco.
-
¿Cuáles diría que son sus autores de referencia?
- Estoy
influido por determinados escritores como Max Weber, Theodor W. Adorno, Karl
Bhüler… Somos el cruce de unas influencias que a veces se combinan bien y otras
no.
- ¿Y
literariamente, hay alguien?
- Kafka,
aunque lo que he escrito literariamente no se parece en nada.
-
Después de treinta años ajeno a la literatura publicó el El Testimonio de Yarfoz, donde propone
la cartografía de una civilización inventada…
- Bueno,
tengo muchísimo escrito sobre ella, sobre las guerras barcialeas, pero eso no
está preparado para ser leído… Y dejemos la literatura, ¿eh?, que puede ser
peligroso.
Ataja de
inmediato cualquier intento de hurgar en ficciones. Hace mucho que rechazó esa
parte de su obra. De 1957 al 72 se dedicó por entero a la gramática y al consumo
de dexidrina spansul. De aquello
quedaron centenares de textos. Algunos reunidos en libros como Glosas castellanas y Guapo y sus
isótopos. «A mí la gramática me interesa muchísimo. Estaba muy picado. El
prólogo de la Gramática de Salvá refleja esa obsesión mía. Ahí
dice: ‘Tantas especies se me vienen a la cabeza…’. Miedo me da que me saquen
alguna cosa… ¡Es tanta la pasión que le tengo! ».
- ¿Y
cuál era la búsqueda?
- El
principal objeto gramatical que contemplaba era el verbo. Era cuando consumía
anfetaminas.
-
¿Ayudaban?
- Eran
los estimulantes que me hacían funcionar. Son muy querenciosos a la soledad. La
dexidrina me hacía sensible a las
relaciones formales de la gramática. Pasaba tres días consumiendo, sin parar de
estudiar y escribir, siempre con luz artificial. Luego descansaba, dormía unas
18 horas, con uno o dos despertares para comer algo. Aquellas bajadas eran
maravillosas… Después iba con mi hija dos o tres días seguidos a los parques y
museos… Y vuelta a empezar. Nunca me lo he pasado mejor que en aquel tiempo.
Pero en los años 80, los socialistas prohibieron la dexidrina. Eso me fastidió muchísimo.
Probé el Katovit, la
Coca-Cola. Y nada funcionó igual.
Un día,
muy puestos de anfetas, Ferlosio y
Agustín García Calvo vieron en las manchas de humedad de una tapia de Sevilla un
descendimiento de Cristo. Tal era el colocón. Más o menos como ahora, sin
brújula entre las palabras.
- ¿La
escasa capacidad crítica de la sociedad y la política no ha creado un perverso
síntoma de tutela social?
- Eso
sucede cuando se está dirigido por ignorantes. Los tutores pertenecen al
capitalismo, a la economía de mercado. Fíjese cómo ha disminuido la influencia
del Estado. Y eso que éste ha aumentado su importancia. Mire los países del
mundo que están sublevados… Sin embargo, España es uno de los lugares más
inocentes y pacientes que existen. La prueba está en los sindicatos. ¡La clase
obrera ha vuelto a aquello que decía Marx del «ejército de reserva»! Ellos son
los primeros perjudicados si se deshace la economía de mercado. Han aceptado
claudicar.
- ¿Lo
entiende?
- Sí,
porque no hay otra alternativa si no es destruyendo lo ya hecho. El cambio ya no
es posible al modo súbito de las revoluciones, sino que debe hacerse poco a
poco. El problema es quién te ayuda si hoy lo que se impone es el crecimiento,
la productividad, la competitividad. Yo lo veo todo como sublevado, pero en
verdad está anulado.
Presente. Sigo
odiando a España, como todo ciudadano debe odiar su país. Y ahora también odio a
Italia, porque es muy cercana
- ¿Sigue
odiando España?
- Claro,
como todo ciudadano debe odiar su país. Y ahora también odio Italia, porque me
es cercana. Mi madre era italiana. Los italianos son ya más odiables que los
españoles. Lo son desde que la opinión pública se ha puesto a favor de
Berlusconi. Tiene más éxito aún cuando ha sido denunciado. Les sucede a los
italianos como a los catalanes, que el puterío no les escandaliza.
- ¿A los
catalanes?
- He
leído en los periódicos que ahora presumen de ser la capital de la
pornografía…
- ¿Sigue
siendo la prensa su único nutriente?
- La
prensa y los libros. Y en los libros repasando, más que leyendo cosas nuevas. La
prensa está totalmente corrompida, como la política. Ya no tiene futuro. No es
más que un concurso de amiguetes. Están todos viciados. Los políticos esperando
instrucciones de la prensa y viceversa. Además, se saludan sin problemas entre
los más opuestos. Ya no hay diferencia entre amistad y enemistad.
En la
covacha nos ampara un foco de mucha luz. Ferlosio ha pasado al vino y sigue
detonando sospechas e impresiones que impactan contra la versión más lacia de
este mundo rebajado a los desagües del deporte, la publicidad y la televisión.
Esos son tres más de sus frentes de batalla. Ahí quedan libros como Non olet, donde el escritor percute
intuiciones sin vacilar. Y observa con recelo instintivo la realidad como un
elemento de falsificación sistemática.
- Esto
ya no va a durar mucho más. Es cuestión de poco tiempo.
- ¿A qué
se refiere?
- El
mundo no va a sobrevivir. Se acaba en pocos años. El capitalismo lo destruye
todo por dentro y por fuera. El final no vendrá por una guerra, sino por una
catástrofe económico/ecológica. No veo mejores posibilidades.
- ¿Qué
es para usted lo sagrado?
- En
este país lo sagrado es Ortega y Gasset, que no me interesa nada, y el fútbol,
que como todo deporte es una actividad sin contenido. El único objetivo es la
redundancia de la victoria como fin en sí mismo.
Iglesia. Su
problema más grave es la desesperación porque no tiene vocaciones. Pero lo peor
es que sus obispos son afásicos, no dicen nada
- ¿Y
la
Iglesia ?
- Su
problema más grave es la desesperación porque no tiene vocaciones. Pero lo peor
es que sus obispos son afásicos, no dicen nada. No les importa el cristianismo,
sino la superioridad de la
Iglesia , que se ha episcopalizado muchísimo… Yo la fe no la
entiendo.
- ¿La
católica?
- Ni la
católica, ni la musulmana, que además está limitada por el Corán, donde se
plantea una recesión terrible. Al final todo se reduce a una cosa de símbolos.
Por ejemplo, esas polémicas sobre el crucifijo es de tiquismiquis. Hay en España
una pasión por darse por ofendidos. Es la manía del victimato. Este país ni es
laico ni es nada. Santo Tomás de Aquino es el primero que establece la
separación entre Estado e Iglesia en la Summa
Teológica … Pero lo
que no entiendo es a ese Dios sediento de alabanzas. Es repugnante.
- Sin
embargo, usted no es ateo.
- No.
Los ateos me parecen ridículos. No creer en la existencia es un ejemplo de
opinión fáctica porque son creyentes en la inexistencia. La cuestión de la
existencia o no de Dios es, de hecho, un asunto sin importancia. Aunque decir
que no me importa la existencia de Dios es una boutade, claro. Es un honor el que le
hago creyendo que no existe, porque semejante bicho… Lo importante es la bondad
o maldad de Dios.
- ¿Y en
qué lado lo sitúa?
-
Destaca en la maldad…
- Si no
cree, ni es agnóstico, ni ateo, ¿dónde está?
- Soy un
renegado. Me olvido de él para que él se olvide de mí…
Ferlosio
se alisa la melena de sabio tronado con las palmas de las manos. Ese gesto le da
una expresión luciferina e inquisitiva. Pero su desobediencia está curtida de
una ironía rebelde y un manejo preciso de referencias cultísimas que le otorgan
un calambre de seducción excéntrica y excepcional.
A la
contra. Estoy a
favor de la censura. Censura contra los programas de telebasura y contra la
publicidad dirigida a los niños
- ¿Por
qué hay miedo a decir las cosas? ¿Por qué tanta autocensura?
- Sobre
todo cuando se habla de judíos o de mujeres. Qué miedo se tiene hoy por decir
algo contrario a lo femenino o la feminidad… Aunque yo soy partidario de la
censura.
-
¿?
- Sí,
sí. Censura contra los programas de telebasura y contra la publicidad dirigida a
los niños, ésa que cultiva en la infancia la comparación social. Es repugnante.
Y también quitaría las fotografías de la publicidad. ¡Dibujos! ¡Sólo dibujos!
Hay que ver lo que ha hecho la fotografía en favor de la
pornografía…
A estas
horas Ferlosio ha alcanzado el punto exacto de ebullición. La conversación va
como un barco ebrio. Pero eso no oculta una extraña verdad: Ferlosio es el mejor
poeta joven de varias generaciones juntas. El más feroz o esencial. Aquel que no
canjea enigma por magia. Un especimen alérgico al narcisismo cuya disposición
mental desborda las pretensiones de tanto listillo pálido y demacrado del río de
las letras. Sabe que nadie sirve a otro porque sí. De ahí esos silencios suyos
desconcertantes para todos. De ahí la lucidez deslumbradora, esa escritura
impulsada por destellos líricos, por respiraciones barrocas, dispuesta a la
polémica. A la dentellada.
- ¿Se
considera un autor radical?
- No lo
creo. Yo soy muy bueno, no quiero nunca ser extremo. No me gusta exagerar…
¿Vamos a tomar una cerveza?
Y
abandonamos el camarote con la noche encima. Ferlosio, licántropo y apoyado en
la garrota gorda como un rifle, arrastra por la acera un rumor de palabras: leña
vieja para fuegos nuevos. Vivísimas luces de costa, porque Vendrán más años malos y nos harán más
ciegos.
La corrupción mental es peor que la
económica
El
académico publicará en abril ‘El origen del diálogo y la ética', una celebración
de los clásicos Platón y Aristóteles en tiempos de crisis.
Entrevista
de PAULA CORROTO a EMILIO LLEDÓ para PÚBLICO - 27/02/2011
El
filósofo y académico Emilio Lledó (Sevilla, 1927) ha cumplido 84 años, pero está
en plena forma. Acaba de editarse El
texto de la vida. Debate con Emilio Lledó (Biblioteca Nueva), una reflexión
de Jacobo Muñoz y Francisco José Martín sobre el pensamiento del filósofo, y en
abril Gredos lanzará su último libro, El
origen del diálogo y de la ética, en el que insiste en recuperar a los
clásicos griegos en tiempos de crisis. Lledó, un hombre afable cuya mirada
denota pasión por la educación, nos recibe en su casa de Madrid, en la que
guarda cerca de 13.000 libros. Su conversación, que va desde su época de
estudiante en Alemania hasta las polémicas de la actualidad, es toda una lección
magistral.
- En
1953, salió de España camino de Alemania para estudiar en Heidelberg. ¿Qué ve si
echa la mirada hacia atrás?
Una
aventura magnífica de la cual estoy muy orgulloso. Para mí fue un shock
maravilloso y asombroso ver una universidad tan distinta a la que yo conocía.
Era una universidad muy libre, porque no había asignaturas. Yo venía de una
universidad asignaturesca con
exámenes y apuntes. Y esto es el aniquilamiento de lo que es la vida
universitaria.
- En ese
mundo posnazi, cobró fuerza la voz de su profesor Hans Georg Gadamer, un
filósofo totalmente contrario a la Verdad Absoluta.
Cuando
llegué a Heidelberg, Gadamer tenía 53 años. Yo buscaba una filosofía diferente a
la que había vivido en España. Quería acceder a un instrumento adecuado para
entenderla mejor. Gadamer era un magnífico profesor. Y las clases eran
auténticas lecciones magistrales. Una de las cosas que más absurdas me parecen
ahora es que se diga que hay que cargarse la lección magistral. ¡Y qué más
hubiera querido yo que todo hubieran sido lecciones magistrales! A las clases de
Gadamer iba quien quería.
El Plan
Bolonia es un paso hacia una educación menos libre
- ¿Hasta
qué punto ha influido Gadamer en la contemporaneidad?
Él era
lo más opuesto a la idea del alemán cabeza cuadrada. Pero ahora se ha dado un
paso atrás. A pesar de que se habla tanto de la libertad, del Plan Bolonia, creo
que es un paso atrás totalmente. Yo nunca he sentido una libertad intelectual
como la que se sentí en Alemania.
- ¿A qué
atribuye este paso atrás?
Creo que
se debe a una confusión. Ahora hay que ganarse la vida mientras se está en la
universidad. Y esta es la manera más dramática, triste y estúpida de perderla.
Es lo más antiuniversitario que existe. En la universidad hay que entusiasmar al
alumno. La vida se la gana uno después.
- La
vida se ha encauzado a la consecución de beneficios económicos.
¡Exacto!
Y esto es un error. Aristóteles ya decía: "Condicionar toda la vida humana a la
economía es de almas miserables". Por eso, esa idea del asignaturismo o de que
haya academias para aprobar oposiciones Es una exageración y un
anquilosamiento.
- Una
nueva política universitaria. Por cierto, ahora los políticos no pasan por su
mejor momento.
Despreciar
a los políticos, aunque muchas veces nos den pie, es destruir la política como
ejercicio de solidaridad, que es a lo que aspira el político. Destruyendo la
política, facilitamos el paso al siniestro dictador de turno.
- ¿Está
la situación en España así de delicada?
Yo soy
optimista por naturaleza. Creo que hay gente muy sana en este país. Yo oigo
mucho la radio y, cuando abren el micro a los oyentes, escucho a gente con
muchísima sensatez, inteligencia y agudeza.
-
Últimamente, en los medios de comunicación también nos estamos acostumbrando a
escuchar todo tipo de exabruptos. ¿Eso es la libertad de expresión?
La
libertad de expresión no tiene sentido si no hay antes una libertad de
pensamiento. La libertad de expresión no es decir todo lo que se te ocurra, sino
que lo que se te ocurre tenga sentido. La libertad de expresión debe tener unos
cauces humanos puestos en nuestra mente. Es una libertad de la mente.
Justificar
el insulto como libertad de expresión es una falsedad
- Pero
¿hay una pérdida de responsabilidad en los medios en aras de una supuesta
libertad de expresión?
Decir lo
que se quiera no es libertad. Justificar el insulto y la calumnia como libertad
de expresión es una falsedad. Es una cosa lamentable de una sociedad donde la
corrupción no ha entrado sólo en la economía, sino en la cabeza. Y es más
peligrosa la corrupción mental que la económica.
-
¿Conoce Twitter? ¿Qué le parece como medio de comunicación?
Todo lo
que sea comunicación es interesante. Lo que ocurre es que nunca ha habido tantas
posibilidades de comunicarnos como ahora y, sin embargo, nunca hemos estado tan
indefensos y tan poco libres. Manejar Twitter o Facebook El medio es magnífico,
pero depende también de lo que comuniques. El medio puede adobar, cocer, guisar
el mensaje, pero lo importante es lo que mensajeas.
- Pero
Twitter dispara hacia ámbito público y ahí es cuando todo cambia.
Aquí se
impone también una reflexión sobre lo que es la fama. En griego fama es decirse,
ser dicho. Uno era famoso porque merecía ser dicho. Lo que es famoso es porque
es ejemplar. Eso es lo que necesita comunicarse. Por eso no puede ser la fama
por sí, sino que tiene que tener un fundamento.
- ¿Qué
se puede decir de un país cuya persona más famosa es Belén Esteban?
Este
fenómeno es algo que me desconcierta. Una política ha dicho recientemente que
los seres humanos somos así, hay corrupción porque el ser humano es así'. Váyase
usted a paseo. De acuerdo que los seres humanos podemos tener tendencia hacia el
mal, pero también hay una tendencia hacia el bien. La tendencia hacia la
generosidad, hacia el amor, es mucho más importante que hacia la violencia y el
crimen. Esa idea de que el hombre es un lobo para el hombre es falsa.
- ¿Está
seguro? La competitividad, el individualismo y el egoísmo están a la orden del
día.
No
quiero creer esto que usted dice porque eso sería la catástrofe. Vendría el
imperio de la metralleta. El que tenga la metralleta más a punto es el que
sobrevivirá y en eso no podemos caer. Tengo ya una cierta edad y no he vivido
una vida fácil, y nunca se me ha agotado la idea de que la fuerza del amor, de
la generosidad es mucho más potente que el mal. El día que renunciemos a esa
lucha de creer en estos ideales, ya no merecerá la pena vivir.
- Usted
es un idealista platónico.
Una
sociedad obsesionada sólo por el dinero es una sociedad perdida. Por supuesto,
¿cómo vas a predicar la educación en una persona que tenga hambre. Sin embargo,
yo creo, como dice Kant, que un ser humano es lo que la educación hace de él. La
televisión puede ser entretenida, pero no degenerante. Esto hay que evitarlo en
lo posible.
- ¿Estos
tiempos de crisis puede traernos un nuevo humanismo?
Aunque
nos digan utópicos, creo que sí. Y esa es la ilusión que me alienta y me hace
feliz. Me siento vivo.