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son imposiciones a la parte que se cree más débil,y se haceninevitables,ya por falta de espacio,o por la necesidad de defenderuna propiedad material más preciada que las vidas de los soldados.Los árabes no tenían nada material que perder,por lo que notenían por qué defender nada ni por qué disparar a nada.Sus car-tas eran la velocidad y el tiempo,no el poder de impacto,y éstasles dieron fuerza estratégica más que táctica.El poder de alcancetiene que ver más con la estrategia que con la fuerza.La invenciónde la carne en conserva había modificado la guerra terrestre másprofundamente que la pólvora.Las autoridades militares británicas no siguieron todos estosrazonamientos,pero permitieron que se ensayaran en la práctica. Así,las fuerzas árabes partieron primero hacia Akaba,tomándola sindificultad.Tomaron luego Tafileh y el Mar Muerto;después Azrak y Deraa,yfinalmente Damasco,todo en sucesivas etapas estudiadasconcienzudamente conforme a estas teorías.El proceso consistía enestablecer escaleras tribales que proporcionaran una ruta segura y fácil desde las bases marinas (Yenbo,Wejh o Akaba) hasta las basesavanzadas de operaciones.Éstas se encontraban a veces a 300millas,una distancia largaen tierras sin carreteras ni vías férreas,quesin embargo fue acortada por el ejército árabe gracias al cultivo asid-uo del poder en el desierto y del control por medio de partidas decamellos del desolado,jamás cartografiado,mundo de arena que estodo el centro de Arabia,desde La Meca hasta Aleppo y Bagdad.
El desierto y el mar
Por su carácter,estas operaciones tenían algo de guerra naval,en su movilidad,en su ubicuidad,su independencia de las bases y 
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las comunicaciones,en su ignorancia de características básicas,deáreas estratégicas,de direcciones fijas,de puntos fijos.Aquél quedomina en el mar disfruta de gran libertad,y puede tomar tantootan poco de la guerra como desee”:aquél que domina en eldesierto es igualmente afortunado.Partidas de camellos tan inde-pendientes como los navíos podían navegar con seguridad a lolargo de la frontera terrestre del enemigo,justo fuera del campo visual de sus puestos a lo largo de la línea de cultivo y hacer incur-siones o asaltos en sus líneas cuando se considerase el momentomás fácil o más propicio,contando siempre con una retiradasegura a sus espaldas hacia un elemento en el que los turcos nopodían penetrar.Laelección óptima sobrequé punto desbaratar en el organismodel enemigo venía dada con la práctica.La táctica consistía siem-preen golpear y correr;no en presionar sino en impactar.El ejér-cito árabe no trató nunca de mantener o mejorar una ventaja,sinoque retrocedía y volvía a golpear en algún otro lugar.Usaba lamenor fuerza en el menor tiempo y en el lugar más alejado.Continuar la acción hasta que el enemigo cambiara sus disposi-ciones pararesistir hubierasupuesto romper el espíritu de la reglafundamental de jamás ofrecerle blanco.La velocidad y el alcance necesarios eran conseguidos gracias ala frugalidad de los hombres del desierto y a su eficiencia con loscamellos.En el calor del verano los camellos árabes pueden hacercon comodidad unas 250 millas sin beber,lo que representa tresdías de marcha vigorosa.Este radio es mayor de lo que se nece-sitaba,yaque los pozos rara vez distaban más de 100 millas entresí.El equipo de las partidas montadas tendía a ser sencillo,con-servando sin embargo una superioridad técnica sobre los turcos en
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algún aspecto crítico.Venían de Egipto cantidades abundantes deametralladoras ligeras,para ser utilizadas no como ametralladorassino como rifles automáticos,herramientas de francotiradores,porhombres mantenidos en la ignorancia en cuanto a su mecanismo,para que así la velocidad de la acción no se viera entorpecida porel tiempo empleado en reparar la herramienta.Otro instrumentoesencial lo constituían los explosivos potentes,y casi cada uno delos rebeldes estaba cualificado por experiencia en trabajos dedemolición.
Carros acorazados
En ocasiones,las incursiones tribales eran reforzadas con carrosacorazados manejados por ingleses.Los acorazados,una vez quehan encontrado una vía posible,pueden ir al paso de una partidadecamellos.Durante la marcha a Damasco,a casi 400 millas de labase,eran abastecidos,primero con el combustible portado porlos propios camellos de la caravana,y después desde el aire.Loscarros son magníficas máquinas de lucha,decisivas allí dondepueden entrar en acción en las condiciones que les son propicias.Pero aunque ambos cumplen el principio básico de “fuego enmovimiento”,los empleos tácticos de los carros y de las unidadesde camellos son tan diferentes que su uso en operaciones conjun-tas es difícil.Se observó que era desmoralizador utilizar juntas lacaballería acorazada y la caballería sin acorazar.La distribución de las partidas en las incursiones no era orto-doxa.Eraimposible mezclar o combinar tribus,ya que no se gusta-ban o desconfiaban entre ellas.De la misma manera los hombresdeuna tribuno podían ser utilizados en el territorio de otra.En
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consecuencia,otro canon de la estrategia ortodoxa se rompía aquí,al seguirse el principio de máxima amplitud en la distribución de lafuerza,con el fin de tener a mano el mayor número posible deincursiones a la vez.Además,se añadía la fluidez a la velocidadmediante el uso de un distrito el lunes,otro el martes,un terceroel miércoles… lo cual reforzaba no poco la movilidad natural delejército árabe,dándole ventajas impagables,pues la fuerza se reno- vaba con hombres frescos en cada nueva región tribal,y así man-tenía su energía prístina.En un sentido real,el máximo desordenera su equilibrio.
Un ejército no disciplinado
Igualmente curiosa era la economía interna de las partidas decombate.La máxima irregularidad y articulación eran las metas.Ladiversidad echaba a la cuneta la inteligencia del enemigo.El ene-migo acumula información cuando los batallones y divisiones seorganizan de forma regular e idéntica,hasta que finalmente infierela presencia de un cuerpo por la disposición de las tres compañíasanteriores.Los árabes,de nuevo,estaban sirviendo a un idealcomún,sin emulación tribal,y por tanto no podía esperarse deellos ningún
esprit de corps 
.Los soldados se hacen casta,bien a basede dinero,uniforme o beneficios políticos,o bien como ocurre enInglaterra,haciendo de ellos unos descastados,desarraigados de lamasa de sus conciudadanos.Ha habido muchos ejércitos alistados voluntariamente,pero ha habido pocos que hayan combatido encondiciones tan agotadoras y en una guerra tan larga como larevuelta árabe.Cualquiera de los árabes podía irse a casa cuando laconvicción le fallara.Su único contrato era el honor.
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Consecuentemente,el ejército árabe carecía de disciplina,en lamedida en que ésta restringe y asfixia la individualidad para obte-ner el mínimo común denominador de los hombres.En tiempo depaz,en los ejércitos regulares la disciplina impone el límite deenergía alcanzable por todos los presentes;es la búsqueda no de unpromedio sino de un absoluto,de un ciento por ciento estándar enel que los 99 hombres más fuertes son rebajados al nivel del peor.El fin es hacer de la unidad una unidad y del hombre un tipo,paraque así su esfuerzo sea calculable,e incluso en grano y a granel elrendimiento colectivo.Cuanto más profunda es la disciplina másbaja es la eficiencia individual y más previsible la realización.Es unsacrificio deliberado de capacidad con el fin de reducir el elemen-to de incertidumbre,el factor bionómico,en la humanidad alista-da.Su acompañamiento es,en estos casos,la guerra social,esaforma de conflicto en la que el combatiente ha de ser el productode los múltiples esfuerzos de una larga jerarquía,del taller a launidad de abastecimiento,que lo mantiene en el campo de batalla.La guerra árabe,al reaccionar contra todo esto,era simple eindividual.Cada hombre que se enrolaba servía en la línea de ba-talla y se controlaba a sí mismo.No había líneas de comunicaciónotropas de trabajadores.Parecía que en esta forma articulada deguerra la suma de los rendimientos de los hombres en solitario erapor lo menos igual al de un sistema compuesto del mismo poten-cial,y era con toda seguridad más fácil adaptarse a la vida y cos-tumbres tribales,dada la flexibilidad y el entendimiento por partede los oficiales al mando.Por suerte para ellos casi cada joveninglés lleva en sí las raíces de la excentricidad.Eran sólo un puña-do,no había más de un inglés por cada mil árabes,ya que unnúmero mayor habría creado fricciones,simplemente porque erancuerpos extraños (perlas si se quiere) en la ostra:y aquellos que
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