viernes 4 de marzo de 2011

Dos interesantes entrevistas: Rafael Sánchez Ferlosio y Emilio Lledó

- Entre la corrupció mental que és pitjor que l'econòmica i que estem dirigits per uns ignorants, d’entrada sembla proposta interessant. Hi han opinions que valen la pena llegir, per a avui us deixo les de Rafael Sánchez Ferlosio i Emilio Lledó. Per a mi ho són.


Estamos dirigidos por ignorantes

Es el más extraordinario y lúcido de los escritores españoles. Su obra es una exploración por el lado más inesperado de las cosas, con una prosa inflamable que atraviesa la piel de las ideas. Sus libros son una bastardía de ensayo, pensamiento, hallazgos y erudiciones inabarcables. Aquí reflexiona, después de mucho silencia, sobre tantos de sus demonios

Entrevista de ANTONIO LUCAS a RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO para EL MUNDO - 27/02/2011

Hasta llegar a encontrarnos con Rafael Sánchez Ferlosio fue necesario un largo espacio y un ancho tiempo. Una mínima correspondencia no respondida, un saber aguardar sin fatiga. Y, al final, unas consignas muy precisas dictadas del otro lado del teléfono con voz de ogro reforzado con un ruido de vientos respiratorios, de sólidas soledades.

- Si usted viene a hablar de literatura es mejor que no nos veamos… Podemos charlar de otras cosas.

Ferlosio, a los 84 años (nació en Roma en 1927), es el escritor de mayor agudeza crítica de este tiempo de significación incierta. Su campo de intereses lo delimitan los asuntos públicos: la guerra, la política internacional, las religiones, el concepto de patria, la Historia. Es un pensador en permanente combustión que se manifiesta con poderes de prosista extraordinario. Un hombre que libera y disparata con lucidez su propia vida como inquilino de una selva complejísima de saberes y rechazos, de humores y horas desveladas. Tiene modales de lobo moderno que no busca refugio en lo indiscutible.

- ¿Lobo, moderno? No sé. Yo tengo mucho de anticuado. Soy un filósofo de campanario.

- Me refiero a esa capacidad lobuna de estar al acecho no sólo de la idea, sino de cómo dice el lenguaje las ideas…

- Mmmm… Puede estar acertado en eso del lenguaje…

Da en cada frase un golpe de Estado implacable con ese aliento profético del que odia las alabanzas y las profecías. Del que rechaza el grosero «yoyeo» que reduce a tantos autores a contratistas de sí mismos. Se mantiene alerta bajo una explosividad de pensamientos que le viajan veloces por dentro de la cabeza.

Para dar con la guarida hay que atravesar el portal. Llegar hasta una cancela acristalada y, a la izquierda, pulsar un timbre que ya no suena. Una voz se arranca de muy adentro: “Vaaaaaaaaaaa”. Rafael Sánchez Ferlosio abre con un ronroneo de cautelas y, quizá, de arrepentimientos. Ferlosio vestido de sí mismo. El viejo jersey de pico. La camisa descompuesta. La corbata de nudo volcado. Las babuchas. Todos los condimentos de la leyenda. Esa elegancia alcanzada desde las más altas cotas del desastre. Y entre las manos, un trapo de secar vasos.

- Pase, pase. Al fondo… Disculpe, porque está todo algo desordenado… Cuidado con la bicicleta… Siéntese. Ya le advertí que no hablaremos de literatura. Está claro, ¿no?… ¿Quiere una cerveza?

Y con dos cervezas trazamos una tentativa de hoja de ruta para una conversación que huye de cualquier forma de voluptuosidad, de egotismo, de ese estar cargado de razón que impulsa a algunos hombres lóbregos. Rafael Sánchez Ferlosio ha violentado el tiempo con una escritura que nace del pensar escribiendo. Dos libros de ficción -El Jarama y Alfanhuí- lo instalaron en los años 50 en la cumbre de un canon que persiste y del que se siente ferozmente ajeno. Se marchó de las buenas letras en los 60 y sin despedirse. Entró en un silencio editorial de dos décadas del que saldría con el armisticio de varios ensayos y tras una navegación obsesiva por los pliegues de la gramática. Odia la literatura. Es, como él dice, un «ex-critor».

- Yo no leo nada de literatura moderna. Y tampoco alterno nada.

En esta covacha guarda la munición de sus obsesiones. Unos cuantos volúmenes que van de Adorno a los Estudios de Historia Social. También la Biblia portestante que manejaba su padre, el escritor Rafael Sánchez Mazas: «Era un hombre muy elegante, mire qué forma de subrayar el libro», exclama. Hay cientos de cuadernos en armarios y cajas de mudanza, recortes de periódicos y revistas como Psichologies, de donde salen los asuntos que dan cuerda a su nuevo libro, sobre el carácter de feminidad e hiperfeminidad en este siglo XXI. Y por aquí arrancamos:

- ¿De dónde viene ese interés por la imagen actual de lo femenino?

- El principal argumento de lo que estoy preparando es cómo las revistas femeninas han acogido ese invento que ha traído de América, entre otros, el profesor de Psiquiatría Rojas Marcos: eso de la inteligencia emocional. Algo que supone una absoluta inmoralidad. No es más que una forma de autoayuda. Pero resulta que la gente más atenta a esas cosas es la que menos se autoayuda. Son los que se dejan dirigir por un mentor, un guía espiritual…

- Aquellos que establecen modelos de conducta artificiales.

- Todo eso se ha expandido desde una revista que se llama Psichologies. Estas publicaciones propician la existencia de personas dependientes, colgadas de sus páginas. Les dicen quiénes son, cómo son, hacen cuestionarios… Un horror. Dicen cosas como: «Aprende a canalizar la energía universal». Las infelices que leen esas revistas se encuentran cosas así y se lo creen. Y se fuerzan a ser como esos modelos que les exponen. No se cultiva sólo la feminidad, sino la hiperfeminidad.

- ¿No hay algo de exhibicionismo de la intimidad?

- Pero es que la intimidad es un concepto inventado. Esas revistas crean personalidades totalmente ficticias, que no responden a ningún ser concreto. Es una trampa. Mire lo que dice este otro recorte: «Creemos comer alimentos, pero comemos emociones». ¿Cómo se puede decir que comemos emociones? Eso es como lo de la magdalena de Proust.

Critica. La cultura es un mecanismo de control social desde que los romanos inventaron lo de ‘pan i circo’

- Así son los nuevos modelos de cultura de masas…

- Pero es que la cultura es un mecanismo de control social desde que los romanos inventaron lo de pan y circo. Aquí en España los toros es lo que más nos ha cundido en eso que llamo los «espectáculos de estadio»; o de anfiteatro, en este caso. Tengo un escrito muy largo contra los toros. ¿Cuándo la moralidad o inmoralidad ha sido un criterio cultural?

Ferlosio toma una tijera de palmo y medio y se repasa la uña del dedo índice de la derecha. Esta manicura de urgencia no rompe el ritmo de liebre que ha adquirido la conversación. Entre respuesta y pregunta deja pasar unos segundos. El rostro es entonces de lechuza inapresable. La cabellera disparada, las cejas en punta como de haber soportado muchas descargas de un pensamiento que va a 220 voltios. Jamás hay una conclusión extraída de un lugar común. Todo suena inédito porque viene adobado de saberes remotos, de argumentos que tienen su origen en una erudición dispersa y entra directamente en conflicto contra el todo.

- En sus textos y su vida se manifiesta el rastro de una libertad bien asumida.

- ¿Libertad? La libertad no existe. Es uno mismo el que se da la ley. Libre quiere decir muy poco.

- ¿Cuáles diría que son sus autores de referencia?

- Estoy influido por determinados escritores como Max Weber, Theodor W. Adorno, Karl Bhüler… Somos el cruce de unas influencias que a veces se combinan bien y otras no.

- ¿Y literariamente, hay alguien?

- Kafka, aunque lo que he escrito literariamente no se parece en nada.

- Después de treinta años ajeno a la literatura publicó el El Testimonio de Yarfoz, donde propone la cartografía de una civilización inventada…

- Bueno, tengo muchísimo escrito sobre ella, sobre las guerras barcialeas, pero eso no está preparado para ser leído… Y dejemos la literatura, ¿eh?, que puede ser peligroso.

Ataja de inmediato cualquier intento de hurgar en ficciones. Hace mucho que rechazó esa parte de su obra. De 1957 al 72 se dedicó por entero a la gramática y al consumo de dexidrina spansul. De aquello quedaron centenares de textos. Algunos reunidos en libros como Glosas castellanas y Guapo y sus isótopos. «A mí la gramática me interesa muchísimo. Estaba muy picado. El prólogo de la Gramática de Salvá refleja esa obsesión mía. Ahí dice: ‘Tantas especies se me vienen a la cabeza…’. Miedo me da que me saquen alguna cosa… ¡Es tanta la pasión que le tengo! ».

- ¿Y cuál era la búsqueda?

- El principal objeto gramatical que contemplaba era el verbo. Era cuando consumía anfetaminas.

- ¿Ayudaban?

- Eran los estimulantes que me hacían funcionar. Son muy querenciosos a la soledad. La dexidrina me hacía sensible a las relaciones formales de la gramática. Pasaba tres días consumiendo, sin parar de estudiar y escribir, siempre con luz artificial. Luego descansaba, dormía unas 18 horas, con uno o dos despertares para comer algo. Aquellas bajadas eran maravillosas… Después iba con mi hija dos o tres días seguidos a los parques y museos… Y vuelta a empezar. Nunca me lo he pasado mejor que en aquel tiempo. Pero en los años 80, los socialistas prohibieron la dexidrina. Eso me fastidió muchísimo. Probé el Katovit, la Coca-Cola. Y nada funcionó igual.

Un día, muy puestos de anfetas, Ferlosio y Agustín García Calvo vieron en las manchas de humedad de una tapia de Sevilla un descendimiento de Cristo. Tal era el colocón. Más o menos como ahora, sin brújula entre las palabras.

- ¿La escasa capacidad crítica de la sociedad y la política no ha creado un perverso síntoma de tutela social?

- Eso sucede cuando se está dirigido por ignorantes. Los tutores pertenecen al capitalismo, a la economía de mercado. Fíjese cómo ha disminuido la influencia del Estado. Y eso que éste ha aumentado su importancia. Mire los países del mundo que están sublevados… Sin embargo, España es uno de los lugares más inocentes y pacientes que existen. La prueba está en los sindicatos. ¡La clase obrera ha vuelto a aquello que decía Marx del «ejército de reserva»! Ellos son los primeros perjudicados si se deshace la economía de mercado. Han aceptado claudicar.

- ¿Lo entiende?

- Sí, porque no hay otra alternativa si no es destruyendo lo ya hecho. El cambio ya no es posible al modo súbito de las revoluciones, sino que debe hacerse poco a poco. El problema es quién te ayuda si hoy lo que se impone es el crecimiento, la productividad, la competitividad. Yo lo veo todo como sublevado, pero en verdad está anulado.

Presente. Sigo odiando a España, como todo ciudadano debe odiar su país. Y ahora también odio a Italia, porque es muy cercana 

- ¿Sigue odiando España?

- Claro, como todo ciudadano debe odiar su país. Y ahora también odio Italia, porque me es cercana. Mi madre era italiana. Los italianos son ya más odiables que los españoles. Lo son desde que la opinión pública se ha puesto a favor de Berlusconi. Tiene más éxito aún cuando ha sido denunciado. Les sucede a los italianos como a los catalanes, que el puterío no les escandaliza.

- ¿A los catalanes?

- He leído en los periódicos que ahora presumen de ser la capital de la pornografía…

- ¿Sigue siendo la prensa su único nutriente?

- La prensa y los libros. Y en los libros repasando, más que leyendo cosas nuevas. La prensa está totalmente corrompida, como la política. Ya no tiene futuro. No es más que un concurso de amiguetes. Están todos viciados. Los políticos esperando instrucciones de la prensa y viceversa. Además, se saludan sin problemas entre los más opuestos. Ya no hay diferencia entre amistad y enemistad.

En la covacha nos ampara un foco de mucha luz. Ferlosio ha pasado al vino y sigue detonando sospechas e impresiones que impactan contra la versión más lacia de este mundo rebajado a los desagües del deporte, la publicidad y la televisión. Esos son tres más de sus frentes de batalla. Ahí quedan libros como Non olet, donde el escritor percute intuiciones sin vacilar. Y observa con recelo instintivo la realidad como un elemento de falsificación sistemática.

- Esto ya no va a durar mucho más. Es cuestión de poco tiempo.

- ¿A qué se refiere?

- El mundo no va a sobrevivir. Se acaba en pocos años. El capitalismo lo destruye todo por dentro y por fuera. El final no vendrá por una guerra, sino por una catástrofe económico/ecológica. No veo mejores posibilidades.

- ¿Qué es para usted lo sagrado?

- En este país lo sagrado es Ortega y Gasset, que no me interesa nada, y el fútbol, que como todo deporte es una actividad sin contenido. El único objetivo es la redundancia de la victoria como fin en sí mismo.

Iglesia. Su problema más grave es la desesperación porque no tiene vocaciones. Pero lo peor es que sus obispos son afásicos, no dicen nada

- ¿Y la Iglesia?

- Su problema más grave es la desesperación porque no tiene vocaciones. Pero lo peor es que sus obispos son afásicos, no dicen nada. No les importa el cristianismo, sino la superioridad de la Iglesia, que se ha episcopalizado muchísimo… Yo la fe no la entiendo.

- ¿La católica?

- Ni la católica, ni la musulmana, que además está limitada por el Corán, donde se plantea una recesión terrible. Al final todo se reduce a una cosa de símbolos. Por ejemplo, esas polémicas sobre el crucifijo es de tiquismiquis. Hay en España una pasión por darse por ofendidos. Es la manía del victimato. Este país ni es laico ni es nada. Santo Tomás de Aquino es el primero que establece la separación entre Estado e Iglesia en la Summa Teológica Pero lo que no entiendo es a ese Dios sediento de alabanzas. Es repugnante.

- Sin embargo, usted no es ateo.

- No. Los ateos me parecen ridículos. No creer en la existencia es un ejemplo de opinión fáctica porque son creyentes en la inexistencia. La cuestión de la existencia o no de Dios es, de hecho, un asunto sin importancia. Aunque decir que no me importa la existencia de Dios es una boutade, claro. Es un honor el que le hago creyendo que no existe, porque semejante bicho… Lo importante es la bondad o maldad de Dios.

- ¿Y en qué lado lo sitúa?

- Destaca en la maldad…

- Si no cree, ni es agnóstico, ni ateo, ¿dónde está?

- Soy un renegado. Me olvido de él para que él se olvide de mí…

Ferlosio se alisa la melena de sabio tronado con las palmas de las manos. Ese gesto le da una expresión luciferina e inquisitiva. Pero su desobediencia está curtida de una ironía rebelde y un manejo preciso de referencias cultísimas que le otorgan un calambre de seducción excéntrica y excepcional.

A la contra. Estoy a favor de la censura. Censura contra los programas de telebasura y contra la publicidad dirigida a los niños

- ¿Por qué hay miedo a decir las cosas? ¿Por qué tanta autocensura?

- Sobre todo cuando se habla de judíos o de mujeres. Qué miedo se tiene hoy por decir algo contrario a lo femenino o la feminidad… Aunque yo soy partidario de la censura.

- ¿?

- Sí, sí. Censura contra los programas de telebasura y contra la publicidad dirigida a los niños, ésa que cultiva en la infancia la comparación social. Es repugnante. Y también quitaría las fotografías de la publicidad. ¡Dibujos! ¡Sólo dibujos! Hay que ver lo que ha hecho la fotografía en favor de la pornografía…

A estas horas Ferlosio ha alcanzado el punto exacto de ebullición. La conversación va como un barco ebrio. Pero eso no oculta una extraña verdad: Ferlosio es el mejor poeta joven de varias generaciones juntas. El más feroz o esencial. Aquel que no canjea enigma por magia. Un especimen alérgico al narcisismo cuya disposición mental desborda las pretensiones de tanto listillo pálido y demacrado del río de las letras. Sabe que nadie sirve a otro porque sí. De ahí esos silencios suyos desconcertantes para todos. De ahí la lucidez deslumbradora, esa escritura impulsada por destellos líricos, por respiraciones barrocas, dispuesta a la polémica. A la dentellada.

- ¿Se considera un autor radical?

- No lo creo. Yo soy muy bueno, no quiero nunca ser extremo. No me gusta exagerar… ¿Vamos a tomar una cerveza?

Y abandonamos el camarote con la noche encima. Ferlosio, licántropo y apoyado en la garrota gorda como un rifle, arrastra por la acera un rumor de palabras: leña vieja para fuegos nuevos. Vivísimas luces de costa, porque Vendrán más años malos y nos harán más ciegos.

La corrupción mental es peor que la económica

El académico publicará en abril ‘El origen del diálogo y la ética', una celebración de los clásicos Platón y Aristóteles en tiempos de crisis.

Entrevista de PAULA CORROTO a EMILIO LLEDÓ para PÚBLICO - 27/02/2011 

El filósofo y académico Emilio Lledó (Sevilla, 1927) ha cumplido 84 años, pero está en plena forma. Acaba de editarse El texto de la vida. Debate con Emilio Lledó (Biblioteca Nueva), una reflexión de Jacobo Muñoz y Francisco José Martín sobre el pensamiento del filósofo, y en abril Gredos lanzará su último libro, El origen del diálogo y de la ética, en el que insiste en recuperar a los clásicos griegos en tiempos de crisis. Lledó, un hombre afable cuya mirada denota pasión por la educación, nos recibe en su casa de Madrid, en la que guarda cerca de 13.000 libros. Su conversación, que va desde su época de estudiante en Alemania hasta las polémicas de la actualidad, es toda una lección magistral.


- En 1953, salió de España camino de Alemania para estudiar en Heidelberg. ¿Qué ve si echa la mirada hacia atrás?

Una aventura magnífica de la cual estoy muy orgulloso. Para mí fue un shock maravilloso y asombroso ver una universidad tan distinta a la que yo conocía. Era una universidad muy libre, porque no había asignaturas. Yo venía de una universidad asignaturesca con exámenes y apuntes. Y esto es el aniquilamiento de lo que es la vida universitaria.

- En ese mundo posnazi, cobró fuerza la voz de su profesor Hans Georg Gadamer, un filósofo totalmente contrario a la Verdad Absoluta.

Cuando llegué a Heidelberg, Gadamer tenía 53 años. Yo buscaba una filosofía diferente a la que había vivido en España. Quería acceder a un instrumento adecuado para entenderla mejor. Gadamer era un magnífico profesor. Y las clases eran auténticas lecciones magistrales. Una de las cosas que más absurdas me parecen ahora es que se diga que hay que cargarse la lección magistral. ¡Y qué más hubiera querido yo que todo hubieran sido lecciones magistrales! A las clases de Gadamer iba quien quería.

El Plan Bolonia es un paso hacia una educación menos libre

- ¿Hasta qué punto ha influido Gadamer en la contemporaneidad?

Él era lo más opuesto a la idea del alemán cabeza cuadrada. Pero ahora se ha dado un paso atrás. A pesar de que se habla tanto de la libertad, del Plan Bolonia, creo que es un paso atrás totalmente. Yo nunca he sentido una libertad intelectual como la que se sentí en Alemania.

- ¿A qué atribuye este paso atrás?

Creo que se debe a una confusión. Ahora hay que ganarse la vida mientras se está en la universidad. Y esta es la manera más dramática, triste y estúpida de perderla. Es lo más antiuniversitario que existe. En la universidad hay que entusiasmar al alumno. La vida se la gana uno después.

- La vida se ha encauzado a la consecución de beneficios económicos.

¡Exacto! Y esto es un error. Aristóteles ya decía: "Condicionar toda la vida humana a la economía es de almas miserables". Por eso, esa idea del asignaturismo o de que haya academias para aprobar oposiciones Es una exageración y un anquilosamiento.

- Una nueva política universitaria. Por cierto, ahora los políticos no pasan por su mejor momento.

Despreciar a los políticos, aunque muchas veces nos den pie, es destruir la política como ejercicio de solidaridad, que es a lo que aspira el político. Destruyendo la política, facilitamos el paso al siniestro dictador de turno.

- ¿Está la situación en España así de delicada?

Yo soy optimista por naturaleza. Creo que hay gente muy sana en este país. Yo oigo mucho la radio y, cuando abren el micro a los oyentes, escucho a gente con muchísima sensatez, inteligencia y agudeza.

- Últimamente, en los medios de comunicación también nos estamos acostumbrando a escuchar todo tipo de exabruptos. ¿Eso es la libertad de expresión?

La libertad de expresión no tiene sentido si no hay antes una libertad de pensamiento. La libertad de expresión no es decir todo lo que se te ocurra, sino que lo que se te ocurre tenga sentido. La libertad de expresión debe tener unos cauces humanos puestos en nuestra mente. Es una libertad de la mente.

Justificar el insulto como libertad de expresión es una falsedad

- Pero ¿hay una pérdida de responsabilidad en los medios en aras de una supuesta libertad de expresión?

Decir lo que se quiera no es libertad. Justificar el insulto y la calumnia como libertad de expresión es una falsedad. Es una cosa lamentable de una sociedad donde la corrupción no ha entrado sólo en la economía, sino en la cabeza. Y es más peligrosa la corrupción mental que la económica.

- ¿Conoce Twitter? ¿Qué le parece como medio de comunicación?

Todo lo que sea comunicación es interesante. Lo que ocurre es que nunca ha habido tantas posibilidades de comunicarnos como ahora y, sin embargo, nunca hemos estado tan indefensos y tan poco libres. Manejar Twitter o Facebook El medio es magnífico, pero depende también de lo que comuniques. El medio puede adobar, cocer, guisar el mensaje, pero lo importante es lo que mensajeas.

- Pero Twitter dispara hacia ámbito público y ahí es cuando todo cambia.

Aquí se impone también una reflexión sobre lo que es la fama. En griego fama es decirse, ser dicho. Uno era famoso porque merecía ser dicho. Lo que es famoso es porque es ejemplar. Eso es lo que necesita comunicarse. Por eso no puede ser la fama por sí, sino que tiene que tener un fundamento.

- ¿Qué se puede decir de un país cuya persona más famosa es Belén Esteban?

Este fenómeno es algo que me desconcierta. Una política ha dicho recientemente que los seres humanos somos así, hay corrupción porque el ser humano es así'. Váyase usted a paseo. De acuerdo que los seres humanos podemos tener tendencia hacia el mal, pero también hay una tendencia hacia el bien. La tendencia hacia la generosidad, hacia el amor, es mucho más importante que hacia la violencia y el crimen. Esa idea de que el hombre es un lobo para el hombre es falsa.

- ¿Está seguro? La competitividad, el individualismo y el egoísmo están a la orden del día.

No quiero creer esto que usted dice porque eso sería la catástrofe. Vendría el imperio de la metralleta. El que tenga la metralleta más a punto es el que sobrevivirá y en eso no podemos caer. Tengo ya una cierta edad y no he vivido una vida fácil, y nunca se me ha agotado la idea de que la fuerza del amor, de la generosidad es mucho más potente que el mal. El día que renunciemos a esa lucha de creer en estos ideales, ya no merecerá la pena vivir.

- Usted es un idealista platónico.

Una sociedad obsesionada sólo por el dinero es una sociedad perdida. Por supuesto, ¿cómo vas a predicar la educación en una persona que tenga hambre. Sin embargo, yo creo, como dice Kant, que un ser humano es lo que la educación hace de él. La televisión puede ser entretenida, pero no degenerante. Esto hay que evitarlo en lo posible.

- ¿Estos tiempos de crisis puede traernos un nuevo humanismo?

Aunque nos digan utópicos, creo que sí. Y esa es la ilusión que me alienta y me hace feliz. Me siento vivo.