Amable Ignacio:
Ha sido una grata sopresa el recibir su correo tan prontamente,
es algo que honestamente no esperaba en corto plazo y es
sobre todo una atención de su parte que me ha dejado impresionado y
como es justo proceder de igual manera, motivado por esto me
apresuro a contestar y de paso aclarar una confusión que a
todas luces ocasioné en mi anterior mensaje: Doña Matilde no ha
muerto. Al hacer referencia de la llamada de don Manuel Fernández no
me refería a él, sino a doña Matilde quien sufre demencia senil y un
problema físico que a fuerza de los años la ha puesto en una silla
de ruedas, pero hasta estos días sigue en esta vida. Mi abuelo se
contacta con ella vía telefónica con regularidad pero en las últimas
ocasiones ha sido su marido quien toma la llamada. Hasta donde yo sé
y me consta la distribución de sus escritos (todos
obtenidos a través del trance como médium) constan de compendios y
extractos que doña Matilde y su marido envían por correo a los más
allegados, o a quien ellos consideran pertinente enviarlos pues
también me he enterado que a lo largo de estas décadas de trabajo no
faltaron los oportunistas que usaron los escritos con fines de
beneficio personal me refiero a fingidos curanderos, espiritistas y
simuladores. Yo no tengo autoridad para juzgar a nadie pero supongo
que si el grupo se redujo a unos cuantos una buena razón tuvieron
para hacerlo más pequeño. Y vaya que era numeroso pues hacia los
años setenta la gente que acudía a la montaña con doña Matilde se
encargaba también de difundir su bibliografía en sus lugares de
orígen, yo solo conocí a algunos de ellos y habitaban en el
centro del país. Mi abuelo por su parte se hizo de buenas amistades
en Centro América (Guatemala y El Salvador) con esta disciplina como
primer contacto. Hago referencia a la palabra disciplina porque no
la puedo llamar religión, nunca se consideró así, y haciendo memoria
la palabra más usada era la de "La obra espiritual" y todos se
decían hermanos, de allí parte el conocer a la señora Ariceaga como
"la hermana Matilde". ¿De dónde surgió la relación de mis abuelos
con la hermana Matilde? no lo sé con certeza, pero sé que debió
comenzar en los años sesentas (algunas grabaciones están fechadas en
los últimos años de esa década). Desde que este amigo tenía uso de
razón, recuerdo las reuniones en casa de mis abuelos: los familiares
y amigos escuchaban las historias extraterrestres a veces con
emotiva adhesión otros en franco (muy Franco) escepticismo.Había
montones de recortes y artículos publicados sobre el tema; había
testimonios de de avistamientos, de las cátedras grabadas
en voz de Doña Matilde; de un mundo que se acercaba a este, un
planeta llamado ercólubus (dudo si lo escribí correctamente) este
era un planeta con magnetismo superior a la tierra que estaba a
punto de llegar a un momento de "limpia" de cambio, donde las almas
que no hubiesen querido evolucionar de acuerdo a las leyes de la
reencarnación serían atraídas a él. Es curioso porque según las
cátedras así llegó una pléyade de almas que venían del mundo de
capella encabezadas por Isashar, con un destino distinto pero que
fueron atraídas al planeta tierra dado su magnetismo. De naves
espaciales y extraterrestres siempre he escuchado hablar, me decían
que no había por qué temer, que eran seres muy desarrollados que no
estaban aquí para conquistar ni acabar con la raza humana como lo
aseguraba Hollywood. Que se comunicaban por conducto de médiums y
todo eso. Ahora al paso de muchos años luego de haber leído la
última lección lo veo de manera más desapasionada y entiendo que hay
que saber leer entre líneas pues un médium como humano tiende a ser
falible. Sin embargo aún en estas noches cuando recién cumplí los
treinta y tres años aún miro al firmamento con la esperenza de tener
un avistamiento y no pierdo oportunidad para correr a la habitación
de mi abuelo y emocionarlo cada vez que aparece una extraña luz
en el cielo...Aunque invariablemente resulta ser un avión.
En tu correo me preguntas también de cuál es mi experiencia con
estos fenómenos, y pues he de contarte que pese tantos
años de buscar con la mirada entre las estrellas, no he visto nada,
a excepción de una mañana, justo al alba y en un autobús
plagado de pasajeros, en lo alto de una serranía hacia el
este, detrás de la ventanilla ví un conjunto de luces
encenderse y bailotear, a veces demasiado bajas para ser torres y
otras demasiado altas para ser casas, duró el espectáculo más de
diez minutos hasta que la ruta del autobús nos alejó del lugar,
todos los pasajeros lo vimos, pero nadie atinó a dar una respuesta
concreta, luego, nada se comentó al respecto. Esta sería tal vez la
única ocasión en la que podría decir que presencié un fenómeno UFO,
pero ya lo ves: aún sigo dando una ojeada al cielo sin perder la
esperanza.
Bueno, que ya me he extendido más de lo debido en esta carta,
seguramente tienes un día ocupado y solo me resta despedirme y
agradecerte por tu atención y los comentarios que haces de mí en tu
correo, pero sobre todo agradecerte por tu contestación y tiempo que
has dedicado a estas líneas (bueno si has llegado hasta este punto
de la carta sabrás a lo qué me refiero).
Por el momento me despido, deseándote un inmejorable fin de
semana amigo Ignacio.
Hasta Pronto.
Juan carlos Zerecero.
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