Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el
corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer
la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la
Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el
dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a
una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a
cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo
por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para
enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo,
clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de
Cristo abarca tanto a vosotros como a mí
Su puro delcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y
levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No
importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no acceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que
nos separan?
Só una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene
todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para
todos los dolores humanos,
Só hay un camino que conduce hacia los
ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel
El fundador de la Religión Cristiana emitió una máxima oculta cuando dijo: "Cualquiera que no reciba el reino de Dios como un niño pequeño no entrará en él". (San Mateo X:15). Todos los ocultistas reconocen la inmensa importancia de esta enseñanza de Cristo y tratan de vivirla de día en día.
Cuando una filosofía nueva se presenta al mundo es acogida de diferente manera por las diferentes personas.
Una persona se apodera con avidez de cualquier nuevo esfuerzo filosófico tratando de ver en qué proporción sostiene sus propias ideas. Para tal persona la filosofía en si misma es de poca importancia. Tendrá valor si vindica sus propias ideas. Si la obra satisface sus esperanzas en ese respecto, la adoptará entusiastamente y se adherirá a ella con el más irrazonable partidismo; si no, probablemente arrojará el libro con disgusto, como si el autor le hubiera hecho una injuria personal.
Otro adopta una actitud escéptica tan pronto como descubre que la obra contiene algo de lo que él no había leído u oído hablar anteriormente o sobre lo que aún no se le había ocurrido pensar. Y probablemente rechazaría como extremadamente injustificable la acusación de que su actitud mental es el pináculo de la satisfacción e intolerancia propias; tal es el caso ,sin embargo, y de esa manera cierra su mente a toda verdad que posiblemente puede estar contenida en lo que su mano rechaza.
Ambas personas se mantienen en su propia luz. Sus ideas petrificadas las
hacen inasequibles a los rayos de la Verdad. Un "niño pequeño" es precisamente
lo opuesto de los grandes en ese respecto. No está imbuido por abrumador
sentimiento de superioridad, ni se siente inclinado a aparentar ser sabio o a
ocultar su ignorancia sobre cualquier asunto con una sonrisa o burla. Es
francamente ignorante, no tiene opiniones preconcebidas ni prejuicios y es, por
lo tanto, eminentemente enseñable o instruible. Toma todo con esa hermosa
actitud de confianza que hemos designado con el nombre de "fe infantil", en la
que no hay ni sombra de duda. Allí conserva el niño las instrucciones o
enseñanzas que recibe hasta que comprueba su certeza o falsedad.
En las escuelas ocultistas se enseña al discípulo a olvidar todo cuando se le
da una nueva enseñanza, no permitiendo el predominio ni del prejuicio ni de la
preferencia, conservando la mente en un estado de calma y digna expectativa. Así
como el escepticismo nos ciega a la verdad en la forma más efectiva, así también
esa calma, esa actitud confiada de la mente, permitirá a la intuición o
"sabiduría interna" el apoderarse de la verdad contenida en la proposición. Esa
es la única manera de cultiva una percepción absolutamente cierta de la verdad.
No se pide al discípulo que admita a priori que un objeto dado que ha
observado es blanco, sea realmente negro, ni tal afirmación se hace; pero debe
cultivar una actitud mental tal, que "admita todas las cosas" como posibles.
Esto le permitirá dejar de lado por el momento hasta lo que se considera
generalmente como un "hecho establecido" e investigar si existe algún otro punto
de vista desde el cual el objeto de referencia pueda aparecer negro.
Ciertamente, no se permitirá considerar nada como un hecho establecido, porqué
comprenderá perfectamente la importancia de que hay que mantener la mente en el
estado fluídico de adaptabilidad que caracteriza al niño. Comprende con todas
las fibras de su ser que "ahora ve las cosas como a través de un cristal
empañado" y como Ayax, está siempre alerta, anhelando "Luz, más luz".
La gran ventaja de tal actitud mental cuando se estudia un asunto, idea u
objeto dados, es evidente. Afirmaciones que parecían positivamente
contradictorias (y que han causado discusiones interminables entre sus
respectivos partidarios) pueden, no obstante, conciliarse, como se demuestra en
un ejemplo mencionado en esta obra. La mente abierta es la única que descubre la
concordia, sin embargo, y aunque se encuentre que esta obra difiere de otras, el
autor demostraría a un auditorio imparcial las bases del juicio subsiguiente. Si
se "pesa" este libro y se encuentra "falto de peso", el autor no se lamentará.
Lo único que teme el autor es el juicio prematuro basado en la falta de
conocimiento del sistema por el que aboga; que se diga que la obra no tiene
fundamento, por no haberle dedicado antes una atención imparcial. Y debe decir
además que la única opinión digna de tenerse en cuenta es la que está basada en
el conocimiento.
Hay una razón más para que se tenga mucho cuidado al emitir un juicio, y que
para muchos les es sumamente difícil retractarse de cualquier opinión expresada
atolondrada o prematuramente. Por lo tanto , se ruega al lector suspenda sus
opiniones, sean de elogio o de crítica, hasta que el estudio de la obra lo haya
satisfecho razonablemente sobre su mérito o demérito.
El Concepto Rosacruz del Cosmos no es dogmático, ni apela a autoridad alguna
que no sea la propia razón del estudiante. No es una controversia, sino que se
publica con la esperanza de que pueda ayudar a esclarecer algunas de las
dificultades que asedian continuamente a los estudiantes de las profundas
filosofías del pasado. Con objeto de evitar equívocos graves, debe tenerse
siempre muy presente, sin embargo, que no hay revelación infalible alguna sobre
este complicado asunto, que abarque a todo cuanto está bajo el sol, y también
todo lo que está por encima de él.
Decir que esta es una exposición infalible sería lo mismo que pretender que
el autor fuera omnisciente, y aún hasta los Hermanos Mayores nos dicen que a
veces se equivocan en sus juicios, así que un libro que pretenda decir la última
palabra sobre e misterio del mundo, está fuera de toda discusión, y el autor no
pretende dar sino las enseñanzas más elementales de los Rosacruces.
La Fraternidad Rosacruz tiene la concepción más lógica y amplia sobre el
misterio del mundo del que el autor a adquirido algún conocimiento durante los
muchos años que ha dedicado exclusivamente al estudio de este asunto. En lo que
ha podido investigar por si mismo, sus enseñanzas (Las de la Fraternidad) están
de acuerdo con los hechos, tal como él los conoce. Pero , sin embargo, está
convencido de que el Concepto Rosacruz del Cosmos está lejos de ser la última
palabra sobre el asunto; que conforme avanzamos nuevas vistas se van desplegando
ante nuestros ojos y se iluminan muchas cosas que antes sólo veíamos como a
través de un "cristal empañado". Al mismo tiempo cree firmemente que todas las
demás filosofías del futuro seguirán las lineas principales de esta filosofía,
pues parecen ser absolutamente ciertas.
En vista de lo antedicho se comprenderá claramente que el autor no considera
esta obra como el Alfa y la Omega , el último conocimiento oculto, ya aunque se
titula Concepto Rosacruz del Cosmos, el autor desea hacer constar que no debe
tomarse como una "creencia entregada de una vez para siempre" por los
Rosacruces. Debe tenerse en cuenta que esta obra encierra solamente la
comprensión que el autor tiene de las enseñanzas rosacruces respecto del
misterio del mundo, fortalecidas, además, por sus investigaciones personales en
los mundos internos y sobre los estados ante natal y post- mortem del hombre,
etcétera. El autor tiene plena conciencia de la responsabilidad en que incurre
todo aquel que bien o mal guía intencionadamente a los demás y desea
resguardarse a si mismo de tal contingencia, así como también el resguardar a
los demás de caminar en falso inadvertidamente.
Lo que se dice en esta obra debe ser aceptado o rechazado por el lector de
acuerdo con su propio criterio. Se a puesto todo lo necesario para comprender
las enseñanzas; ha costado muchos trabajos expresarlas en trabajos que sean
fácilmente comprensibles. Por esta razón se ha usado el mismo término para
expresar la misma idea en toda la obra. La misma palabra tiene el mismo
significado en cualquiera parte que se emplee. Cuando se emplea por vez primera
una palabra que describe determinada idea, se da la definición más clara que es
posible dar al autor. No se han empleado sino palabras castizas de las más
sencillas y claras. El autor ha tratado constantemente de dar definiciones tan
exactas y definidas como el asunto que se esté considerando lo permita,
eliminando toda la ambigüedad y poniendo todo en claro. Hasta que punto lo ha
conseguido es cosa que debe estimarlo el estudiante; pero habiéndose esforzado
todo lo posible para sugerir las ideas verdaderas, se ve también obligado a
resguardarse contra la posibilidad de que se tome esta obra como una exposición
al pie de la letra de las enseñanzas Rosacruces. El olvidar esto podría dar más
peso a esta obra para algunos estudiantes. Y eso no convendría ni a la
Fraternidad, ni al lector. Tendrían entonces cierta tendencia a echar toda la
responsabilidad sobre la Fraternidad debido a los errores que deben haberse
deslizado en esta como en toda obra humana, de ahí la advertencia expuesta.
Hay un relato indio que dice que cualquiera que tenga dos lineas
semicirculares en la palma de la mano, en la juntura exterior del pulgar, "lleva
consigo un grano de arroz". Esto quiere decir que será bien recibido y
hospitalariamente tratado donde quiera que vaya. El autor tiene la marca
mencionada y ese pronóstico se ha cumplido maravillosamente en su caso. Ha
encontrado amigos por todas partes y ha sido tratado por ellos en forma tal que
ha sido literalmente abrumado por sus atenciones. Y lo mismo ha sucedido con
este libro. El Dr. von Brandis le facilitó los medios para ponerse en contacto
por vez primera con las enseñanzas Rosacruces. El comandante Kingsmill y Jessie
Brewster lo ayudaron lealmente en la parte literaria; Mrs. M. E. Rath Merrill y
Miss Allene Merrill ejecutaron cierto número de dibujos, y en cuanto a William
M. Patterson no solamente prestó al autor servicios personales, sino que le
prestó su ayuda monetaria para que pudiera publicar el libro al precio de costo.
Esta obra ha sido pues, producida por amor. Nadie relacionado con ella ha
recibido ni recibirá ni un céntimo de recompensa, todos han dado
desinteresadamente su tiempo y su dinero. Por lo tanto , el autor desea expresar
a todos ellos su gratitud, y espera que encuentren otras y más grandes
oportunidades para ejercer sus servicios desinteresados.
Durante los cuatro años que han transcurrido desde que los párrafos
anteriores fueron escritos, el autor ha continuado sus investigaciones de los
mundos invisibles y experimentado la expansión de la conciencia relacionada con
tales reinos de la naturaleza, lo cual se consigue por medio de la práctica de
los preceptos enseñados por la Escuela de Misterios del Occidente. Otros que han
seguido también el método de desarrollo espiritual descripto aquí, como
especialmente adaptado a los pueblos occidentales, han sido capaces, de igual
modo, de comprobar por si mismos muchas cosas de las dichas en este libro. De
este modo, la comprensión del autor de lo que le fue dictado por los Hermanos
Mayores, ha tenido alguna corroboración, y parece que fue sustancialmente
apropiada; por lo tanto, cree como un deber explicar esto, para dar con ello
estímulo a los que todavía no son capaces de ver por si mismos.
Si hubiéramos dicho que el cuerpo vital está hecho de prismas en lugar de
puntos, hubiera sido más exacto, pues es por la refracción a través de estos
diminutos prismas que el fluido solar incoloro cambia en rosáceo según ha sido
indicado por otros escritores además del autor.
Se han eco otros nuevos e importantes descubrimientos; por ejemplo, ahora
sabemos que el cordón plateado nace uno nuevo en cada renacimiento, que una
parte del mismo brota del átomo-simiente del cuerpo de deseos en el gran vórtice
del hígado; que la otra parte nace del átomo simiente del cuerpo denso en el
corazón, que las dos partes se unen con el átomo-simiente del cuerpo vital en el
plexo solar, y que esta unión de los vehículos superiores e inferiores produce
el despertar del feto. El desarrollo ulterior del cordón, entre el corazón y el
plexo solar durante los primeros siete años, tiene una importante relación con
el misterio de la infancia, así como su más amplio desarrollo desde el hígado al
plexo solar que tiene lugar en el segundo período septenario de la vida del
niño, contribuye a la adolescencia. La realización total del cordón plateado
marca el final de la vida infantil, y desde tal momento, la energía solar que
entra por el bazo y que se tiñe por la refracción del átomo simiente prismático
del cuerpo vital situado en el plexo solar, comienza ha dar n distintivo e
individual colorido al aura que observamos en los adultos.
--MAX HEINDEL
El mundo occidental forma, indudablemente, la vanguardia de la raza humana, y, por razones que se indicarán más adelante, los rosacruces sostienen, que ni el Judaísmo ni el "Cristianismo popular", sino el verdadero Cristianismo Esotérico, será la Religión del mundo.
Buda, grande y sublime, podrá haber sido la " Luz del Asia" pero puede afirmarse que Cristo será la "Luz del Mundo". Así como la luz del Sol desvanece la de las más brillantes estrellas y borra todo vestigio de oscuridad iluminando y vivificando a todos los seres, así también , en un futuro no muy lejano, la verdadera religión de Cristo sobrepasará y anulará todas las otras religiones para eterno beneficio de la humanidad.
En nuestra civilización, el abismo que se interpone entre la mente y el corazón se hace más grande cada día, y, mientras la mente vuela de un descubrimiento a otro en los dominios de la ciencia, el vacío se hace más grande y oscuro, y el corazón se ve dejado atrás cada vez más. La mente pide a gritos y se satisface solamente con explicaciones materialmente demostrables acerca del hombre y de los demás seres que forman el mundo fenomenal.
El corazón siente instintivamente que hay algo más grande y aspira hacia aquello que siente ser una verdad de orden tan elevado, que la mente sola no puede alcanzar. El alma humana desearía remontarse sobre las etéreas alas de la intuición, desearía bañarse en la fuente de la luz y amor espirituales; pero los puntos de vista científicos modernos han cortado sus alas y permanece encadenada y silenciosa, y las aspiraciones insatisfechas la devoran como el buitre a Prometeo.
¿Es esto necesario? ¿No habrá algún terreno común en el cual puedan encontrarse la cabeza y el corazón, ayudándose la una al otro, haciéndose así más efectivos mutuamente en su investigación por la verdad universal, satisfaciéndose ambos por igual?
Tan seguramente como que la luz preexistente creó el ojo que pudiera verla; tan seguramente como que el deseo primordial de crecimiento creó el sistema digestivo y asimilativo para la realización de aquel fin; tan seguramente como que el pensamiento existió antes que el cerebro, y lo construyó y está aún construyéndolo para su expresión; tan seguramente como que la mente está ahora tratando de arrancar sus secretos a la Naturaleza por la sola fuerza de su audacia, así también el corazón encontrará un medio de gratificar sus anhelos y satisfacer sus aspiraciones. Actualmente se encuentra encadenado por el cerebro dominador. Más, algún día adquirirá la fuerza necesaria para destrozar sus grilletes y se convertirá en un poder aún mayor que la mente.
Es igualmente cierto que no puede haber contradicciones en la Naturaleza, y, por lo tanto, el corazón la mente pueden unirse. Indicar el medio de unirlos es precisamente nuestro objeto: enseñar como y donde puede penetrar la mente ayudada por la intuición del corazón en los misterios del ser, mucho más profundamente que lo que hubiera podido penetrar sola; mostrar como el corazón unido a la mente puede ser resguardado contra el error; como cada poder puede tener plena libertad de acción sin ejercer el uno violencia sobre el otro y satisfaciendo ambos sus aspiraciones.
Unicamente cuando se alcanza y perfecciona esta cooperación se puede llegar al conocimiento más elevado y verdadero de sí mismo y del mundo del que forma parte. Este conocimiento puede proporcionarlo únicamente una mente amplia y un corazón grande.
Cada cosa o ser que nace, parece una vida nueva que viene a existir entre nosotros. Vemos como crece y y vive la pequeña forma, convirtiéndose paulatinamente en un factor de nuestras vidas durante días, meses , años. Por último llega un momento en el que la forma decae, muere y se disgrega. La vida que vino, ignorando nosotros de donde, ha pasado al invisible más allá y con tristeza nos preguntamos: ¿De dónde vino? ¿Por que estuvo aquí? ¿ Adonde fue?
La forma esquelética de la Muerte arroja su sombra horrenda sobre todos los umbrales. Viejos o jóvenes, sanos o enfermos, ricos o pobres, todos, todos debemos pasar a través de esa sombra, y en todas las edades se ha escuchado el agonizante grito, la angustiosa pregunta sobre la solución del secreto de la vida: esto es, el secreto de la muerte.
Por lo que respecta a la gran mayoría de la humanidad, las tres grandes preguntas: ¿De dónde venimos? ¿Por qué estamos aquí? ¿A dónde vamos?, permanecen incontestadas. Y desgraciadamente se ha hecho ya una opinión, aceptada por la mayoría, de que nada podemos conocer definitivamente acerca de estos asuntos tan obscuros y que tanto interesan a la humanidad. Nada más erróneo que semejante idea. Todos y cada uno, sin excepción, pueden capacitarse para obtener informaciones directas y definidas sobre el asunto; todos pueden investigar el estado del espíritu humano antes del nacimiento y después de la muerte. No hay favoritismos ni se requieren dones especiales. Todos tenemos la facultad inherente de conocer todo eso; pero ... Sí, hay un "pero", y un "pero" notable. Esa facultad está en todos, si bien latente en la mayoría. Se necesita para despertarla un esfuerzo persistente, y esto parece algo así como un poderoso "disuasivo", si se nos permite la palabra. Si su despertar pudiera conseguirse por dinero, aún cuando el precio fuera muy elevado, muchos lo pagarían sin vacilar para conseguir semejante ventaja sobre sus semejantes; pero son muy pocos, ciertamente, los que se prestan a vivir la vida que se necesita vivir para despertar aquella facultad. Este despertar se produce únicamente mediante un esfuerzo paciente y perseverante. No puede comprarse; no hay caminos fáciles para llegar a ese despertar.
Todos convenimos en que para llegar a tocar bien el piano es necesaria la práctica, y en que sería inútil pensar en ser relojeros si antes no nos sometiéramos al aprendizaje. Pero cuando se trata del alma, de la muerte, del más allá, de las grandes causas, del ser o de cuestiones análogas, muchos creen saber tanto sobre ello como cualquier otro y creen también tener el mismo derecho para emitir una opinión, aun cuando no hayan dedicado a esas cuestiones ni una hora de estudio.
Es evidente que nadie puede dictaminar seriamente sobre un asunto si no está versado en él. En los casos legales, cuando se necesitan peritos para dictaminar sobre cualquier materia en litigio, se examina en primer lugar su competencia. Su testimonio no valdría nada si no prueban su proficiencia y sus conocimientos sobre el asunto objeto de peritaje.
Si se encuentran en las condiciones requeridas, mediante el estudio y la práctica, para emitir un dictamen experto, este será recibido con toda deferencia y respeto; y si el testimonio de un perito es corroborado por el de otros igualmente idóneos, el valor y la veracidad de lo afirmado por el primero aumenta inmensamente.
El testimonio irrefutable de un tal experto vale machismo más que el de una docena o el de un millón de hombres que no saben de lo que están hablando, porque nada, aún multiplicado por un millón, sigue siendo siempre nada. Esto es tan cierto matemáticamente como con referencia a cualquier otro asunto.
Como ya hemos dicho, reconoceremos estos hechos con toda facilidad en los asuntos de la vida material; pero cuando se discute sobre las cosas que están más allá de los sentidos o sobre los mundos suprafísicos, cuando hay que probar las relaciones entre Dios y el hombre y los misterios más íntimos de la chispa inmortal de la divinidad que encierra el alma, entonces todos piden que se escuchen sus opiniones, que se preste toda consideración a sus ideas sobre las cosas espirituales y se les conceda igual valor que a las emitidas por el sabio que, mediante una vida de paciencia y laboriosa investigación, ha adquirido sabiduría en esas cosas elevadas.
Y aún más; muchos no se contentarán solamente con pedir igual valor para sus propias opiniones, sino que se mofarán y burlarán de las palabras del sabio, tratando de impugnar su testimonio como fraude, y, con la suprema confianza de la más profunda ignorancia, aseverarán que como ellos no saben nada sobre la materia, es imposible que cualquier otro pueda saber algo.
El hombre que comprende su ignorancia ha dado el primer paso hacia el conocimiento.
El sendero hacia el conocimiento directo no es fácil. Nada realmente valioso se obtiene sin esfuerzo. Nunca se repetirá demasiado que no existen cosas tales como "dones" o suerte. Todo lo que uno tiene es el resultado del esfuerzo. Lo que a uno le falta en comparación con el otro, está latente en sí mismo y puede desarrollarse empleando los medios apropiados.
Si aquel que ha comprendido bien este concepto preguntara qué es lo que debe hacer para obtener el conocimiento directo, el siguiente relato le dará la idea fundamental del ocultismo.
Un joven fue a ver un sabio cierto día y le preguntó: señor, ¿ qué debo hacer para convertirme en un sabio? El sabio no contestó. El joven , después de haber repetido su pregunta cierto número de veces con parecido resultado, lo dejó y volvió al siguiente día con la misma demanda. No obtuvo tampoco contestación alguna, y entonces volvió por tercera vez y repitió su pregunta: señor, ¿ qué debo hacer para convertirme en un sabio?
Finalmente el sabio lo atendió y se dirigió a un río que por allí corría. Entro en el agua llevando al joven de la mano. Cuando alcanzaron cierta profundidad, el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió en el agua, a pesar de sus esfuerzos para desasirse de él. Al fin lo dejó salir, y cuando el joven hubo recuperado el aliento, el sabio interrogó:
- Hijo mío, cuando estabas bajo el agua, ¿ que era lo que más deseabas?
Sin vacilar contestó el joven : aire, quería aire.
- ¿No hubieras preferido mejor riquezas, laceres, poderes o amor? ¿ No pensaste en ninguna de esas cosas?
- No señor, deseaba aire y solo pensaba en el aire que me faltaba - fue la inmediata respuesta.
- Entonces - dijo el sabio - , para convertirte en un sabio debes desear la sabiduría con la misma intensidad conque deseabas el aire. Debes luchar por ella y excluir todo otro fin de tu vida. Debe ser tu sola y única aspiración, día y noche. Si buscas la sabiduría con ese fervor, seguramente te convertirás en un sabio.
Este es el primer requisito fundamental que todo aspirante al conocimiento oculto debe poseer: un deseo ardiente, una sed abrazadora de conocimiento oculto; pero debe ser con un deseo intenso de ayudar a la humanidad, un olvido completo de sí mismo para trabajar para los demás. A menos de ser impulsado por tal motivo, el estudio del ocultismo es peligroso.
Si no se poseen estas cualidades, especialmente la última, en parte por lo menos, cualquier tentativa para seguir el arduo sendero del ocultismo es peligrosa. Otro requisito para poder aspirar al conocimiento directo es el estudio del ocultismo indirectamente o de segunda mano. Para la investigación directa son necesarios ciertos poderes ocultos que permiten estudiar los asuntos relacionados con los estados prenatal y post mortem del hombre; pero nadie debe desesperar de adquirir tal conocimiento directo sobre esos asuntos, porque esos poderes ocultos no se los haya desarrollado todavía. Así como un hombre puede conocer el Africa, bien yendo allí personalmente, o bien leyendo las descripciones hechas por los viajeros que han estado en ella, así también uno puede visitar los reinos suprafísicos si es que ya está calificado para ello, o bien puede estudiar lo que otros que ya se calificaron a sí mismos, dicen como resultado de sus investigaciones .
Cristo dijo : "la verdad os libertará"; pero la verdad no se encuentra en seguida y para siempre. La verdad es eterna y su investigación debe ser eterna también. El ocultismo sabe que no se puede dar una creencia de una ves para siempre. Hay ciertas verdades básicas que permanecen siempre las mismas, pero que pueden ser miradas desde muchos puntos de vista, dando cada uno su aspecto particular que complementa los anteriores; por lo tanto, en lo que por el momento se nos alcanza, no hay tal acabamiento posible de arribar a la última verdad.
Aunque este trabajo difiera de otras obras filosóficas, las variaciones son debidas al diferente punto de vista, y respetuosamente nos inclinamos ante las conclusiones y las ideas emitidas por otros investigadores. Nuestro mayor deseo es que estos conocimientos amplíen y engrandezcan las ideas de los estudiantes y las complementen y ensanchen.