El Chile de comienzos del
siglo XX no vivía una de sus mejores realidades
sociales: el presidente de ese entonces, Germán
Riesco Errázuriz, se encontraba con un conjunto
de problemas que afectaban a los sectores más
pobres de la población: carencia de viviendas
mínimamente habitables, servicios higiénicos,
alimentación, salud y otras necesidades básicas
no estaban cubiertas; por otro lado, la cesantía
al parar las salitreras, la huelga de la carne,
el paro de Antofagasta y la solución de algunos
conflictos limítrofes, copaban la agenda
noticiosa de esa época.
Bajo ese
contexto social, el que en ese entonces era el
dueño de El Mercurio, Agustín Edwards Mac-Clure,
tenía el afán de crear una revista ilustrada que
compitiera con “Sucesos”, que editaba
exitosamente Gustavo Helfman Reimers. En ese
instante, las vidas de ambos se
entrecruzarían.
Desde febrero de 1905,
hasta fines de 1919, Edwards llevaba una gestión
impecable. Sin embargo, decide vender la empresa
Zig-Zag a la imprenta Universo, cuyo dueño era
Gustavo Helfman, quien buscó satisfacer las
necesidades de entretenimiento e información con
sus publicaciones.
Cuando parecía que la
depresión mundial de 1929 haría estragos en su
incipiente negocio, la editorial logró
sobrevivir a las pérdidas económicas y
reorganizó sus líneas, privilegiando la creación
de revistas y orientando su línea editorial a la
publicación de libros. La recuperación se
transformaba en un desafío imprescindible, razón
por la cual -en 1934- se reorganizó la conocida
Empresa Editora Zig-Zag.
Desde
1939 hubo un incremento considerable en el
catálogo de publicaciones, contando con un
amplio listado de nuevas alternativas
periodísticas, el cual llegaba casi hasta la
veintena, emergiendo entre ellas, revista
Vea.
“VEA”: LA REVISTA LLAMADA A
REVOLUCIONAR EL PERIODISMO
NACIONAL
Abril de 1939: el
primer número de revista Vea sale a circulación
en todos los quioscos del país, bajo la premisa
de un medio revolucionario, apuesta que
implicaba la inclusión de un periodismo
“sentido, nervioso y moderno”.
Bajo la
dirección de Jenaro Prieto, quien compartía
roles en el Diario Ilustrado, se buscó desde el
punto de vista editorial, evitar en sus páginas
los ataques del odioso centralismo, poniéndolas
a disposición de todas las ciudades y pueblos de
la República. Incluso, en la página 4 de la
primera edición, un recuadro señalaba que “Vea
conoce las aberraciones del centralismo y lo
combatirá con toda la fuerza de sus
recursos”.
Esta aseveración se refleja en
el reportaje central, que aborda la posible
existencia de petróleo en Magallanes. En su
primer párrafo, destaca que “bajo la nieve de la
zona, el petróleo, eterno, mezquino, se niega a
encender la lámpara de la prosperidad chilena”.
En un tono desafiante, del artículo se
desprende que “Vea dirá lo que sabe: de los
numerosos estudios realizados, ya sea por
geólogos contratados por el Gobierno por
comisiones geológicas enviadas por entidades
petroleras particulares, se desprende que existe
en el país la posibilidad de encontrar
petróleo”.
Entre las secciones, destacaba
la de salud del doctor R.T. Zukor (“Si usted no
puede dormir, lea lo que dice el doctor y
acuéstese”); la columna del doctor Reissman y la
cultural de Axel Muthe y
“Biografías”.
Con mayor amplitud, entre
las 40 páginas del primer número, los lectores
podían disfrutar de los cuentos de Dale Collins
(“Y un día apareceré en el marco de tu
ventana”), notas políticas e
internacionales.
El soberbio remate de
media distancia de “Cañón” Alonso, la destreza
en el ring de Arturo Godoy, el viaje de un nuevo
equipo de natación a Guayaquil, encabezado por
el especialista en la categoría espalda, Arturo
Tomwall, y un completo reporte del deporte
amateur, ocupaban las páginas de “Vea
Deportivo”.
La tendencia regionalista se
mantenía en los siguientes números: la segunda
edición, del 26 de abril de 1939, exhibe en
portada, fotografías de un sismo en la zona
norte de nuestro país. “Vea es la primera
revista que da como primicia fotografías del
último movimiento sísmico de la zona norte -tuvo
intensidad de terremoto y los perjuicios
causados son mayores de los que se imaginan-.
Estado ruinoso en algunas casas de Copiapó: 47
temblores el mismo día.
Valparaíso
tampoco quedaba atrás en el riguroso enfoque de
crítica social que implantaba la emergente
revista, Acevedo Hernández firmaba un artículo
que hablaba de un centro de belleza en el
pacífico, pero también de un lunar que manchaba
esa hermosura: el conventillo.
Otro hito
importante en el desarrollo de las encuestas en
la prensa se encuentra en esta revista, edición
que tenía un perfil más político que
publicaciones como Zig-Zag. En mayo de ese año,
“Vea” efectúa un pequeño sondeo a especialistas
y representantes del mundo obrero con el
propósito de establecer cómo sería un domingo
ideal para el obrero chileno. Al mes siguiente
la revista publica: “Vea ha realizado una
apasionante encuesta: ¿Quién o quiénes
gobernarán Chile dentro de diez años?”. Lo
interesante era conocer quiénes eran los
políticos con mayor futuro en el país. Para ello
entrevistó a doce políticos de diversas
posiciones políticas e ideológicas y les
preguntó: ¿Quién nos gobernará dentro de diez
años?
En julio de 1939 la revista publicó
los resultados de una encuesta sobre las
opiniones existentes acerca del proyecto de ley
que otorgaba en Chile todos los derechos
políticos a la mujer. Participaron dirigentes de
derecha, izquierda y colectividades políticas
independientes. El propósito de la encuesta se
encontraba circunscrito en el contexto de un
nuevo proyecto de ley que buscaba impulsar la
extensión de la participación de las mujeres a
todas las actividades políticas, es decir, no
solamente participar en las elecciones
municipales sino que también contar con derecho
a votar en las elecciones parlamentarias y a ser
elegidas en cargos de representación
legislativa.
Es importante destacar que
revista Vea actuó como un medio preocupado por
dar visibilidad a las distintas posiciones. En
este sentido, el uso de la encuesta estaba
orientado a ser un mecanismo deliberativo sobre
materias de interés público. En 1940 revista Vea
continuó elaborando reportajes a partir de
“encuestas” sobre la realidad política nacional
a partir de las opiniones de representantes de
la élite política.
Cerca de 1945, las
fotos sociales, artículos que graficaban la
realidad política del Chile de la época
-presidido por Juan Antonio Ríos- y una extraña
tendencia farandulera, comentando los más
sabrosos chimentos de las estrellas de
Hollywood, como Greta Garbo, Silvia Sydney o
Grace Moore, captaban la atención de los
lectores.
Un claro ejemplo de ello lo
marca un reportaje referido al carácter que
reflejan las mujeres a partir de la forma de sus
labios. De él se desprende que Eleanor Powell
era una muchacha energética, leal, firme y de
gran personalidad o que Bárbara Stanwyck,
tendría una “cabeza buena para los
negocios”.
Llegando a la década del ‘50
-noviembre de 1949, en el número 551-, aparecen
las cartas al director, entre las cuales destaca
un reclamo hacia los detractores de los
resultados de las elecciones en la Federación de
Estudiantes de la Universidad de Chile, Fech.
Firmaban Walter Blanco (presidente), Ricardo
Ferrando y Hernán Pardo (directores).
El
semanario, que costaba 4 pesos, experimentaba un
cambio de imagen: en portada la fotografía única
da espacio a un mayor número de fotos con el
logo de la revista al centro.
La sección
“Vea Internacional” pasa a tomar mayor fuerza y
acapara una mayor cantidad de páginas. “El lente
de Vea” pasa a formar parte de sus páginas,
dejando a un lado las clásicas fotos sociales de
los eventos de la época. El almuerzo en el Stade
Francais tras el partido de rugby entre los
anfitriones y Green Cross o la antesala de la
pelea de Ramón Marchant y Gerardo Díaz, en el
club México de Santiago, eran foco de atención
de esta nueva propuesta.
Los problemas
sociales no quedaban atrás en la línea editorial
de la revista, que comenzó a salir a circulación
los miércoles. El crimen de los lirios (relato
del asesinato de María Eliana Yévenes, niña de 7
años asesinada en pleno centro de Santiago) y un
gran número de asaltos con violencia en locales
y casas particulares, eran denunciados y
debidamente descritos por imágenes.
Esta
tendencia, exitosa en cuanto a la adhesión del
público, llevó a instaurar otra sección: “La
revista policial de la semana”. En ella puede
encontrarse el drama de los niños de la
población Los Nogales, el crimen de la “vieja
avara” (Zoila Troncoso) al interior de su lujosa
mansión o el marido engañado “que ahogó con
sangre los amores de su mujer” en
Concepción.
En 1955 llegó desde Argentina
una serie de fotos capturadas por un
corresponsal de Vea, de la madre de Eva Perón
(Juana Ibarguren) y su hija Blanca, rezando en
el templo de Constitución. Se especulaba que
“Evita” podría haber sido sepultada en el Maule.
El 18 de noviembre, la revista publica varias
instantáneas del grupo: “Doña Juana pretende
llevar su corazón cansado a las playas
chilenas…”, comenta una nota, en alusión a su
viaje a Constitución.
El enfoque
aterrorizador contaba con una extraña mezcla en
cuanto a contenidos, debido a que lo que sucedía
en la farándula criolla tomaba cada vez mayor
fuerza. La mujer incógnita que salía con el
futbolista de la selección chilena Jaime Ramírez
o del “Rey del Bolero”, Lucho Gatica, entre
otros personajes, comenzaban a tener un mayor
protagonismo y se transformaban en foco de
atención de los reporteros de la
revista.
La publicidad adopta un inusual
protagonismo en cada una de sus 32 páginas: la
famosa menta Kolynos, que avisaba por lo general
a media página, perdía espacio ante la vorágine
de las zapaterías de las calles Puente, San
Diego, Matucana y Ahumada. De este modo, Lux,
Gardó, San Luis, La Elegancia, Princesa, Ritmo,
La Tentación, Manolo, Bata, luchaban por un
espacio de difusión de sus tiendas.
La
revista se llenó de gloria con la cobertura de
la muerte de Gabriela Mistral, en 1957. Durante
mes y medio, desde su deceso en Nueva York hasta
su sepultura en Santiago, Vea vendió más de 500
mil ejemplares semanales.
DÉCADA
DEL ‘60: LLEGA “EL MAGO DE LA
CIRCULACIÓN”
Nacido en Cauquenes
el 22 de enero de 1916, Jenaro Medina Vera fue
director de la revista Vea durante casi dos
décadas. Considerado como el “mago de la
circulación”, por el alto tiraje que otorgaba a
la editorial Zig-Zag -convertía en miles de
ejemplares las publicaciones que dirigía. No
había televisión, la señal de las radios de
Santiago se escuchaba en el interior a partir de
las 8 de la noche, pero Vea vendía 500 mil
ejemplares en un Chile que merodeaba los 8
millones de habitantes.
Rigoberto León
Hinojosa, reportero policial y de espectáculos
de Vea, confesó al sitio web derechos.org, que
“don Jenaro, que así lo llamábamos, también
hubiera podido ganarse la vida como imitador.
Disfrutaba imitando perfectamente la voz nasal y
engolada de su amigo Pablo Neruda, al recitar
los ‘20 Poemas de Amor...’ en las ‘sesiones
culturales’ de Las Tejas, célebre chichería de
Nataniel. Pasaba largos fines de semana con el
futuro Nobel en Isla Negra. Los lunes,
tempranito, volvía a editorial Zig-Zag para
cerrar el semanario. Soñador, inquisitivo... le
metía tijeras a las largas crónicas del ‘Negro’
Humberto Malinarich, discutía banalidades con el
‘Ciego’ -por lo grueso de sus anteojos- Eduardo
Rivas o reprochaba la crudeza de mi lenguaje”.
También formó parte de ese equipo, Mario Vergara
Parada, José Gómez López, Raúl Morales Álvarez y
los reporteros gráficos Pancho Silvestre y José
"Pichanga" Muga.
La fórmula aplicada en
la época apuntaba hacia un sustituto adelantado
de la televisión en blanco y negro, con un
precio al alcance de medio millón de lectores,
textos breves y abundantes fotografías de
operaciones a corazón abierto (del doctor
Helmuth Jaeger), de terribles fusilamientos de
la época y de los crímenes más espantosos de la
semana.
El Mundial de 1962 era otro buen
pretexto para editar históricas publicaciones de
revista Vea. El furibundo zurdazo de Leonel
Sánchez en la portería norte del Estadio Carlos
Dittborn en Arica, ante Unión Soviética, que
levantó a Julio Martínez de su asiento con el
desgarrador grito de “justicia divina”, la
“chilenita” de Honorino Landa que sorprendía a
los brasileños en el Estadio Nacional, o el
derechazo de Eladio Rojas ante Yugoslavia que
significaba el tercer lugar en la justa
deportiva, eran relatados y fotografiados al
mismo nivel que la revista
Estadio.
También se privilegiaba la
información científica, presentándola de manera
atractiva a un lector más proclive a disfrutar
de un gran despliegue fotográfico que a extensas
lecturas. Vea cumplía así con el espíritu de su
nombre y para hacerlo mejor, Jenaro Medina no
tenía empacho en "fusilar" el material que su
tijera entresacaba de publicaciones
internacionales, principalmente francesas, que
leía y traducía con placer. Su posición en
Zig-Zag le permitía darse el gusto de ir a París
en un fin de semana largo, cenar en algún
restaurante legendario, y contar el lunes en la
redacción el encuentro con los personajes que
conoció en el viaje.
En el equipo de
revista Vea destacaba una reportera inquieta,
directa y controvertida: Raquel Correa, que poco
a poco fue tomando protagonismo en este medio de
comunicación. Ascendió a jefa de informaciones,
subdirectora y finalmente directora.
Desgraciadamente este proceso lo vivió entre el
gobierno de la Unidad Popular (UP) y el golpe
militar. Esta aseveración es reafirmada por la
intervención de la UP, interesada en neutralizar
las revistas informativas Ercilla y Vea,
aprovechando la infraestructura de la empresa
-perteneciente al grupo de Sergio Mujica Lois-
para formar la editorial que pasó a llamarse
Quimantú. Atrás quedaba la empresa familiar de
Gustavo y Federico Helfman.
También hubo
cambio de director. El nuevo cargo lo asumía
Hernaní Banda, debido a que Jenaro Medina rehusó
vivir en el Chile post golpe del '73.
Curiosamente el mago de la circulación
creó una versión colombiana de Vea que se
empinaba por los 70 mil ejemplares, cifra
considerada un buen tiraje.
Posteriormente, la revista sacó una
nueva edición en Venezuela. Nelson Luis
Martínez, uno de los gigantes del periodismo
venezolano, aceptó la propuesta de Medina, que
sólo pedía dos pasajes aéreos y una habitación
de hotel. Su elección tampoco fue afortunada.
Sacó unos seis números de la revista y dio
trabajo a algunos periodistas chilenos exiliados
en Caracas, pero no tuvo el éxito esperado. Sus
nuevos patrones estimaron que estaba divorciado
de las nuevas realidades
periodístico-tecnológicas y lo
despidieron.
CAMBIO DE CASA,
CAMBIO DE ENFOQUE
En febrero de
1973, la revista sufre un cambio de casa. Desde
la editorial Zig-Zag, en Bellavista 069, a la
Sociedad Editora Revista Vea Limitada, en
avenida Providencia 283. Era un año
complicado, la polarización política que vivía
el país llevó a que la prensa quedara a la
deriva, tomando como pocas veces en su historia,
partido por uno u otro bando. Vea no estaba
exenta de esa realidad y fue tomando un perfil
más político en este difícil periodo, sin dejar
de lado el exitoso enfoque policial y de
denuncia.
En dicho esquema, Raquel Correa
asumió el papel de subdirectora y comenzaba a
marcar su estilo periodístico. “Candidatos bajo
el lente”, un completo informe de la elección
senatorial en Santiago y entrevistas a
destacados personajes de la contingencia
nacional reafirmaban dicha aseveración.
Inolvidable fue su reportaje a Bernardo Leighton
“Los motivos del hermano Bernardo”, entre
otros.
La periodista destaca que esa
revista Vea era totalmente distinta a la de hoy,
partiendo con entrevistas de tipo humano, cosas
de interés general, con personajes de la
cultura, incluso del deporte. Pero muy pronto le
correspondió hacer entrevistas más serias, de
política y de actualidad.
Raquel Correa
recuerda que durante el gobierno de la Unidad
Popular la situación de la prensa era
“angustiante e interesante; las dos cosas: había
libertad extrema, no hubo censura o revisión de
textos”.
La revista recibía servicios de
Europa Press y los reportajes de Sergio
Retamales, “Osmur”, eran acompañados de la
sección “Vea ciencia” de Lincoyán Rojas y las
extensas crónicas de deportes de Luis Inostroza,
basadas principalmente en las grandes
actuaciones de Colo Colo en Copa Libertadores.
Carlos Caszely, “Chamaco” Valdés, el “Gringo”
Nef y el “Loco” Páez eran protagonistas de
grandes hazañas deportivas y ocupaban una gran
cantidad de páginas de Vea.
El Festival
de Viña de ese año fue completamente cubierto
por Osmur: En “De las contradicciones”, así
titulaba su reportaje, describía el sorpresivo
triunfo de Julio Zegers con “Los pasajeros”, en
detrimento de “Dame tiempo”, éxito de Romuald,
que alcanzó un inusitado éxito en la versión de
Frank Sinatra.
Otro acontecimiento
que entró en la historia de este medio de
comunicación fue el informe de un macabro
hallazgo de osamentas humanas en el Cerro
Blanco. Se especuló que un grupo de enigmáticos
asesinos del “nido de delincuentes” cavó una
fosa macabra y al mismo tiempo hubo algunos
detractores que señalaron que ese material
fotográfico era irreal y no correspondía a dicho
cementerio particular.
Pero llegó el
golpe militar. El periodismo y todos los medios
de prensa fueron fuertemente censurados. Ante la
imposibilidad de ejercer la libertad de prensa
sin verse directamente afectada, Raquel Correa
escribe y publica en la revista una carta en la
cual se hacía una ácida crítica al gobierno de
Pinochet, firmando con el seudónimo Teresa
Infante. Rápidamente el gobierno se manifiesta y
la periodista y directora de la revista es
llamada al edificio Diego Portales, donde los
censores revisaban los originales, y es obligada
a revelar la procedencia de la carta, a lo que
se niega. En 1975 Vea cambia de línea editorial
y la directora rehúsa continuar en esas
condiciones.
Dos años
después del golpe militar, Raquel Correa queda
sin trabajo y vuelve a la dirección Hernaní
Banda.
La revista se mantiene apegada al
formato de semanario, mostrando en sus páginas
crónicas de crímenes y contingencia política.
Por ello, no era raro ver al mismísimo Augusto
Pinochet a bordo del nuevo Metro de Santiago.
¡Buenas noticias! “Estamos en la línea de las
grandes ciudades”, titulaba el
artículo.
A fines de los ‘70, nuestros
tenistas eran foco de atención de los fanáticos
del deporte y de la pluma de Luis Inostroza.
Patricio Cornejo, “corazón de chileno”, y Jaime
Fillol derrotaban a quien se les pusiera en
frente en el Court Central del Estadio Nacional,
mientras que la rebeldía de Carlos Caszely ante
el gobierno militar, en una ceremonia de
bienvenida del equipo chileno que participó del
mundial de fútbol en Alemania, era altamente
difundida en la revista.
LA
“FARANDULIZACIÓN” TOTAL DE
VEA
Llegada la década del ‘80,
un gran número de personajes del espectáculo
captaba la atención de la prensa nacional.
Raquel Argandoña, César Antonio Santis, Eliseo
Salazar, Pilar Cox y un gran grupo de cantantes
y artistas, se transformaban en fotos de portada
en Vea.
Darío Rojas asume como director
de la revista, en lo que sería el inicio del
cambio editorial de Vea. “Antiguamente, el
periodismo de espectáculos era mínimo, era el
pelo de la cola en el quehacer de un medio. Yo
era periodista de política y observé que había
un grupo que estaba acostumbrado a cubrir en
boites, además de otros a quienes les empezó a
interesar lo que sucedía con animadores, modelos
y gente que aparecía en televisión”. Desde ese
momento decide enfocarse en la prensa
farandulera.
Un claro ejemplo de este
prominente cambio lo marcó la organización de
fiestas patrocinadas por la revista. La
presencia de un gran número de figuras de la
televisión propició un estrecho lazo entre los
periodistas y las fuentes, obteniendo de esta
forma varias exclusivas. Los gastos corrían por
cuenta del Grupo Cruzat. Durante ese periodo,
Hernaní Banda llega por tercera vez a la
dirección de Vea.
En las oficinas del
piso 13 de la torre institucional de este grupo
inversor, surgía un semillero de nuevos
cerebros, entre ellos, Juan Ignacio Oto, quien
en 1987 se convierte en socio principal de la
empresa editorial Holanda Comunicaciones,
iniciándose en la edición de publicaciones de
libros y revistas, entre ellas Vea.
Jaime
Godoy Cartes toma la responsabilidad de la
dirección de la revista, manteniendo la línea
familiar, muy masiva, con extensas entrevistas a
prominentes personajes de la televisión, el
deporte y la política.
Durante las dos
últimas décadas existió un gran número de golpes
noticiosos y conflictos con algunos personajes
de la farándula, destacando -en febrero de 2004-
el de la animadora de televisión Karen
Doggenweiler, quien protagonizó un confuso
incidente con un periodista de revista Vea en su
casa de veraneo en Cachagua. Insultó y golpeó a
una novata periodista y a un reportero gráfico,
que pretendían una entrevista. La idea era
conseguir versiones sobre su nueva vida de
casada e interrogarla sobre Fernandita, la hija
de su primer matrimonio.
Nelson
Rodríguez, editor de la época, explica que
“siempre hubo con la Karen una buena relación,
pero cuando se casó y asumió su papel de esposa
y mujer embarazada sufrió un impensado ataque de
hermetismo. Afortunadamente, todo fue
aclarado”.
El carácter mediador de Juan
Ignacio Oto lo llevó a intervenir en el tema y
prohibió a sus periodistas hablar sobre el
incidente, para evitar un quiebre en las
relaciones con una pareja de amplia difusión
mediática y fuente constante para las múltiples
publicaciones del holding.
Basado en esa
línea, a la hora de decidir conflictos, el dueño
de Vea abortó el que podría haber sido un gran
golpe periodístico: el “romance” durante nueve
años entre el humorista Álvaro Salas y la
vedette, Tatiana Merino. “La filtración de la
noticia provocada por una infidencia, provocó el
llamado inmediato de Canal 13 para postergar la
publicación. Jaime Cartes y yo no estábamos de
acuerdo con esa idea, pero Juan Ignacio (Oto) ya
había decidido, no había otra posibilidad”, dice
Nelson Rodríguez.
La idea era no dañar la
imagen pública de Salas, razón por la cual la
estación televisiva envió a la oficina ubicada
en avenida Holanda 279, al gerente de Marketing
y Comunicaciones del canal católico, Marcelo
Bravo, quien pagó a la revista "Vea" para que no
publicara esa nota.
Sin ningún tipo de
reparos, Bravo declaró que se la había "jugado"
por su empresa y que él fue "como la gota que
rebasó el vaso, porque ellos (Vea) habían
recibido hartas presiones". De esta forma,
consiguió su objetivo y según sus palabras sólo
después informó al canal, una vez que todo
estaba arreglado con Juan Ignacio
Oto.
Finalmente, la entrevista no
salió en el momento planificado. Se especuló que
Canal 13 ofreció dos boletos de avión a Buenos
Aires y una entrevista con Alejandro Chávez, en
ese entonces, periodista de “Viva la
Mañana”.
El canal de televisión optó por
reconocer el hecho como “un error” en una
declaración pública. En ella se expresó: “Los
procedimientos utilizados en este caso -que
dieron lugar a interpretaciones incorrectas-,
constituyen un error manifiesto, que el canal
reconoce y por el cual pide excusas públicas”.
Pero agrega que “no obstante lo anterior,
atendidas las intenciones que llevaron a su
ejecutivo a realizar esta gestión inapropiada,
el canal confía en su buena fe”.
“Hubo
decisiones no editoriales de altas esferas de
ambos medios de comunicación. Logramos publicar
el artículo, pero el tiempo nos dio la razón:
Canal 13 reconoció su error y la entrevista
debió salir el día que estaba fijada”, concluye
Nelson Rodríguez. Otro conflicto lo vivió
revista Vea con el abogado y ex pareja de Raquel
Argandoña, Hernán Calderón, cuando vio a su hija
de 15 años, conocida como “Raquelita”, en la
portada de julio de 2006, supuestamente desnuda.
Hernán Calderón llegó a manifestar su
preocupación por “una situación casi de
pedofilia” a la que fue sometida su
hija.
Raquelita declaró en Revista Vea
que le gustan las luces y el medio artístico:
"Desde chica acompañé a mi mamá a entrevistas,
fotografías, y me quedó gustando".
Pero
el tiempo llevó precisamente a Calderón a la
portada de la revista: la animadora ochentera
Viviana Nunes aseguró a revista Vea que la
verdadera amante de Eliseo Salazar fue Alejandra
Álvarez. Fuentes consultadas, cercanas a
Alejandra, aseguraron que ella sí mantuvo una
relación con el piloto, cuando se inauguró en
Chile el hotel Ritz el 2003.
En octubre
de 2005, la ex animadora Pilar Cox realizó una
entrevista desde la clínica Rayencura de
Malloco, donde se rehabilita de su adicción al
alcohol, refiriéndose públicamente por primera
vez a la noticia que la ha tenido en primera
plana, luego que Alfredo Lamadrid revelara en su
programa “Cada día mejor” la situación de la
otrora animadora de “Martes 13”. “Me
sentía muy mal… cuando al bebedor se le pasa el
efecto del trago se juzga mucho, se castiga”,
señaló a revista Vea.
También resaltaron
los especiales de cocina y los números
destinados a la muerte del Papa Juan Pablo II,
el 2 de abril de 2005, producto de una
septicemia y un colapso cardiopulmonar
irreversible, agravado por su enfermedad de
Parkinson. Una gran cantidad de testimonios de
personajes prominentes de nuestro país marcó la
pauta de estas
ediciones.
GASTRONOMÍA + BELLEZA + MODA +
SALUD= LA NUEVA VEA
Por ajustes
en el equipo editorial, Jaime Godoy dejó la
dirección de la revista en noviembre de 2006.
Nelson Rodríguez se mantiene como editor general
y asume el liderazgo, bajo la premisa de que “la
farándula es la que vende en los quioscos hoy
por hoy”.
Vea sufrió algunos vaivenes en
la distribución, pasó de semanal a quincenal por
problemas de avisaje, por lo que debió
implementar algunos cambios en su estructura
editorial. De este modo, las secciones de
gastronomía, belleza, moda y salud adquirieron
mayor fuerza. “Estos especiales contaron con
gran aceptación del público femenino”, confiesa
Nelson Rodríguez.
En el manejo del
diseño, Nelson Rodríguez piensa que “es
necesario privilegiar lo gráfico. Queremos ser
consecuentes con el nombre de la revista, que la
foto sea grande, de buena calidad,
exclusiva”.
En cuanto a publicaciones
controversiales, la modelo argentina Rocío
Marengo también tuvo problemas con la
publicación. "Estoy segura de que Felipe va a
ser mío", tituló la revista a principios de
2007. A Marengo no le gustó nada el titular de
la entrevista que concedió y aseguró que se
tergiversó la información.
"A mí me mató
este titular, me dolió muchísimo... En este caso
yo no me equivoqué y Vea me perjudicó", afirmó
la implicada. Sin embargo, Nelson Rodríguez
recalcó la trayectoria que tiene la revista Vea
y que él no se prestaría para tergiversar datos.
"Habrá que poner en una balanza la credibilidad
de revista Vea y la de Rocío Marengo",
dijo.
Otra protagonista de las portadas
de Vea ha sido Cecilia Bolocco, que reconoció en
Colombia su relación con Carlos Menem y
posteriormente fue fotografiada por el
“paparazzi chileno” Ángel Mora.
La última
idea del equipo editorial ha sido la
implementación de un suplemento especial,
llamado “La verdadera historia”. Este inserto de
revista Vea “es una biografía de personas que
hacen noticia”, cuenta Nelson
Rodríguez.
“La iniciativa nace a partir
de la extensión de las entrevistas de estos
personajes, que al editarlas me dejan con gusto
a poco. Creí que lo mejor era dar espacio a
historias interesantes, aprovechando el banco de
imágenes que tenemos. La difusión de nuestras
entrevistas en matinales y programas del mundo
del espectáculo, nos tiene muy satisfechos”,
concluye Rodríguez.
*Rodrigo
Sánchez es periodista de UNIACC y candidato a
Máster en Edición.
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