Querido Ignacio:
Como te conté antes por
teléfono, me ha gustado bastante el enfoque que el filósofo ateo
André Comte-Sponville ha dado al problema de Dios y el papel de la
religiones. Su libro 'El alma del ateismo' (Edit. Paidós)
explora con mucho rigor la cuestión, sin caer en los extremismos
típicos del ateismo, pues tiene en cuenta la importancia de la
espiritualidad y la experiencia mística. De hecho, él vivió una
de esas experiencias transpersonales y la narra con todo lujo de
detalles, como te comenté. Es lo que Freud denominó "sentimiento
oceánico": un momento de plenitud y de fusión con el absoluto, la
naturaleza, el universo o como queramos llamarlo, donde la noción
del tiempo desaparece, el silencio lo inunda todo y se tiene esa
curiosa sensación de que todo está bien, de que hay una perfecta
armonía cósmica... Si puedes, te haces de dicha obra.
Merece la pena su lectura. También le encantará a
Mariluz.
Mi actual ateismo, esa "oscura
noche del alma" por la que estoy atravesando, me lleva a explorar
nuevos campos del conocimiento, a seguir investigando,
reflexionando... No hay que descartar nada. Todo enriquece el
intelecto. Todo nos alimenta el espíritu. La deconstrucción
cultural, intelectual y religiosa es necesaria, para que luego
surjan las cosas con más claridad, con más esplendor y para que nos
abramos a nuevos horizontes. Dice André Comte: "Que yo
no crea en Dios no me impide poseer una espiritualidad ni me
dispensa de servirme de
ella"...
Un fuerte abrazo,
Moisés Garrido
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